¡Hola a todos!

Aqui llego yo con un nuevo trabajo. Esta vez sera un poco diferente a mis escritos anteriores. No solo seran ligeramente más cortos; sino que esto sera una Serie de Oneshots de Legend of Zelda, de distintos juegos o incluso universos alternos, pero SIEMPRE respecto a Link y Zelda.

Sin mas preambulos, aqui esta el primero, como no podia ser de otra manera.


Universo: Ocarina of Time, post-juego

Resumen: Despues de un dia ligeramente frustrante, la Reina de Hyrule y el General del ejército buscan un poco de paz. ¿Y que mejor manera de hacerlo que en la compañia del otro?


La soberana del sagrado reino de Hyrule podía sentir una migraña a punto de comenzar.

Zelda estaba haciendo un gran esfuerzo por no llevarse los dedos a la sien, o incluso de soltar un suspiro de fastidio mientras escuchaba a uno de los miembros del consejo soltar sus quejas.

— Su Majestad. Ese hombre sigue causando más problemas que beneficios. No muestra correctos modales, y varios hombres que se han enlistado en las fuerzas del ejército han decidido no continuar debido a él.

El consejero, un hombre que pasaba de los cincuenta años de nombre Hagen, seguía soltando sus molestias respecto a ese "infame hombre". Mientras que la reina se mostraba impasible, escuchando cada cosa que le estaba diciendo.

— Tiene que hacer algo. El príncipe Rolf se ha ido muy ofendido tras los acontecimientos del otro día. No sabemos si eso pueda causar problemas para el reino.

Esta vez, la joven mujer lo que trataría de esconder seria la pequeña sonrisa burlona que amenazaba con formarse en sus labios. Oh si, ella recordaba bien el como se había ido ese príncipe después de lo que sucedió; pero dada la situación esta segura que el consejero no estaría de acuerdo en la opinión que ella tiene al respecto.

Después de mantenerse en silencio por un rato, Zelda le responde por fin al hombre.

— Lord Hagen, no se preocupe. Yo me haré cargo de la situación. Le doy mi palabra.

El hombre la miraba con cierta duda, pero ella no se dejaría intimidar de ninguna manera. Sabía porque la estaba viendo de esa forma; aunque el lord no estuviera al tanto realmente de todo, creía tener suficientes razones para dudar de sus palabras.

— Déjemelo a mi. Me encargare de que él me escuche.

Manteniendo sus ojos serios y fijos en el consejero, este no tendría más remedio que aceptar la palabra de la reina. Asintiendo con la cabeza, el hombre haría una reverencia antes de retirarse.

Seria entonces que la joven por fin se recarga contra su silla, cerrando los ojos y soltando un suave suspiro.

— ¿Qué voy a hacer contigo…?

A pesar de lo que murmuraba, había una pequeña sonrisa en su rostro.

No había más que hacer que ir a encargarse de eso.


Encontrar a su objetivo era una tarea bastante sencilla. Aunque para garantizar que no tuviera que dar vueltas innecesarias, Zelda va por el camino más seguro: ir a los campos de entrenamiento militar y preguntar al Capitán presente el paradero de su Superior.

Cuando se acerca al grupo de soldados que se encontraban practicando con la espada, siendo vigilados e instruidos por el Capitán Galen, de mediana edad pero aspecto jovial, quien portaba una armadura de color azul, con la cual podía ser fácilmente identificado entre el resto del ejercito; los hombres presentes detendrían sus actividades para saludarle debidamente con respecto, haciendo una reverencia.

Zelda haría un ademán con su mano y una señal de reconocimiento con la cabeza ante su saludo, solicitando que continúen con sus actividades mientras ella se acerca a Galen, quien volvería a hacer una pequeña reverencia antes de dirigirse a ella.

— Su Majestad, ¿a que se debe su presencia en este lugar? ¿Hay algo en lo que pueda servirle?

