Disclaimer: Estos personajes no me pertenecen, son propiedad de CLAMP.
Nota: Jeje, tomando atenta nota de Vocateam y Angel Zafiro coloqué un poco de espacios para facilitar la lectura del fic,
Prometo no hacer más cambios repentinos, gracias por la recomendación ^^.
EN EL OJO DEL HURACAN
CAPÍTULO I
El sonido del despertador me hizo abrir los ojos, era hora de empezar un nuevo día, un día igual a los demás, un día en el que la rutina como siempre estaría presente, lo que en realidad deseaba era llegar a tener un día diferente, tener algo que contarle a la gente…
Me burlé de mi misma, ¿En que demonios pensaba? Mi vida había dejado de tener sentido hacía ya 5 años, gemí, nunca podría sacarlo de mi mente, sonreí; y lo recordé, me encontraba en el aeropuerto agitando mi frágil mano en el aire para despedirme de él, tratando de ocultar mi sufrimiento al mantenerme distante… Pero él que no era cualquier persona para mí así que me era imposible alejarme de su lado sin mostrar aquella faceta débil de mi personalidad, aquella que odiaba tanto; estaba tan absorta en aquel momento pensando en el dolor que me desgarraba, que no advertí cuando un par de lágrimas surcaron mis mejillas y mucho menos que él se acercaba, me sobresalté un poco al notarlo tan cerca, solo pude ver hacia sus hermosos ojos, aquellos que siempre estaban tan brillantes, ahora opacados con lo que creo era tristeza…
Ámbar… Era ese el color que me atrapaba, me hechizaba, hacia delirar y que probablemente era la causa de mi insomnio, esta bien, no mentiré, no era una causa probable… Era la única razón de mis noches en vela, aquellos ojos que hacían perfecto juego con su cabello chocolate, aquel que era sencillamente digno de un dios… Brillante, sedoso, un tanto rebelde, ese que simplemente me traía loca...
Pero ya basta de fantasear, ya no lo volvería a ver, no podía seguir pensando en él todo el tiempo, como aún lo hago, y es que no exageraba, incluso el mirar hacia el cielo o el mar me hace recordar la camisa celeste que le regalé en uno de sus cumpleaños, aquella que hacía que sus ojos lucieran más llamativos, más brillantes… Si es que acaso era posible… De nuevo estaba pensando en el….
Giré sobre la cama y para poder observar mi despertador, 6:05 AM, aún me quedaba poco menos de una hora para alistarme e irme a mi oficina, tomé una ducha de agua fría, necesitaba sacar esos pensamientos de mí, me sonrojé, nuevamente estaba pensando en el, tarde lo que creí mucho tiempo en la ducha, pensé habían pasado al menos unos veinte minutos, así que salí de el cuarto de baño y me dirigí a mi habitación. Vaya sorpresa al ver el despertador, solo habían pasado diez minutos; miento, no fue extraño en lo absoluto… desde que partí de Tokio el tiempo transcurría más lento, como si quisiese que yo pusiera "saborear" cada segundo de amargura, aquella que me producía estar lejos de ÉL, ¡Diablos!, estaba dentro de mi mente una vez más.
Fui a ver que ropa usar, un traje formal obviamente, con esta nueva vida de "alta ejecutiva" no podía vestir de otra forma, al pasar la mirada dentro de mi armario distinguí una falda verde con un poco de vuelo… Verde… Su color favorito… Me regañé mentalmente, siempre pensando en él, hasta en la ropa estaba, sonreí, tomé un traje negro, y me calcé unos zapatos altos negros igualmente, usé muy poco maquillaje y até mi cabello en una coleta alta, y me vi al espejo, perfecto, lucía bien sin llegar a ser llamativa, si, soy muy tímida. Me dirigí a la cocina para prepararme una taza con café, bebida que acompañé con un trozo de pan, salí de la cocina, tomé mi bolsa y camine hacia la puerta de mi departamento, di un vistazo rápido hacia el recibidor, todo en orden y limpio, simplemente perfecto.
