¡Buenas a todos! Por fin me atrevo a hacer mi primera publicación en FanFiction, y como no podía ser de otra manera dados mis gustos fuera de lo canon, os presento mi primer Harmony (Harry x Hermione).
Tengo la idea para este fic muy desarollada, y dado que quiero que sea realista, espero no decepcionaros aunque vaya algo lento el proceso. Al fin y al cabo, quiero respetar tanto como pueda lo escrito por Rowling y es por eso que me centro en los detalles, como podréis ver, que creo que es de lo mejor que nos dejaba nuestra gran creadora.
Así pues, al principio, aunque haya indicios de un acercamiento (al menos de amistad) entre Harry y Hermione, todas las parejas empezarán siendo canon como las dictó JK, pero poco a poco, haremos que el amor triunfe para aquellos que creíamos en el amor entre "The Chosen One" y "The brightest witch of her age".
Nos ambientamos en el principio del último libro de la saga. Nada más y nada menos que la despedida de los Dursley, con una añadida Hermione y alguna que otra sorpresa. Obviamente todo aquel que no se haya leído los libros corre el peligro de leer spoilers. (Aviso de muchas sorpresas en cuanto a parejas.) El rating K+ es dado a que no descarto que haya escenas más íntimas, pero ya que no soy demasiado de escribir estas cosas, seguramente no estaría detallado.
Sin más, os dejo con el primer capítulo y espero que me sigáis en esta aventura de nuestros amigos con la misma ilusión que yo. Y siempre se agradecen los reviews. ¡Deseo que os guste! Hasta la próxima publicación.
-Espieta-
Disclaimer: Tanto el mundo de Harry Potter como sus personajes no me pertenecen a mí, sino a JK Rowling. Cualquier personaje inventado será anunciado debidamente como idea mía.
"Expecto Patronum"
Capítulo 1: Una despedida sorprendente
"- Severus... por favor.
- Avada kedavra"
- Harry... ¡Harry despierta!
Los párpados de Harry Potter se abrieron de golpe, dejando paso a unos inquietos ojos esmeralda, que observaron la silueta que le acababa de despertar con rapidez, aún tembloroso y atemorizado, irguiéndose nada más verla. La poca luz que entraba por las ventanas iluminaba tenuamente el salón, señal de que estaba anocheciendo. Su espalda y frente mojados de un frío sudor le indicó que todo había sido una pesadilla... otra más.
Sin embargo, las incesantes punzadas que sentía en su cicatriz le indicaban que, probablemente no muy lejos, Lord Voldemort había sentido esa euforia de volver a matar... y esa súplica, la de aquella mujer que había oído, llorosa y tendida en el aire, solo le recordaba que hacía unos meses, Dumbledore había sido asesinado de manera muy parecida por el hombre que Harry más odiaba después de Voldemort: Severus Snape. Las pesadillas que ya de por si le atormentaban habían empeorado desde el junio pasado, cuando ese despreciable hombre de nariz aguilucha y pelo grasiento que tanto había detestado a lo largo de los años, había asesinado a sangre fría su antiguo director en lo alto de la Torre de Astronomía.
- ¿Harry? –la voz susurrante e insistente de su mejor amiga, le hizo volver en sí, aunque aquellas voces todavía resonasen en su cabeza.
- Estoy bien, estoy bien...
- A mi no me lo parece...
