¡Hola! Esta es una historia en la que empecé a trabajar recientemente y espero que sea de su agrado. Es mi primer fic en la plataforma :) también estoy en wattpad y AO3 con el mismo nombre para quien prefiera leer ahí!
No les hago muchas aclaraciones respecto al fic porque quiero que lo vayan descubriendo poco a poco. Tan sólo aviso de antemano que esto es KatsuDeku (podría haber tantito DekuKatsu, pero muy leve), y que como fondo habrá muchas otras parejas, tanto hetero como yaoi. Las parejas variarán mucho... ya irán entendiendo por qué :D
Les agradezco mucho por pasarse por aquí y cualquier comentario será muy agradecido.
Sin más, les dejo la historia.
PILARES
—Es realmente pequeño —dice el hombre, mirando hacia el artilugio que sostiene entre manos. Una especie de brazalete grueso de metal. Lleva en él el color rojo, azul y blanco. El individuo analiza atentamente dicha selección de matices—. ¿Por qué esos tonos en particular?
La pregunta es bastante irrelevante, pero la hace de cualquier forma, quizá porque busca ocupar los espacios de silencio con palabras abundantes, palabras nimias de modo que nadie más tenga oportunidad de meter en la conversación los temas más apremiantes.
Los más… complicados.
—Ustedes dos llevan nuestras esperanzas, chicos. Esos colores representan la confianza que tenemos en ustedes —su interlocutora le ve con unos ojos marcados por dos líneas oscuras que forman una cruz. Y sonríe—. ¿Listos?
Los dos hombres se ponen de pie. El ambiente es desolador, extraviados en medio de lo que parece un lugar abandonado, una construcción tan antigua y descuidada que su estructura carece en ciertas zonas de techo y paredes. Deshechos de máquinas y artefactos se oxidan y se calientan en los alrededores, acumulando polvo, tierra e incluso botones de plantillas rebeldes que buscan comérselos y reclamarlos como su propiedad. El sol quema fuerte. Ambos portan unos uniformes que han dejado de quedarles hace mucho y que la verdad es que huelen un poco a humedad y a guardado.
El más alto, con una cicatriz que le recorre de la parte posterior de la cabeza hasta el cuello, bordeándole la oreja, se ha puesto una bufanda para disimularla –con suerte aterrizarán en algún momento a mitad del otoño o el invierno–. El otro, cuyo rostro lleva más de media vida marcado por la locura de una madre marchita, ha procurado ponerse guantes para que no sean notorias las sombras varias que lamen su piel en esas zonas.
No es que estén listos, pero Hatsume lo ha dicho.
Ellos llevan las esperanzas de un mundo entero sobre sus hombros.
II
Segundo año de la generación de Izuku Midoriya en la U.A.
Multitud de cosas han pasado.
Izuku Midoriya y Katsuki Bakugou ya no se odian tanto, por ejemplo, el mundo entero sabe el secreto de All Might, pero siguen siendo sólo el hombre, Bakugou y el propio Izuku quienes conocen la identidad de su sucesor. La Liga de los Villanos fue desmantelada casi en su totalidad a principios de su segundo año, cuando Shigaraki Tomura organizó un ataque a gran escala que, lamentablemente, se llevó la vida de varios héroes profesionales consigo, entre los que se encuentra el entonces ya retirado Gran Torino. Aunque la Liga logró ser contenida, el daño fue funesto y, por desgracia, varios de los elementos clave de la organización se dieron a la fuga, incluido el propio Tomura, de modo que se espera que en cualquier momento éstos reaparezcan.
Sin embargo, las cosas han estado relativamente tranquilas desde aquellos terribles hechos. Los estudiantes, héroes y la población en general, se han esforzado por recuperar la normalidad en sus vidas diarias. Por sanar las heridas y continuar con la cabeza en alto.
Se mencionó antes que Izuku Midoriya y Katsuki Bakugou ya no se odiaban… tanto.
La realidad es que, desde que Izuku revelara a su antiguo amigo de la infancia su secreto, las cosas… las cosas tomaron rumbos… nuevos.
No hay que creer que Bakugou Katsuki ha optado por ser más amable o lo que sea con el chiquillo de ojos verdes. Pero, para quien fuera muy observador, lo evidente saltaría a la vista con pasmosa facilidad.
Es otoño. El clima ha refrescado aunque suelen ser las noches las que se atiborran de brisas heladas. Los días están un poco secos y de pronto el sol todavía alcanza a calentar los cuellos y frentes lo suficiente como para hacerles sudar.
Ese es seguramente el motivo por el que el día de hoy Izuku no se ha puesto ninguna sudadera ni ha traído tampoco ninguna consigo. Cuando el timbre suena, el chico en cuestión se pone rápidamente de pie y empieza a guardar sus cosas a toda prisa. Detrás de él, Todoroki le dice algo a Iida y Ochako se les acerca con Tsuyu. Aizawa ya está recogiendo sus cosas también y Bakugou se ha quedado sentado en su silla mirando hacia afuera por el cristal de la ventana.
