PRÓLOGO
El joven se detuvo a la entrada de la gran ciudad. Había oido hablar mucho de ella y sabía que era grande, enorme, pero no esperaba que fuese tan diferente a su ciudad natal. Acostumbrado a un pueblo rural, entre montañas, tractores, ganado y cielos estrellados a los anocheceres, se sintió confundido, incluso inquieto. Ahora era cuando se percataba de lo lejos que se hayaba de su hogar. Avanzó unos pasos, gente que iba y venía se cruzaban y casi chocaban contra él; el muchacho frunció el ceño, no le gustaba sentirse tan agobiado aunque prosiguió su camino, visitando el lugar que a partir de ahora ibaa conventirse en su nuevo hogar.
Era de día aún, alzó la mirada al cielo notando tanta oscuridad para lo temprano que era y comprobó que la razón de que no entrase luz se debía a la gran placa de acero que cubría la gran ciudad. Aquello si que le pareció curioso y extraño, mientras caminaba con la pesada mochila al hombro, sus recuerdos volaron al día anterior.
Su madre había sido la única en despedirle, le había repetido mil veces que tuviese cuidado, que no dejase de escribirla y él había dicho que sí a todo, para tranquilizarla. Por una parte le daba algo de lástima dejarla sola pero no tenía más remedio. Tras abrazos y besos, había salido de su casa, volviéndose a mirarla una vez más. Seguramente no podría regresar en mucho tiempo, meses, quizás años...Tragó saliva. Nadie había salido a decirle adiós, a darle ánimos, a desearle suerte. Ni siquiera ella. Comenzó a caminar alejándose de su ciudad, y justo cuando estaba a punto de abandonarla se detuvo, giró y miró hacia la casa de aquella que le importaba tanto. Ni rastro. Tras eso, tomó el transporte que le llevaría hasta su destino...
Y ahora ahí se hayaba. Solo y dispuesto a luchar por lo que quería, por alcanzar su sueño, convertirse en Soldado, pero no en uno normal sino en Soldado de Primera Clase, igual que el gran Sefirot.
" Sefirot...llegaré a ser como tu. Lo prometo. Algún día volveré a casa y todos esos crios me admirarán y querrán ser mis amigos, me pedirán autógrafos. Tifa será mi novia y seré la envidia de todos..."
Reconfortado con éstas palabras, atravesó la calle en dirección a la estación de trenes. Estaba nervioso y a la vez excitado por entrar en Soldado, trabajar duro y ascender y ascender hasta primera clase. Lo que más ansiaba era ser alguien, de siempre había sabido que era especial, que no encajaba con los demás niños pero eo era porque era mucho mejor que ellos. Y estaba dispuesto a demostrárselo.
Faltaba aún un trecho para llegar hasta los trenes, se enjugó el sudor de la frente que hacía que su cabello se pegase contra ella, deteniéndose para volver a colocarse bien la mochila. Le pesaba bastante, sus facciones se endurecieron.
" No seas débil, si no puedes con la mochila¿ qué esperas poder hacer en Soldado? He de ser fuerte"
Haciendo acopio de sus fuerzas volvió a caminar hasta la estación de trenes, donde varios jóvenes aguardaban. Serían más o menos de su misma edad, adolescentes que esperaban el momento de alistarse a Shinra, la compañía más importante de todo el mundo. El chico se sentó a la espera del tren, dejando la mochila reposar a su lado. Serio, callado, miró de reojo a los demás que seguramente iban a ser ahora sus compañeros. Parecían tan nerviosos y entusiasmados como él, aunque ya se estaban hablando los unos con los otros, rompiendo el hielo y trabando amistad.
" Son patéticos, dan pena. Así no llegarán a ser nunca Soldados, aqui lo menos importante son las amistades".
En realidad les envidiaba por ser capaces de mostrarse tan desenvueltos, aunque eso él no lo admitiría nunca.
" Pasajeros con destino Midgar, atención, pasajeros con destino Midgar, prepárense para subir al tren. Repito, pasajeros con destino midgar prepárense para subir al tren".
Se levantó, volvió la vista a la mochila...la mochila ya no estaba. Tembando de rabia, paseó la mirada entre los jóvenes. ¿ Quién había sido? cómo no se había dado cuenta de que alguien se había acercado a quitársela?
