Sakura jamás ha sido una persona normal, en su niñez leía muchísimo más que cualquier niño común , estudiaba hasta cuando no debía hacerlo y sus calificaciones eran las mejores de la Secundaria.

Si, así era y así seguiría siendo: una mujer que por más bella que la tilden, eligió una carrera en la cual demostrar sus dotes cerebrales y no una simple cara bonita.

-Pero con la figura que tienes podrías ser modelo de pasarela, Sakura, o… simplemente conquistar a un empresario adinerado que te mantenga –su mejor amiga Hinata siempre le repetía lo mismo.

-No quiero etiquetarme, Hinata, no es mi estilo. Además, creo que tengo la capacidad más que suficiente para dedicarme a estudios de alto nivel, no quiero derrochar mi capacidad neuronal en cosas tontas donde la gente te ve como una hueca.

El ego de Sakura se había ido alimentando tras años y años de oír elogios tanto de su inteligencia como de su hermosura, pero nunca había dejado de ser una mujer humilde y… vergonzosa, se ruborizaba por cada celebración que hacían de ella. Y ahora, a sus 28 años tenía un lugar significativo en la sociedad, era respetada y admirada por alumnos, familiares y colegas; respeto que, en parte, lo había ganado al dedicarse de profesora en estudios matemáticos en una de las universidades más prodigiosas de Japón.

Su vida profesional era más que perfecta, pero no lo era así su vida amorosa, la cual estaba vacía y llena de decepciones y angustias. Actualmente estaba divorciándose de su desastrozo matrimonio, que había durado más de cinco años y había comenzado con un fuerte amor que luego se fue desgastando hasta terminar convirtiéndo a ambos en el peor enemigo del otro.

-De acuerdo, deberán leer el libro entero de logaritmos e inecuaciones. Los veré el jueves –luego de despedirse, todos los universitarios que ocupaban la sala se retiraron apresuradamente a la hora de descanso, aprovechando para ingerir algo y luego regresar a clases.

Esperó a que todos se marcharan para quedar sola en aquel inmenso salón y comenzar a reorganizar sus papeles.

-Buenos días, Haruno –sí, aquella gigantezca sonrisa con dientes perlados, claro que era él. Profesor de derechos además de un excelente abogado, con más de diez casos ya ganados. Se podría decir que Uzumaki Naruto era un profesional en su dedicación además de un rubio guapetón de ojos azules electrizantes.

-Buenos días, ¿Cómo te ha ido hoy?

-De maravilla, ninguno tenía siquiera una sola pregunta que hacerme… soy una luz explicando.

-Me alegro de que te sientas así –sonrió la pelirosa, las visitas del rubio siempre le sacaban una sonrisa.

Él caminó más ligeramente hacia ella hasta quedar a su lado.

-¿Puedo ayudarte con esos papeles?

-Puedo hacerlo sola, pero te lo agradezco –volvió a sonreírle.

-Te ves… her… hermosa, hoy, Sakura –dijo tartamudeando pero de una manera muy sutil. Las mejillas de la mujer se sonrosaron y agachó la mirada instantaneamente. Naruto tenía esa facilidad tanto para alegrarle el día como para arruinárselo.

-Gracias –fue lo único que se le ocurrió responder, de todas formas ya era cosa de rutina… a diario Naruto la elogiaba por sus múltiples cualidades.

-¿Querrías… tomar un… café en el bar de en frente? –era increíble, todos los días sucedía lo mismo, Sakura siempre se negaba y lo más extraño es que a pesar de repetir tantas veces la misma situación Naruto no había dejado de tartamudear aquellas preguntas.

Siempre se había negado al rubio, fueron tantas las veces que éste comenzaba a darle pena a la pelirosa. Respiró profundo, ver esos ojos azules, esa enorme sonrisa esperando finalmente un "sí", era devastador para ella tener que rechazarlo a diario.

-Bueno, pero será solo una cita como colegas de trabajo, ¿está bien?

