¡Hola! Queremos presentar esta historia que ya había sido publicada hace muchos años por nosotras en otra cuenta llamada "Kokoro No Shimai" pero ahora la traemos de vuelta pero super editada, porque como en aquella época eramos unas novatas pues daba mucho que desear nuestra redacción y naraccion (En realidad nos dio vergüenza cuando la releimos jajaja)

Hemos cambiados varias cosas y entre ellas están los apellidos de casi todos, la apariencia de Shea y algunas que otras cosillas fueron agregadas. Aparte que también los capítulos ahora son menos pero mucho mas largos :3

¡Esperamos que les guste!

Declaimer:

Nota: Saint Seiya The Lost Canvas no nos pertenece al igual que sus personajes.


Capítulo I

El sonido de las personas reverberaba por el lugar, sonidos de cubiertos contra platos, personas charlando animadamente, otras quejándose de una cosa u otra, risas y gritos. Si alguien le preguntaba a un individuo que no perteneciera a ese lugar, diría que era como un gallinero; pero las personas allí reunidas diferirían, llamándolo un comedor.

Una chica de largo cabello castaño, ojos verdes oliva y piel trigueña camino pasando de largo por el comedor sin siquiera una mirada de reojo, su destino, uno de los jardines de las vastas tierras en de la universidad en la que ella y muchos otros estudiaban. Sus pasos eran rápidos, pero no tanto como para considerarse trotar, ella simplemente caminaba así; su cola de medio lado se balaceaba con su caminar, ignorando todo y a todos a su alrededor con unos audífonos en sus oídos reproduciendo música, mientras en su hombro cargaba una mochila con libros y su almuerzo.

A lo lejos diviso a la persona que buscaba y sonrió apresurando su paso, quedando al lado de una chica que estaba engrosada leyendo del libro en sus manos, de ojos ámbar, cabello de un rojo amapola que apenas alcanzaba a rozar sus hombros y piel trigueña.

—¿De nuevo repasando para la clase? —pregunto la joven de largo cabello sentándose al lado de la chica pelirroja.

La muchacha desvió su atención del libro que sostenía en sus manos y sonrió a su amiga.

Ja, bueno… quizás esta vez no me ira tan mal —fue su única respuesta, haciendo una mueca de resignación.

Su amiga asintió comprendiendo totalmente su problema ya que ambas estudiaban idiomas en aquella gran universidad, pero por cosas de un error al inscribirse, terminaron tomando clases distintas ese año.

La pelirroja estaba tomando Griego Antiguo con el maestro Asmita Relish, quien era un profesor joven, de largos cabellos dorados, ojos azul lavanda increíblemente claros y piel pálida, con una contextura delgada pero musculosa, alto y grácil. Era uno de los profesores más atractivos y solicitados de la universidad; de vez en cuando daba seminarios sobre Alemán cada dos meses, su manera de enseñar era peculiar pero educativa y la mayoría de sus estudiantes salía de cada clase con algo nuevo aprendido. Su personalidad era igual de agradable que su apariencia, calmado y afable, pero sin dejar de ser estricto cuando se era necesario, era para los estándares de muchas personas, mujeres en particular, el perfecto espécimen masculino.

Y el primer y recurrente problema de concentración en clase, de su amiga.

Desde hacía ya unas semanas que la concentración en clase de la pelirroja en Griego Antiguo dejaba mucho que desear, y todo porque de un momento a otro su apreciación del hombre había cambiado a algo mucho más profundo que admiración y eso le estaba costando caro en sus estudios.

—Mis condolencias, amiga, aunque yo no puedo hablar mucho la verdad… —la castaña comento sacando el almuerzo de ambas de su mochila. Ese día era su turno de cocinar algo para las dos, mientras su amiga traía el postre—Con mi suerte, mis calificaciones se irán a la basura en menos de dos semanas.

La pelirroja la observo mientras tomaba el primer bocado de carne en su boca, ya que ellas no solo compartían la misma edad, gusto, y similares facciones fisionómicas del rostro y cuerpo, sino que además estaban juntas en el mismo predicamento; Su amiga castaña, recientemente había tomado un interés en su profesor de Inglés Antiguo, profesor Albafika Kafieri, quien en ocasiones daba seminarios de Gaelico en la universidad. Él era igual de joven que el profesor Asmita Relish, de largos cabellos azul claro, ojos cobalto, piel blanca, alto y musculoso, pero de contextura delgada, era paciente con sus alumnos, centrado y bastante distante cuando de personas fuera del aula se trataba ¿lo peor? Era jodidamente atractivo e inalcanzable, igual que su amigo Asmita.