- Estoy bien, Hermione. –concluyó, tajante y con seriedad, haciendo que Hermione se tensara y algo asustadiza por su malhumor, se pusiese de pie para darle espacio. Harry aprovechó para ponerse sus gafas, colocándolas bien en el puente de su nariz antes de levantarse, entumecido. Con los nervios y la impaciencia atormentándole todo el día, se había pasado las horas preparando las cosas para irse, según el plan. En algún momento de agotamiento, se había dormido en el sofá esperando a que llegara la hora de partir. Los objetos que pudo encontrar a su lado solo hicieron que enfurecerle un poco más. Había las hojas del ejemplar de El Profeta que le había llegado ese mismo día, donde el artículo de que esa repulsiva de Rita Skeeter había escrito un libro sobre aquel hombre que había llegado a admirar tanto y el que, según el otro artículo que guardaba de Elfies Dux al parecer apenas conocía, era la noticia del día. Solo de pensarlo, el estómago se le removía y la ira se acrecentaba en Harry... Tantos años juntos, y Dumbledore nunca le había confesado nada acerca de su familia... aún menos de Arianna. Rita en cambio había descubierto cosas de su pasado, y a Harry le producía repugnancia el pensar cuánto sería cierto y cuánto sería producto de su vomitiva imaginación y vuela-pluma. Pero justo encima de ambos periódicos, también podía ver ese trozo de espejo que había estado observando la noche anterior y la rabia se apaciguó. Sin prestar demasiada atención a Hermione, que seguía a unos pasos de él, volvió a mirar ese pedazo, deseando que como en ese momento, en un instante, se le apareciese la imagen de Albus Dumbledore al pensar en él, observándolo como solo ese hombre solía hacer. Pero ese destello azul no apareció, y Harry se sintió infinitamente estúpido al creer que eso hubiera sido verdad... Dumbledore estaba muerto, ya nunca volvería a mirarle.
Una leve aclaración de garganta fue suficiente para que Harry volviese la mirada de nuevo a la castaña, despertando su curiosidad.
- ¿Qué haces aquí Hermione?
- He llegado hace unos minutos... Quise venir antes que los demás, por si necesitabas ayuda con tus cosas. –explicó, algo más relajada al ver que se calmaba. Pero había algo en ella que hizo sentir a Harry que algo no iba bien. Sin duda Hermione andaba nerviosa y parecía preocupada, jugueteando con un pequeño bolso entre sus manos.
- Oh... gracias. –dijo el moreno como toda respuesta. Un leve sentido de la culpabilidad le invadió al darse cuenta de que la había tratado mal cuando estaba allí para ayudarle. Justo cuando estaba pensando en disculparse y preguntarle si le ocurría algo, un grito le interrumpió.
- ¡Muchacho!
Todos los años en los que había oído ese grito le hizo saber que su tío Vernon Dursley reclamaba su presencia, así que con una última mirada a Hermione y guardando en un segundo los periódicos y el trozo de espejo en la bolsa que se llevaría, dirigió sus pasos hacia la entrada, donde aquel enorme hombre acababa de entrar al volver del coche. Su bigote erizado y tembloroso y ese rostro gordinflón algo rojo no le indicaban nada bueno, pero Harry ya no era un niño, y tampoco andaba de buen humor, así que le encaró con toda la tranquilidad posible.
- ¿Qué?
Tío Vernon le miró con el mismo desprecio de siempre y tras unos instantes pasó por su lado, entrando él de nuevo en el salón, con Petunia y Dudley siguiéndole a cierta distancia. Harry alzó los ojos al cielo, temiéndose otra discusión, antes de seguirle con la mirada. Al llegar, tío Vernon señaló la butaca libre donde no se habían sentado Petunia y Dudley, mirando al chico.
- Siéntate. –Harry no hizo ademán de hacerle caso, mostrando desinterés por sus maneras.- Por favor. –añadió en un gruñido, como si le doliese el cuello al tener que mostrar educación con él. Hermione le dedicó una mirada cómplice a Harry, todavía de pie junto a la entrada de la estancia, suficiente para que Harry aceptara a regañadientes y se sentase donde le había indicado, en silencio.
- Me lo he repensado.
- Qué raro. –dijo Harry con tono escéptico, viendo de reojo como Hermione se acercaba a su espalda para mostrarle su apoyo en ese momento.
- No utilices ese tono con tu tío. –advirtió tía Petunia con voz respingona, pero Vernon no hizo el menor caso de cómo le había contestado su sobrino.
- Todo lo que nos has dicho son pamplinas y he llegado a una conclusión. Nos quedamos; no iremos a ningún sitio. Todo esto es un complot para quedarte con la casa.
Harry traspasó con la mirada a su tío, con una mezcla de exasperación, rabia e incredulidad. Habían sido demasiadas las veces que Vernon había cambiado de opinión desde que Harry les había puesto al día acerca del plan según la Orden, y ya se le agotaban las maneras de explicarle que era lo mejor para ellos. Se levantó de repente, encarando a su tío con fuerza.
