Boku no Hero Academia/My Hero Academia no me pertenece.
Hay un manga yaoi homónimo que me gusta mucho, esto está inspirado en el mismo. Sólo eso.
KatsuDeku. Aged-Up.
Gestalt
—Al menos intenta disimular, Kirishima —con la mano le sostuvo de la cara y le obligó a girar la cabeza para que dejara de ver hacia la sala.
—Lo siento —dijo, pero su mirada aún así se dirigió al sofá de tres plazas.
No había escuchado de él en varias semanas así que no sabía qué esperaba ver cuando Bakugou abriera la puerta, sin embargo estaba seguro que era cualquier otra cosa menos eso.
—Kirishima —le llamó la atención.
Volvió a pedir disculpas y trató de no mirar al bajar la vista hacia la taza de café que el cenizo le hubo preparado minutos antes, le dio un sorbo, estaba amargo. Echó un vistazo más hacia la sala, era imposible evitar su sorpresa, no podía pedirle que disimulara, no cuando a poco más de tres metros de él estaba alguien a quien creía muerto.
—¿...es él? —preguntó incrédulo.
Katsuki miró al muchacho en la sala, el escarlata lleno de melancolía, nublado por los recuerdos —No lo sé.
Cualquiera diría que era él, aunque la apariencia difería mucho por la edad porque ese chico era igual a Izuku cuando tenía quince años.
—¿Te ausentaste por esto?
Respondió al mover la cabeza —Ese día simplemente lo vi... y lo traje aquí.
Bakugou le contó que estaba de turno, había perseguido a un villano por todo el oeste de la ciudad y justo cuando pensaba en hacerse con un rehén, lo alcanzó. Para su sorpresa el muchacho que había rescatado era la viva imagen de su fallecido amigo de infancia.
Habían pasado sólo seis meses desde el fatídico día y era obvio que el cenizo aún no se recuperaba de eso; si hubiera llegado a la oficina a contarle que un chico idéntico al Izuku de quince años que conoció en la Academia vivía con él no le habría creído, le habría dicho que era un delirio producto de la pérdida... sin embargo ahora que lo veía simplemente no sabía qué pensar. ¿Podía ser el mismo Izuku que conocieron?
—No he dejado que salga y yo tampoco lo hago —continuó sin dejar de ver al joven —, pero ni siquiera sabe quién soy, no sabe nada.
—¿Y qué lo hace quedarse?, ¿crees que sea él? —imitó al otro, sin duda era igual.
—Debe sentir algo, por más insignificante que sea, algo que no entiendo, mucho menos él —regresó la mirada a su taza de café y frunció el ceño —. Salí una vez, fui a... su nombre estaba ahí, seguía ahí así que empecé a creer que había perdido la cordura —comentó frustrado, puso sus codos sobre la mesa del comedor, cruzó sus manos y apoyó la frente contra éstas —, pero tú también lo ves, ¿verdad?
No podía ver los ojos de Katsuki, sin embargo al oír su voz quebrada pensó que no era necesario verlos. Sí, podía ver a ese muchacho de cabello verdoso y ligeramente rizado, de iris color jade y mejillas pecosas y aunque lo hiciera no podía terminar de creerlo.
De repente lo vio levantarse de su lugar y avanzó hacia la cocina, donde estaban ellos.
Puso su mano en uno de los brazos de Katsuki y preocupado habló —Bakugou-san, ¿estás bien? —Era chocante que alguien con la apariencia de Izuku llamara así al de cabello cenizo.
El susodicho dio un respingo y enderezó su postura mientras extendía un brazo para alcanzar la mejilla del menor —Estoy bien —el pulgar de Bakugou acarició el pómulo del chico y esa escena no pudo parecerle más dolorosa —, ve a dormir, luego te alcanzo.
El muchacho se despidió y se retiró a la recámara que suponía era de Katsuki.
—Creí que desaparecería de un día para otro porque quizá fuera una alucinación mía —puso su palma frente a su rostro —, pero podía tocarlo, podía sentirlo...
Jamás había visto a Bakugou tan desolado. Era una imagen tan ajena que pensó que estaba soñando, pero supuso que para Katsuki no podía ser menos doloroso.
El de mirada encarnada se retiró media hora después y le ofreció una cobija tras decirle que la hora del último tranvía ya había pasado. Agradeció su hospitalidad y se quedó en el sofá-cama de la sala. Iba preparado para quedarse a dormir, el joven no le habría contactado a esa hora de no ser así.
Pero no podía conciliar el sueño, había pasado al menos una hora desde que el cenizo le dejó para irse a dormir y no dejaba de pensar en ellos dos y esa extraña situación.
Llevaban más de ocho años de relación y la muerte de Izuku había sido muy repentina. Él y Bakugou habían llenado con bastante esfuerzo el vacío que la ausencia de All Might había dejado seis años atrás; en ese tiempo nadie sabía sobre la naturaleza de la individualidad de Izuku, ni sobre la responsabilidad que caía sobre sus hombros. Llevó el título de Símbolo de la Paz durante casi cinco años y poco después el mundo lo perdió.
Nadie supo cómo pasó, una mañana simplemente encontraron su cuerpo.
Bakugou se culpó por ello y por más que le dijeran que no era responsabilidad suya, el joven no pudo descansar durante las siguientes semanas. No sólo por las pesadillas, también porque se dio a la tarea de perseguir al asesino de su compañero. Durante ese tiempo los más cercanos a ellos dos fueron contactados por las pocas personas que conocían la naturaleza detrás de la singularidad del joven héroe y tras comentarles de ello entendieron muchas cosas, entre ellas que las muertes de All Might e Izuku facilitarían el aumento de la villanía, en especial porque no había quién heredara el One for All.
Katsuki no dijo mucho después del funeral, descuidó su salud y su tarea como héroe por buscar venganza, la cual nunca supo si llegó a consumar. Esperaba que no, no le haría nada bien.
Izuku no iba a volver... o eso pensó.
—¿Te ha preguntado algo? —comenzó la conversación esa mañana.
El muchacho estaba desayunando en la cocina, mientras Bakugou y él tomaban algo de café recargados contra el mueble de la tarja, justo frente al menor.
—No.
—¿Sobre ti, sobre su madre, nada? —susurró.
—No.
Pensó que era extraño. El chico jamás dio señales de querer irse ni de preocuparse por lo que era su vida fuera del departamento de Katsuki, como si sólo existiera para estar ahí, al lado del cenizo. Observó al joven y entonces se percató de que llevaba una argolla en el dedo anular, específicamente la que iba a juego con la que Bakugou tenía.
—¿Esa es...?
—Un día simplemente la tomó —su mirada escarlata estaba enfocada en el menor —, no pude quitársela.
En ese momento comprendió a su compañero héroe. Bakugou quería creer que ese muchacho era Izuku, ¿cómo?, quién sabe, él sólo deseaba que así fuera.
Después de ese día visitó ocasionalmente al par de jóvenes hasta que un día Katsuki regresó a la oficina.
Cuando le preguntó qué había pasado sólo le respondió que esa mañana ya no estaba.
No hablaron más del tema y no lo creía necesario, las manchas oscuras bajo los ojos de Bakugou desaparecieron poco a poco junto a su afligido semblante. No pasó mucho para que volviera a ser el Bakugou antes de la tragedia.
Nunca supo quién o qué había sido ese muchacho, tal vez fue producto de una individualidad o quizá sólo una alucinación, pero jamás volvió a verle, ni a él, ni al anillo.