Y a la castaña le estaba yendo mal en clases esos días por andar distraída con su profesor, era penoso y ambas trataban de evitar ser llamadas al frente de la clase, o responder a cualquier pregunta, mientras se deslizaban por el asiento para hacerse lo más pequeñas posibles en un intento de no llamar la atención; sentarse en lo más alto y lejos de la pizarra y ser las primeras en poner pies en pólvora al sonar la campana.

—Shea, mejor vamos a comer, al fin de cuentas nuestro receso no es muy extenso y aún tenemos que caminar hasta el aula del profesor Relish —la castaña murmuro, abriendo su caja de almuerzo, conteniente arroz, carne y algunos vegetales, el mismo contenido de la otra caja.

Shae solo soltó un suspiro, puso el libro a un lado y tomo su propia caja de almuerzo, casi desganadamente. El solo pensamiento de su siguiente clase casi le quitaba el hambre, la palabra clave ahí era, casi.

—Sabes, Agasha… puedo entrar a escondidas en tu clase y tomar apuntes para ti si no logras concentrarte… y tú podrías hacer lo mismo por mi —Shea comento, sonriendo ampliamente ante su brillante idea.

Agasha elevo de sopetón la cabeza al escuchar semejante idea y sonrió, asintiendo vigorosamente. Eso resolvería muchos problemas y quizás lograrían graduarse sin repetir semestres.

—Bien, entonces en este nuevo periodo entraras conmigo, ¿No tienes nada ahora no? —Interrogo Shea, curiosa.

—No. Usualmente me la paso estudiando o jugando con los perros o gatos que andan por ahí en los pasillos… Así que podre ir —Agasha sonrió y se metió otro bocado de carne a la boca, ponderando cuidadosamente que tenía por delante las siguientes horas—Según puedo recordar nuestros horarios… solo podre entrar a tus clases tres veces a la semana, que son las horas que tengo libre, por lo menos las que coinciden con tus clases.

—Me parece bien, igual yo… —dijo Shea asintiendo, después de chequear su calendario.

Poco tiempo después las dos jóvenes se levantaron y recogieron sus pertenencias, encaminándose hacia el lugar donde Shea iba a tener su próxima clase. Agasha iba caminando de espaldas hacia el frente, mientras hablaba con la pelirroja del nuevo anime que estaban viendo llamado Tate no Yuusha no Nariagari, cuando súbitamente su amiga abrió los ojos como platos con la vista fija en algo mas allá del hombro de la castaña.

—Agasha, ten cuida… —comenzó a decir alarmada pero no fue lo suficientemente rápida y vio con horror y pena a su mejor amiga precipitarse contra una figura muy alta que había salido súbitamente de uno de los pasillos.

Agasha sintió que se estrelló contra algo macizo en su camino, que, rápidamente reconocido como una persona, avergonzada y con la clara intención de disculparse, se giró abriendo la boca con un 'lo siento' en la punta de la lengua cuando sus ojos dieron a parar a un pecho cubierto por una camisa blanca. Confundida, elevo la mirada hasta dar con unos tranquilos, distantes y ligeramente curiosos ojos azul cobalto, con un lunar debajo del ojo izquierdo.

La castaña sintió que la tierra se partió en dos bajo sus pies, pues había logrado con éxito evitar encontrarse con él particular ese día, y hasta el momento todo había estado de maravillas, eso fue hasta que su suerte se acabó, y termino chocando con la misma persona que anhelaba y evitaba ver por igual. La comida que acababa de ingerir hizo un vuelco en su estómago y por un momento pensó que iba a vomitar ahí mismo de los nervios, mientras sus mejillas se coloreaban y como gesto nervioso comenzó a mordisquearse el labio inferior.

—¡L-lo siento mucho, profesor Kafieri! —la castaña tartamudeo, con las ganas de perderse en un bosque y no ser nunca encontrada jamás luego de semejante bochorno, se giró luego de hacer una rápida reverencia de respecto, tomo a Shea de la mano y corrió lejos, hacia el salón destino pero aun así sintiendo la mirada azul cobalto siguiéndola lánguidamente.

Pocos minutos después, ambas se encontraban jadeando por la carrera frenética que dieron frente al aula donde la muchacha pelirroja tendría su clase.