El sonido de cosas guardándose es lo que mantiene la atención de Bakugou. Se sientan en los mismos puestos que en su primer año. El nerd está siempre detrás de él.
—Midoriya, ¿estás seguro de que no quieres que te acompañemos? —pregunta entonces Todoroki, acercándose a Izuku con el grupo de Iida y las chicas. Izuku le observa y niega rápidamente con la cabeza, sonriendo.
—Sería muy aburrido para ustedes, pero gracias, Todoroki.
—No sería aburrido si estamos juntos —opina Tsuyu, pero Izuku, ya colgándose la mochila, la mira a ella y vuelve a negar.
—Voy a estar en esa fila por un montón de horas, probablemente hasta mañana temprano. No se preocupen, habrá mucha gente.
Izuku sabe que la esencia de la actitud de sus amigos es que, con todas las cosas que han pasado juntos a lo largo de esos dos años, la verdad es que los alumnos del ahora salón 2A tienen ciertos malos recuerdos demasiado insertados en las cabezas. A veces, todos son un poco paranoicos. Si alguien no contesta pronto en el grupo del line, si alguien no se ha conectado en varias horas, si alguien no se aparece y no avisó a donde iba…
Son como una familia compacta de esas que no gustan de separarse por demasiado tiempo. Son todos como unas madres preocupadas que imaginan las peores tragedias cuando cualquiera de sus numerosos hijos pasa de contestarles por medio segundo.
No es algo que haya pasado desapercibido para algunos de sus profesores y Aizawa les ha dicho que tienen que volver a aprender a permitir que los demás tengan su espacio sin pensar que por eso van a morir.
Pero de pronto les cuesta, y más con Shigaraki Tomura y miembros peligrosos de la Liga de los Villanos en ubicación desconocida.
Como sea, Izuku logra separarse de sus amigos tras prometerles que andará por lugares iluminados y transitados. Después sale corriendo, alegando que ya se le ha hecho un poco tarde.
Afuera la brisa refresca. El sol aún ilumina pero ya va dirigiéndose a su escondite en el horizonte. Izuku corre, toma el tranvía y luego desciende a un par de calles de una de las tiendas de coleccionables más grandes de la ciudad.
Tiene que conseguirse una figurita especial de All Might.
Parecerá tonto, dado que el chico puede hablar con el Toshinori de carne y hueso cuando se le antoje, pero esta figurita en especial vendrá empacada en una caja de roble barnizado, estará protegida por una lámina de cristal e incluirá un pequeño libro con las mejores tomas del héroe retirado. Eso sin mencionar que la figura fue pintada a mano por uno de los mejores artistas plásticos del país. Es evidente que el fanático interior de Deku no podía resistirse a semejante pieza ni aunque así lo hubiese querido.
Izuku se planta frente a la tienda y ve a algunas personas ya formadas, con lo que no puede evitar hacer una suave mueca. Ya había hecho este tipo de filas un par de veces en el pasado y siempre fue de los primeros en llegar. Por supuesto que eso era antes de ser un aprendiz de héroe en su segundo año de una de las mejores escuelas de héroes del país.
Se forma en silencio detrás de la última persona. El cielo ya se está pintando de tonos más ocres. Sopla la brisa, y está un poco frío.
Es sólo ahora que Izuku cae en cuenta de su falta de abrigo de cualquier tipo. Pero no es sólo eso. Abriendo los ojos con impresión, el heredero del One for All se quita rápidamente la mochila, la abre y rebusca algo en ella.
Oh.
Mira a su alrededor. Más personas han llegado después de él y se han formado también. Prácticamente todos han venido armados con sacos de dormir, almohadas, refrescos, botanas y demás cosas deseables para sobrevivir a una noche a la intemperie mientras se esperaba poder ser uno de los primeros en adquirir la famosa figurilla del aclamado héroe.
Izuku se ha olvidado por completo. Por completo. Probablemente se ha distraído tanto pensando en las clases, en la preocupación de sus amigos, en las tareas que tuvo que adelantar para tener la tarde libre y demás, que sencillamente se olvidó de empacar todo lo que necesitaría para esa larga noche.
Se reprende mentalmente, realmente frustrado.
Suspira.
No hay mucho qué hacer. Si se quita de la fila ahora, para cuando regrese habrá tanta gente que quizá no alcance una de las figuras. Y llamar a sus amigos para molestarlos con algo tan tonto no es una opción.
Así que se resigna.
Más tarde, ya es casi medianoche e Izuku se dispone a tratar de conciliar el sueño a pesar de todo. Varios en la fila ya duermen tranquilamente en sus sacos y el resto parece demasiado aletargado como para seguir haciendo ruido. Se ha implantado un silencio calmo en los alrededores de la tienda y aunque varias farolas y las luces de neón del establecimiento se les avientan sobre las caras, el ambiente nocturno igual les adormece.