- ¿Que te has vuelto loco? -exclamó Harry.- ¿Un complot para quedarme con la casa? ¿Puede ser que seas tan corto como pareces?
- Cómo osas... –chilló en un instante tía Petunia, pero no prestó atención a su queja.
- ¡Ya tengo una casa! ¿te acuerdas? Mi padrino Sirius me dejó una, con bastantes mejores recuerdos de los que guardo aquí. –prosiguió Harry.- ¿Qué es lo que no entiendes de que corréis peligro si os quedáis aquí?
- Que no me lo creo, simplemente. -respondió tío Vernon, empezando a andar de un lado a otro sin perder de vista a Harry.- ¿Por qué "uno de los tuyos" tendrían que hacernos algo? ¿No es a ti a quién buscan? ¿Qué ganarían con hacernos daño a Dudley, a tu tía o a mí?
- Ya te lo he dicho mil veces... –trató de contar Harry una vez más, irritado y terminando de agotar su paciencia, acercándose a Vernon.- Lord Voldemort y sus secuaces matan muggles por diversión, disfrutan con el dolor y sufrimiento de los que no son como ellos, y si ven la mínima posibilidad de saber donde estoy, no dudarán en torturaros para que se lo contéis... –Petunia dio un respingón en su sitio.- Cuando cumpla los diecisiete años el hechizo protector que lleva funcionando todos estos años se deshará, y eso os dejará desprotegidos... a todos nos dejará, permitiendo fácilmente que nos encuentren. Por eso os tenéis que esconder, tenéis que dejaros ayudar por la orden, quiénes os protegerán de la mejor manera posible. Todo lo que estáis viendo últimamente por las noticias no son accidentes; él está detrás.
- Pero ¿y mi trabajo? ¿Y la escuela de Dudley? Eso quizá no os importe a los de vuestra especie pero...
- ¡Os torturarán y matarán como hicieron con mis padres! –gritó Harry, pero se encontró con una mano en su hombro, que nada más sentirla le relajó. Hermione estaba a su lado y miraba a Vernon Dursley como si viera a través de él. Echó un rápido vistazo a Petunia y Dudley, que andaban sin habla, antes de tomar ella la palabra.
- Señor Dursley... –procuró empezar con educación. Tío Vernon se la quedó mirando, perplejo por encontrarse con una bruja, alguien tan repugnante para él, que le tratase con tanto respeto y serenidad.- Entiendo su preocupación, de verdad... pero es lo mejor. Son poderosos, les hemos visto actuar... ya empiezan a haber desapariciones, muertes, caos, como solo se recuerda que hubo la última vez que... Voldemort -Harry pudo sentir como una vez más, que Hermione pronunciase su nombre le tranquilizaba.- andaba detrás. Hay infiltrados en el Ministerio, no se puede confiar en el sistema, y a duras penas podemos fiarnos de la gente que conocemos...
- Pero niña, es nuestra vida. ¡No podemos renunciar a ella tan fácilmente solo porque una panda de pirados anden buscando al muchacho!
- No son pirados. ¡Son crueles, asesinos sin piedad! ¡Magos y peligrosos, señor! –al parecer, hasta Hermione podía llegar a perder la paciencia con tal espécimen replicándole cualquier argumento.- Son muchos, demasiados, y cada día reclutan más. Y no solo mortífagos, sus secuaces, sino inferis (cadáveres vivientes), gigantes, hombres lobo... ¿no ve la niebla que se escampa últimamente? ¡Hay dementores por todos lados! –Dudley hizo una mueca de horror al recordar aquello que le había atacado hacía dos años.- ¡Miles quizás, escampando el miedo y el desconsuelo! -en ese punto de su sermón, Dudley andaba más blanco que el papel y tío Vernon se la miraba con pavor por todo lo que contaba.- Quieren cambiar el mundo tal y como le conocemos. ¿Cree que nosotros no hemos renunciado a nuestras vidas? ¡He borrado la memoria de mis padres para que no corriesen peligro! ¡Nunca más me reconocerán!
