"La máquina de escribir"
Capítulo Uno: Taiki.
Mi nombre es Taiki Kou. Hace tres años que tengo una relación amorosa con Lita, el amor de mi vida.
Al principio, me fue muy difícil conquistarla, porque ella estaba rehacía a tener cualquier tipo de relación. En el fondo, Lita tenía mucho miedo de volver a amar. Antes que yo, Lita había tenido un novio importante durante cuatro años, un novio con el que vivió hasta el último de sus dolorosos días.
Su novio Neflyte comenzó a enfermar al tercer año de relación, de una enfermedad que afectó su sistema inmunológico, enfermedad que en menos de un año, se lo llevó de su lado. Él fue su primer amor y estuvo junto a él durante todo el proceso de su muerte, siendo testigo día a día, de cómo comenzó a decaer; teniendo fuertes dolores, vómitos, diarreas, sangrados, incluso convulsiones.
Lita demoró años en volver a su vida normal, tuvo pesadillas y terrores nocturnos durante mucho tiempo y me parece que hasta ahora, no ha logrado superarlo del todo.
Llegó un momento en nuestra relación en que Lita y yo decidimos vivir juntos, y fue en ese momento cuando mi feliz vida junto a ella tomó un vuelco.
Lita todavía guardaba entre sus cosas, un valioso objeto de su antiguo amor, en la habitación de huéspedes. Se trataba de una hermosa máquina de escribir, una reliquia de los años sesenta. Al difunto le gustaba mucho escribir en sus ratos libres, un pasatiempo que yo también comparto, por lo que entendí lo valioso que era aquel objeto.
Lita pensó que yo me molestaría por querer conservarla, pero le dije que no había problema y yo mismo le pedí que no se deshiciera de ella.
Cuando cumplimos un año de convivencia, celebramos con una cena romántica en casa. Una de las tantas cualidades de Lita, es que se le da bien la cocina y me preparó un plato exquisito.
Esa fue la primera noche en que me sentí acosado...
Tuve una horrible pesadilla. Soñé que Neflyte, el difunto Neflyte, entraba a la habitación a verme dormir. Yo podía ver incluso a Lita acostada, durmiendo junto a mí, pero yo estaba completamente paralizado, no podía hablar, ni podía moverme en lo absoluto. Neflyte tenía la piel pálida, el contorno de sus ojos estaba teñido de un tono oscuro, sus labios se apreciaban partidos y resecos. Comenzó a caminar lentamente hacia mí, su mirada mostraba una frialdad que me hizo estremecer. Se acercó hasta mi oído, pude sentir su aliento en mi oreja, tan real, como lo era mi miedo. Dejé escapar un grito ronco y desperté de golpe. Me senté al borde de la cama, bañado en sudor. Mi corazón palpitaba muy agitado y casi no podía respirar. Observé a mi alrededor, se veía exactamente igual que en mi sueño, solo que Neflyte no estaba ahí. Lita se despertó con mi grito, al verme tan agitado y nervioso, se preocupó. Intente calmarle explicándole que solo había tenido un mal sueño. Pero hasta el día de hoy, tengo la sensación de que realmente no lo fue.
Un mes más tarde, escuché un ruido que provenía de la habitación en donde guardábamos la máquina de escribir, se escuchaba claramente el sonido de papeles revolviéndose. Entré en la habitación, pensando que Lita estaba buscando algo, pero para mi sorpresa, no había nadie.
La máquina tenía puesto papel, se veía lista como para comenzar a escribir. Trate de no darle importancia, me giré sobre los talones para salir de la habitación, sin embargo, cuando puse un pie fuera de ella, la máquina comenzó a teclear sola. No fui capaz de darme la vuelta para ver directamente, pero escuchaba el sonido de las teclas claramente. Un escalofrío me recorrió el cuerpo, quise irme, pero no pude moverme, me quede paralizado hasta que la máquina cesó. Tragué saliva y me giré lentamente para mirar, sintiendo una sensación de frío en la nuca. Definitivamente sí había algo escrito en el papel. Me acerqué con temor a coger la hoja de la máquina de escribir, no sé si de valiente o de estúpido, pero lo hice y en la nota estaba escrito el mensaje: "¡VETE DE AQUÍ!"