Izuku acomoda su mochila para intentar usarla como almohada. Decide acurrucarse ahí junto a la pared, a pesar de la incomodidad, intentando encoger su cuerpo sobre sí mismo lo más posible para contrarrestar el leve frescor.
Pero, en eso está, intentando hallar una posición aceptable sobre el cemento, cuando algo le llama repentinamente la atención. Alguien se acerca. Y, si bien eso no tendría por qué ser tema de interés, lo que realmente hace que a Izuku se le espante un poco el sueño es que cree, está bastante seguro de que se trata de Todoroki. Distingue sus rasgos distintivos: El cabello a dos tonos, la piel del rostro marcada, el semblante serio y el caminar pausado…
Pero hay algo que luce extrañamente distinto. A la distancia, no logra determinar el qué. Se incorpora sobre la almohada y, para cuando su "amigo" ya está siendo iluminado por la luz de las letras gigantes de la tienda, Izuku ya está sentado, mirándole con ligera confusión.
—¿Todoroki? —parpadea. El chico se ha detenido a un par de pasos de él y le sonríe. Lleva el uniforme de la U.A. y tiene las manos enguantadas. Izuku piensa aleatoriamente que la verdad es que no hace tanto frío como para llevar guantes y que Todoroki, además, no suele necesitarlos debido a que él mismo regula su temperatura corporal, pero decide omitir tal detalle, dado que le intriga más que hará su amigo ahí, así como intenta determinar qué es lo que le hace lucir… distinto…
—Midoriya, estaba buscándote —revela su amigo. izuku no puede evitar fruncir un poco el ceño porque… su voz suena ligeramente diferente también.
¿Se está imaginando cosas?
—¿Qué ocurre, Todoroki? ¿Pasó algo?
El otro le mira un momento. Parece estudiarle brevemente. Después asiente. Hay algo en su rostro que le hace lucir un poco triste, de pronto. Izuku decide que definitivamente algo no está bien y se pone rápidamente de pie, cargando su bolsa consigo.
No sabe qué ocurre, pero si Todoroki le dice en este instante que necesitan irse, Izuku le seguirá sin pensarlo dos veces. La figura puede esperar, e incluso si se arriesga a no poder conseguirla después, ayudar a su amigo haría que la pérdida valiera la pena.
Shouto está serio.
—Midoriya, ¿notas algo diferente en mí?
Izuku parpadea otra vez.
—Ahora que lo mencionas, sí, ¿qué es lo que ocurre? ¿Está todo bien? ¿Te ha pasado algo?
Todoroki vuelve a asentir.
—Sí, pero no te preocupes, al menos de momento no es grave. Verás, Iida y yo estábamos regresando de la plaza cuando nos dimos cuenta de que no estábamos muy lejos de la tienda a la que habías venido y decidimos pasar a saludarte. Pero fuimos atacados por un villano.
—¡¿Un villano?! —eleva la voz y algunas personas voltean a ver, alarmadas. Todoroki levanta la mano y la pone velozmente sobre su hombro.
—Tranquilo, tranquilo, te he dicho que está todo bien. El villano no nos ha hecho daño, pero ha usado un quirk extraño en Iida y en mí. Ha modificado nuestras apariencias, nos ha hecho lucir mayores. Después se dio a la fuga, al parecer sólo es una broma de mal gusto. En todo caso, Iida se ha quedado ahí por si vuelve a aparecerse, pero pensamos que podrías ayudarnos a buscarlo. Tememos que el quirk pudiera ser permanente a menos que encontremos al sujeto para que lo revierta.
Izuku mira atentamente a su amigo.
Sí.
Al parecer era eso. Efectivamente, Shouto luce un poco mayor, es eso lo que le había estado molestando. La diferencia no es gigantesca ni demasiado obvia, pero está claro que este Shouto es más alto, tiene las facciones un poco más maduras y la voz ligeramente más grave. Izuku frunce el ceño.
—Entiendo, vamos con Iida, les ayudaré.
Shouto sonríe.
La tristeza se ha convertido en una especie de nostalgia.
—Sabía que podíamos contar contigo, Midoriya.
Izuku se sale de la fila y, sin dedicar siquiera medio pensamiento a su figura ahora perdida, sigue con velocidad a su amigo.
Llegan en pocos minutos a una zona solitaria. No hay rastro de Iida. Pero Todoroki pronto señala una calle que luce oscura, diciendo que el otro estaba por ahí, y que quizá esté dentro de la calle. Se dirigen hacia ahí. Shouto se quita uno de los guantes y hace fuego con la mano apenas llegan, iluminando la callejuela larga y oscura que divide a dos edificios y desemboca en otra calle grande a varios metros de distancia. Avanzan a paso raudo y pronto distinguen una silueta frente a ellos, que se revela como Iida. Izuku se sorprende mucho al verlo. Iida es más alto, más musculoso y más… más…
Cuando las llamas iluminan su rostro, distingue algo inusual en él. Su amigo lleva una bufanda y, por segunda vez en la noche, a Izuku le asalta el pensamiento de que no hace tanto frío como para eso.