—El Dios de turno me odia… —murmuro Agasha con un suspiro, después de recuperando el habla y su color de piel natural, busco en su mochila su termo de agua, pero noto que este estaba vacío—Rayos… ¿Es que nada hoy me puede salir bien? iré a llenar la botella del bebedero aquí a la esquina, no tardo —ella señalo sobre su hombro antes de marcharse murmurando por lo bajo algo deprimida con su suerte.

Shea solo negó con su cabeza, sintiendo sincera pena por su amiga y su predicamento, pero no había nada por hacer ya el daño estaba hecho así pues se dispuso a matar un poco el tiempo mientras la castaña regresaba y saco su teléfono para chequear sus mensajes y llamadas, una vez hecho lo puso en silencio y lo guardo en su mochila. Con eso hecho miro con desconfianza la puerta que daba entrada al salón, y un nudo en su estómago comenzó a formarse al pensar en lo que le deparaba el futuro cercano en clase, cuando sintió una presencia a su espalda, seguido de una voz que le helo la sangre en un segundo, para después mandar lava ardiente corriendo por su cuerpo.

—Señorita Metzger, ¿Piensa entrar ahora o esperara a la campana? —la voz calmada y suave, perteneciente a nadie más que a Asmita Relish.

—Er… —en su cabeza, una alarma que solo se activaba con la presencia de ese hombre comenzó a gritar '¡Peligro! ¡Peligro! ¡Desastre Inminente! ¡Huye lo más lejos que puedas!' pero con fuerza lo aplasto y se giró con el rostro arrebolado hacia su profesor, pregonándose si ella se libraría de una humillación pública—Yo, si… en cuanto suene la campana, profesor.

—Ya veo —Y sin agregar más que una inclinación de cabeza, el joven profesor rubio entro al aula, seguido poco después de muchas chicas de su misma edad riendo tontamente y señalando al rubio.

Shea pasó de estar arrebolada a estar irritada en menos de dos minutos por el comportamiento tan descarado de las chicas, fulmino con la mirada a todas ellas y se contuvo para no sucumbir al impulso súbito de pegarle un puñetazo a alguna de ellas. La pelirroja se entretuvo con esos pensamientos oscuros por unos minutos con la mirada perdida en la distancia, sin darse cuenta de que se sus labios esbozaron una media sonrisa y haciendo que algunos de los alumnos que iban entrando la observaran con miradas extrañadas.

—¿Que es tan divertido? —Inquirió Agasha, habiendo llegado justo en ese momento y observando a su amiga con curiosidad.

—Oh, ya sabes… ver idiotas en Scarred, contemplar sacarles los ojos a algunas chicas porque miran donde no deben… tu sabes, lo usual —fue lo que comento, señalando a algunas de las alumnas que estaba cuchicheando a una distancia de ellas, pero que claramente se podía oír que hablaban del hombre rubio.

Ambas se miraron por unos segundos y luego suspiraron desganadamente, puesto que sabían que ninguna tenía oportunidad con los dos hombres que le trastornaban la vida; Shea tomo aire con profundidad preparándose mentalmente para las siguientes dos horas y con pasos vacilantes se encamino al aula, tomando ella y su mejor amiga asiento en los primeros de la fila superior que se encontraba al lado de la puerta, su mirada de ojos ámbar inevitablemente se pego al hombre de largos cabellos rubio que en ese momento se levantaba de su escritorio para dar comienzo a la clase.

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Una absoluta tortura.

Era lo que describiría Agasha al ver a su amiga tras correr los minutos en la clase, Shea trataba de controlar el terrible sonrojo que insistía en subir por su cuello hacia sus mejillas cada vez que esos ojos azul lavanda se posaban en ella como lo hacía con cualquier otro alumno mientras dictaba sus enseñanzas. Era como si por un momento el pudiera percibir lo transparente que era ella y ver claramente sus sentimientos pintados en su rostro, lo cual su alocado corazón le daba un vuelco por esos pocos segundos, sin embargo, luego suspiraba aliviada cuando su vista pasaba a alguien más y por fin podía relajarse en su asiento mientras sus músculos agarrotados se destensaban.

Agasha no podía culparla, ya que a ella le ocurría lo mismo con el profesor Kafieri, lamentaba el destino de ambas, pero no había nada que hacer ya que cuando el corazón decidía ni el cerebro podía decirle que no; así que antes de ponerse adentrarse aún más en su desdichada situación mejor decidió anotar apuntes sobre la clase, a ver si así podía ayudar a su amiga que claramente le costaba concentrarse.

