Ohayou mina! Bueno les traigo una historia que espero que les guste. Habra lemon en ella, asi que por favor menores abstenerse.
No olviden dejar sus reviews! ;)
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Un mundo en color gris pálido
El encuentro que estoy a punto de relatar, dura solo un micro segundo en la vida de dos personas que se cruzaron, en un lugar desconocido, en un tiempo indefinido.
Por las calles de aquel lugar caminaba una hermosa mujer de más o menos 30 años. Por su vestimenta se notaba a leguas que era una persona de la aristocracia. Portaba de manera esplendida aquella ropa de seda fina y un peinado sofisticado en sus cabellos azules con adornos de oro y piedras preciosas. Caminaba con el cuello extendido, pero sin rigidez en la nuca, la espalda recta y la cabeza en alto, sus grandes ojos reflejaban una mirada de color gris pálido con un ligero tinte azulado que estaba fijada en el frente y no parecía haber poder humano que pudiera desviarla, el mundo a su alrededor no parecía existir, ella era el centro del mundo y lo sabía. Su caminar era elegante, refinado pero tan natural que solo se podría imaginar que toda su vida había estado rodeada de lujos y que jamás había conocido la pobreza, ni las dificultades cotidianas de los plebeyos. Esa calle, era su calle, todo el mundo se hacía a un lado al momento que pasaba, orgullosa, altiva.
Al mismo tiempo, por el mismo lugar caminaba un hombre de más o menos la misma edad. Por su vestimenta se notaba a leguas que era una persona que había pasado su vida en lo más bajo de la sociedad. Portaba una ropa de tela barata y sucia. Sus cabellos rubios estaban despeinados y parecía que no se había bañado en días ya que se podía notar, además de su mala facha, que no se había afeitado en un buen tiempo. Caminaba con la espalda curvada, la cara baja, su mirada de color azul cielo no dejaba de fijar el suelo y no parecía haber poder humano que pudiera desviarla, el mundo a su alrededor no parecía existir, él era el fantasma que todos quieren evitar, la escoria de la sociedad indeseada y lo sabía. Su caminar era tosco y abandonado y solo se podría imaginar que toda su vida había estado rodeado de escasez y que jamás había conocido la riqueza, ni las facilidades de los aristócratas. Esa calle, solo era una calle más por la que deambulaba sin rumbo, todo el mundo se hacía a un lado al momento que pasaba por ella, derrotado, humilde.
Pero paremos la imagen justo en el cruce de estos dos personajes como si detuviéramos la vida y nuestro entorno se quedara detenido como en una pintara.
Observemos la postura de ella. A pesar de ir fijando el frente y pasar tan orgullosa, se pudo notar que sus ojos se desviaron levemente hacia aquel pordiosero que pasaba a su lado. En su mirada, por un momento, fue difícil descifrar lo que estaba pasando en su interior. ¿Temor? ¿Angustia? ¿Odio? ¿Nostalgia? Su pecho estaba hinchado, en ese momento preciso, había tomado una gran bocanada de aire, llenando al máximo sus pulmones, como si hubiese intentado darse valor para pasar al lado de aquel hombre. Sus delicadas manos se cerraron en puño en ese micro segundo, como para retener algún sentimiento que no quería dejar escapar. Su paso hesito por esa misma milésima de tiempo, quedando suspendido en el aire al momento en que paramos la imagen.
Observemos ahora la postura de él. A pesar de ir fijando el suelo y pasar tan derrotado, se pudo notar que al igual que ella, su mirada desvió hacia aquella diosa inalcanzable que pasaba a su lado. En su mirada, por un momento, fue difícil descifrar lo que estaba pasando en su interior. ¿Cobardía? ¿Vergüenza? ¿Anhelación? ¿Nostalgia? Su pecho se oprimió, en ese momento preciso, había dejado ir todo el aire de sus pulmones, como si respirar el mismo aire que ella fuera un pecado digno de muerte. Sus manos toscas estaban completamente abandonadas a ellas mismas, como si estuvieran cansadas de retener ese sentimiento que guardaba y del que jamás pudo deshacerse. Su paso hesito por esa misma milésima de tiempo, quedando suspendido en el aire, al igual que el de ella, al momento en que paramos la imagen.
Y bien, estos dos personajes que al parecer viven en dos mundos completamente diferentes pasaron por la misma calle, como dos completos desconocidos y nadie noto en ese micro segundo la invasión de sentimientos y recuerdos que llegaron a sus mentes en ese cruce casual y es viendo cómo mece el viento las hojas de un gran sauce llorón y bajo la melodiosa voz de una mezzosoprano que les relatare la historia de estos dos personajes.
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Lo primero que llego a la mente de ambos fue una callejuela en las profundidades de aquella cuidad de una época lejana, en un Japón que ahora solo existe en nuestra imaginación, más precisamente en un mercado que quedaba cerca de un río, en donde se podían escuchar los gritos de los vendedores y el trinar de las gaviotas y muy a lo lejos el ruido del agua corriendo, también llegaban al mismo tiempo olores de pescado, frutas y especies de todo tipo. Las domésticas o madres de familia pasaban por ahí apresuradas y se escuchaba el barahúnda que hacía todo ese gentío a tempranas horas de la mañana, hombres y mujeres pasaban por el lugar, ignorando a una pequeña de seis años vestida con una bata en malas condiciones de color gris que le llegaba hasta las rodillas y unas sandalias viejas en sus pies desnudos.