Pero no es sólo eso.
De pronto se le ocurre que es de madrugada.
¿A qué hora es que Todoroki e Iida estaban regresando de la plaza? Hace mucho que ésta debió haber cerrado.
¿Todoroki le ha mentido…?
Nonono, claro que no. Es sólo que seguramente todo eso pasó hace horas y han estado buscando al tipo desde entonces. Quizá, como no lo encontraron, decidieron recurrir a mí.
Aunque eso tampoco tiene mucho sentido.
¿Por qué no llamar a la policía? ¿A los profesores? ¿A sus padres? ¿Por qué no mandaron un mensaje al grupo de line para alertar a todos? Sin duda los demás habrían acudido sin problema…
Izuku analiza todo eso mientras los ojos azules de su amigo ahora algunos años más maduros le observan.
Hay algo inusual en Iida. Algo que, por algún motivo, le hace sentir nervioso. Repentinamente, Izuku siente que hay algo en estos dos individuos que no es del todo familiar y…
Uno de sus pies, de forma inconsciente, se desliza un poco hacia atrás. Todoroki está a su lado. Iida enfrente.
—Gracias por venir, Midoriya.
La voz de Tenya es mucho más barítona que antes.
La bufanda. Los guantes.
¿Desde cuando Iida tiene esa bufanda o Todoroki tiene esos guantes? No recuerda habérselos visto antes.
Y no hace tanto frío, el pensamiento insiste en su cabeza.
Algo aquí está realmente mal.
—Sabíamos que podríamos contar contigo —agrega Iida, de pronto, y la luz de las llamas baila sobre todo su cuerpo. Destila una seriedad que Izuku no recuerda haberle visto jamás, excepto quizá aquella vez que se enfrentaran a Stain—. Ahora, espero que puedas perdonarnos, porque tú realmente no tienes la culpa de nada, Midoriya. Pero esto es necesario. Es la única manera.
—¿Qué…?
Izuku no puede decir, objetar absolutamente nada más.
Apenas es capaz de evitar el fuego repentino que se dirige hacia él.
III
"¿Por qué tengo que hacer estas cosas? Pedazo de mierda, te mataré cuando te vea".
Katsuki va hecho una furia, caminando por las cada vez más vacías calles. Lleva sobre el hombro un saco de dormir y se ha empacado en la mochila una chaqueta extra. De una de sus manos cuelga una bolsa con cosas para comer.
Izuku, en su premura por llegar a la estúpida tienda, no había llevado consigo ni una mísera manzana, cosa que no pasó desapercibida para Bakugou.
Y helo ahí, recorriendo la interminable fila de nerds y buscando al suyo.
"Me vas a deber una grande, idiota. Ya verás".
Bakugou lo había visto salir del aula apresuradamente. Después, cuando había salido al pasillo y le había visto corriendo por los terrenos de la escuela, había notado que Izuku no se dirigía a los dormitorios, sino directamente a la salida de la U.A.
Lo que significaba que se había ido nada más con lo que llevaba encima y eso, por lo que él había percibido, no incluía abrigo, saco de dormir ni comida.
Bakugou sabía cómo era eso de esperar por horas en una fila para comprar una figura de colección. Alguna vez, en su infancia, él, su padre e Izuku hicieron la hazaña. Sabe bien que si uno va sin prepararse, la experiencia se puede volver asquerosamente incómoda.
Estuvo debatiéndose consigo mismo más de una hora en relación a si debería hacer algo al respecto o no, hasta que se decidió a salir con las cosas para el pecoso.
No es que se preocupara ni nada, pero si el ridículo nerd se las arreglaba para coger un resfrío, uno de los más afectados probablemente iba a ser él. Sí, por supuesto que era por eso que se había decidido a salir. No quería tener al inútil todo el día estornudando detrás suyo en el salón.
Mientras camina a lo largo de la fila, busca con la mirada esa mata de pelo verdoso entre la gente, pero no le encuentra. Empieza a desesperarse, pues la fila se va acortando frente a sus ojos y no hay ni rastro de Izuku.
"¿Dónde mierda estás, Deku?", vocifera mentalmente, chasqueando la lengua y moviendo los orbes sangrantes cada vez con más urgencia entre las personas.
Ya está llegando a la entrada del local e Izuku no está por ninguna parte.
Le entra un pésimo presentimiento. Opta por volver a recorrer la fila, pero lo hace sin resultados.
