Trabajo Nocturno
"Un trabajo para ganar dinero… un trabajo donde gane MUCHO dinero… estúpidas criaturas brillantes"
-El chocolate esta de oferta… supongo que no me vendría mal comprar un poco… - su alegre pensamiento se esfumo al abrir su monedero y darse cuenta que solo quedaban dos tristes monedas que no completaban ni siquiera para el chocolate más pequeño en existencia.
Suspiró lamentándose de su mala suerte y cargando las bolsas de la comida se encaminó de nuevo hacia la casa que compartía con las criaturas brillantes… criaturas brillantes… criaturas brillantes…
Se detuvo en seco al darse cuenta del motivo de su aparente ruina económica: ¡las estúpidas criaturas brillantes! Fue tanto su impacto inicial que casi deja caer las bolsas con la comida, sino fuera porque recordó que en ellas se había marchado todo su dinero.
Estaban en plenas vacaciones de verano y el sol junto con el calor hacían desear no salir jamás de casa… pero ahí estaba ella, exponiéndose a la luz del sol, cargando enormes bolsas de comida porque aquellas odiosas criaturas brillantes (o más específicamente una) devoraban hasta la última migaja de pan.
Decidió respirar mientras comenzaba a dar pasos agigantados hacia la mansión, su único consuelo sobre el horrible calor y el brillante sol era el saber que cuando las vacaciones terminaran vendría halloween y después tendría prácticamente encima su adorada y sombría navidad, y podría comprar velas, chocolates… tal vez comprara una buena peli de miedo… o quizás…
De nuevo detuvo su andar al recordar un pequeño detalle que había pasado por alto al hacer sus hermosos planes… no tenía dinero.
-¡AAHH! ¡Estúpidas criaturas brillantes!
-¡Aww! ¡Mami un fantasma!
-¡Ahhh! ¡No la mires a los ojos y corre hijo!
.-.-.
-Ah… que horrible calor… ¡Nakahara Sunako! ¡Trae un refresco o algo! – el rubio solo traía unos pantalones cortos de color gris y se encontraba tumbado en el fresco piso de la habitación más fría de toda la casa, junto a sus tres guapos compañeros.
-¡Kyohei! ¡Sunako-chan no es tu criada! – defendió el pequeño rubio a la ausente con mucha energía… o por lo menos con toda la que le permitía el sofocante calor que se colaba por cada rincón de aquella enorme, y ardiente, mansión.
-¿Eh? ¿No me dirás que tú no quieres algo refrescante y helado? – el rubio levantó su hermoso rostro para mirar a su pequeño compañero de suelo mientras regresaba su mejilla hacia el lado contrario, tratando de robarse un poco de la frescura del piso.
-¿Eh? ¡No!... bueno si… ahh… hace tanto calor
Kyohei sonrió contento con aquella evasiva de contestación de parte del bonito rubio, sin duda él era el que mejor respondía ante el calor y si tuviera energía se los haría saber a todos los habitantes de esa casa… pero, tristemente, no la tenía.
-Bebidas…
Ante el sonido de esa voz de ultratumba cualquiera se hubiera sobresaltado, pero los cuatro apuestos jóvenes ya estaban más que acostumbrados a las excentricidades de la chica que vivía con ellos así que solo se dedicaron a tomar las latas que rodaban en dirección de cada uno de ellos desde la puerta del cuarto. Y todos se mostraron felices…
-¡Eh! ¡Nakahara Sunako!
O casi todos…
-¿Qué quieres? – la diminuta figura que apena asomaba su rostro por la ranura de la puerta se detuvo de su andar regresivo ante la voz fastidiada del rubio que trataba, en vano, de ponerse de pie.
-¿No habrás encontrado un lugar refrescante y helado para pasar estos días y por eso no estás aquí?
-Te equivocas – respondió la chica con su usual monotonía – prefiero pudrirme de calor aquí adentro a compartir el aire contigo.
El rubio gruñó molesto mientras giraba la cabeza hacia el frente y abría con innecesaria fuerza su refresco, bajo la mirada atenta de los otros tres chicos quienes vieron como la chica se alejaba de la puerta…
-¿Qué…?
-¿… fue…?
-¿… eso?
A los tres muchachos les pareció ver por un breve segundo debajo de esa enorme capa negra un pedazo de piel blanca.
-Seguro…
-… fue mi…
-… imaginación.
.-.-.
-¿Eh?
Fue la única expresión que salió de los labios de los tres muchachos al anochecer. Justo cuando sus estómagos exigían ser alimentados y se dirigieron, arrastrando los pies, hacia la cocina, en donde encontraron una nota:
"La cena está servida, no se preocupen por los platos, yo los ordenare después"
Junto a ella estaba la mesa repleta de miles de platillos deliciosos a simple vista, todos para comerse fríos por lo cual no vieron ningún problema en simplemente sentarse a comer.
-¿A dónde habrá ido Sunako-chan? – A la mitad del su suculenta comida el pequeño rubio comenzó a extrañar el aura negra de su amiga, dándole un escalofrío al recordarla.