-De acuerdo, con eso me conformo por ahora –sonrió alegremente y caminó hacia la puerta-. Nos veremos en unos minutos, entonces.

Caminó lentamente hasta la puerta, Sakura continuó con sus papeles.

Está bien, Sakura, no tienes por qué preocuparte… será solo una charla de amigos, como él bien dijo, solo de compañeros de trabajo.

-Oh, casi lo olvido… -el rubio se había volteado de repente y parecía bastante culpable por haberse distraído-. Te llama la coordinadora. Dice que es importante –me guiñó un ojo y con su sonrisa de oreja a oreja, se retiró de inmediato.

¿La coordinadora? ¿A mí? ¿Por qué? ¿Para qué?

Dejó los papeles sobre el escritorio y caminó rápidamente hacia la oficina de aquella mujer, Naruto ya no se encontraba en el pasillo, lo cual Sakura agradeció.

Tal vez ella solo quiera felicitarme por mi excelente trabajo con los alumnos, como suele hacerlo de vez en cuando.

-Haruno –sonrió la mujer madura que estaba sentada detrás de un escritorio.

-Buenos días –sonrió Sakura-. Me informaron que estaba buscándome.

-Así es… tome asiento por favor.

Sakura hizo lo debido y escuchó atentamente.

-Usted ha sido un gran apoyo para esta universidad desde que ha llegado, Señorita Sakura. Ha hecho de los alumnos unas mejores personas, y sobre todo buenos trabajadores. Los ha formado en lo personal tanto como en lo intelectual –Sakura sonrió abiertamente, otro elogio más que agregar a la lista-. Esta institución le debe mucho.

-Gracias.

-El equipo de directivos creímos que jamás encontraríamos a alguien tan dedicado, tan increíble como usted que enseñara en esta institución –Sakura volvió a sonreír alegrada-. Por suerte, nos equivocamos.

Su sonrisa se borró en unos pocos segundos, sus ojos alegres se volvieron interrogativos, su rostro tomó forma de sorpresa.

-¿Qué…?

-Señorita Haruno, esto es muy delicado de discutir, y aun más lo fue cerrar el trato.

-¿Qué traro? ¿De qué está hablándome?

-Tranquilícese Sakura, lo que diré es realmente complicado, y nos costó mucho: tanto a los directivos como a mí, tomar esta decisión.

-Explíquese –rogó la pelirosa.

-Hemos hallado a alguien mucho más capacitado para enseñar su materia.

-¿Qué?

Imposible, no puede ser… ¿Alguien mejor que yo, que supero a todos los profesores de esta institució? No… es absurdo. Incoherente.

-Así es, y no solo tiene título graduado en matemáticas sino tambien en álgebra, historia politica y económica mundial, organización empresarial y aritmética. Y no solo eso: sus teorías sobre el valor de los campos gravitatorios ha sido recompensada con un premio Nobel de Física.

Sakura se había quedado plasmada, petrificada… sus ojos jade estaban completamente abiertos, con gesto de no comprender aun la situación.

-Adelante, Señor Uchiha –dijo la mujer, y la puerta se abrió y volvió a cerrarse en un instante. Unos pies pesados caminaron por la recepción.

La pelirosa no tardó ni medio segundo en voltear… cuando miró a ese sujeto a los ojos comprendió que aquel sería probablemente el hombre más hermoso que hubiera conocido jamás, no lucía afeminado, pero sí aristotélicamente guapo.

Caminó con lentitud hasta llegar a la silla que se encontraba al lado de la mujer que lo miraba con desdicha, casi con odio, mientras que la que estaba detrás del escritorio lo miraba con admiración, con una sonrisa que demostraba lo mucho que había estado esperando ese momento.

El hombre palpó la silla y luego se sentó en ella. Llevaba puesta una camisa negra con los dos primeros botones del torax desabrochados, y un saco marrón sobre ésta; pantalones de vestir negros y un par de zapatos del mismo color lustrados con dedicación…

Sakura instantaneamente se fijó en el rostro que había visto hacía un instante, pero esta vez lo hizo con mucha atención: era perfecto, su piel blanca contrastaba con la oscuridad de su ropa, y su cabello: negro con reflejos azules brillaba considerablemente… lo traía cortado con una prolijidad intacta, aunque un poco de flequillo le daba un toque de reveldía que le quedaba de maravilla.

