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1. SNOW

by Maryeli

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Estaba nevando y vaya que ella odiaba la nieve, pero sobre todo el frío. Una repentina brisa elevó ligeramente el vuelo de su falda y maldijo en voz baja mientras entraba a regañadientes de nuevo en la cafetería. Genial. Allí estaba otra vez ese tipo, el que se sentaba en la mesa siete, el que sonreía todo el tiempo como idiota pidiendo otra taza de café. Maldijo mentalmente al ingenioso que colocó ese estúpido cartel en la pared que decía "El café es gratis", lo que hacía que en días fríos como ese el lugar estuviera lleno de todo tipo de personas que rara vez consumía algo que no fuera café y por lo tanto nunca dejaban propina, y rayos, si trabajaba allí era porque no era precisamente millonaria. Bufó mientras tomaba la cafetera y se acercaba a la mesa donde se encontraba "don sonrisa" para llenar la taza con café.

– "Parece que nevara toda la noche" – Le oyó decir pero fingió no entender y luego de hacer una reverencia se dispuso a alejarse – "¿Me podrías traer unos muffins? De chocolate estaría bien".

– "Lo siento, desde hace un par de meses ya no tenemos muffins" – Dijo sin poder ocultar una nostálgica sonrisa que borró casi de inmediato. Un cliente levantó la mano desde el otro lado de la cafetería. Mientras servía café no pudo evitar sentir tristeza por los muffins que Kirio solía preparar y como su vida cambio dos meses atrás tras su repentina partida. Suspiró y se prometió visitar su tumba en su siguiente día libre. Dos horas después terminaba su turno y provista de unas gastadas botas y un descolorido abrigo se dispuso enfrentar aquella terrible tormenta de nieve. Las calles estaban más vacías y desoladas de lo habitual y empezó a temer que ningún autobús pudiera pasar por la estación, aun así aguardó por bastante rato. Empezó a sentir cansancio y a tiritar de frío, frotó sus manos con fuerza para darse calor sin mucho éxito y poco a poco los párpados se le hicieron más y más pesados. De pronto se vio a si misma pero de unos siete u ocho años jugando en la nieve mientras Kirio la observaba sonriente.

Abrió los ojos de golpe y quedó aturdida tras contemplar el techo, luego miró alrededor, eso la dejó aún más consternada, aquella no era su habitación. Se puso de pie y vio con alivio que aún llevaba puesto su uniforme de mesera, pero el abrigo y sus botas brillaban por su ausencia. Caminó hacia la ventana y notó que el temporal continuaba allí afuera, gruesos copos de nieve caían sin parar. Se giró e inspeccionó con más detalle el lugar, una habitación pequeña, pero ordenada y hasta acogedora, súbitamente sus pensamientos fueron interrumpidos pues alguien acababa de entrar por la puerta. Sus ojos se abrieron de par en par al ver al tipo de la mesa siete entrar con una taza de chocolate caliente que dejó sobre la mesita de noche.

– "Así que ya has despertado" – ella lo miraba perpleja como queriendo preguntarle – "Te quedaste dormida en la parada del autobús, estabas helada hasta los huesos, no sé dónde vives, por eso te traje aquí" – se apresuró a responder sin que ella le preguntara nada, al ver la expresión de sorpresa en su rostro no pudo evitar esbozar una sonrisa.

– "¿En dónde estoy?" – Fue lo único que atinó a preguntar mientras se reprochaba mentalmente por ser tan idiota como para quedarse dormida en una estación de autobús en medio de una tormenta de nieve. Realmente era un idiota.

– "En mi casa" – La sonrisa se le borró de los labios y tomó la taza de chocolate para acercársela a la muchacha – "Ten, te hará bien beber algo caliente, mi nombre es Hirako Shinji, soy…"

– "El cliente de la mesa siete" – ella lo observaba confundida, dudando en aceptar o no la bebida que le ofrecía.

– "No era precisamente lo que pensaba decir pero al menos sabes que no soy un asesino en serie o un secuestrador, la cafetería está a tres calles de aquí" – Shinji tomó una de las manos de la chica y puso sobre ella la taza de chocolate que empezaba a enfriarse – "En cuanto pase la tormenta podrás irte, Hiyori".

– "C–como…" – La cara de la muchacha denotaba sorpresa.

– "Tu nombre está escrito en la solapa de tu uniforme" – el joven volvió a sonreír mientras metía las manos en los bolsillos de su pantalón – "Es un nombre muy bonito".

Hiyori empezó a beber tratando de disimular el sonrojo de sus mejillas. Ese Shinji si que era un tipo raro, sin embargo tuvo que admitir que el chocolate estaba delicioso, pero jamás se lo diría.

– "Gracias por su ayuda" – Tuvo que pensar muy cuidadosamente las palabras que diría ya que ella rara vez daba las gracias y la amabilidad no era precisamente su punto fuerte – "Podría devolverme mis cosas, debo ir a casa".

– "Creo que deberías reconsiderar salir después de medianoche en medio de una tormenta de nieve" – el cliente de la mesa siete caminó hacia la ventana dispuesto a cerrar las cortinas – "No ha pasado ningún autobús en horas".

