N/A: ¿Qué pasa cuando 'Miss Atomic Bomb' y 'Mr. Brightside' se fusionan? Esto. O esa era la idea al menos.
Hace tiempo no escribía de mis bebés y los temas de arriba sirvieron de inspiración. Favor de escucharlos si se puede. Gracias.
Mr. Atomic side
Era curioso la precisión con la que Sting recordaba el momento en que todo se había ido a la mierda.
El aire viciado en el club. Ellos escabulléndose del guardia de seguridad que acababa descubrir que sus identificaciones eran falsas. La carrera hasta el auto. Ambos agitados sobre las butacas forradas de cuero del vehículo.
La adrenalina del momento que había vuelto a dejarle 'las hormonas alborotadas'. Algo que le gustaba decir a su padre, pero no dejaba de ser cierto por ello.
Pues era un estado en el que últimamente tendía a encontrarse. Uno que no le terminaba de agradar.
Era difícil de etiquetarlo, pero era una especie de necesidad imperiosa y súbita de sentir un par de labios ajenos o a veces simplemente un roce.
"Pubertad", solía pensar, cuando necesitaba echar las culpas.
Miró entonces, a la única compañía que tenía a su lado. Rogue encendía la radio mientas esperaba pacientemente a que el motor del auto calentara.
Definitivamente era el lugar incorrecto y momento equívoco para sentirse así.
Miró hacia afuera para intentar distraerse del hecho de acababa de mirar al que era su amigo desde pañales, con los mismos ojos que miraba a las chicas con las que pretendía ligar.
Un cartel de neón brillaba a la distancia. Su luz estaba distorsionada por la llovizna que había comenzado a caer hace muy poco.
Enfocó su mirada un poco más y leyó en letras rojas: "Just do it".
Esa tan pobre señal fue suficiente para que hiciera a un lado lo poco que tenía de recato.
—Rogue—llamó a su compañero, consiguiendo la atención del otro, para seguidamente tomarle por la nuca y besarle.
Su insensatez había resultado mejor de lo que había pensado. Lo sentía con cada movimiento de sus labios. Ese calor que pocas veces había invadido su cuerpo.
Y por un momento lo invadió una sensación de triunfo. Como si hubiese llegado a la meta después de haber corrido un maratón. Como si esto era por lo que estuvo esperando.
Pero su sentir fue muy breve. Cuando quiso razonarlo, Rogue había roto el contacto entre ellos.
Notó en ese momento, que su rostro ardía, y sorpresivamente, no era de calentura. Un golpe de suerte hizo de la oscuridad su cómplice disimulando sus reacciones involuntarias.
—Creo que es hora de irnos— dijo el otro, y aunque Sting sintió como si le enterraran un puñal profundamente en su espalda, asintió.
Todo estaba yendo completamente bien hasta hacía unos segundos. No podía ponerse así por un beso. No por un mero roce de labios.
Pero al final del día, esos eran los hechos. Por atender lo que pensaba una llamada del destino, ahora perdía la cabeza y ganaba el rechazo de su amigo.
Debió saberlo de antemano. O quizá lo hizo; pero decidió ignorarlo como lo hacía con todo, cada vez que se ponía ambicioso de más. Esos instantes de codicia y ceguera sacaban a relucir su lado más impulsivo. Su lado más atómico.