— A decir verdad, Capitán, lo hay —Zelda observaría de reojo por unos momentos el como los soldados practicaban, antes de volver a ver al hombre frente a ella —. Me gustaría saber, ¿Dónde esta el General?

El capitán sonreiría con ligera diversión por la pregunta, pero respondería de todos modos.

— El general ha decidido tomarse un pequeño descanso para relajarse. Después de la reunión que atendió, dijo que necesitaba un poco de paz.

Ella asentiría suavemente con su cabeza. Era algo que ya se imaginaba, pero prefería tener la seguridad antes de embarcarse en esa dirección. Dedicándole una sonrisa y expresando su agradecimiento al hombre, la joven monarca se dispondría en ir en búsqueda del General de su ejército.

Y justo como ella pensaba. Zelda encontraría a su objetivo justo donde esperaba. Desde cierta distancia podía verlo descansar cómodamente contra el árbol mas grande del jardín. Tenia las manos tras de su cabeza, usándolos de almohada mientras su torso reposa contra el tronco y sus piernas están estiradas en el pasto, con la izquierda encima y ligeramente cruzada de la derecha.

Cuando se encuentra cerca de él, la reina se daría un tiempo para admirarlo en silencio, viendo como sus mechones de cabello rubio se movían con el viento mientras se encontraba tan pacifico.

Y también observaba la tela negra que le servia de parche para cubrir parte del lado derecho de su rostro, tapando totalmente su ojo.

— Por favor dime que no vas a regañarme. Creo que tuve suficiente con tus consejeros.

La reina sonreiría cuando escucha su voz, a pesar de no haber abierto el ojo izquierdo. Era natural que supiera que alguien se estaba acercando. Y le gustaba que pudiera reconocer que se trataba de ella.

Seguramente es la única razón por la que sigue tan tranquilo y pacifico.

— No, no voy a regañarte, Link.

Ahora si abriría su ojo, mostrando ese color azul que tanto le gusta. Por más que él insista que el azul de los ojos de ella es mucho mas agradable de ver.

— Pero supongo que habrás escuchado a tus consejeros, ¿no?

Acomodando la falda de su vestido para sentarse a su lado, con las piernas descansando de forma lateral, Zelda se apoyaría en su mano derecha sobre el pasto, inclinada en dirección hacia el rubio.

— Si, si escuche de uno de ellos. Aparentemente estuviste haciendo de las tuyas otra vez.

— Creí que dijiste que no ibas a regañarme.

Link haría un puchero mientras la mira. Uno claramente fingido que haría que la joven riera suavemente.

— Y no voy a hacerlo —Responde ella una vez que calma su risa, pero seguiría sonriendo —. Pero quiero saber que paso. Quiero oírlo de ti.

El hombre soltaría un suave suspiro, volviendo a cerrar su ojo visible.

— No fue mi culpa. Simplemente fui muy claro respecto a mi manera de entrenar a los nuevos reclutas. Y a otros soldados novatos.

— Aparentemente, desgastaste o destruiste varias armas.

— Honestamente creo que deberíamos conseguir a un mejor herrero. Las espadas deberían tener un mejor aguante que ese.

Zelda no podría evitar negar con la cabeza mientras sonríe dulcemente, teniendo ahora ella sus ojos cerrados también.

— Ay, Link. ¿Qué voy a hacer contigo?

— Se me ocurren un par de buenas ideas, mi Reina.

Dicha reina volvería a mirarle cuando dice eso, solo para notar el como estaba sonriendo con cierta picardía. Eso la haría reír ligeramente una vez más, pero también tendría un dulce rubor invadiendo sus mejillas.

— Así que, piensas que luego de todo eso, ¿te mereces algo como lo que me estas pidiendo?

— Por supuesto que si. ¿Qué no lo sabes? Todo lo he hecho para demostrarte mi devoción y lealtad, O su Majestad.

