¿Puedes escucharlo...? Él te está llamando…
PROMESA DE INVIERNO
Capítulo 1.
La voz que te llama
Marth PoV
La noche es tan dulcemente solitaria. Las estrellas son como lágrimas de un cielo triste y la luna es el recuerdo de quienes habitan en lo alto, mirándonos siempre…
Hoy vengo solo hasta aquí, lejos de todo, tan sólo para llamarlos, porque dentro de mí, quiero creer que aún pueden escucharme, que no importando nada, cuidan de mí y pueden estar para mí cuando nadie más puede oírme, cuando no tengo la fuerza para hablar, vengo.
—Hola, papá. Hola, mamá. ¿Cómo va todo allá arriba?
Hace tiempo que no hablamos, no porque no quiera, sino que es difícil. Desde que se fueron, he tenido la dicha de siempre estar rodeado de gente, personas que se preocupan por mí o que quieren dañarme, personas buenas, personas malas, pero siempre ha habido alguien, al menos físicamente.
A ustedes los llevo siempre en mis recuerdos y en mi corazón; en cada respirar, en cada latido, porque soy incapaz de olvidar, así que espiritualmente, tampoco me han dejado solo.
Hay cosas que han cambiado para bien. Ya no soy el niño tímido que era antes, hablo más con quienes me rodean y también soy más valiente, como papá quería que fuera. He mejorado mucho con la espada, también he aprendido nuevos trucos aquí, pero… eso ustedes dos ya deben saberlo.
Mamá, ¿recuerdas que una vez dijiste que no aprendería a cocinar? La Princesa Peach y Kirby están enseñándome y ya sé un par de cosas y estoy seguro que te gustarían. Peach dice que aprendo rápido y que soy muy bueno con los postres. No sabes cómo me encantaría poder cocinar alguno para ti…
A veces extraño todo tanto…
Pienso: ¿qué diría papá sobre esto? ¿a mamá le gustaría? Me hacen faltan los regaños de papá, me gustaría haberlo escuchado orgulloso de mí alguna vez y me pregunto: ¿ahora lo está? Nunca sé cuándo es suficiente.
Me hacen falta los consejos de mamá, oír su voz cantando en las mañanas mientras se mira al espejo. Siempre te veías tan hermosa, lamento nunca habértelo dicho.
Siempre los sentí tan cerca de mí, cuando gritaba en desesperación, o cuando no podía hacerlo, cuando deseaba llorar y no lo tenía permitido, de alguna forma, la sensación de sus brazos rodeándome me daba la fuerza para seguir. Porque podía sentirlos, no sólo en mi corazón y en mi pensamiento, también en mis recuerdos, en mi cuerpo, como un roce celestial… abrazándome…
Pero ya no los siento…
¿Es por estar lejos de Akanea? ¿Es que ya no pueden escucharme?
Papá, perdona estás lágrimas caprichosas, sé que odias verme llorar y yo no quisiera pero… no importa cuántas personas haya a mi alrededor, no importa cuánto los quiera o ellos me quieran a mí. Hay de ellos algunos que darían su vida por mí y otros tantos por los que yo lo haría, los llamo amigos y ellos a mí.
No importa si están viéndome siempre, si mamá y tú pueden oírme y de vez en cuando responder en silencio con el viento… Hay una soledad que me agobia en el silencio y me siento atrapado. Y aún con ustedes, ustedes que deben poder verlo todo, no puedo mostrarme vulnerable…
Y si hoy hay lágrimas que se escapan de mis ojos no es porque quiera, me avergüenzan, aun estando solo… Aún siento miedo que al volverme frágil, al romperme, todo se caiga conmigo. Deseo ser fuerte, más por ustedes que por mí mismo, más por el resto que porque me crea capaz.
¿Si pido en oración un remedio a este mal, el cielo me lo concedería?
Nunca pedí nada, todo lo hice por mis propias fuerzas, pero estoy cansado, estoy herido y, por más que odie admitirlo, aun con todo esto... no he dejado de estar solo.
Infinito azul que te posas en lo alto, cualquiera sea el nombre de la deidad que gobierna en las alturas, si no he tenido el honor de conocerte, perdona mi nombre mirando mi fe, que aquí de rodillas te pido no me abandones, si eres misericordioso, regálame el consuelo por amor a tu nombre o por piedad.