Ahogué un grito y por un impulso, salí corriendo de la habitación, cerrando la puerta por fuera, sin poder dejar de temblar.
No le dije nada a Lita, ella parecía no darse cuenta de que su difunto novio, estaba celoso de mí, y yo no quería asustarla. Un día, le sugerí a Lita hacer una visita al cementerio. Ella se sorprendió con la idea, pero no se negó a mi petición.
Cuando llegamos hasta su sepultura, yo le rogaba a Neflyte que me dejara en paz, que me dejara ser feliz con Lita. Yo no pretendía remplazarlo, yo no quería que ella lo olvidara, yo solo quería que un fantasma dejara de amenazarme de esa manera.
Eso pareció calmarlo, al menos durante un tiempo, porque durante casi seis meses, no hubo más sucesos perturbadores en casa. Al menos no ocurrieron, hasta que Lita me hiciera un pastel de cumpleaños. Estaba realmente delicioso como todo lo que ella cocinaba y la elogié por sus habilidades culinarias. Ella me sonrió, seguido de un suspiro melancólico.
— Antes me gustaba hacer todo tipo de dulces, pero deje de hacerlo cuando Neflyte enfermó —Confesó Lita con un triste semblante—. Él amaba los "cupcakes" decía que los míos eran los mejores. Una vez me pidió que hiciera una docena solo para él, no dejaba que nadie más los comiera, era un tanto egoísta cuando de comida se trataba.
— Deben ser exquisitos, no lo dudo. —Le dije, tomando su mano entre las mías, porque Lita pareció entristecerse al recordar a su ex.
— Como dije, no he vuelto a hacer esos cupcakes, pero ahora... ahora las cosas han cambiado y tengo a quien cocinárlos. Pronto haré algunos para que los pruebes. —Dijo Lita, depositando un fugaz beso en mis labios.
Se disculpó conmigo y se dirigió al servicio, así que yo me dirigí hasta mi habitación a descansar. Avancé por el pasillo a paso lento pero firme y en la habitación de la máquina de escribir, ésta comenzó a teclear, justo como lo hizo la última vez. Me quedé de pie escuchando el sonido del tecleo, me estremecí cuando sentí una corriente de aire en mi nuca otra vez. La máquina se detuvo. No quería entrar a la habitación, pero a la vez, sentía curiosidad por saber, que había escrito ahora, quería saber, qué era lo que le molestaba en esta ocasión, al difunto Neflyte
El mensaje era claro y lleno de celos: ¡NO TE ATREVAS A PROBARLOS!
Salí de la habitación, ya no podía más, necesitaba salir de esa casa o al menos, debía decirle a Lita que necesitábamos deshacernos de esa maldita máquina de escribir.
Pasó un mes desde el incidente, comencé a planear una excusa para salir de esa casa y llevarme a Lita conmigo, pero cada idea, cada plan, de una u otra forma se estropeaba.
Una noche en que nos preparábamos para dormir, Lita habló conmigo:
— Taiki, has estado muy extraño y distante conmigo. —Dijo Lita, poniéndome una expresión de niña mimada en su rostro.
Me pareció tierno y me senté en la cama para estar más cerca de ella.
— ¿Has estado trabajando en exceso? ¿O es que acaso ya no te parezco tan atractiva? —Me preguntó Lita, acercándose a mí de una manera muy sensual, mientras el tirante de la camisa de dormir se caía lentamente por su hombro, dejándolo de manera apetecible al descubierto.
— No, por supuesto que no es nada de eso. —Respondí, besándola en el hombro, subiendo mis besos hasta llegar a su cuello. Pensé en contarle todo lo que me ocurría, pero el tema de Neflyte era muy sensible para ella, así que desistí de la idea.