-¿Me compra una rosa Hime-sama? – Pedía a las pasantes, pero parecía ser invisible a la vista de muchas y las pocas miradas que recibía eran de desdén. Aquella pequeña vio bajar de su carrosa cargada por sus sirvientes a una hermosa niña de cabello rosa, vestida con hermosas ropas de seda con colores que hacían juego con sus cabellos, llevaba en su rostro una sonrisa de felicidad que parecía ser inalcanzable para ella y por un momento anhelo con todo su corazón llegar a tener algún día esa misma expresión. Aquella pelirosa abrazaba una hermosa muñeca, su vida parecía de ensueño y ella no podía ni soñar con algo parecido.
-¡Atrapen a ese ladronzuelo! – Aquella gruesa voz masculina la saco de sus pensamientos, pero cuando voltio era demasiado tarde, un niño, más o menos 2 años mayor que ella, venia de chocarse, llevándosela con él al suelo. Un montón de naranjas salieron rodando por todos lados, la niña al verlas rodar tomo una en sus manos, se veían deliciosas, tenía mucha hambre y no pudo impedirse desear comerse una, el hombre que venía persiguiendo al chiquillo los vio en el suelo con su mercancía.
-¡Atrápenlos! ¡Son unos ladrones! – Vocifero, todo el mundo miro con desprecio hacia ellos, pero nadie hizo nada.
-¡Corre!- Grito el niño tomando su mano y jalándola con él. El chiquillo parecía conocer los lugares más escurridizos de aquel mercado. Cuando llegaron a un callejón lejano pararon su carrera.
-¡Aaaigoo! – Suspiro - ¡Eso estuvo cerca! – Se exclamo retomando el aire y limpiándose el sudor de la frente. La niña aun sostenía la naranja en la mano, cosa que no pasó desapercibida por el que las venia de robar.
-T-ten…creo que es tuya…- Dijo con el dolor de su corazón, deseaba comérsela, pero no era de ella, lo miro profundamente con sus ojos perlados, el pequeño rubio se le quedo viendo anonadado, el color de su mirada era única y parecía hechizarlo, y a pesar de que su rostro estaba manchado con hollín, le pareció estar en presencia de la cosa más hermosa que jamás había visto.
-Ahh…no importa…te la puedes quedar… ¡hace rato me comí un montón!… -Mintió sonrojándose levemente de sus mejillas, pero su estómago lo traiciono y se puso color tomate.
-mmm ya veo… ¡pues yo hace rato comí un gran plato de arroz con pescado frito! Así que una naranja entera sería demasiado y me dolería la panza…- Comentó tranquila mientras pelaba aquella fruta, al terminar la partió a la mitad y se la extendió con la sonrisa más encantadora que jamás le habían hecho. Desgraciadamente, su estómago también la traiciono, pero el pequeño le devolvió la sonrisa, ignorando esa traición y tomo su parte.
-¿Dónde vives? – Pregunto amistoso, no recordaba haberla visto por ahí antes, la niña no tenía lugar fijo, vagaba por las calles desde varios meses, se había quedado sola en ese lugar caótico después de la muerte de su madre. Su padre había sido un samurái que venía de un gran linaje, pero en esa época, los samuráis ya no tenían prestigio alguno y se había ido, abandonándolas sin ni un centavo para sobrevivir. Su madre y ella subsistían en el campo como podían, pero debido a la gran pobreza a la cual se enfrentaban, tuvieron que salir en busca de un mejor lugar. Desgraciadamente, su progenitora enfermo y ahora, estaba completamente sola.
El jovencito de ocho años que se había prendido de sus ojos grises decidió llevarla con él. Después de deambular todo el día en busca de comida, la llevo a donde se alojaba, pasaron por una estrecha calle empedrada, llegaron a un puente arqueado por donde corría el agua de un pequeño canal, las casas de madera se encontraban a lo largo de este mismo, luces y faroles de papel empezaban a encenderse. Los primeros clientes entraban en los locales por las puertas correderas de madera y papel que sólo dejan ver la luz del interior, risas y bullicios de hombres se empezaban a escuchar desde el interior de aquellos lugares, bajo cantos, sonidos de tambores y shamisens.
Naruto se paró y miro a su alrededor, la hizo escalar por el techo de una casa de madera, llegaron a un cuartito que estaba lleno de tiliches empolvados.
-Shuut …no hagas mucho ruido o nos podrían pillar…
Desde hacía varias semanas, se había instalado en ese cuarto que se situaba hasta arriba de una casa que parecía estar abandonada, pero por si las dudas, era mejor no hacer ruido y solo llegaba una vez la luz oculta.
-Es mejor que dormir afuera, ¿no crees? – La niña sonrió tímidamente, no tardo en volverse adicto a esa sonrisa que le aceleraba el corazón. Deseo verla sonreír por el resto de su vida con esos ojos grises que le robaban el aliento.