- Quien lo haya hecho ya puede ir devolviéndomela. - habló despacio, pero amenazador. Los muchachos se volvieron hacia él, algunos sorprendidos, otros sin inmutarse.
- Volveré a repetirlo...¿ quién ha sido? - ésta vez alzó la voz, con rabia contenida, tembloroso. Estaba acostumbrado a ese tipo de bromas pesadas, en que se metían con él, o le robaban para después burlase. No esperaba que tambien en Soldado, sus compañeros fuesen a tratarle tan mal.
Al no obtener respuesta se enfureció, acercándose a grandes zancadas a unos y deespués otros vociferando que le devolviesen la mochila de una vez, que no tenía gracia. Los jóvenes le miraron primero sin comprender y después con el ceño fruncido.
- Cállate, nadie te ha quitado la mochila - habló un chaval bajito, a lo que el muchacho se volvió hacia él.
- ¿ Entonces por qué no aparece¿ eh¡ he dicho que me devolvais de una vez lo que es mio o de lo contrario...
- ¿ qué harás si no, eh? Dime...- un joven habló, parecía más mayor y estaba cruzado de brazos, apoyado contra una pared.
El tren estaba a punto de partir, la mayoría de jóvenes habían entrado para acomodarse pero ante el enfado del muchacho rubio muchos habían quienes, curiosos, no se animaban a pasar dentro para saber lo que sucedería.
El chico estaba cada vez más furioso y nervioso, en la mochila tenía toda su ropa, el dinero, fotos, y demás, quería recuperarla cuanto antes.
Una voz le sacó de su rabia, una voz dulce, suave que provenía de detrás suyo.
- Se te ha caido...
Se giró y vio ante él una muchacha de aproximadamente su edad, que le observaba con una suave sonrisa en los labios. Él no sonrió, no estaba de humor. La chica señaló con el dedo al lugar donde antes había estado sentado...en el suelo se hayaba la mochila.
Sorprendido, aliviado, corrió hacia ella poniéndosela al hombro. Entonces se sintió avergonzado, había montado una escena para nada, los muchachos le miraban con rabia y algunos hasta con desprecio. Quiso disculparse, pero no supo cómo. Era el último en subir al tren. Desvió la mirada y comprobó que la joven aun estaba. Tenía los ojos muy verdes, y el cabello trenzado.
- Gracias. - dijo simplemente antes de disponerse a subir con los demás.
Como respuesta sonrió, aunque era una sonrisa algo distante, parecía estar pensativa.
Una vez dentro, tomó asiento cerca de la ventana. Los demás le miraban y cuchicheaban, se sintió bastante miserable. Sabía que había sido su culpa por desconfiar tanto y culpar a todos. Había empezado con mal pie. Únicamente esa chica había sido amable. Mientras el tren avanzada, y miraba por la ventanilla, volvió a acordarse de Tifa.
" Te he prometido que saldré en los periódicos, seré alguien famoso...y que te ayudaré cuando me necesites...".
El tiempo transcurría y no sería hasta dentro de varias horas que llegarían al cuartel Shinra. Decidió cerrar los ojos y relajarse un poco, abrazado a su mochila, intentando no pensar...
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En la parada, la joven no se había movido.Sabía que él no iba a ir, siempre estaba muy ocupado, y sin embargo había mantenido la esperanza hasta el final.
" Si puedo iré a la estación, cogeré el primer tren de la tarde"
Y ella lo había creido..y ahora estaba sola, sin nadie, mirando el vacio, esperando verle llegar. Algo llamó su atención, bajo el banco de la parada.
Se acercó, agachándose. Se trataba de una foto.Mejor dicho, un DNI. En él se veía el rostro de un muchacho rubio y ojos azules, muy serio.
" El chico de la mochila...debió de caérsele si tenía algun bolsillo mal cerrado"
Leyó la tarjeta:
"Cloud...Strife"
Se guardó el carnet en un bolsillo. Debía devolvérselo.
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Nota: otro fanfic que me apatecía escribir, ya seguiré el de si no te hubiera conocido pero ahora mismo me interesa éste, que tiene de protagonistas a Aeris, Tifa, Zack y Cloud.
