Boku no Hero Academia/My Hero Academia no me pertenece.

Bien, finalmente escribí la tercera parte de esto, precuela de Kids will be skeletons.

Amo los escritos sin diálogos y ambiguos, ¿ya les había dicho? -risas-.

KatsuDeku. Muerte implícita de un personaje.


We are no longer

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Siempre lo supieron pero nunca dijeron nada.

Las cosas estaban bien así, en silencio, en calma. Ellos se daban la espalda pero sus corazones no. Se miraban en secreto. Se hablaban sin hacerlo. Se querían sin decirlo. Estaban enamorados como los jóvenes adolescentes que eran sin embargo sus prioridades eran otras.

Siempre pusieron en primer lugar la búsqueda por ser el mejor en su futura profesión. No tenían tiempo para actuar como lo que eran, eran tiempos difíciles y el mundo necesitaba héroes, necesitaba seguridad, necesitaba paz, no necesitaba a un par de héroes viviendo un romance juvenil.

Estaban expectantes a lo que el otro hiciera. Se esforzaban porque debían estar a la altura del otro, ser su igual, ser dignos de poder pararse al lado uno del otro y quizás entonces a los demás sólo les importaría lo que lograban hacer por su bienestar y no lo que hicieran con sus propias vidas.

Tenían miedo, siempre tenían miedo de lo que la gente diría, lo que la gente pensaría, lo que la gente haría, no estaban preparados para que ellos fueran libres y ellos no estaban preparados para enfrentarse a la crueldad de su gente.

Podrían pelear contra villanos y salir victoriosos pero pelear contra los prejuicios no era fácil.

A su alrededor no se escuchaba nada. Sus respiraciones estropeadas hacían eco en ese piso de oficinas donde se ocultaron para cambiar la estrategia. Había resultado ser más de lo que podían manejar, aunque odiaran admitirlo. Sus trajes estaban maltrechos, algunos de los accesorios y aditamentos eran pérdida total y otros estaban dañados, pero aún era posible usarlos. Ambos estaban heridos, la sangre que manchaba sus ropas podría ser propia o ajena, a estas alturas ya no lo sabían y era lo que menos les preocupaba.

Esperaban que las cosas estuvieran yendo mejor con sus compañeros.

Como siempre su voz le irritaba pero siguió escuchando.

Como siempre su vocabulario le molestaba pero aceptó todo.

Al discutir lo que harían el chico de cabello verde se dedicó a tratar sus heridas y por un momento deseó que el tiempo se detuviera. Dejó de prestar atención a sus palabras y simplemente se concentró en el sonido de su voz, el movimiento de su boca, el tacto rugoso de sus guantes, la delicadeza con que le trataba, el extraño color rojo que sus pómulos tomaban, el peculiar gesto de lamerse los labios cada tres palabras, el intento banal de no mirarle a los ojos y el brillo de jade que sus orbes tenían cuando hizo contacto visual; qué importancia tenía que el mundo se estuviera derrumbando a su alrededor. Cuando las manos de su compañero se alejaron le detuvo, reaccionó sin saberlo y al notar el rostro confundido del otro le soltó.

El rubio trató sus heridas y no pudo evitar pensar que le gustaría quedarse así por un largo tiempo. Él no le dijo nada pero lo que veía era suficiente, intentaba no ser demasiado brusco, sus manos temblaban porque no quería lastimarlo, sus labios se separaban a ratos como si fuera a decirle algo y los juntaba de nuevo cuando al parecer se arrepentía, sus mejillas pardas se coloreaban de amapola, sus ojos miraban a todos lados menos a él y cuando hubo terminado tomó sus manos entre las suyas. Esto era lo más íntimo que habían estado desde hace años. Si tan sólo no se estuviera acabando el mundo a su alrededor podría ver sus brillantes rubíes resplandecer como en ese instante tanto como quisiera.

Pero al mundo no le interesaba lo que él quería.

Probablemente si hubieran sabido que tendrían un desenlace de esa manera habrían hecho las cosas de otra forma.

Todo se pintó de carmín.

(Estaban juntos.)

Quiso regresar el tiempo.