Ella poseía una belleza inimaginable que podía deslumbrar a cualquiera.
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-¿Hinata!?Hinata!? – Gritaba en voz baja para que la ojiperla lo volteara a ver, pero ella seguía ida viendo la linda muñeca en el puesto del mercado. Naruto desvió sus ojos hacia donde ella los tenía.
-¡Hinata! – Grito de nuevo, la niña voltio hacia él y le sonrió apenada – ¿Lista?
-¡Hai! – Contesto animada, se paró en frente del dueño de la tienda de fruta, inspiro profundo y pego un grito aterrador con su voz aguda – AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHH! – Como era de esperarse el dueño y la gente que pasaba por ahí se acercaron preocupados, una señora hasta insulto al tiendero acusándolo de hacerle quien sabe que a la pequeña. En el desastre ocasionado, su amigo aprovecho el momento, en cuanto vio que él se había ido con una buena dotación de fruta dejo de gritar. Tenía el rostro completamente rojo por la falta de aire y el esfuerzo que venía de hacer.
-¿Pero niña que te paso? ¿Estás bien? – Le preguntaba la señora, a lo que ella solo sonrió robándole el corazón a los espectadores y simplemente les contesto que nada. Se fue dando pequeños saltos sin darle más importancia al asunto.
Después de un año se habían vuelto un duo de ladroncillos bastante experimentados. Naruto intentaba hacer trabajos por aquí, por allá, pero no era sencillo, así que cuando no les iba bien tenían que recurrir a algunas artimañas. Ese día después de una semana mal comiendo, habían podido comer hasta zacearse de fruta.
Los dos se acostaron al borde del río mirando pasar las nubes, pequeños copos de nieve empezaron a caer.
-Es hora de regresar – El rubio se paró para encaminarse, ella vio su espalda, espalda que seguía como sombra desde que lo conocía y se había prometido seguirla por el resto de su vida.
Regresaron al cuarto donde estaban alojados. El frio empezaba a hacerse sentir, el invierno en ese lugar era duro. La niña empezó a escalar con precaución por el techo de aquella casa abandonada.
-¿Qué haces? ¿No vienes? – Le pregunto a su amigo.
- Ettooo…luego te alcanzo, tengo algo que hacer…- contesto
-¡Voy contigo! – No había ni terminado de decirlo que ya estaba bajándose.
-¡No! Solo espérame ¿sí? – La nena solo hizo una mueca, no le gustaba quedarse sola, tenía miedo de no volverlo a ver, quedarse sola otra vez la aterraba – Por favor…no tardare…- Continuo él, hasta que ella termino por ceder.
En el cuarto obscuro, el frio y la humedad se sentían cada vez más intensos. Tomo unas cobijas que habían bajado a robarse en uno de los cuartos de aquella casa y se tapó. Naruto había estado desapareciendo así por unos días durante todo el otoño, aunque lo había dejado de hacer desde hacía unas semanas, sus ojos empezaron a cerrarse, mientras pensaba a donde rayos se podía meter tan tarde.
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La mujer suspiro al ver llegar al rubio.
-Entonces, no cambiaras de opinión. ¿Quieres una muñeca? – Pregunto la tiendera, durante el todo el otoño el chico había hecho algunos trabajos extras para poder obtener ese juguete, no comprendía porque no tomaba un juguete de niño o alguna ropa, que bien le hacía falta ya que la que traía estaba bastante desgastada.
-¡HAI! – Asintió feliz con una sonrisa de oreja a oreja.
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Al entrar al cuarto vio como aquel angelito iba cerrando sus hermosos ojos grises ganada por el sueño.
-Tanjoubi Omedetou - Le susurro a su oído mientras sostenía en sus manos una muñequita de trapo, Hinata se enderezo rápidamente, sus ojos estaban abiertos de par en par al ver aquel juguete que tanto deseaba.
-¡A-Arigatou Naruto-kun! – Grito ahogada, sobrexcitada de la emoción mientras que sus ojos se llenaban de lágrimas de alegría, se le lanzo al cuello haciéndolo sonrojar al extremo. Hinata no recordaba cuando era su cumpleaños, solo recordaba que ese día, solía caer la primera nevada.
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Hinata se despertó en el ático de aquella casa y su mirada se paró en aquella muñeca que Naruto le había regalado hacia seis años, era su única posesión material y lo más preciado que tenía. El blondo miraba por la ventana, se voltio hacia ella al verla despertar y le sonrió. Los primeros rayos de sol iluminaban su rostro haciéndole ver extremadamente guapo y varonil y ella sentía mariposas en su vientre siempre que la miraba con esos ojos celestes.
-¡Vamos! ¡Intentare que me den trabajo en el mercado! – Indicó
Desgraciadamente la suerte no estuvo de su lado, regresaron derrotados por la misma calle empedrada de siempre, se cruzaron a unas prostitutas y unos borrachos, algo a lo que ya estaban acostumbrados en ese barrio de mala muerte por el que siempre pasaban.