Dejando de lado su orgullo, se acerca a unos tipos y pregunta si han visto a un chico de pelo alborotado, pecoso, con cara de idiota y una horrible mochila amarilla. Ante la negativa se acerca a otra persona, luego a otra. Cuando siente que está al borde de empezar a amenazar gente con explosiones para que le digan la verdad, un hombre de más o menos cuarenta años se aproxima tras escucharle y le dice que el chico que menciona estuvo haciendo fila justo detrás de él, pero se había ido con un tipo hacía ya un rato. El hombre señala la dirección que tomaron y, gruñendo algo que no llegó a ser un 'gracias', Katsuki parte a paso rápido en la dirección en la que el hombre había señalado.
Son unas cuantas calles las que Bakugou recorre, lanzado miradas aquí y allá, buscando algo inusual, algún rastro. ¿A dónde mierda se había ido a meter Izuku y con quién?
El pensamiento le incomoda de demasiadas formas. Si estuviera prestando más atención a lo que siente en ese momento, se daría cuenta de que está vastamente preocupado.
Pero el sentimiento, a esas alturas, ha adquirido familiaridad y Bakugou ya no se molesta en intentar escrutar las motivaciones que oculta detrás. Cuidar al nerd de mierda que nunca sabe estarse quieto ya es parte de su maldito instinto y sabe que eso es irreversible. Se ha dicho que es normal. Duras asperezas de lado y aún con todo lo que han pasado, él y Deku, supone, son amigos.
Así que buscarlo como fiera a la que le han arrebatado a un cachorro es sencillamente natural. Invade las calles, escudriña las aceras y los edificios, el saco de dormir y la bolsa de comida haciéndole bulto innecesario. De pronto lo nota. Al fondo, ve una luz brillante que parece salir de una callejuela angosta que se abre entre dos edificios altos y a esa hora oscuros. Inmediatamente después de la luz, suena lo que parece ser una explosión y Bakugou abre con impresión los ojos.
La bolsa de comida, el saco de dormir e incluso su mochila caen inmediatamente al suelo, descartados. Las piernas de Bakugou corren con velocidad. Se aceleraría con explosiones, pero piensa que quizá necesite pasar desapercibido al menos en un inicio, tanto para tener tiempo de analizar la situación como para poder utilizar algún elemento sorpresa. De cualquier forma, la distancia no es demasiado gigantesca. Corre lo más rápido que puede.
Se detiene justo a un costado de la callejuela, en el borde de ésta. Acecha con cuidado.
Entonces lo ve. El corazón casi se le detiene cuando ve a un Deku de apariencia bastante lastimera de pie en medio de la calle, la ropa toda rota, el cuerpo cubierto de heridas, cortes y raspones varios. Le rodean largas espinas de hielo brillante. Y es el fuego que proviene del cuerpo de un individuo el que ilumina ampliamente, permitiendo apreciar toda la escena.
Es dos lados.
ES EL MALDITO DE DOS LADOS.
A Bakugou le toma medio segundo percatarse de todo eso. Y, en el medio segundo siguiente, Izuku se mueve de forma repentina, evitando a duras penas un ataque nuevo, pero éste no había venido de dos lados…
Los labios de Bakugou se separan, su ceño se frunce con incredulidad e ira.
Cuatro ojos.
¿Qué demonios está pasando aquí?
No hay forma, no hay NINGUNA maldita forma de que el cuatro ojos ataque a Deku. Esto no tiene ningún sentido.
¿Es un quirk? ¿Los están controlando? ¿Alguien copió sus habilidades? ¿Son los miembros faltantes de la Liga de los Villanos?
Da igual cual sea el motivo. Bakugou ha visto suficiente.
Izuku aterriza sobre el suelo. Un brazo de hielo se le envuelve en la pierna, pero usa el OFA para romperlo y esquivar a tiempo un ataque de fuego. Sin embargo, en ese instante, Iida se aparece frente a él y le da una patada que, de no ser porque logra contrarrestarla en el último instante con la fuerza del OFA, probablemente le habría arrancado la cabeza del cuerpo. En cambio, es lanzado por los aires. Su cuerpo está débil, maltrecho y demasiado adolorido a pesar de la adrenalina. Quizá es sólo el dolor de ver a dos de sus mejores amigos atacándolo de esta forma. No lo logra entender. Antes quiso pedir explicaciones. Logró hacer un poco de tiempo, pero eventualmente los dos continuaron atacando y no le han dado tregua.
Lo peor, es que no son iguales a los Iida y Todoroki que él recordaba. Estos son más fuertes, más rápidos, más hábiles, y tienen una compenetración completa. Como si entendieran a la perfección los movimientos del otro, como si incluso pudiesen predecirlos. Le atacan como un equipo, y apenas hay algo que Izuku pueda hacer al respecto.
Si esto sigue así… si esto sigue así, Izuku no puede ver otro resultado más que el de su propia muerte.