Tiempo después sonó la campana, y la pelirroja se levanto tan rápidamente como pudo sin llegar a llamar la atención, firmo la asistencia con unos garabatos apresurados para no permanecer mucho tiempo cerca del rubio profesor y que sus mejillas dejaran entrever el sonrojo que tanto estaba luchando por suprimir. Sentía el palpitar de su corazón acelerado en los oídos, mientras caminaba enérgicamente hacia la salida, mientras Agasha se encargó de seguirla de cerca preguntándose si en algún momento la situación mejoraría, más ella lo dudaba seriamente y cuando Shea miro a la castaña esta reflejaba agravio y algo de cansancio.

—Es un suplicio —comento con una sonrisa forzada, tratando de aligerar su humor sin conseguirlo.

—Y de primera clase —murmuro Agasha con una mueca, mientras ambas se alejaban del aula con paso apaciguado esquivando a otros estudiantes en el camino.

La pelirroja rio por lo bajo sin humor, antes de ajustarse la mochila al hombro y mirar a su amiga de reojo mientras se detenían en uno de los pasillos frente a la maquina dispensadora de comida chatarra y ella compraba un Dorito con algo de cambio que tenía en el bolsillo. Después de las dos horas desastrosas que paso necesitaba animarse con algo, y esto bien podía ser comida.

—Hablando de tortura de primera, ¿Te toca tu maravillosa clase ahora o más tarde? —inquirió con algo de sequedad aun enfurruñada por la situación en la que se encontraban, antes de llevarse un bocado del Dorito a la boca.

La única respuesta que obtuvo de la castaña fue un sonido de estrés y agravio, algo con lo que la pelirroja podía simpatizar de todo corazón, antes de irse hacia las siguientes dos horas de tortura.

—Desafortunadamente, es ahora —su tono denotaba desaliento, pero no había nada que pudieran hacer, clases eran clases.

—Andando pues, mientras más rápido salgas de esto, mucho mejor —Shea miro a su amiga con simpatía, habiendo pasado por lo mismo hace unos minutos. Se imaginaba que su compañera no estaba del todo mirando hacia el encuentro, sobre todo con lo sucedido antes de su clase de Griego Antiguo.

—Preferiría no tener que ir, pero los pobres no podemos escoger —murmuro por lo bajo pero su amiga igual la oyó alto y claro.

El trayecto hacia el aula fue en silencio, ambas perdidas en sus propios pensamientos y en nada de tiempo estaban paradas frente al edificio donde el salón de Ingles Antiguo estaba, y como era de esperarse había ya aglomerados un montón de estudiantes, por supuesto la mayoría eran del género femenino evidenciando lo popular que era el profesor en cuestión.

Cuando risitas y exclamaciones de chicas llamo la atención de ambas, Agasha supo que él había llegado al oír a la población femenina dar elogios y coquetear con descaro con el joven hombre que impartía esas clases, quien se hizo paso hasta entrar al aula siempre manteniendo un aire desenfadado e imparcial pero afable, si eso fuera posible.

—Mejor toma fuerza porque esto va para largo, amiga —fue el comentario de Shea, quien le palmeo el hombro en solidaridad.

Con otro suspiro ella tomo aire tratando de prepararse para mentalmente para las siguientes dos horas de su vida, pero cuando la campana sonó indicando la entrada e inicio de clase Agasha encontró que no le había servido de nada y seguía igual de nerviosa que antes. Al ingresar ambas tomaron asiento justo en las primeras sillas cerca de la puerta, y toda la atención de la castaña se centró en el joven hombre de largo y sedosos cabellos azules, mientras su acompañante sacaba un cuaderno listo para tomar notas.

Los sucesos no se desarrollaban muy diferentes en esa ocasión con la castaña, quien ponía un buen esfuerzo en concentrarse en el contenido de la clase y no en la persona que la impartía sin mucho éxito ya que siempre terminaba distraída con su voz o con cualquier movimiento particular que él hiciera, sin embargo, trataba de evitar cualquier contacto visual con el atractivo hombre y sufrir lo que ella y Shea habían denominado como 'el síndrome del tomate rojo'. Para la pelirroja le era sumamente fácil prestar la debida atención y anotar lo que le parecía interesante, aunque no entendiera nada de nada, ya que el Ingles era una de las lenguas que más trabajo le costaba retener en su memoria, pero por supuesto, ese no era el rubio de ojos azul-lavanda que la traía trastornada.