-Tengo hambre Naruto, no hemos comido nada en 4 días…- se quejó la niña haciéndole un puchero que le rompió el corazón.
-Lo se…
-Hagamos lo del otro día…- Sugirió ella sonriéndole coquetamente.
-¡No! No quiero exponerte…- Esperaba encontrar otra solución en vez de esa, pero sabía que no la habría.
-Pero no pasara nada…tu estarás ahí para defenderme, siempre estás ahí para hacerlo – El blondo suspiro, no podía dejar pasar un día más sin que ella comiera nada, no quería que se enfermara, así que termino aceptando.
Hinata, que ahora tenía 13 años, se acercó a una esquina, puso la sonrisa más coqueta y provocativa que tenía, imitando a aquellas mujeres que trabajaban en las calles. A pesar de su corta edad, el atractivo sexual que tenía unido a su gran belleza atraía a muchos y en aquella época, no era raro ver prostitutas de su edad.
-Hinata…deja de robarnos a nuestros clientes – Se quejó Anko, una mujerzuela que ya los conocía.
La chiquilla rio divertida y le guiño el ojo.
Un hombre viejo se le quedo viendo a aquella belleza, se le acerco, era demasiado hermosa como para estar trabajando en las calles. Con la mirada y la sonrisa de una mujer fresca, lo jalo hacia el callejón que estaba por ahí sin decir palabra, el hombre empezó a acercar peligrosamente su mano hacia su rostro, pero antes de que pudiera hacer cualquier movimiento sintió algo puntiagudo en la espalda.
-La tocas y te mato – Amenazo mientras que al mismo tiempo palpaba la ropa de aquel hombre, le saco todo el dinero que traía, el hombre solo sonrió de lado, venía de caer en una trampa muy tonta, pero no podía apartar la vista de aquella chiquilla.
-Sabes chico, tienes un diamante en bruto en tus manos, esta pequeña es hermosa, podría valer mucho si la pulimos un poco, podrías ganarte un buen dinero con ella… ¿Porque no me la vendes?
-Está loco –bufo – Jamás lo haría.
-Lastima…solo ten en cuenta una cosa, una flor tan delicada como ella, no debería de vivir en este lugar inmundo como una pordiosera… si cambias de idea, ven a verme al Kashizashiki de Tsunade …pregunta por Jiraiya…créeme yo puedo hacer que tenga una vida decente y nunca más tendría que pasar penurias…
- ¿Una vida decente?… en un burdel…no me diga…No dejare que se vuelva una prostituta, aunque me cueste la vida…se lo puedo asegurar…- Afirmo mientras que sus mandíbulas de apretujaban cada vez con más fuerza, como se atrevía ese viejo a ofrecerle tal cosa.
-¿Prostituta? Jamás dije que sería una vulgar prostituta…- Su sonrisa de viejo zorro no dejaba su rostro.
Naruto quería romperle la cara, jamás le daría a un viejo rabo verde a su dulce Hinata, él la cuidaría, retuvo su cólera para evitar problemas, algunos guardias andaban por el lugar, lo obligo a bajarse los pantalones para que pudieran salir corriendo de ahí.
El hombre salió del callejón, esa niña le podía hacer ganar mucho dinero, ya tendría la oportunidad de tenerla, sonrió maliciosamente.
-Es la primera vez que veo a alguien salir tan contento después de que le robaron…- comento Anko
-Quiero que me la venda… ¿Los conoces?
-jajaja puedes seguir soñando, esa niña es la pupila de sus ojos, ¡jamás te la vendería! – Reía divertida.
-¿Cuánto me cobras por un poco de información? – La azabache recobro poco a poco su seriedad, un dinero extra siempre era bienvenido.
-No sé mucho de ellos…pero… - Jiraiya sonrió, la gente siempre tenía un precio.
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Mientras caminaban por la calle empedrada, unas mujeres de vestidos de seda pasaron a su lado. Hinata se les quedo mirando, parecían princesas con aquellos hermosos kimonos.
-¡Ohe! – Llamo Naruto – Mira por donde caminas…- Regaño, sus ojos se cruzaron, y la niña lo fijo, clavando sus ojos grises en los suyos, acerco su cuerpo para colgarse a su brazo, estaba tan cerca que el chico pudo sentir, en su antebrazo, aquellos pequeño bultos que se le empezaban a formar y a los 15, los chicos suelen ser bastante pervertidos.
-¿Nee Naruto?... ¿Crees que me vería bien en un vestido como ese? – preguntó sonriéndole coquetamente, el corazón adolecente del rubio palpito a mil por hora. Sus ojos se hundieron en el pequeño escote que tenía en su vestido gris, cosa que hizo que ella se hinchara más al darse cuenta en donde estaban sus ojos.
-Te verías hermosa…- contesto en un susurro mirándola desbordante de amor - Algún día tendrás uno aún más hermoso, ¡Te lo prometo!…- Tal afirmación provoco que ella sonriera, no por el hecho de tener un vestido caro algún día, sino porque él siempre velaba por ella y siempre quería hacerla feliz.