El silencio se hizo en la sala, y Harry miraba a su mejor amiga con la esperanza de no haber oído bien. Esa pequeña culpabilidad que le había surgido al haberle contestado tan secamente unos minutos antes, se acrecentaba cada vez más y más al procesar lo que acababa de decir su fiel compañera. Acababa de renunciar a lo que él nunca había tenido, por su culpa... Hermione ya no existía para sus padres, y Harry no se podía sentir más miserable. En ese momento la habría abrazado, aunque no sabía si por pena o por agradecimiento, pero su cuerpo no reaccionaba. Hermione aún tenía la vista fija en Vernon, su voz se había quebrado al final de la explicación y aunque sus ojos brillasen como si unas lágrimas amenazasen con crearse y brotar de sus ojos, se mantenía firme. Tío Vernon intentaba mostrarse serio, y seguramente, dado que se volvía de un color morado que asustaba, andaba buscando como contestarle y refutarle esa palabrería. Pero cada vez se deshinchaba más, señal de que no podía decir nada más al respecto.
- Papá... yo me voy con esa gente de la orden. –dijo de repente con seguridad Dudley. Al parecer el recordar su experiencia con los succionadores de alma le había hecho entrar en razón. Harry, sorprendido, se quedó mirándolo un momento. Echó un último vistazo a Hermione, con la decisión de que ya hablaría con ella después sobre sus padres, antes de dirigirse a Dudley. El tiempo apremiaba, pero tenerle de su lado le daba la batalla por ganada; era imposible que sus padres se separasen de su Dudders.
- Dudley, es la primera vez que te oigo decir algo sensato. –dijo Harry, y Vernon, tras una mirada general a su esposa e hijo, murmuró que volvía a estar convencido. Se iban de Privet Drive.
- Perfecto, Hestia y Dedalus deben estar a punto de llegar. –añadió Hermione recuperando su tono normal tras una ojeada el reloj que se encontraba encima la chimenea.
En unos minutos, todos estaban ayudando a terminar de cargar el equipaje de los Dursley. Dedalus Diggle y Hestia Jones ya estaban con ellos y prometían por enésima vez a Harry que los protegerían tan bien como sabían. Vernon no parecía aliviado, pero ya no protestaba. Miraba su casa una vez más, despidiéndose de ella con la mirada y esperando a que Petunia saliese. Dudley fue el primero en hablar tras escuchar como Dedalus le decía a Harry que había un cambio de planes en cuánto a como le trasladarían a él y contar a tío Vernon que conducirían unas diez millas antes de desaparecer.
- No lo entiendo... -murmuró, haciendo que Harry despertara su interés al ver a su primo intentando pensar.
- ¿Qué no entiendes, querido? –preguntó Hestia con tono amable.
- ¿Por qué no viene con nosotros? –dijo señalando a Harry con su grande mano. Harry y tío Vernon se quedaron mirándolo como si acabase de confesarles que por las noches se dedicaba a bailar ballet.
- Pues... porque no quiere ¿verdad que no quieres? –respondió Vernon con rapidez.
- No, gracias. –dijo Harry.
- Pero ¿dónde irá? -volvió a preguntar Dudley, de una manera que Harry le recordó a Grawp, el gigante medio hermano de Hagrid, tan inocentemente como extraño.
- ¿No saben dónde va a ir su sobrino? –preguntó de repente Hestia , desconcertada.- ¿Ni el peligro que corre, ni todo lo que le ha ocurrido, y lo importante que es para los que estamos en movimiento contra Voldemort?
- No, no lo saben... –dijo Harry sin darle mayor importancia.- Siempre les ha parecido que molesto, más bien, pero ya estoy acostumbrado...
- Yo no creo que molestes.
Ver como Dudley había pronunciado esas palabras con sus propios labios fue como si le tirasen un cubo de agua fría encima, mirando a su primo sin llegar a creérselo, y sintiendo como cierta incomodidad le invadía junto a la sorpresa. Era como si aquel niño que le había hecho la vida imposible de pequeños hubiera desaparecido por completo. ¿Tenían los dementores el poder de cambiar la personalidad de alguien?
- Yo... gracias Dudley. –fue lo único que fue capaz de murmurar, siendo consciente de que tal declaración por parte de él, era prácticamente como si le hubiese dicho "te quiero". Tras un silencio incómodo, Dudley pareció reunir fuerzas y coraje para acercarse a él y le tendió la mano, la cual Harry estrechó, aún sorprendido.