—Señorita Gakis, ¿Me podría decir si esta oración esta correctamente escrita? —Albafika escribió ágilmente una frase en ingles antiguo y poso su mirada azul cobalto en la nombrada esperando pacientemente.

Shea contuvo la respiración al oír aquello, y miro con algo de nervio y pánico conciliados bajo una expresión estoica, mas no pudo evitar pensar que su mejor amiga las tenia difícil.

Agasha sintió como el alma le caiga a los pies abruptamente, su garganta se encogió, negándose a articular alguna palabra en el silencio súbito del aula, sus manos temblaron ligeramente al notar las miradas que los otros alumnos empezaban a dirigirle mientras murmuraban por lo que con pánico dijo lo primero que se le paso por la cabeza luego de recorrer la pizarra con la mirada por última vez.

—Profesor, le falta un sustantivo —ella señalando la pizarra, y al segundo siguiente sintió como palidecía ante su propia estupidez. Hizo una mueca mientras internamente se recriminaba por aquella falta de autocontrol.

Un brillo de inteligencia se reflejo por un momento en los ojos del docente, y si la castaña no lo supiera mejor pensaría que sus labios esbozaron una ligera sonrisa antes de volver a adoptar una expresión calmada y seria.

—Muy bien se dio cuenta muy rápidamente, señorita Gakis —Albafika asintió girando para escribir la oración como era debida y luego volvió a observar a sus alumnos, deteniéndose brevemente en la castaña de ojos verdes y la pelirroja sentada a su lado, que estaba seguro no pertenecía a su clase; mas no le dio importancia—Esto fue una prueba a ver si alguno de ustedes se daba cuenta, y dado que nadie más fue voluntario al corregir el error más que su compañera de clases, estoy empezando a preguntarme si han estado estudiando como deberían… pero bueno, será mejor que presten atención más cuidadosamente si planean pasar este semestre y avanzar al siguiente, se los aconsejo —Dijo él con algo de desaprobación para luego volver a continuar su clase.

Agasha se recostó de la silla sintiendo sus manos sudorosas y frías mientras que sus músculos se relajaron de los rígidos que los había tenido durante los pocos segundos que estuvo bajo el escrutinio del hombre de largos cabellos azul celeste. Esa vez se había salvado por los pelos, pero si no empezaba a prestar atención debidamente iba a cometer errores y terminaría reprobando horriblemente.

Afortunadamente no tarto en sonar la campana y como sucedió antes, ambas chicas salieron apresuradas de salón deteniéndose solo cuando lograron estar a una buena distancia del aula, haciendo una parada por segunda vez en ese día frente a un dispensador en el pasillo, solo que este era de bebidas.

—Es una suerte que acertaras con la respuesta… pero, ¿cómo te diste cuenta? —pregunto Shea curiosa, mientras observaba a su amiga comprarse una soda de uva y ella misma compraba un té de durazno bien frío.

Agasha sonrió desganadamente y tomo un sorbo de su refresco antes de contestar con una mueca en sus labios.

—Literalmente lo adivine…

—¿Es enserio? —Exclamo la joven con incredulidad, observando a su amiga detenidamente con las cejas enarcadas—¿Lo adivinaste?

—Prácticamente barbote lo primero que paso por mi mente… Dioses, eso pudo haber terminado muy mal —ella hizo una mueca por segunda vez antes de tomar otro trago, y este mas grande que el anterior.

—Mejor agradece a tu ángel de la guarda por los pequeños milagros, porque no creo que se repita una segunda vez —la pelirroja suspiro, observando a su alrededor distraídamente mientras ambas caminaban por el pasillo.

En poco tiempo estaban tomando el bus para su destino usual, el apartamento en el cual vivían juntas desde hacía unos años, y convivían con tranquilidad. Una vez en el edificio, saludaron al guardia, tomaron el correo del su buzón, y subieron las cortas escaleras al segundo piso donde se encontraba su vivienda y una vez dentro, cada uno se dirigió a su cuarto para cambiarse la ropa y luego ir a la cocina.

—Afortunadamente —comenzó a comentar Shea, abriendo un sobre de té helado y vaciándolo en una jarra con agua fría—Mañana lo tenemos libre.

—Si —asintió Agasha, sacando la bolsa de pan y colocando unas rebanadas en dos platos—Tenemos que encontrar una manera de superar esto o se nos avecinara un desastre de proporciones épicas.