Al llegar al ático, Hinata se sentó en el borde de la ventana en la obscuridad que los invadía. La luz de la luna entraba iluminándola de manera maravillosa. Se veía tan hermosa que al blondo le dolió apartar la vista de ella.
-Es hora de dormir Hinata, quítate de ahí – La niña hizo un puchero, pero asintió.
Se paró detrás de un separador de ambiente de madera y papel que tenía motivos de flores en donde solía cambiarse su vestido gris por una batita blanca de dormir que habían encontrado entre los objetos guardados de la casa, lo bueno de ese lugar, es que había muchas cosas abandonadas.
El blondo, como desde hacía ya un tiempo, no pudo impedirse espiar por la pequeña rendija que tenía aquel separador de ambiente. Veía el momento en el que ella levantaba los brazos para quitarse su vestido gris, su piel blanca quedaba completamente descubierta, a veces hasta lograba ver, le parecía a él, uno de sus senos, haciendo que entre sus piernas se colocara una erección bastante notoria, lo que lo hacía sentirse el hombre más pervertido del mundo, pero esta vez no podía más, tenía que salir de ahí o terminaría haciendo algo que no debía.
Al terminar de cambiarse, Hinata salió detrás de aquel separador con la bata blanca que le quedaba bastante grande, y se extrañó al no verlo en el cuarto.
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El blondo iba en el frio intentando sacarse esas ideas pervertidas de la cabeza.
-¿Que sucede Naruto-chan? – Pregunto Anko al verlo tan concentrado en su caminata, se le acercó para seguirlo y le tapo el paso.
-A-Anko-chan…-susurro el chico que no se había dado cuenta que ella lo seguía.
-¿Que sucede guapo?...- buscó ronroneando mientras una de sus manos se deslizo por su vientre hasta agarrar el bulto que tenía en sus pantalones, el chico trago duro y la mujerzuela empezó a sonreírle con picardía – Yo te puedo ayudar con tu problemita…
-Lo siento yo…no tengo para pagarte…- Dijo intentando seguir su camino, pero ella lo detuvo una vez más.
-Lo se…pero por un chico apuesto como tú, puedo hacer una excepción, digamos que es…un gesto de caridad… – Naruto necesitaba quitarse esa molesta erección que lo estaba persiguiendo desde hacía días. Sin pensarlo, tomo desesperado la boca de Anko y la beso torpemente, sin poder contener toda la pasión que lo estaba consumiendo.
-Espera pequeño…deja que te enseñe como se hace… - La mujer lo jalo al callejón, empezó a besarlo sensualmente mientras desabrochaba su camisa, para luego resbalar su mano por su piel desnuda hasta el cierre de su pantalón, con una sonrisa coqueta en su rostro, la astuta mujer se agacho en frente de él. El blondo solo dejo escapar un gemido, lo que le hacía con su lengua era simplemente indescriptible, dejo de hacerlo justo antes de que el perdiera el completo control.
-¡No!…¡Sigue!… – Rogo con la respiración entrecortada.
-Tontito, hay algo aún mejor que eso - Explicó sentándose sobre unas cajas vacías de madera que estaban ahí, subió su vestido y abrió las piernas, el chico se le fue encima, ardiente, deseoso. Obviamente, como chico primerizo, no aguanto mucho.
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Aquella niña llego a la maravillosa edad de 15 años. A pesar de todas las dificultades que pasaban, seguía teniendo una linda y larga cabellera azul, unos ojos grises risueños, una tez blanca casi inmaculada, los rasgos de su rostro eran finos y delicados, quizás estaba un poco más delgada de lo que debía, pero sus curvas eran ya bastante notorias. Llego al mercado a esperar a Naruto, lo vio cargando unos sacos de arroz en sus hombros, al verla no pudo impedirse sonreír de alegría.
-¡Te espera tu mujercita Naruto! – se burló uno de sus compañeros del mercado, haciéndolo sonrojar.
-Urusei – mascullo el blondo para callar a aquel chico que lo molestaba, pero aquel comentario lo había hecho sentirse lleno de orgullo. Kiba solo se carcajeo al verlo sonrojarse.
La joven se acercó alegre a él, como siempre, mientras soplaba sus manos para calentarlas, el frio era demasiado intenso durante el inverno.
-¡Vamos a casa! – sonrió contenta, el chico al verla temblando se sacó el suéter que traía puesto y se lo dio.
-¡No Naruto-Kun! ¡Te enfermaras! – Indico preocupada.
-Claro que no…he estado todo el día moviéndome, tengo calor, no lo necesito – Afirmo mientras la ayudaba a ponerse el suéter con cariño.
Entamaron la caminata por las calles de piedra hasta llegar a un sector en donde habían unas hermosas casas de madera que tenían grandes jardines, pararon su viaje en frente de la más grande que había.
-¿Nee Naruto…? ¿Crees que algún día podremos tener nuestra casa? – pregunto soñadora.
-¡Claro que sí! ¡y tu casa será más grande que esa! Te lo prometo – Respondió confiado, la chica lo voltio a ver sonrojada.