- Adiós, Harry.
- Cuídate, Duddy. –contestó él con una pequeña sonrisa, haciendo que Dudley asintiese también con una mueca parecida a ello, y tras unos pasos, se metiera en el coche a esperar a sus padres.
Dedalus Diggle empezó a presionar para que se dieran prisa mientras Hestia también se metía en el coche. Vernon miró una última vez a Harry, al parecer sin intención de acercarse, pero dedicándole lo que se asemejaba a un poco de cariño en la encrucijada de miradas. Harry sacudió la cabeza como todo adiós.
- Harry ¿y tu tía? –preguntó Hermione, que se había mantenido al margen hasta entonces.
- Harry ve a buscarla, si eres tan amable, tendríamos que partir ya. –dijo Dedalus con cierto nerviosismo, mirando un reloj de bolsillo que le repetía "¡Date prisa, date prisa!". Harry asintió y volvió adentro la casa, buscando con la mirada a su tía Petunia.
Se la encontró en el salón, con bolso entre sus manos, el abrigo puesto y mirando alrededor, ausente. Antes de acercarse a ella también miró la casa. Sus pasos apenas sonaban sobre la moqueta, pero el silencio sepulcral que ahora invadía el Número 4 hacía que hasta aquello se pudiese oír. La casa estaba practicamente vacía, solo con los muebles más grandes ocupando algunos puntos de las estancias. Petunia estaba justo en el centro, mirando sus paredes rosas con los labios fruncidos.
- He vivido en esta casa 20 años... -murmuró con tono misterioso y nostálgico, algo que le era realmente extraño a Harry.- Y ahora, de un día para otro, debo irme.
Con calma, se acercó a ella, deteniéndose a medio paso y tratando de ser lo más cortés posible.
- Ya os lo he dicho... os torturarían... -le dijo con cautela y suavidad.- Si creen que sabéis de mi paradero no se detendrían ante...
- ¿Crees que no lo sé? –le interrumpió con seriedad Petunia, mirándole directamente, aún en bajo tono.- ¿Piensas que no temo de lo que son capaces?
Harry se quedó sin habla, totalmente paralizado y mirando a su tía como si nunca antes la hubiera visto de la misma forma; como si fuera humana, y no una maquina de cotilleos y regañinas.
- No solo perdiste a tu madre aquella noche en el Valle de Godric ¿sabes? Yo perdí una hermana.
Harry sintió como si la verdad le golpease de repente. Por primera vez en años, su tía hablaba sobre su madre como a una hermana, como a alguien querido, y no como a un monstruo. Aquel murmuro había hecho enternecerle y perturbarle al mismo tiempo.
- Yo... –el final de la frase se quedó estancado en su garganta al ver como su tía se le acercaba lentamente y le envolvía en un abrazo, fuerte, seco y algo forzado, pero un abrazo al fin y al cabo. Harry no supo qué hacer, pero en ese momento podía jurar que su estima por su tía acababa de crecer hasta límites insospechados... por fin se comportaba como su familia. En cuánto se separaron, Petunia miró de cerca los ojos de Harry, haciendo que el susodicho se diese cuenta de que su tía estaba viendo en ellos los antiguos ojos de su hermana. Le dedicó una áspera y rápida caricia en la mejilla como despedida, y tras aquello, pasó por su lado para irse, antes de dejar que alguna lágrima delatase su preocupación por el chico.
Harry se quedó unos instantes en el salón, asimilando lo acontecido, antes de ir hacia la entrada. Hermione se le acercó, quedándose ambos en el lindar de la puerta mientras Dedalus se aseguraba de que estaban todos.
- Hermione, yo... –empezó a decir con la intención de abordar el tema de su Obliviate, mirándola con preocupación.
- No quiero hablar de eso ahora, Harry. –respondió ella con suavidad pero rotundez. Él aceptó no presionarla y se despidieron de Dedalus y Hestia con un vaivén de manos, viendo como el coche de los Dursley desaparecía poco a poco de la calle.
Harry no sabía qué sería de ellos... pero por primera vez, deseaba que nada malo les ocurriese.