Hiyori terminó de beber el chocolate y el silencio envolvió la habitación. Estaba pensando en una salida razonable para su situación pero siendo sinceros "pensar" y "ser razonable" no eran cualidades de las que pudiera presumir, lo cierto era que estaba en algún lugar cerca de la cafetería donde trabajaba en lo que parecía la casa del cliente de la mesa siete en medio de una tormenta de nieve pasada la medianoche... emitió un sonoro bufido y dejó la tasa vacía sobre la mesita de noche.

– "Supongo que no hay remedio" – levantó los hombros con resignación mientras el joven recogía la tasa esbozando una sonrisa.

– "Vamos, te mostraré el lugar" – El rubio abrió la puerta y esperó a que ella saliera primero. El departamento no era muy grande pero al igual que la habitación estaba bastante limpio y ordenado, tenía los muebles necesarios. No pudo evitar sentir algo de vergüenza al recordar el desastre que era el suyo, rayos, tenía que estudiar y trabajar no tenía tiempo suficiente para trivialidades como el orden. Después de unos minutos de tensa conversación el cliente de la mesa siete prácticamente la obligó a dormir en su cama y hasta se ofreció a prepararle el baño y prestarle algo de ropa más cómoda para dormir. Demasiada amabilidad, pensó ella y por eso se aseguró de poner pestillo a la puerta y trancarla con una silla, solo por las dudas. No pasó mucho desde que se acostó hasta caer en los brazos de Morfeo, en medio del reconfortante sueño una breve imagen se coló, no era muy clara pero allí estaba Kirio con su traje de mesera sonriendo en la barra a un muchacho rubio de larga, realmente muy muy larga, cabellera… un sonido que podía considerar infernal la obligó a abrir los ojos. Más por automatismo se puso de pie y caminó descalza hacia la puerta, de un puntapié empujó la silla y abrió la puerta y caminó tambaleándose mientras se tallaba los ojos hasta que un grito ahogado la trajo abruptamente a la realidad: Había pasado la noche en un departamento que no era el suyo, llevaba puesta ropa que no era suya y estaba recién levantada de la cama (con todo lo que ello implicaba, bueno, tenía que reconocer que su cabello era rebelde, más bien un desastre por las mañanas) en medio de la sala del cliente de la mesa siete con una chica de peculiar cabellera verde que la señalaba boquiabierta y un joven de cabellera gris cuyo ceño fruncido desapareció en cuento la chica de cabello verde gritó.

- "¡Kenseiiiii… Shinji-kun trajo a una chica a su departamento!" – La peliverde exclamó casi gritando. Hiyori deseó en ese momento que la tierra se abriera y se la tragara, pero eso era más que imposible estaban en un cuarto o quinto piso.

- "Deja de gritar Mashiro, por si no te has dado cuenta también la estoy viendo" – Kensei se acercó a Mashiro y la obligó a bajar la mano – "Deja de señalarla, la vas a incomodar".

Se escuchó un sonido de llaves y la puerta se abrió mostrando al cliente de la mesa siete entrando con dos vasos de café y una bolsa de papel. Lejos de inmutarse por la presencia de la peculiar pareja cerró la puerta y avanzó hasta dejar las cosas que llevaba sobre la mesa.

- "Buenos días" – Se retiró la bufanda y el abrigo y los dejó sobre el sofá – "Creí que habíamos quedado a las 10, y…" – mostrando una mirada bastante fría que espantó un poco a Hiyori – "Se supone que no entrarían si no se los pedía" – extendiendo una mano – "Mashiro, dámelas".

Mashiro miró a Kensei con cara de cachorrito apaleado pero él se cruzó de brazos y desvió la mirada así que la peliverde no tuvo más remedio que meter la mano en uno de sus bolsillos y sacar un juego de llaves para dárselo a Shinji.

- "Tocamos varias veces y como no salías…" – Dijo a modo de excusa. Entonces pareció recordar a la pequeña rubia que aún seguía parada tratando de pasar desapercibida – "Pero encontramos a esta chica dentro de tu departamento, si mal no recuerdo hace mucho que no traías muj…" – Kensei se acercó rápidamente a Mashiro y le estampó un beso. Hiyori se quedó desconcertada y ni siquiera notó en que momento el cliente de la mesa siete se acercó a ella.

- "¿Dormiste bien?" – Ofreciéndole uno de los vasos con café, notando la expresión de "no entiendo nada de lo que está pasando" de Hiyori – "Kensei y Mashiro viven en el piso de abajo, son amigos míos, suelo darle una copia de mis llaves a Kensei por si se presenta algo pero Mashiro siempre se las ingenia para encontrarlas y entrar sin permiso a mi departamento, por cierto, ¿Cómo es que estás en la sala con ellos?".

- "Pues… " – Haciendo memoria de cómo es que terminó en aquella incómoda situación – "Me despertó un sonido aterrador y al salir del dormitorio los encontré en la sala".

- "¿Un sonido aterrador?" – El cliente de la mesa siente preguntó extrañado.

- "Es el timbre, te hemos dicho muchas veces que debes arreglarlo, Shinji-kun" – Mashiro sonreía mientras Kensei la abrazaba por la cintura – "Se oye como si alguien arañara una pizarra".

Hiyori tuvo que asentir, la tal Mashiro había dado una buena descripción del sonido aterrador y solo por unos momentos se permitió confiar un poco, sentarse en el sofá y beber café en tan extraña pero agradable compañía.

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Ohayo! Este es un proyecto corto (de unos siete capítulos) esta medio OOC y obviamente es un AU pero espero que les guste,

Kisses

Milly-chan / Maryeli

;)