- …en realidad… lo único que quiero que me prometas es que siempre estarás conmigo… – dijo poniéndose roja hasta las orejas, mientras anhelaba su respuesta.
-Te lo prometo Hinata…siempre estaré contigo – Expresó dulcemente, mirándola con esos ojos esperanzados que solo los adolescentes enamorados saben emanar y ella confió en sus palabras.
Sin más regresaron a aquel ático que los reguardaba por las noches.
-Mañana tendré que buscar otro trabajo…Ichiraku me dijo que ya no tendría nada para mí por el resto del invierno…
Hinata se dejó caer en la colchoneta derrotada, todo era siempre tan difícil, ella podría ayudarlo, pero él no la dejaba trabajar porque se enfermaba fácilmente. Al dejarse caer, el vestido gris que llevaba puesto se levantó hasta la punta de su entrepierna, haciendo que el rubio no pudiera apartar su mirada de sus muslos descubiertos, estaba seguro que aquella piel era igual de suave que sus manos. El tiempo pasaba, iban creciendo y ella era cada vez más deseable. Le era doloroso soportar las ganas que tenia de hacerla suya, no era la primera vez que Hinata se tiraba sin precaución, a veces pensaba que lo hacía adrede, siempre lo veía con esa mirada invitante que lo volvía loco y a la cual no sabía cómo responder.
Aparto la vista de ella y se dirigió a la ventana para irse, no podía seguir en la misma habitación o terminaría aventándosele encima, haciéndole todas las cosas pervertidas que le pasaban por la cabeza.
-¿Naruto? – Se detuvo al escucharla llamarlo – ¿Te parezco bonita? – pregunto girándose a él robándole el poco aliento que le quedaba.
-¿Bonita!? ¡Eres hermosa Hinata! – contesto adolorido
-Entonces….porque…porque…!porque no me tomas!? – pregunto sonrojándose al extremo
-¿Qué?
-¡Sí! ¿Porque no me tomas? ¿Crees que no sé qué te vas con esa…- hizo un puchero - ¡Anko!? El otro día te seguí…y vi como…vi como…- trago duro - ¡Se lo hacías en el callejón! – Soltó de sopetón, molesta y sonrojada por decir aquello tan vergonzoso, pero los celos la carcomían desde varios días.
-¿Qué?! – Naruto se avergonzó a morir solo de imaginar que Hinata lo había visto haciéndole esas cosas pervertidas a Anko. Aquella prostituta le hacia el favor, y cuando decimos favor…era realmente un favor ya que obviamente él no tenía para pagarle, pero ella siempre le decía que por un chico tan guapo y de brazos fuertes como él, estaba dispuesta a hacer un poco de caridad y ya que cada vez le era más difícil retenerse con esa chica de ojos perla, prefería desahogarse con ella antes de cometer una locura. Lo único molesto que tenía que aguantar el confiado chico de aquella prostituta, era el sin fin de preguntas que siempre le hacía, parecía querer saber cada detalle de sus vidas.
-¿Entonces?…si soy hermosa, como dices, ¿porque no me tomas a mí, en vez de ella?! – reclamo haciendo un adorable puchero, no podía ocultar los celos que abrigaba.
-Hinata…- murmuro el blondo con cariño, se acercó a la colchoneta, se sentó a su lado y tomo tiernamente su rostro…- ¿Que dices?…Tu aún eres una niña, no puedo hacer eso…- intento disuadir.
-¡No! ¡Ya no soy una niña! Mírame bien…Mírame Naruto – No necesitaba que le rogara mucho, el rubio bajo su mirada mientras la observaba detalladamente, deseoso, era hermosa y su cuerpo era el de toda una mujer, voluptuosa y delicada, sus curvas eran perfectas, la deseaba tanto, no podía seguir controlándose, se mordió los labios, como cuando vez algo apetitoso y deseas comértelo a mordidas, paso su mano por debajo de su vestido gris para sentir esos muslos que lo estaban volviendo loco de deseo, acaricio sus piernas blancas y suaves como la seda. La recostó tiernamente y abrió esa bata gris que usaba de vestido, sus pechos vírgenes quedaron expuestos, beso sus labios y empezó a acariciar cada centímetro de su piel, haciéndola estremecerse en sus brazos, su respiración se agitaba. El deseo de hundirse en ella fue incontrolable.
- Te deseo…Te amo Hinata…Te amo tanto…no sabes cuánto…
-Y yo, te amo a ti Naruto… – respondió con su dulce voz, haciendo que la respiración de aquel chico se agitara desenfrenadamente con aquellas palabras. Era suya, solo suya y por ella era capaz de cualquier cosa.
Otro invierno comenzaba y esa noche ellos se fundieron en un solo ser.
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-¿Quién demonios está aquí? – Gritaba una voz en la planta baja de la casa. Los dos adolescentes se despertaron, aún seguían atolondrados de la noche de amor que venían de pasar.
-shuuuut...no hagas ruido – Susurro al oído de la chica que tenía en sus brazos.