—Utilicemos este tiempo para repasar y estudiar los apuntes de la otra y demás temas que nos falten para estar preparadas para los exámenes que vendrán —propuso la pelirroja, sirviendo dos vasos y llevándolos a la pequeña mesa frente al sofá y televisor en la reducida sala.

—Estoy de acuerdo —fue lo único que agrego llevando los sándwiches de atún con mayonesa y tomate hacia la mesilla donde su amiga estaba cambiando la tv de canal hasta dejarla en Animal Planet.

Y efectivamente, ambas chicas tomaron el día siguiente en el que ninguna tenía clases para ponerse al día con sus materias, los quehaceres de la casa, y por supuesto cuando tuvieron un tiempito libre, el anime. En general pasaron un día tranquilo lleno de mucho estudio y algo de diversión bien merecida, hasta que llego el día siguiente… que empezando no auguro nada bueno; la alarma del teléfono celular que se suponía debía sonar a las 7:15 a.m. no sonó para nada, dejándolas retrasadas, si no fuera porque Agasha había tenido que ir al baño como media hora después seguramente hubieran seguido durmiendo de largo.

Gritos y movimientos bruscos se escucharon por el apartamento minutos después, mientras con prisa se alistaban. Y por si eso no era suficiente, el autobús en el que iban de camino a la Universidad se encontró con una tranca, debido a un accidente de tráfico; aunque en sí, el accidente no era el problema, la inconveniente venia en la forma de gente curiosa que se paraba a ver y no deja avanzar a los que realmente tenían prisa.

—¡Oh, estamos en problemas! —exclamo con una mueca de horror Agasha, mirando intensamente a la parte de atrás de la cabeza del conductor, como queriendo transmitirle que se diera prisa y se dejara de curioso.

—¡Scheiße! ¡Verdammt noch mal! ¿No has visto la hora? ¡Como este imbécil no se apresure llegaremos tarde para la clase! —Shea gruño luego de maldecir en alemán, su lengua natal, señalando al conductor—¡Tarde! ¡Con Asmita Relish! ¡Que alguien tenga compasión! —se quejó mortificada la pelirroja, imaginando ya la reprimenda que se llevaría del rubio.

Ya les quedaba poco tiempo para que sonara la campana de entrada que era a las ocho y cuarenta y ya el reloj marcaba pada las ocho y media, y aún tenían que cruzar el campus para llegar al salón designado para la clase de ese día.

—¡Mierda! —Ambas gritaron apresuradas al bajarse del bus frente a la entrada de la Universidad, y en lo que sus pies tocaron el pavimento, las dos corrieron disparadas hacia su destino, evitando alumnos, saltando bancas, y adelantándose a algunos autos dentro del recinto, todo eso tratando de no tirar sus cosas ni tropezarse con nada ni nadie.

Agasha miraba la hora cada vez más pálida, mientras a su lado Shea maldecía a los cuatro vientos, con un lenguaje que haría hasta sonrojar a un marinero. Y justo cuando tuvieron el salón a la vista, y creyeron que lo lograrían, la campana sonó indicando la entrada a clases.

—¡Nicht! —Exclamo Shae corriendo lo más rápido que sus cortas piernas le dieron, sin embargo estas le fallaron a último minuto y se tropezó, cayendo contra la puerta abriéndola estrepitosamente en el proceso.

Aterrizo en el suelo en sus manos y rodillas, dándose un golpe tremendo en estas últimas que la hizo gemir por lo bajo de dolor, pero al instante siguiente cayó en cuenta de lo que acaba de pasar y no pudo hacer otra cosa que cerrar los ojos con fuerza ya que ahora ella era el centro de atención de toda el aula, con Agasha parada a su lado, casi desmayada por falta de aire y piernas como gelatina.

—Señorita Metzger, es agradable saber que se nos unirá con tantas energías el día de hoy —La voz calmada y sedosa de Asmita Relish reverbero en el silencio súbito del aula.

—Dispárame…. dispárame y entiérrame ya mismo —Shea murmuro quedamente para sí misma miserablemente, mientras su rostro ardía como una manzana y solo quiso desaparecer en pleno aire y nunca volver a dar la cara.

