Una noche de luna llena, tranquila y silenciosa; se encontraban dos hombres descansando en la hierba mientras contemplaban el cielo estrellado. Uno era de ojos azules y rubio, el otro era pelirrojo y ojos café.

-Que agotadora misión...- Dijo Deidara para romper el silencio.

-Que hermoso cielo...- Dijo Sasori mientras miraba fijamente al cielo e ignorando a las palabras del rubio.

-Sí, es verdad. Se podría decir que es arte.- Sonrió el más joven, volteó la mirada para observar a su maestro. El rubio se desplazó para ir al lado del pelirrojo y tumbarse a su lado.

Una pequeña risita salió de los labios de Sasori tras escuchar las palabras de su compañero y llamando la atención de este.

-Para ti...¿qué es el arte?- Preguntó como si fuera la primera vez que lo hiciera, pero no lo era, siempre le hacía la misma pregunta a Deidara y siempre acababan en discusión.

-El arte...¡Es una explosión! –Sonrió entre dientes victorioso el ojiazul y mirando con alegría a su maestro.

-¿Una explosión..? –Se quedó pensativo el marionetista, después se incorporó quedándose sentado y miró de reojo a su aprendiz con una ceja arqueada. –El arte no es una explosión, es manejar marionetas- Dijo convencido de sus palabras.

-No Danna...-Negó con la cabeza Deidara, se incorporó para quedarse sentado también y se acercó poco a poco al pelirrojo. –Eso no tiene nada de artístico, la explosión si.-

-El verdadero arte es el que se mantiene durante años, Deidara...- Suspiró, se cruzó de brazos a la vez que miraba fijamente al rubio.

-Tss...Nunca se te puede contradecir Danna. –Chasqueó la lengua algo fastidiado el ojiazul, infló los mofletes y se tumbó de nuevo en el césped con los brazos cruzados y cerrando los ojos.- ¡Hm!-

Entonces se produjo un silencio, nadie habló. Los dos miraban a las estrellas y la brisa ondeaban sus capas de Akatsuki. Deidara dejó escapar un suspiro de sus labios, algo que le llamó la atención a Sasori, entonces apartó la mirada del cielo para poner su vista fijada en el rubio.

El pelirrojo se pudo a contemplar el rostro de Deidara que en ese momento lo encontraba perfecto. El hermoso color de cabello, ese hermoso color como los rayos del sol y miraba el cuerpo iluminado por la luz de la luna, entonces se dio cuenta de algo.

-Deidara, eres tan perfecto...-Susurró suavemente mirando al chico de ojos azules, este se sonrojó por el comentario y se incorporó otra vez para mirarle a los ojos.

-¿Q-qué ha dicho, Danna...? –Preguntó nervioso y portando un rubor que adornaba sus mejillas, entonces notó como su corazón latía fuerte y sin parar.- Danna...-

-Deidara...- Sasori se acercó poco a poco al rostro del rubio quedando el uno en frente del otro y sus labios separados por escasos centímetros. –Tu eres arte...-Finalizó su frase para luego pegar sus labios a los suyos empezando un beso apasionado y tierno cerrando los ojos.