Disclaimer:Bueno, sí, ya se sabe. Los personajes no son míos y todo eso, a pesar de que los quisiera, entre otras cosas, para solucionar el desastre que Volk ha dejado, haciendo que la mayoría de gente Alert esté al borde del suicidio. En fin.Sigo insistiendo, Stephen, en que deberíamos escribir la tercera temporada juntos. Vamos, no seas así, yo no molesto. Soy muy buena y sé no interrumpir a nadie cuando escribe. Podríamos turnarnos y..ehmmm paranoiar.¿Sí? Xddd.

Fandom: Afterlife, obviamente.

Shipper:Principalmente Alison/Robert. Habrá algún otro momento Rude, pero nada implícitamente romántico. ¿Cómo puede haber eso en un FIC mío?

Dedicatorias: A la Alison's Army (ellas saben quienes son lol) y, como siempre, a Re, porque sé que se va a devorar esto a pesar de que yo le diga que no lo haga, así que ya desisto de advertencias… también para quien lo lea. Almu…conseguiré viciarte. Mi mente es poderosa. MWA-HA-HA-HA.XD.

Situación/spoilers: Post-"Your Hand in mine". AU entre los episodios que siguen.

"It's hard to argue when

You won't stop making sense

But my tongue still misbehaves and it

Keeps diggin my own grave with my

Hands open,and my eyes open

I just keep hoping

That your heart opens.

Why should I sabotage

The best thing that I have?

Well, it makes it easier to know

Exactly what I want with my

Hands open, and my eyes open

I just keep hoping

That your heart opens

It's not as easy as willing it all to be right

Gotta be more than hoping it's right

I wanna hear you laugh like you really mean it.

Collapse into me, tired with joy.

Put Sufjan Steven's on.

..and we'll play your favorite song

"Chicago" bursts to life and your

sweet smile remembers you my...

Hands open, and my eyes open

I just keep hoping

That your heart opens." –Snow Patrol, Hands open.

PRÓLOGO

Morirse.

Morirse y no poder hacer nada por evitarlo, salvo esperar. Presenciar y sentir cada día el empeoramiento, el dolor de cabeza constante que muchas veces no le dejaba dormir si no era con ayuda de alguna pastilla relajante. Poder sentir el tumor, los efectos que éste, devastador como él solo, corroyendo todo, tiene sobre él.

Al reclinarse sobre el asiento de cuero acolchado siente que la pierna se le bloquea por un momento. Casi su cuerpo no responde a las órdenes mandadas por su cerebro. Finalmente, al apoyar la espalda y dejar todo su cuerpo relajado, es cuando hay menor presión. Menor dolor. Robert Bridge tomó del mueble próximo la carpetilla que había sabido guardar recelosamente en estos días. Ahí hacía pequeñas anotaciones, se enfrentaba a algo que, en poco tiempo , había aprendido a asimilar, a guarecerse en…

La pregunta que le invadía ahora mismo era, precisamente, esta. ¿En qué se estaba guareciendo? ¿En los brazos protectores de su mujer, que siempre estaban dispuestos a darle calor, haciéndole por eso ceder a su angustia ante el abandono de una pareja que la usó vilmente, dejándola con un crío y sola? No quiso volver a cometer el mismo error. Pero sucedió. Ella parecía tan vulnerable….y, bueno, había existido amor entre ellos. Habían creado a esa preciosa criaturita que fue su Joshie. Fueron algo. Pero lo fueron, pensar que ahora seguían siendo lo mismo era absurdo. Una ilusión en la que ser feliz durante el tiempo que quede de vida. Muchas veces, no, constantemente, pensaba eso. En que le estaba dando un último regalo a Jude antes de su ya inminente marcha…A fin de cuentas, los escasos momentos en los que podía sentirse más relajado era cuando tenía a ese bebé entre los brazos o la observaba hacer el café por la mañana. Todo eso tan solo tras una noche. Y él, aún, seguía con la suficiente cobardía como para confesárselo. Por eso, ahora mismo, la opción que ella había propuesto le irritaba porque no podía decirle a viva voz que realmente no podrían tener ni semanas, ni meses, ni años…lo que quedaba era un maldito contador que en cualquier momento haría colapsar su cuerpo. Claro, tampoco podía culparla de no conocer la triste y breve realidad. Pero le daba a veces tanta rabia su indecisión, su pasividad…cuando resulta que ya no eran universitarios.

Se recostó, cerró los ojos y por un momento vio como si se tratase de un viaje de mínima duración al pasado más próximo los ojos de ella, de la mujer atormentada, vulnerable aunque incapaz de reconocerlo, mirándolo con exigencia. Por cada vez que se enfrentaba a ellos tenía miedo. Miedo de que pudiesen leer todas sus intenciones, miedo de que se sintiese decepcionada al conocer la verdad, miedo de no poder decir ante ella, a fin de cuentas, que tanto como lo necesitaba ella lo hacía él también a su modo. Sin embargo posaba ese azul en el verde más opaco de su mirada y nuevamente las palabras quedaban estancadas entre toda pura intención. Por qué. Por qué le importaba tanto que lo supiera. Por qué de entre todas las personas presentes e importantes en su vida, Bárbara fue la primera a la que acudió. Su fiel, gran amiga…cuánto había llorado al enterarse, cuánto había sufrido al tener que mentirle a su mejor colega.

Pero oh, ellas tenían, tendrían consuelo. Tenían familia. Le tenían a él –aún –en resumen, gente en la que apoyarse.

Alison, no. Alison tenía todo su ser volcado en él. En ella. Y en los espíritus que los envolvían cada día, interponiéndose en cualquier intento de vida normal.

Suspiró, frustrado consigo mismo. Consiguió que, finalmente, todo su cuerpo pudiese funcionar en perfecta concordancia al levantarse sin sentir nada más que esa constante punzada, apuñalando la cabeza. Sacó del bolsillo derecho del pantalón el bote de pastillas paliativas, llevándose una a la boca. Se sirvió agua, bebiéndola de un trago. El portátil descansaba donde siempre. Se sentó ante él, no sin antes colocarse las gafas. Abrió, de nuevo, el archivo que tantos quebraderos le había dado el año anterior. Antes de que absolutamente todo cambiase. Parecía mirarle, con esa serenidad suya, desde la foto estándar impresa en blanco y negro que tenía ante sí.

Su menudo, machacado tanto psicológica como físicamente, cuerpo, helado entre sus brazos…

Frágil, tan frágil…

Y por un segundo, creyó que había perdido todo cuanto le unía a sí mismo. Cuanto le unía a Josh.

Intentó contactar con la ambulancia cuando ya era casi demasiado tarde…

Lágrimas, lágrimas y más lágrimas que jamás presenció. Un llanto desgarrado. Porque se había ido. Delante de sus narices. Por él. Por salvarle de sus demonios.

La llamada del hospital. El alivio. El coma. Ir del trabajo directamente al hospital y verla respirar. A duras penas, pero haciéndolo. Dejaba pasar las horas. Intentaba –sin sentido alguno, lo sabía –que escuchase todo lo que le decía desde su asiento.

Demasiado complicado, demasiado fuerte como para hacerlo delante de ella, en su cocina. La sonrisa , el agradecimiento en cada gesto. Escuchándola, se dio cuenta.

Ambos habían transcendido. Pero aún no sabían, exactamente, a qué