-¿Abra tenido una cita amorosa? – El pelirrojo llevó una de sus delicadas manos hacia su mentón y comenzó, a la vista de sus compañeros comensales, a imaginar aquellas y estas cosas… sin estar realmente seguros si pensaba en la chica ausente, o en si mismo haciendo esas mismas cosas con alguna hermosa mujer casada.
-¡¿A quién le importa? ¡Probablemente encontró un lugar fresco y no quiere dejarlo! – el rubio devoraba sin piedad la comida y los otros dos comenzaron a hacer lo mismo, pues temían que de pronto el ojicarmesí se robara su comida.
El único que se quedó un rato meditando sobre las palabras de los tres muchachos fue como siempre el apuesto moreno, tratando de descifrar en donde estaría la creadora de tan deliciosa cena, y el hecho de que su ausencia parecía aumentar considerablemente el apetito del rubio mientras refunfuñaba.
.-.-.
Abrió la puerta y se encontró con la más profunda oscuridad lo que le provocó una sonrisa relajada. Miró el reloj de la entrada y se encontró con que ya eran las 4 de la mañana, y probablemente las criaturas brillantes ya se habían marchado a dormir hacía mucho tiempo.
-Sunako-chan…
La voz del chico la sobresaltó y la oscuridad de la que había estado disfrutando hacia un momento desapareció por el brillo que desprendía la presencia en pijama del castaño, regresándola a su forma chibi.
-Kyohei está dormido en el sillón…
La morena giró la vista y encontró una fuente de luz mil veces más deslumbrante que la que desprendía el castaño: el gruñón rubio roncando ligeramente abrazando una de las almohadas de la sala.
-¿Se puede saber dónde has estado? – la voz seria de Takenaga la regresó al hecho de que ya eran pasadas las cuatro de la mañana y ella había sido atrapada regresando infraganti a casa tratando de no hacer ningún ruido.
-Salí a caminar… el aire… es más fresco por la noche.
Su rostro se sonrojó y giró su cabeza hacia la cocina, buscando evitar que el moreno se diera cuenta de su mentira, o esperando que pensara que su temblor y sonrojo se debieran a la cercanía de dos criaturas tan brillantes.
-Bueno… te creo…
Cuando levantó sus ojos violetas solo se encontró con la espalda del muchacho mientras se alejaba.
-Te recomendaría que te vayas a tu cuarto ahora… Kyohei tiene muy mal humor cuando se despierta.
No respondió, y sabia que él tampoco esperaba una respuesta de su parte, así que decidió avanzar hacia su habitación, pasando justo al lado del castaño, de lo que no se percato fue que él pudo ver en uno de los pasos que dio qué ligeramente debajo de su capa negra su blanca pierna se mostraba.
.-.-.
-Ya está el desayuno…
Sus ojos carmesí de abrieron rápidamente al escuchar la suave voz en su oído. Se levantó de un golpe y miro sobre su hombro como la chica se alejaba a pasos rápidos en dirección a la cocina.
-Y bien Sunako-chan… - todos los ojos se posaron sobre el pelirrojo, quien disfruto de la atención que sabia merecía - ¿Cómo te fue en tu cita de ayer?
-¡Ranmaru! – El pequeño rubio se había aguantado las ganas de preguntar porque pensó que sería impertinente… y ese sujeto no tenia respeto por nada.
-En realidad no… - la chica fue interrumpida por la forma estrepitosa en la que uno de los rubios se levantó, metió sus manos en sus bolsillos y sin que nadie pudiese verle el rostro se dirigió hacia la puerta del comedor.
-Nakahara Sunako… llévame el desayuno a mi cuarto… - y sin más, se marchó en dirección a su cuarto.
La nombrada se levantó y bajo la mirada atenta de los tres pares de ojos que se quedaban en la cocina recogió todo lo que pudo en una bandeja y se apresuró a salir de la cocina. No es que desease mucho estar con el rubio, era simplemente que no le gustaba la pregunta que sabia estaba por salir de los sexys labios del pelirrojo.
.-.-.
Con los ojos fijos en el blanco techo probablemente no pensaría en la tontería que acababa de cometer… y probablemente tampoco se fijaría en el hecho de que su corazón comenzaba a palpitar aceleradamente al pensar en que la pelinegra llegaría en cualquier momento con su desayuno…
Toc, toc
Apenas se hubo levantado de la cama cuando la chica en cuestión entró a la habitación y sin siquiera mirarlo depositó la bandeja en una mesita cercana.
-¿A dónde fuiste ayer?
-No te interesa…
Y un parpadeo después, la chica ya no se encontraba en la habitación.
Continuara…
Finalmente, despues de tantos años xD me decidi a publicar otro fic de Yamato Nadeshiko... o como le dicen aquí, Wallflower :) la verdad es que lo escribí como un capítulo único pero como quedo demasiado largo decidí cortarlo en dos para que la lectura no fuera tan pesada... (y de paso ganarme algunos reviews extra xP no pueden culparme por intentarlo xD)
Y bueno, tambien quiero agradecer infinitamente a Shion230 el pasarme una pagina que necesitaba/queria/deseaba :D muuchas gracias! Y si este fic existe es por ti :)
Me merecere un review? :3