Aunque parecía decirlo con un tono burlón; Zelda podía ver en sus ojos sinceridad. De una u otra manera, las acciones de Link eran inspiradas por ella.

— ¿Oh? ¿Me estas diciendo que todo esto fue para impresionarme? ¿Debo suspirar soñadoramente porque demuestres que eres el más fuerte? —La joven también estaba sonriendo con picardía ahora, mirándole con coquetería al tener sus ojos entrecerrados — Pero si eres el General de todo el ejercito, Sir Link. Es natural que seas el más fuerte.

La reina seria tomada por sorpresa cuando siente que su acompañante le toma del brazo y la jala para colocarla sobre el. No había sido brusco como para causarle una molestia, pero si quedaría un poco aturdida de la sorpresa hasta que se da cuenta que esta reposando sobre su pecho masculino, y él la tiene aprisionada con sus brazos de la cintura.

— Todo por ti. Incluso el haberme unido al ejército fue por ti…

Link había dejado el tono burlón de lado, incluso ya no sonreía, la estaba mirando con una intensidad que la hacia estremecer. Por lo que solo descansaría su frente contra la de él, aprovechando que no se estaba usando su tiara; manteniendo su mirada fija en sus ojos.

— Creí que no volvería a verte…

Ambos sabían por que ella decía eso. Link se había unido a la armada de Hyrule varios años después de que el complot de Ganondorf fuera detenido. Y eso es porque Link duro años en volver al reino después de su partida en búsqueda de su hada compañera, Navi. Búsqueda que terminaría considerándose fallida. Sin importar cuantas tierras recorrió, cuantos bosques visitó; Navi no apareció en ningún lado.

Zelda jamás se olvido del joven héroe que los salvo a todos. Y más importante aun, jamás se olvido de Link, el pequeño joven que se convirtió en su primer y más valioso amigo. Pero conforme pasaban los años, no podía evitar pensar que él nunca regresaría a su lado.

Grande fue su dicha el día que regreso. Tenían mucho de que hablar, un lazo que reconstruir. Ambos querían saber todo lo posible del otro.

Pero Link tiene algo de razón al decir que se unió al ejercito por ella. Un principal motivo es que de esa manera garantiza su seguridad. Pero el otro motivo es que de esta manera se podía facilitar el poder mantenerse en contacto.

Después de todo, nadie sabe respecto a la leyenda del Héroe del Tiempo. Es algo que se quedaría en la Familia Real de Hyrule. Y Link no quería que Zelda tuviera algún problema usando su tiempo para andar "con un simple plebeyo".

Así que se unió al ejército, y no paso mucho tiempo para que subiera a la cima de la jerarquía militar. Fuera por instinto o determinación, algo que siempre había tenido natural desde la infancia, considerando que de otro modo no habría podido acabar con criaturas veinte veces más grandes que él; el caso es que Link demostró superioridad en sus habilidades. Y con el tiempo aprendió las cualidades de liderazgo necesarias para comandar al ejército.

Y aquí están, diez años después de la derrota de Ganondorf.

— Me pregunto que dirán los consejeros… —Murmuraría el Hylian mientras mira a la mujer encima de el, sonriéndole una vez más con suave picardía —… si ven a la Reina en brazos de su general de esta manera.

Zelda llevaría su mano derecha al rostro del joven, acariciándole tenuemente con las yemas de sus dedos, causando que Link cerrara sus ojos relajado.

— Considerando como dicen que humillaste al príncipe Rolf, supongo que dirán que los estas espantando con toda la intención.

El ojo izquierdo de Link volvería a abrirse, mostrándose ligeramente oscurecido.

— Porque de hecho lo he espantado intencionalmente, y tu sabes perfectamente el por que.

A pesar de que se estaba mostrando enfadado, la monarca solo volvería a sonreír sin dejar de acariciar su rostro con los dedos.

— Yo lo se, Link. Créeme, disfrute bastante el viendo como lo derrotabas en ese duelo.