Nuestros labios se juntaron en un ardiente beso, desatando toda pasión en nuestros cuerpos. La besé infinitas veces esa noche, acaricie su suave piel, me embriagué de su aroma, enloquecí con sus gemidos de placer, con su respiración agitada, con el ardor que me provocaban sus entrañas, con su cuerpo sudoroso que tanto desee. Toqué sus turgentes senos, apreté con fuerza sus muslos, la atrapé con mi cuerpo, la embestí con deseo y lujuria, la hice mía hasta el amanecer.
Lita se durmió a mi lado, yo acaricié su cabello alborotado por unos segundos y luego me levanté de la cama para ir por un vaso de agua. Caminé por el oscuro pasillo que lleva camino a la cocina, cuando vi la puerta de la habitación de la máquina de escribir entre abierta y con la luz encendida que se colaba por el umbral. Me asomé con algo de temor, abrí la puerta para entrar y vi un montón de papeles desparramados en el suelo, todos decían: "¡Aléjate de ella!"
Era obvio que nuestro intenso encuentro de hace un momento, lo había puesto loco de celos. Debía deshacerme de esa molesta entidad, pero no sabía cómo. Y pensé... "la máquina" es esa maldita máquina de escribir lo que aún no une a este mundo terrenal. Debía deshacerme de ella cuando antes. Pensé en venderla a algún coleccionista, quemarla o enterrarla en algún lugar, pero era riesgoso, Lita me descubriría si llevaba a cabo cualquiera de las ideas. Debía hacer algo rápido y en ese mismo instante. Así que casi por impulso, sin darle más vueltas al asunto, tomé la máquina y la arrojé a la basura, esperando que el camión se la llevara lo más lejos posible.
Pasaron dos meses desde ese suceso y todo parecía tranquilo en casa. Lita me contó que estaba embarazada, me puse realmente feliz con aquella noticia, yo siempre he soñado con ser padre. Pero además, esa era la oportunidad perfecta de dejar la casa, podríamos mudarnos a una nueva, con un enorme jardín para el bebé, dejando lejos cualquier recuerdo del tal Neflyte. Lita aceptó mi propuesta, y nos mudamos lejos de ese barrio, lejos de los recuerdos y lo mejor, Lita creyó que la máquina de escribir, se había extraviado en la mudanza.
Pasaron cinco maravillosos meses, Lita se veía radiante y hermosa. Estábamos en la espera del nacimiento de nuestra hija y Lita recuperó el interés por hacer aquellos dulces que un día me prometió. Al parecer, ya no le traían eso tristes recuerdos.
Hace unas horas, Lita salió de compras al mercado. Yo me he sentido un poco enfermo en estos días, así que me quede solo en casa. Estaba escribiendo un informe para mi trabajo en mi computadora, cuando me tuve que levantar para ir hasta el baño, porque me sentí algo nauseoso. De pronto, me pareció escuchar que alguien tecleaba en mi computadora. "¿Lita?" pregunté, pensando que ella había regresado a casa, pero nadie me contestó.
Me miré al espejo, mi rostro se ve algo demacrado, pálido y ojeroso, así que me lavé la cara y salí del baño. Observé con detalle cada rincón de la casa y no había nadie. Pensé que tal vez yo me estaba sugestionando, así que me senté frente a la computadora para seguir escribiendo, ignorando un poco el suceso de recién. Cuando me di cuenta de que alguien, había escrito algo nuevo en mi informe:
CUPCAKES = VENENO.
Me levanté de golpe, la silla cayó al suelo, comencé a sudar y las lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos, sin poder contenerme. Sentí un terror que no puedo describir en palabras, aumentaron mis nauseas, y los escalofríos recorrían mi espina dorsal. Comencé a recordar detalles que Lita me había contado sobre la muerte de Neflyte. Si el mensaje era cierto, pues muchas cosas tenían sentido.
Lita abrió la puerta de la calle, se ve tan feliz con su barriga, viene con las bolsas de las compras.
— Amor, compré de todo para volver a cocinarte esos cupcakes que tanto te gustan. —Me dijo Lita, con una gran sonrisa que iluminaban su rostro, que por primera vez, en todo este tiempo, vi algo macabra.
No sé qué debo hacer ahora, yo ya he enfermado, al igual como le sucedió a Neflyte...