—¿Tal vez, a usted y a su acompañante les gustaría tomar asiento? —comento el rubio siguiendo anotando en el pizarrón, mientras las dos chicas más rojas que la grana tomaban asiento en los más cercanos a la puerta, tratando de hacerse lo más pequeñas e insignificantes posible—Y una última cosa, señorita Metzger… por favor, para la próxima trate de no llegar tarde.

El ánimo de Shea se fue a la basura, y se pasó toda la clase intentando valientemente prestar atención a lo que el rubio estaba enseñando, y tratando de no perderse en el encanto y los gráciles movimientos que su profesor poseía, junto con una voz celestial que ella encontraba era una cadencia única que le atraía mucho. Mientras Agasha simpatizaba con su amiga, no podía consolarla debido a que estaba tomando notas apresurada para ponerse al día con la ya empezada clase por si la pelirroja llegaba a distraerse en algún momento esta tuviera un respaldo, aunque ella misma no entendiera nada puesto en la pizarra.

El resto de las dos horas de clase Shea dividió su atención entre ver el reloj en la pared y la pizarra, esperando minuto a minuto para que la campana sonara con una lentitud agonizante, sin contar con que aun la vergüenza la consumía viva, y ni hablar del sonrojo que aparecía cada vez que recordaba su desgraciada suerte al entrar tan estrepitosamente al salón. Solo quería cavar un hoyo y quedase allí hasta que se le olvidara el incidente, pero no creía que eso pasaría alguna vez… tenía el presentimiento que ese suceso la acompañaría por el resto de su vida al igual que sus compañeros de clase.

Agasha por otro lado intentaba animar a su amiga cuando había una pequeña pausa en la clase para que ellos copiaran algo del pizarrón luego de la explicación, ella quien usualmente escribía bastante rápido se las arregló para pasarle unos dibujos graciosos que consiguieron sacarle una pequeña sonrisa, aunque no fue mucho considerando todo lo ocurrido.

Finalmente se anuncio el final de la clase y esta vez Shea salió del aula con tanta dignidad como pudo reunir seguida cercanamente por su amiga, y aunque la pelirroja considero negarse a firmar la asistencia para no estar cerca del atractivo profesor y hundirse más en la vergüenza, al final decidió que estaba en su mejor interés hacerlo.

Estando en el pasillo, Agasha no hallaba que hacer con la pelirroja.

—Eso pudo haber salido mejor —dijo Agasha haciendo una mueca al detenerse algo alejadas del aula.

—Ni que lo digas, fue una de las cosas más vergonzosos que me ha pasado en mi vida —murmuro apoyando su espalda con la pared mientras se deslizaba hacia el suelo—No sé cómo voy a hacer para verlo a la cara después de este fiasco… —suspiro revolviendo su cabellera rojo amapola en frustración—Yo que no quería llamar su atención y me pasa esto de bochornoso, que pena —oculto su rostro con sus manos por la mortificación, maldiciendo por lo bajo en su lengua natal.

Agasha ladeo un poco la cabeza pensando. La entendía muy bien, pero no tenía ni idea de cómo ayudarla. Si se ponía en sus zapatos, lo más probable es que estuviera exactamente en lo mismo.

—¿Ocurre algo, señoritas?

La castaña se quedo de piedra y un rápido escalofrió le subió por la columna al reconocer de inmediato aquella voz profunda y seductora; la alarma en su cabeza sonó estrepitosamente. Cerró los ojos no queriendo mirar atrás y comprobar que el realmente estaba allí, pero de lo contrario sería grosero y más que descortés no reaccionar al él dirigirse a ellas, así que se armó de valor y enterró en lo más profundo de su ser aquel pánico que comenzaba a consumirla.

Sin embargo, abrió desmesuradamente los ojos ya que no había contado con el acompañante del peliazul, quien era nada más y nada menos que el profesor Relish. Ambos las miraban con algo de curiosidad, y las dos se preguntaron qué clase de suerte tenían que prácticamente se los estaban cruzando por todos lados esa semana.

—No, profesor Kafieri, todo está bien —Shea se las arregló para contestar con una sonrisa algo tensa, mientras se levantaba del suelo con tanta gracia y dignidad como pudo, no queriendo llamar más la atención ese día.

—¿Sera posible que se haya lastimado al entrar hoy a clase? —la profunda pero suave voz cadencial de Asmita voluntario la pregunta, mientras el ladeaba la cabeza ligeramente con el ceño fruncido, sus lentes aun puestos, y aquellos ojos azul-lavanda recorriendo el pequeño cuerpo de la chica en busca de heridas.