-¡No tiene caso que se escondan! ¡Sé que están ahí! ¡En cuanto los encuentre los matare! – Vociferaba molesto el dueño al cual le habían ido con el chisme de que dos invasores habitaban su casa, el hombre azotaba las puertas corredizas con fuerza, con el corazón acelerado los dos jóvenes escuchaban los fuertes pasos del hombre ir a todos los cuartos.
-¡Mierda! ¡Vístete! – Apresurados, salieron por la ventana y no pararon de correr hasta sentirse a salvo.
-¿Que vamos hacer ahora? ¡Ya no tenemos donde vivir!…- Preguntaba Hinata preocupada mientras el vaho salía rápidamente de su boca por su respiración agitada a causa de la carrera que habían pegado.
-No te preocupes…ya encontrare la solución…- trato de reconfortar, pero sabía que no sería fácil.
Después de varias semanas, aún seguían sin tener donde quedarse. Enero era el mes más helado y vivir en la calle, bajo un frio tan intenso era simplemente insoportable.
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Hinata no paraba de toser en aquel callejón frio y obscuro, abrazaba la muñequita que había sido lo único que había sacado de aquel lugar, por nada del mundo se separaría de ella, verla tosiendo tanto lo preocupaba mucho. No tenía ni un quinto, no había trabajo en el mercado, ni en ningún otro lugar y Hinata cada vez se ponía peor.
-¡Se lo suplico doctor! ¡Le juro que le pagare hasta el último centavo! ¡Atiéndala por favor! – Imploraba, pero fue en vano, la única respuesta que recibió fue que le cerrara la puerta en las narices, nadie en ese lugar era capaz de hacer nada por compasión. Hinata ardía en fiebre y no había manera de hacérsela bajar.
Tomo su rostro en las manos, hervía – No te preocupes…estarás bien…te lo prometo, hare lo que sea necesario…estarás bien… – Susurraba el blondo. Estaba tan débil que tenía que apoyarse en él para poder caminar, la tomo en sus brazos a modo de recién casados, ella débilmente se aferró a su cuello.
Un hombre viejo rondaba el lugar, venia seguido con sus dos guardaespaldas y alguien que parecía ser un amigo de confianza, se acercó a ellos.
-Mira nada más como nos volvemos a encontrar…¿Que sucede Naruto-chan? ¿El pequeño diamante está a punto de quebrarse?…- Se burló irónico - tst tst tst tst tst muy mal chico, ya te lo dije una vez, una belleza como ella, no puede estar llevando una vida de pordiosera…Dime ¿aún no lo comprendes? No deberías de ser tan necio…Tu vida podría ser tan fácil si no tuvieras que estar siempre velando por alguien…podrías cambiar tu destino, cambiar el suyo, liberarte de tanta responsabilidad…puedes estar seguro que te pagare muy bien…véndemela – Dijo aquel hombre que solo estaba esperando el mejor momento para volver a proponerle aquel trato.
-¡Eso jamás! – Grito Hinata sacando fuerzas de donde podía – ¿Nee Naruto? – Continuo débil acurrucándose en su pecho, ella era suya y ahora que se había entregado a él, más que nunca. El rubio estaba desesperado ¿Que podía hacer? ¿De dónde podía sacar dinero para pagar al doctor? ¿Las medicinas? La miraba en sus brazos, tan débil que le acribillaba el corazón.
-Es una fierecilla…pero sabes que no puedes cuidarla…mírate, eres un pobre diablo que apenas tiene para alimentarse a sí mismo, ni siquiera puedes pagar la consulta…mucho menos las medicinas…¿Realmente quieres que se apague en tus brazos?…Yo tengo dinero de sobra… véndenmela, te pagare lo que me pidas, podrías buscar un lugar donde vivir con el dinero que te pague…y ella…ella tendría todo lo que jamás se podría imaginar…- Naruto la sintió desmallar en sus brazos, su corazón se aceleró – Ahorita mismo podría llevarla al doctor, piénsalo bien, no quieres que muera ¿cierto? – Siguió aprovechándose de los sentimientos del chico, el rubio la sostuvo aún más fuerte en sus brazos, necesitaba que la atendieran urgentemente, sintió miedo, pavor de que ella no pasara la noche.
-¡Mierda! ¿Qué es lo que quiere con ella? ¡Es un viejo pervertido! Yo no puedo…no puedo…- negaba con la cabeza mientras sus ojos se llenaban de lágrimas, su voz se quebró y empezó a sollozar como un niño.
-Jajaja…chico tonto, no quiero nada con ella…es muy linda, pero te aseguro que la cosa no va por ahí…y puedo asegurarte que no andará por las calles como esa prostituta, Anko…ya te dije, ella es un diamante…tengo algo mucho mejor para ella que las calles o hacerla mi amante…créeme nada de lo que tengas que preocuparte… - Naruto la miro en sus brazos, estaba tan débil y menudita, Jiraiya tenía razón, el solo era un pobre diablo, jamás podría darle todo lo que ella se merecía, por mucho que se esforzara, jamás podría cumplir aquellas promesas que siempre le hacía, peor aún, ni siquiera podía darle una vida decente, ni siquiera podía mantenerla a salvo.
-Está bien… - Asintió en contra de su corazón, su voz hizo sobresaltar a la chica y despertó, lo miro desconcertada, el hombre sonrió.