Sakura lo miró nuevamente, pero esta vez no se fijó en sus facciones, sino en su comportamiento: demasiado extraño… Estaba rígido, con ambas manos apoyadas sobre ambos respaldos de la silla, estaba perfectamente erguido.

Sus ojos... de un color algo extraño… parecía negro con una especie de manchas blancas que los hacían lucir grises: realmente hermosos, pero vacíos; carentes de expresión alguna. Su mirada la tenía centrada en un lugar inexistente, no miraba a la mujer que le sonreía, en realidad no miraba hacia ningún lado…

Oh mi Dios…

Pues era de suponer…

Alguien tan perfecto debía de tener una imperfección…

Era ciego.

…..

- Señor Uchiha, le presento a Sakura Haruno, la profesora a la cual usted reemplazará –dijo la mujer madura y la pelirosa apretó los dientes fuertemente.

- Un gusto –saludó con carencia de absolutamente cualquier sentimiento.

- Am… bue… buenos días –tartamudeó Sakura en un intento de ser cortéz-. Disculpe, Branda… ¿podríamos hablar en privado? –preguntó con algo de nerviosismo en su voz.

-No.

Una intensa voz había surgido de esa garganta masculina. Ronca y grave a la vez… a la joven se le pusieron los cabellos punta.

-Lo que tenga que decir de mí, dígamelo enfrente mío y ahora.

El tono de voz que utilizaba helaba el ambiente, Sakura comenzó a ponerse realmente nerviosa.

Tomó aire llenando sus pulmones, preparándose para lo que iba a decir. No le sería fácil ya que el tono de voz del hombre la había alterado con mucha facilidad y ahora estaba enfurecida.

-No estoy de acuerdo con que alguien con… sus facultades, deba enseñar aquí… No… No creo que esté capacitado. Su discapacidad no le permitirá enseñar a los alumnos con normalidad, y comprenda que es una desventaja para los jóvenes que su profesor sea… bueno… que tenga las cualidades del Señor Uchiha.

Está bien, ya lo he dicho, ya está. Tal vez soné algo grosera y hasta hiriente pero dije lo que pensaba y todos tenemos derecho a replicar.

Echó una mirada al hombre, que no tenía signo de estar enfadado o herido por las palabras de la joven profesora.

-Está usted errada, Srta. Haruno… el señor Uchiha está mucho más capacitado que muchos otros profesores de esta institución –me miró con frialdad así que percibí que lo decía por mí-. Ha enseñado en catorce cátedras hasta ahora, y todos le agradecen ya que sus alumnos acaban transformándose en magnates empresarios y personas de mucha sabidura… al igual que él.

Es un honor tenerlo aquí, Señor Uchiha, no se imagina durante cuanto tiempo esperamos su llegada –lo miró y sonrió, aunque sabía que el hombre no le respondería del mismo modo.

-Le agradezco –dijo con modestia.

Allí, toda la esperanza que llevaba dentro, murió en un isntante. Aquel hombre se quedaría, y yo me iría, me echarían, me correrían… mi futuro estaba muerto, al igual que yo por dentro… ¿Qué haría ahora? ¿Dónde trabajaría?...

-Permítame mostrarle la institución, Sasuke –se puso de pie la mujer de inmediato y tomó al hombre de un brazo amarrándolo a ella. Él por su parte agradeció su ayuda…

Y yo… yo… estaba debastada.

Hola a todos!

Nunca escribí una historia de naruto asíque si me confundo con los nombres o algo así díganmelo, ah… y háganme saber si les gustó o no, y si no les gustó díganme en qué puedo mejorar

Saludos, déjen sus comentarios tanto buenos como malos, serán muy bienvenidos