El fuego le ha alcanzado en el aire, un fuego azul y venenoso que quema con una fuerza sobrenatural. Pero Izuku lanza un manotazo cargado de OFA y, aunque siente un dolor punzante, logra desviar la llamarada y reducir el daño que habría recibido. Es entonces que escucha unas explosiones y el grito de una voz que resulta familiar.
Tan familiar que, en medio de la sensación de traición que le acomete, es reconfortante.
Izuku logra estabilizarse antes de caer, de modo que aterriza sobre sus manos y piernas, casi como un gato. Alguien pasa velozmente junto a él, dejándolo atrás. El heredero del OFA echa una mirada hacia donde estaban sus dos contrincantes y la luz de las explosiones le ciega momentáneamente. Ocurre de pronto una sola explosión tan grande que Izuku no es capaz de determinar qué se supone que acaba de suceder, pero la única certeza que se implanta en su cerebro es que se trata de Bakugou.
Reconocería su voz y sus explosiones en absolutamente cualquier lugar y circunstancia.
—¡MUÉRANSE, BASTARDOS DE MIERDA!
Sí.
Es Bakugou.
Izuku sonríe, a pesar de la sangre que resbala por sus sienes y cae por sus labios. A pesar de los músculos magullados y los huesos cimbrados. Se pone de pie de forma maquinal, como si su cuerpo sólo siguiera moviéndose a causa de reflejos eléctricos que han quedado rezagados en él. Unos momentos después, Bakugou aterriza frente a él, dándole la espalda. Frente a ellos, el fuego ruge. El más alto voltea a verle por encima del hombro, la cara desencajada de ira.
—¡¿Cómo estás, nerd?! ¡¿Qué mierda le pasa a esos dos?!
Izuku le ve un momento y luego hacia donde el fuego empieza a contenerse. Dos figuras se develan en medio de éste. Dos figuras más altas que Bakugou y que él. Más grandes, más fuertes, más experimentadas.
Apenas hace algunas horas Izuku les había visto. A Iida y a Todoroki. Se habían ofrecido a acompañarle. Le habían sonreído, de esa forma tranquila y amable que los caracterizaba a los dos.
¿Qué estaba ocurriendo?
—No lo sé, Kacchan…
El rubio devuelve la mirada al frente. Prepara las manos en su posición de guerra. Izuku hace lo posible por mantenerse firme y prepararse también para el ataque inminente.
Iida y Todoroki avanzan hasta detenerse a un par de metros de ambos. Les contemplan de forma analítica, como si estudiaran las implicaciones de la aparición repentina de Bakugou. Los dos ostentan heridas. Pocas y mucho menos graves si se las compara con las que tiene Izuku, porque, si bien es cierto que el Izuku de ahora no es el mismo de su primer año en la U.A., también es cierto que aquellos dos simplemente son demasiado fuertes y no hay demasiado que Izuku solo haya podido hacer frente a ellos. Además, los dos parecen conocer bien el estilo de pelea de Izuku.
Es como si de verdad fuesen ellos, pero al mismo tiempo no.
Tienen heridas nuevas. Las causadas por las explosiones de Bakugou.
La fuerza que Bakugou tiene ahora es impresionante. Lamentablemente, sin su traje de héroe, algunos de sus ataques más fuertes terminarían haciéndole daño. De eso están probablemente conscientes los cuatro.
—Siempre tienes que aparecer, Bakugou —dice Iida y sonríe, de una forma que no es amable pero tampoco completamente malvada. Hace mucho que la bufanda cayó de su cuello. Izuku, entre todos los golpes y acercamientos, ha notado que el chico tiene una cicatriz bastante fea ahí. Y eso ha hecho a un montón de dudas estallar en su cabeza, pero no ha tenido el tiempo de pensar en ellas.
—Los voy a matar, malditos bastardos —pronuncia el aludido. Sus dedos se mueven como serpientes advirtiendo del ataque próximo. El fuego que quema bolsas de basura, afiches que habían estado en las paredes y otras cosas varias ilumina a los cuatro.
No hay tiempo para decir nada más. No hay tiempo para que Bakugou e Izuku fabriquen un plan de ataque. Tampoco lo hay para los otros, pero éstos no parecen necesitarlo. ¿Desde cuando Todoroki e Iida luchan tan bien juntos?
Pero Izuku y Katsuki también hacen un equipo involuntario, tan al tanto de las capacidades, debilidades y estilos del otro, que se compenetran sin necesidad de palabras.
La pelea toma un giro nuevo con Bakugou ahí. El rubio lanza explosiones peligrosas aquí y allá. Salta de pared a pared usando sus explosiones, igual que Izuku que usa el OFA. Todoroki danza con su fuego azul y expele olas de hielo que los otros dos destruyen con sus poderes, aunque ambos están conscientes de que este hielo es mucho más macizo que el que el Todoroki original fabrica. Romperlo requiere prácticamente del doble de fuerza.