¿La hora?, 6:35 AM, iba a llegar temprano de nuevo, irónico, recuerdo que solía llegar tarde a todos lados, tomé un par de llaves, la de mi departamento y la de mi auto, giré la primera en la perilla de la puerta y halé la puerta un poco hacia mí dejando un espacio entre el marco y el borde de la puerta, por el cual pasó un ligero viento, cerré mis ojos sintiendo absoluta paz, creo que haberme mudado a Nueva Orleans no fue tan mala idea después de todo, bueno… no fue mi idea marcharme de Tokio, fue una obligación, fruncí un poco el ceño al recordar el cínico rostro de mi hermano al decirme que no había espacio para mí en casa y que debería independizarme, inclusive creí haber notado un rastro de risa burbujeante en su voz cuando me lo dijo, normalmente el no habría hecho eso pero desde que papá murió su comportamiento empezó a rayar en lo insoportable, inclusive pensé que se estaba volviendo loco…
Abrí los ojos y salí del departamento, cerré nuevamente y me dispuse a esperar el ascensor para dirigirme al parqueadero subterráneo, eso de vivir en el quinto piso me hacía prácticamente imposible usar las escaleras, eran empinadas y angostas, lo que me daba a mí, una persona realmente distraída, un 99% de probabilidades de resbalar por ellas.
El sonido que indicaba que el ascensor había llegado retumbó en mis oídos y avancé con paso firme hasta quedar dentro de el, presioné el botón que indicaba el segundo piso subterráneo y la puerta se cerró, giré sobre mis talones para ver hacia atrás y poder observar el jardín del edificio a través de el grueso vidrio que separaba el exterior de mi ser y pude ver como las plantas se agitaban con la brisa, recordé que había escuchado algo sobre una tormenta tropical en las noticias sin embargo no presté mucha atención.
Llegué al parqueadero caminé un poco hasta llegar cerca de mi auto, un deportivo negro brillante con algunos detalles en plata, desactivé la alarma, inserté la llave y la giré, abrí la puerta, me acomodé en el asiento del conductor, cerré la puerta, encendí el automóvil y con el la radio, en ella anunciaron la hora, las 6:40 AM, temprano aún…
-Otro día igual a los demás- suspiré mientras conducía hacia las frías calles de la ciudad...
No sabía cuán equivocada estaba…
ºoOoºoOoºoOoºoOoºoOoºoOoºoOoºoOoº
Tomé asiento en uno de los muebles de mi recibidor y cerré mis ojos, estaba cansado, me sentía solo, triste, vacío, sin amor, sin… Sin ella…. Ahí estaba yo, insulsamente pensando en ella a pesar de haber pasado tanto tiempo, ciertamente pensaba en ella más que en mí mismo y todo empeoró cuando ella se marchó, inclusive empecé a descuidar mi existencia… Junto a ella compartí tantas sonrisas, abrazos, lágrimas y dolor, le di tanto de mi ser que finalmente logró forjarme un nuevo corazón, cambió mi forma de ser, me convirtió en lo que soy ahora, pero por qué… ¿Por qué se fue de mi lado?
Tal vez fue por mi cobardía, ya que nunca pude decirle lo que sentía por ella, y es que tenía miedo, miedo de ser rechazado, miedo de ser olvidado, miedo de alejarme de ella, miedo de lastimarla y ¿Cómo buscarla? Ella no me dijo hacia donde se dirigía… Lancé una mirada rápida hacia mi brillante reloj de pulso, sus delgadas manecillas doradas indicaban las 4:26 AM, tal como lo pensaba, me quedaba un poco más de media hora, ya me había duchado y vestido, me había puesto esa playera que tanto me gustaba, una azul que ella me había regalado, aún podía sentir su suave y dulce aroma en aquella prenda, abrí repentinamente los ojos y ahogué una carcajada, estaba actuando como un completo loco, ya ella se había marchado ¿Cómo es que aún no podía asimilarlo por completo?, decidido, cambiaría de playera, la celeste trae consigo la nostalgia, bah, ahora culpaba a una camisa de mi demencia, realmente nada podía estar peor.