—¿Puede oírlo?
—¿Puedes tú…? ¿Puedes escucharlo?
—Puedo…
—Entonces es él tu encomendado.
La diosa se acerca a su ángel, tocando su cabeza mientras contempla la expresión consternada en su rostro, producto de una súplica que logra llegar a sus oídos, su alma a proteger… desesperadamente sola, rota, herida…
—¿Qué esperas? —Inquiere con una sonrisa—. Él te está llamando.
Vierte una suave luz sobre él, cálida y apacible que lo cubre por completo mientras cierra los ojos.
—Él siempre ha estado llamándote…
Las lágrimas bañan las sonrosadas mejillas de un príncipe caído, que en medio de sollozos ruega al cielo por amparo, porque todo lo que ha amado se ha ido y todo cuando espera parece ilusión lejana que se rompe.
Su lucha es interminable, porque rescatar algo, para él ha sido perderlo y perderse en el proceso.
Su desino se va de su control frente a sus ojos y no hay sueño o nombre de pesadilla que pueda detenerlo de correr lejos de él, dejándolo. Su lucha lo ha cansado hasta desfallecer y tras años en silencio finalmente se rompió, porque ninguno de sus padres muertos volvió para responder su oración por consuelo.
Y un ángel sólo puede mirarlo de lejos, hincado sobre la tierra fría y apenas cubierto lo suficiente para enfrentar el frío del invierno. La luna enjuaga sus lágrimas con una luz igualmente gélida que el aire y hace brillar cada una de esas gotas de esperanza y dolor entremezclado cual si fueran estrellas del mismo cielo.
—Por favor… ven —pide ya sin fuerzas, abrazando su propio cuerpo tratando de darse algo de calor, aun sintiendo sus mejillas, garganta y frente arder cual si estuvieran en brasas—. Yo siempre he estado llamándote… Esperándote. Ven…
Las suave plegaria se silenciada por la sorpresa de unas brazos rodeándole por la espalda. Tan cálidos que ahuyentan el invierno de esa noche. Luz equiparable a la de la luna que ha escuchado cada una de sus palabras en silencio imperturbable… Luz que lo rodea en medio de la noche mientras cura sus heridas.
—Estaba lejos y te oí… —susurra una voz a su oído—. Has estado solo, esperando… llamándome.
Marth no dice nada, tampoco se atreve a moverse siquiera un milímetro mientras deja que la voz angelical lo embriague, lo cure, lo haga llorar.
—Estoy aquí y nunca voy a dejarte —susurra el ángel, cubriendo a ambos con sus alas—. Ya no tienes que ser fuerte… porque ahora estoy yo aquí para protegerte.
El abrazo se hace más fuerte, sobrecogedor, acercándolo a su pecho, uniendo ambos cuerpos de forma casi hermética mientras un canto celestial llena los oídos de Marth buscando alcanzar cada marca, cada cicatriz, para sanarla, mientras recorre su piel sin tocarlo, sin moverse.
—Tú eres él universo para mí, la razón de mi existencia… yo nací para estar a tu lado. Estaba perdido, pero tu voz me encontró, y mientras me llamabas me salvaste primero —gotas de luz caen de los ojos color cielo del ángel para encontrarse con el cuerpo del chico que abraza—. Tú eres mi príncipe, mi rey, comandante, amo y dueño y yo soy y seré siempre tu fiel guerrero. Yo vivo por ti, y moriría por ti, tus palabras son mi comando y tu sonrisa mi canción eterna. Tengo un solo deseo en este mundo y ese es hacerte feliz…
Nunca voy a dejarte, porque la próxima vez que me pierda, sólo escucharé dentro de mí tu voz para encontrarte. Ya nunca estarás solo… porque yo siempre estaré contigo, atento a tu llamado.
Esto es más bien como un especial de navidad, creo que a lo máximo será un trishot, pero hay probabilidades de que se quede en dos, para no atrazar los demas proyectos, todo depende de lo que ustedes opinen. Y sí, obviamente es un Marth/Pit/Marth, intenando algo diferente.