Iida, por otro lado, se mueve entre el fuego y el hielo de Todoroki, usándolo a su favor como cobertura o como impulso para sus ataques. La fuerza de sus patadas es descomunal. Tanto las paredes como el suelo tienen numerosos agujeros que han sido causados por él. Bakugou adivina pronto que un golpe de esos corre el riesgo de matarlo al instante y se da cuenta de que, en esos momentos, Iida es el más peligroso y a quien es menester evitar más. El fuego y el hielo pueden ser contrarrestados aunque hagan daño, pero esas patadas veloces sólo necesitan un mínimo error para destruirlos.
Así que Bakugou se concentra en Iida mientras que Izuku se dedica a contener los ataques de Todoroki para asegurar que éstos no los alcancen ni a él ni a su amigo. Por un momento, por un momento solo, casi pareciera que están en igualdad de condiciones y que Bakugou e Izuku tienen alguna probabilidad de contenerlos.
Pero solo es un momento fugaz.
Izuku está demasiado cansado, herido y débil. Ya ha perdido cierta cantidad de sangre y su cabeza empieza a sentirse ligera. Bakugou, por otro lado, no puede usar sus ataques más poderosos. Correría el riesgo de volarse los propios brazos o los dedos.
Y los otros dos no les dan cuartel.
Un error.
Un error era todo lo que Iida necesitaba e Izuku y Bakugou lo cometen.
Bakugou salta desde las alturas y se impulsa con explosiones para llegar a Iida con velocidad y encestar un ataque. Izuku, en ese instante, ha lanzado un fuerte golpe contra Todoroki, que le ha arrojado con fuerza hacia atrás, haciéndole perder terreno. Parecía que tendrían una ventaja momentánea, pero, en cambio, los dos adultos actúan en ese momento con una sincronía tan terrorífica que en la milésima de segundo que Bakugou e Izuku tienen para darse cuenta de lo que está pasando, los dos comparten el mismo pensamiento catastrófico.
Van a perder.
En el momento en el que Todoroki es arrojado hacia atrás, mira por encima de Iida, donde Bakugou cae como ave de rapiña yendo a cazar a su presa. Eleva una mano, encontrándose en el ángulo justo para lanzar un camino de hielo que pase por encima de Bakugou.
Iida salta. Salta como si escuchara al hielo venir y supiera la dirección exacta en la que va a extenderse. Sus pies aterrizan en el material congelado, el cual le lleva con una velocidad escalofriante hacia arriba. Bakugou ve a su presa desaparecer de debajo de él y voltea el rostro para ver como Iida, en un instante, está ya encima.
Bakugou no se lo explica.
Cómo es posible.
Cómo es posible que Todoroki usara ese momento de desequilibrio para crear el cuerpo de hielo perfecto, cómo es posible que Iida, estando de espaldas y sin poder verlo predijera su ruta e hiciera uso de él como si los dos se hubiesen transmitido mensajes telepáticamente para saber cómo proceder.
Lo único que queda claro en ese instante es que los papeles se han revertido. El depredador es ahora la presa. El que cae desde arriba es ahora Iida y no Bakugou. Y el rubio ve a la pierna venir con esa velocidad destructora, sabiendo que en el momento en el que le toque le va a partir a la mitad, y sabiendo que no tiene tiempo suficiente para maniobrar y evitarlo.
Desde abajo, Izuku grita. Katsuki escucha al OFA ser activado, pero inmediatamente después el calor de una llamarada gigantesca de fuego se expande debajo de Bakugou, y es entonces que tiene la absoluta certeza.
Es su fin.
IV
Katsuki ha muerto.
Puede asegurarlo si la sensación de su cuerpo etéreo significa algo. Una luz brillante e intensa que no le lastima los ojos es lo único que puede diferenciar a su alrededor. Incluso el dolor de su cuerpo herido ha desaparecido.
Entrena.
Una palabra que retumba en su cabeza. Sí, debió entrenar más, con más ganas, con más fuerza. Lo suficiente como para ser capaz de salvar a Deku. Y es una mierda, porque cada día que pasaba estaba tan seguro de sí mismo, sabiendo lo que hacía, hacia dónde se dirigía, seguro de que si un día encontraba la muerte en una batalla, la recibiría gustoso y con el pecho lleno de satisfacción.
Pero ahora no.
Hay un arrepentimiento en todo su sistema. Debí salvarlo, debí salvarlo. No concentrarse en pelear como siempre lo hacía, no se trataba de vencerlos, se trataba de sacar al estúpido nerd de ahí. Que estuviera a salvo. Y, entonces, quizá ahora seguiría muerto, pero por lo menos estaría tranquilo.
No lo había hecho mal, de hecho, si lo consideraba, no había habido manera de sacarlo de ahí, de evitar a ese par y ponerlo a salvo, pero algo debía decirse, con algo debía llenar su cabeza ante lo obvio que le pasaría al otro.