—Ella no está herida, profesor, Shea es muy resistente después de todo —se las arreglo para soltar palabra la castaña cuidadosamente evitando mirar directamente a los ojos al alto hombre de largos cabellos azul celeste.

Antes de que nadie más pudiera agregar algo a la conversación que para ellas se estaba volviendo algo dura de mantener, la pelirroja dejo vagar su mirada por el campus hasta que esta se poso sobre un reloj en medio del pequeño jardín y sus ojos se abrieron desmesuradamente al notar la hora de este.

¡Scheiße! ¡Agasha, nos perderemos el bus! —la joven de ojos ámbar soltó de repente en una fuerte exhalación, tomando su bolso que había dejado algo olvidado en el suelo de un tirón.

—¿Qué? —alarmada la castaña giro bruscamente a observar el reloj tal cual su amiga lo había hecho, y efectivamente la pelirroja estaba en lo cierto.

Ninguna noto que ambos elevaron las cejas algo sorprendidos al oír la palabra en alemán de la joven pelirroja estudiante de Griego Antiguo.

—Lo siento mucho, pero debemos irnos —Shea dijo apresurada, tomando a su amiga de la mano, agradecida de que por una vez algo le saliera bien ese día, aunque perderse el bus no le hacía nada de gracia así que también esperaba que llegaran a tiempo.

Ambas se apresuraron a hacer una pequeña reverencia de respeto y rápidamente se dieron media vuelta y prácticamente corrieron pasillo abajo esquivando una que otro estudiante que aun estaban en los pasillos con una destreza que hablaba de mucha práctica en susodicha acción.

Agasha y Shea maldijeron audiblemente haciendo que dos chicas que estaban entrando al edificio las miraran con alarma antes de alejarse pasillo abajo, porque para su mala suerte no solo podían perder el bus, sino que además para colmo llovía a cantaros.

—¡Oh, vamos! ¡Für die Götter! ¿Es que nada nos va a salir bien hoy? —la joven de cabello rojo se quejó, resoplando antes de chequear que la calle estuviera despejada antes de que ella y su mejor amiga intentaran cruzar.

No era llamada la ciudad universitaria por nada, era gigante y había caminos donde pasaban vehículos por doquier, ese en particular no era muy transitado, pero los había.

Ellas iban tan concentradas en cruzar lo más rápido posible que no prestaron atención a su alrededor como deberían, y con el sonido de la lluvia torrencial no oyeron el auto que se acercaba a ellas, para cuando escucharon el motor acercándose rápidamente fue demasiado tarde. Quizás era algún loco joven al volante presumiendo su velocidad y habilidad con su coche, la verdad no lo sabían, y tampoco les dio tiempo de nada más que de ver aterradas como empezaba a derrapar por el asfalto por el agua acumulada.

Shea quiso frenar en un loco instinto de supervivencia de evitar el inminente peligro y Agasha solo pudo seguir la guía de su amiga ciegamente en su pánico mientras veía el auto en shock con los ojos abiertos de par en par, paralizada como un cordero asustado, pero la misma agua las hizo resbalarse y tropezar con sus propios pies.

Todo fue un desastre inminente.

Una voz masculina grito el apellido de Agasha. Esta logro voltear por inercia hacia el lugar y ver solamente un borrón azul claro, y al segundo siguiente el impacto hacia ellas llego en menos de un latido angustioso que pareció eterno...

Continuara...


En estos primeros capítulos no hay demasiada diferencia del original, pero conforme avance la historia se notara los cambios xD

Y si se preguntan porque lo hemos subido desde una cuenta distinta es porque hemos planeado hacer unos cuantos fanfics de este anime y queremos tener una cuenta exclusiva para ellos, por eso mismo quisimos hacer una edición radical de esta historia y resubirla porque a partir de aquí vendrán varias mas que ya están prácticamente listas muajaja

La actualización esta a la vuelta de la esquina así que atentos c:

¡Nos vemos en el próximo capitulo! ¡Dejen sus opiniones!

Pd: Creamos una pagina en facebook para dar aviso de las actualizaciones de estas historias de TLC, al igual que iremos subiendo dibujos de los diseños de algunas OC entre otras cosas :3

Pagina de Facebook: Sister Of The Heart-SSTLC

¡Únanse, las esperamos!

Traducción de algunas palabras en Alemán:

Scheiße: Mierda

Verdammt noch mal: Maldita sea

Für die Götter: Por los dioses

Nicht: No

Ja: Si