Koda era huérfano, su padre lo había abandonado antes de que naciera, su madre había sido asesinada por unos cazadores y sus abuelos se habían unido a los Grande Espíritus haca ya más de dos inviernos, así que estaba solo.
Pero, a pesar de su mala suerte, Koda no perdía las esperezas y era muy feliz, siempre tenía una historia que contar, le gustaba cantar una canción que el mismo había inventado, En Marcha Estoy, iba al Salto del Salmón y tenía muchos amigos, así que no todo era malo, por lo que Koda, era feliz, y más ese día, porque en uno de sus arriesgados viajes a las aldeas del hombre, había encontrado una cesta de pescado en el suelo, Koda tomo la cesta y la llevo lo más lejos que pudo, ahora se estaba dando un banquete.
Recordó con nostalgia las veces que comía con su mama y como se divertían juntos.
"Te extraño" pensó mirando al cielo.
Justo en ese momento, escucho y olfateo a un cazador, lleno de miedo, Koda dejo el pescado y corrió lo más rápido que pudo, se escondió en una pequeña cueva que encontró.
"Por favor que no me encuentre, por favor, no quiero morir, no aun, mama, ayúdame"
Afuera se podían oír los gritos del cazador furioso, golpeaba lo que quedaba de la cesta destruida mientras gritaba algunas maldiciones. Koda se asomó un poco a la entrada de la cueva y vio al cazador, era aterrador, sin querer, Koda pateo una piedra y el cazador volteo hacia la cueva.
"No, por favor no"
El cazador escuchó y comenzó a caminar hacia él.
Koda pensaba que era el fin, que por fin se reuniría con su querida madre, pero no contaba…
Con que su madre y los espíritus tenían un plan especial para él.
No vio como sus patas se convertían en piernas y manos, su pelaje en ropa humana, y se transformaba, de un oso…
A un niño humano.
El cazador asomo la cabeza por la cueva y vio a un niño humano, de ocho años de edad, moreno, de ojos rasgados, nariz ancha, con el cabello negro, que le llegaba hasta el fondo de las orejas (la forma de su cabello era igual a la del cazador, de hecho, el cazador y Koda humano, físicamente, se parecían mucho, con la excepción de que el cazador era mayor y más alto y la piel de Koda era un poco más oscura) El niño estaba muy asustado, estaba recostado contra la pared con los ojos cerrados.
-¿Quién eres?-pregunto el cazador sorprendido.
-¿Qué?-respondió Koda, sorprendido de poder entender al cazador, se armó de valor, abrió los ojos y vio a su depredador.
-¿Cómo te llamas niño? ¿Y qué haces aquí?
Koda se miró las manos y vio que eran humanas, luego vio todo su cuerpo, quería gritar pero se aguantó.
-Oye, ¿estás bien?
-No…eh si…dijo no, es, sí.
El cazador se quedó muy sorprendido.
-Niño, ¿Qué tienes?
-Nada.
-¿Estas solo aquí, en esta cueva?
Koda asintió con la cabeza.
-¿Y tus papas?
-Están en el cielo.
-Oh.
De repente se escucharon a más cazadores que gritaban:
¡Kenai! ¡Kenai!
EL cazador volteo y luego volvió a mirar al niño.
-¿No viste a ningún oso por aquí?
Koda negó con la cabeza.
-Bien, mis hermanos están por llegar y…-Examino a Koda con la mirada-No deberías quedarte aquí solo, hay osos salvajes, ven.
Koda no confiaba en el cazador, o Kenai, como creía que se llamaba, pero salió, muy lentamente, no sabía controlar su nuevo cuerpo, por lo que por poco se caía, pero Kenai logro sostenerlo, entonces Koda pudo ver que en el cuello, Kenai tenía una piedra con la forma de un oso, Koda quedo sorprendido pero no dijo nada.
-¿Seguro que estas bien?-Kenai.
-Estoy algo cansado-Koda.
-Bien, pronto estarás a salvo, me llamo Kenai, ¿y tú?
-Koda.
-Muy bien Koda, sígueme.
Entonces Koda vio la lanza que Kenai tenía en la mano, le dio mucho miedo y se parto de Kenai, él lo vio sorprendido, vio que miraba fijamente la lanza, Kenai sonrió y aparto la lanza de su vista.
-Tranquilo, no voy a usarla contigo-dijo Kenai sonriendo.
-Oh… está bien.
-Ven, vámonos.
Con algunos movimientos torpes, Koda siguió a Kenai.
Las cosas sí que habían dado un giro inesperado, y Koda se preguntaba:
"¿Qué está pasando?"