Me levanté del sillón y caminé con paso lento hacia mi habitación, al entrar me dirigí a la gran cómoda en la que guardaba mi indumentaria, y abrí una de sus puertas miré vagamente en su interior y divisé una camisa íntegramente blanca de largas mangas y botones marfilados, cuando acababa de tomarla tropecé e hice un amague de caída, mascullé un anatema y giré mi rostro para poder ver con que me había topado, y fue una mueca de sorpresa y añoranza la que seguramente se dibujo en mi rostro al distinguir un antiguo álbum de fotografías de color beige engalanado con el dibujo de unas cuantas flores de cerezo, vaya que todo podía ponerse peor, devolví la camisa al mismo lugar del cual la había retirado, y sostuve entre mis manos el pequeño libro, tenía la mayoría de sus esquinas en perfecto estado, seguramente debido a la falta de uso, tomé entre los dedos de mi mano izquierda la portada del mismo y la atraje hacia ella, dejando al descubierto la primera página…
"Feliz navidad Syaoran…
Espero en esta fecha que el espíritu de la felicidad y el amor se resguarde en tu corazón,
te permita vislumbrar con gran facilidad tus sueños, y te dé la suficiente determinación para cumplirlos.
Te quiero: Sakura"
Empezaba a recapacitar y descubría que la mayoría de las cosas que tenía me las había regalado Sakura, y me reía sarcástica e internamente por eso, en vez de ser lo contrario, los hombres deben ser más detallistas para crear simpatía; pero vaya, esas frases si que me llevaron a pensar, si tan solo le hubiese dicho que el único ser que podía brindarme felicidad y amor era ella, que era la única que podía resguardarse en mi corazón, que solo ella estaba en mis sueños, pero lastimosamente… Nunca tuve la suficiente determinación para cumplirlos.
Tornee la página del mensaje con ternura y pude ver una fotografía en la que se podía ver el robusto tronco de un abeto sobre el cual una joven estaba recostada, se le podrían calcular unos dieciocho años de edad; tenía un par de grandes y alegres ojos verdes, con una tonalidad tan deslumbrante, que podían ser fácilmente confundidos con un par de esmeraldas; estas se incrustaban en su pálido rostro junto a una resplandeciente sonrisa y una pequeña nariz fileña formando un hermoso cuadro el cual se veía enmarcado por una larga cascada de lacios y castaños cabellos, tenía un uniforme de preparatoria… Y ya no pude centrarme más en la imagen ya que lágrimas empezaron a enturbiar mi mirar…
¿Llorando?, Si, eso estaba haciendo, hacía ya mucho tiempo que no lo hacía, desde que era un niño, ya que mi madre le había enseñado a afrontar las situaciones de la manera menos emotiva posible, desde los cinco o seis años y ahora yo tenía veinticinco; sentía que me hacía falta algo, pero en realidad no era algo lo que dejaba esa sensación de vacío en mi…
Era alguien… Me hacía falta alguien; en ese momento lo decidí, iría por ella, iría por Sakura, dejaría de buscarla perdido entre mis sueños, pensé en que absurdamente había perdido cinco años de mi vida sin llegar a pensar en buscarla; pero… ¿Dónde empezar?, Tomé aire hondamente, e inmediatamente encontré la respuesta…
- Tomoyo – Murmuré, ella había sido una de las mejores amigas de Sakura en la preparatoria, esperaba no se hubiera marchado de la casa de sus padres, o mi único gramo de esperanza se desvanecería, miré hacia el reloj, las 5:30 AM, definitivamente el tiempo vuela cuando de Sakura se trata me dije con una sonrisa a medias.