Nunca se ha considerado el tipo de persona que reza o pide ayuda de cualquier tipo, pero en ese momento desea que alguien, quien sea, llegue a salvar a Deku. Que esté a salvo. Suplica a nada.
Porque no concibe la idea de que muera, no de esa forma. No Deku.
Aprende.
Trata de mover un brazo, pero no siente su cuerpo. Atrapado en la luminiscencia que la muerte conlleva logra diferenciar una figura frente a él, una silueta inconfundible por muy poco que deseara admitirlo. Exactamente de la misma manera en la que lo había visto en ese callejón, Deku parece flotar a su lado.
Oh, maldita sea, así que allí es donde terminan sus caminos.
No sabe si gritar de frustración o sonreír porque al menos, y aunque no dejara de ser una mierda, lo harían juntos.
Después, todo se puso negro.
V
Katsuki Bakugou estaba a punto de quedarse dormido por fin después de un día demasiado largo para su gusto.
Con todas las crisis y ataques que se seguían dando debido a las personas inconformes con el sistema actual, que cada vez eran más, todos los héroes profesionales debían estar interviniendo constantemente para evitar que los civiles se vieran atrapados en los disturbios. Con las llamadas de emergencia que había estado recibiendo toda la semana no había tenido tiempo para descansar como era debido. Y, como extra, le había tocado hacer la cena porque la única otra persona que vivía en esa estúpida casa con él seguía estando siempre atrapada en los tribunales y congresos, donde utilizaba su voz e influencia como el héroe profesional más reconocido del país para intentar apaciguar las aguas.
Así que, recostado sobre la cama, aprieta el agarre con el que sostiene a la persona entre sus brazos hasta que, entre sueños, ésta suelta un quejido. Bien. Se lo merece por quedarse dormido primero. Entierra la nariz en el cabello oscuro y alborotado del otro, hundiéndose en ese estado entre el sueño y la vigilia, más atrapado por el primero. Se pierde en el aroma tan familiar y reconfortante.
Entrénenlos.
Susurra una voz repentinamente dentro de su cabeza, con un eco de la misma palabra.
Enséñenles.
Suena más bien como tres voces que hablan al mismo tiempo, diciendo lo mismo casi al unísono. Tres voces femeninas tan reales que lo hacen despertarse de golpe e incorporarse sobre la cama, buscando a su alrededor a algún posible intruso. Pero sólo es recibido por su habitación a obscuras, la misma de siempre, vacía de otra forma de vida que no sea la que está ocupando en ese momento la cama.
A su lado, Izuku se remueve y abre los ojos perezosamente, buscándole con la mirada. Siempre, al despertar, eso era lo primero que hacía.
—¿Escuchaste eso? —le pregunta. Katsuki se tensa al entender que Izuku también lo ha oído, lo que significa que no lo ha soñado y alguien realmente se ha metido. No entiende qué clase de persona consideraría una buena idea colarse a la casa de dos de los héroes más grandes de todo el país, pero nunca descartaría la posibilidad de alguien perdiendo la cabeza.
Un golpe fuerte se escucha retumbar de pronto sobre el piso de la sala y ambos se levantan alerta. Con sólo un movimiento de mano, Katsuki le indica al otro que no se mueva. Izuku asiente, comprendiendo y permaneciendo preparado por si acaso es requerido, aunque no lo cree. Son pocos los que podían hacer algo contra Katsuki.
El rubio sale de la habitación completamente en silencio, con pasos felinos fácilmente amortiguados por el suelo alfombrado y, sin encender ninguna luz, llega hasta la sala, donde percibe de inmediato algunos ruidos y gruñidos extraños. No tarda en vislumbrar las siluetas de dos cuerpos replegados sobre el suelo, los cuales en ese momento parecían estar levantándose con dificultades.
Katsuki frunce el ceño. La escena es a todas luces incomprensible. ¿Por qué dos ladrones o villanos o lo que sea estarían tirados en la sala de su hogar? ¿Se habían tropezado? Tiene la impresión de que son dos chicos porque tienen los cabellos cortos. Lucen jóvenes. Eso no encaja con las voces que creyó escuchar antes.
Confiado en las habilidades de un héroe demasiado experimentado, enciende la luz, sin preocuparse por mostrarse ante sus posibles adversarios. Quiere ver bien de quiénes se trata. Además, si realmente estaban tirados en el suelo por haberse tropezado o algo, no podían ser muy brillantes.
Y el corazón se le detiene.
Un par de ojos rojos y furiosos se dirigen hacia él. Mientras que otro par, uno de ojos verdes, se dirigen al chico rubio.
—Kacchan, ¿estás bien? —Katsuki escucha decir a la voz de un Izuku Midoriya por lo menos unos diez años más joven que el que le espera en su habitación.
¡Comentarios y críticas bien recibidos!
¡Nos leemos a la próxima!