-Traigo 200 yenes… pero si quieres más…
-¡No! Solo…llévesela rápido…- susurro adolorido
- ¿Naruto!? ¿Qué haces? – preguntó con las pocas fuerzas que le quedaban. Los guardaespaldas del hombre se acercaron para tomarla de sus brazos, la ojiperla los empujo para salir corriendo, pero la detuvieron por la cintura, empezó a debatirse, pataleaba sin cesar intentando escapar a pesar de estar ardiendo en fiebre, pero ellos la arrastraban cada vez más lejos de él.
– ¡Naruto! ¡Naruto! – Gritaba con todas sus fuerzas haciendo que su voz se escuchara por todo el lugar, gritaba su nombre de manera desgarrante mientras esos hombres se la llevaban. El blondo la miraba desesperado, su respiración se entre cortaba, quiso correr a ella y rescatarla pero se retuvo, cerro sus puños tan fuerte que sus uñas de enterraron en su palma, la chica se zafó, corrió hacia él, pero antes de que lograra alcanzarlo la volvieron a sostener aquellos fuertes hombres, estiro su brazo hacia él intentando tocarlo, pero era imposible, su mano extendida pedía a gritos que él llegara a ella, deseaba con toda su alma que él la alcanzara, pero no lo hizo, solo se dio la media vuelta dándole la espalda.
- ¡Dijiste que me amabas! – Chillo - ¡Que siempre estarías conmigo! ¡Lo prometiste! ¡Naruto! ¡Lo prometiste! – reclamaba y gemía inconsolable.
-Tonta, en nuestro mundo no existe el amor…todos tenemos un precio…- dijo intentando controlar su sufrimiento por tener que dejarla ir mientras sentía sus uñas encajadas en sus palmas haciéndolo sangrar - … y él llego al mío…lo siento Hinata…- la tenue voz del chico era apenas audible.
-200 yenes… - Repitió ella en un susurro dejando de debatirse por un segundo, chocada por lo que venía de escuchar – Naruto… - Suplico - No lo hagas…- miro esa espalda que adoraba, aquella espalda cálida que estaba dispuesta a seguir hasta el fin del mundo y que ahora le parecía tan fría, él no se dignaba siquiera a voltearla a ver, aquellos hombres la volvieron a jalonear para llevársela, haciéndola desesperarse aún más.
- ¡Noooo! ¡Naruto! ¡Nooo! ¡Te amo! ¡Naruto! ¡Te amo! – Gritaba en la solitud de aquella calle, en esa noche de frio invierno, solo el eco de su voz se podía escuchar a través de ella. Nadie se asomó, ni siquiera a fisgonear a pesar de que sus gritos se escuchan claramente por todo el lugar.
-Tu pago...- Indicó el viejo al recibir el dinero del hombre que lo acompañaba, pero su mirada parecía perdida.
-Prométame que estará bien…- su mirada perdida era preocupante.
-Chico...puedo prometerte que tendrá todo lo que jamás podrás darle…ni en tus más grandes sueños…créeme… - El rubio sintió como su corazón iba desmoronándose poco a poco, mientras escuchaba a sus espaldas los gritos desgarradores de ella llamándolo, se alejó precipitadamente de ahí.
-¡NARUTOOOOOO! – fue el último grito que dio antes de debilitarse y caer desmayada.
-Jiraiya-San, no creo que esto esté bien…– Comento aquel acompañante.
-Itachi-kun, nadie pidió tu opinión. – Dijo aquel hombre que estaba acostumbrado a hacer ese tipo de tratos.
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El viejo de cabello blanco se dirigió enseguida a la casa de té de una renombrada Geisha.
-Tengo algo que te interesara Mito-San – La mujer vio a aquella chica ardiendo en fiebre, miro su rostro, era hermosa.
-¿Que tiene?
-Bueno, no estoy seguro, pero puedes mandar a llamar al doctor, puedo asegurarte que no es nada grave… te la vendo…
-¿Me vienes a vender una niña enferma? – El hombre solo sonrió de lado – Creo que con un rostro como el de ella ganarías muchos clientes…una simple fiebre no es nada…
-¿Cuánto quieres?
-1000 yenes.
-Te doy 900, todavía tengo que gastar en doctor y medicinas – el hombre asintió.
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Bueno hasta aqui lo dejo por el momento, espero sus comentarios, les intereso o no? Quieren saber que pasara con la hermosa Hinata ahora que fue vendida a una casa de geishas? Bien dejenme saber si quieren que lo siga o no. Espero por lo menos haber picado su curiosidad.
Sayonara ;)
Hola Mary-Angeles! Gracias por tu comentario, siento haber sido cruel :( no era mi intencion, bueno ya que tu me lo pides seguire con la historia, aunque solo sea un lector es mas que suficiente, a mi no me gusta cuando me dejan con un fic sin terminar hehe asi que trabajare un poco en la segunda parte y pronto podras leer la continuacion. Saludos! ;)
HOLA ICS! Gracias por tu review, bien! se que tengo dos lectores ahora! ;) Saludos