— ¿Cómo no iba a hacerlo? El muy desgraciado se atrevió a decir que te demostraría que es el más fuerte y por eso el casarte con él seria la mejor opción.

— Pero cometió un grave error al cruzarse con el Héroe del Tiempo, ¿no es verdad?

La reina estaba sonriendo claramente complacida. Era notable que aquel episodio vivido lo había disfrutado bastante.

— Cometió un error al haber puesto sus ojos en la Reina de Hyrule.

— Supongo que ambas cosas van de la mano. Después de todo, y no lo olvides…

La joven se alzaría hasta sentarse sobre el abdomen del general, teniendo sus piernas separadas y colocadas en las caderas de este; aunque eso no se podía ver por su largo vestido.

Llevaría ambas manos a los tres botones que cierran su vestido desde el cuello hasta la mitad de su pecho, abriendo lentamente cada uno. Disfrutando del como la mirada de Link volvía a intensificarse, pero esta vez por algo totalmente diferente al enfado.

Cuando deja abierto ese delicado escote que alcanza a mostrar la curva de sus senos, Zelda tomaría la pequeña cadena que caía justo entre estos, levantándola para dejar ver el anillo que colgaba de dicho accesorio.

—…Yo te pertenezco. Así como tú a mí, Link.

Dicho hombre observaría aquel anillo, dorado con una piedra rojiza, un rubí; cortesía de su "Hermano jurado".

Un anillo que todavía no podía ponerle en su dedo.

Lentamente alzaría su mano izquierda para rozar el anillo con sus dedos, observando luego a la joven a los ojos. Ella podía leer la pregunta en su mirada mucho antes de que se la hiciera.

— ¿Cuánto mas tendremos que esperar, Zelda?...

— Solo un poco más, Link. Te prometo que solo un poco más. Aunque ahora sea la reina, no tengo total libertad en ese aspecto. Solo un poco más de tiempo, mi héroe. Y te prometo que seré tuya a los ojos de todos.

Era increíblemente frustrante para los dos. Primero, Zelda tuvo que lidiar con conseguir la corona sin la necesidad de contraer matrimonio. No era inconcebible que una mujer ascendiera al trono por si sola; después de todo, el reino venera a tres Diosas. Pero no fue tarea fácil, ya que el consejo consideraba mas factible que tuviera a alguien a su lado para gobernar, además de los beneficios que podría traer una alianza entre dos reinos por medio del matrimonio.

Lo peor de todo eran las dificultades para poder casarse con Link. Parecían buscar cualquier excusa para encontrarlo inadecuado, o para tener alguna queja de el. Y eso solo considerándolo como el líder del ejército.

Había gente en el consejo que les agradaba Link, pero ese era el problema, no era únanme la decisión. Aunque sea la reina, desgraciadamente no puede llevar a cabo sus planes si no es una decisión colectiva. Y por más que le frustre a Link; él no desea que Zelda tenga problemas en su reinado por oponerse a parte de su grupo de consejeros.

Zelda volvería a recostarse sobre el cuerpo de Link, apegando su mejilla a la suya, frotando suavemente una contra la otra con afecto.

— Encontrare la manera, ya lo veras. No podemos rendirnos ahora, cuando se que estamos tan cerca…

El hylian volvería a rodearle con sus brazos la cintura, poniendo su mano izquierda a la mitad de su espalda para atraerle un poco más contra él.

— No pienso rendirme, nunca lo he hecho. Y menos lo haré contigo.

Después de todo que han vivido en estos años, de todo lo que han tenido que superar; esperar para poder unir sus vidas sin tener que esconderse será solo otra prueba que vencer.

Esto es algo que pensaban vencer, como lo hicieron con el terrible Gran Rey del Mal. Porque al igual que eso, para ellos esto estaba definido desde aquel día. El día que el joven Héroe del Tiempo encontró a la Princesa del Destino viendo por aquella ventana.