Notas de Autora: Pues bien, un pequeño one shot que se me ocurrió mientras escuchaba a Vivaldi. Surgió después de leerle muchas fábulas a mi sobrina de dos años más una indecisión que de vez en cuando me quita un poco el sueño. Lo que quise transmitir y espero que el mensaje sea de su agrado, es que no podemos callar lo que sentimos por miedo a negativas y que eso es estar escapando a la realidad. No es una fábula como tal, pero la moraleja está, y creo que es lo esencial. A ver si sigo mi propia moraleja y me decido por fin a gritar aquello que tanto atormenta mi mente. Gracias a mi beta, por siempre estar allí para mi y no matarme por las faltas y lo quiero dedicar a todas las personas que callamos algo por miedo. Sin más, disfruten.
Disclaimer: Los personajes utilizados en éste one shot no me pertenecen, son del genial Tite Kubo, Bleach no me pertenece. Si me perteneciera, Grimmjow aparecería en cada capítulo y estaría con Ichigo. ¡Ah! y el RenBya sería muy canon. Por y para fans.
La fábula del mono y la luna.
Un manto oscuro ocultaba la Sociedad de Almas, él, acostumbrado a perderse en su mundo de pensamientos y reflexiones, pensó que era un buen momento para su rutinario paseo nocturno. La luna se encontraba en su punto más alto, eso solo significaba que era el momento propicio para caminar descalzo por el césped del Seireitei y sentir la fresca vegetación acariciándole tenuemente sus desnudos pies. Caminaba meditabundo, observando a la nada y pensando en todo, no perdía rastro de su pétreo rostro, y no dejaba que nadie le viera de otro modo. Supuso que el tiempo le había convertido en una persona tan fría y reservada, que nadie se atrevía a pensar que había algo más allá que su eterna máscara de estoicidad.
Porque si, era una máscara. Y nadie lo sabía...
... O al menos eso creía.
Ignoraba el hecho de que una vez, su teniente le había visto llorar frente a ese retrato que tan celosamente cuidaba, el de su difunta esposa Hisana. Así como también ignoraba la profunda turbación que había logrado en el de rojos cabellos, y como esto había cambiado por completo la imagen que tenía acerca del temido Capitán de la Sexta División.
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Era por eso mismo que Renji se había propuesto el seguirle en sus infaltables paseos nocturnos para ver si podía ver algo más de esa momentánea debilidad que nadie conocía, y que lo hacía sentirse especial, él conocía una parte diferente de su Capitán, eso le daba la humilde y a la vez avariciosa idea de que eso era enteramente suyo. Que conocer esa parte le pertenecía, era su secreto tan celosamente guardado, nadie más lo sabría y él podría seguir creyendo que era dueño de algo, y si era algo que lo relacionaba directamente con Byakuya Kuchiki, pues más a su favor.
Un sentimiento tan antitético, creerse poseedor de algo y saberse poseedor de la más completa nada. Pero no podía aspirar a más, vivía con eso, anhelando algo que estaba fuera de su alcance.
Al menos con eso se conformaba. Verlo ahí, intocable, tan inalcanzable como era la misma luna en su máximo punto.
¿Cómo de grande sería la distancia entre la luna y la tierra?... Posiblemente la misma que tiene él con respecto a su Capitán.
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Cerró momentáneamente sus ojos y al volver a abrirlos, le vio. Sonrió con levedad, su Capitán sí que era puntual, y él le esperaba agasajado y ocultando lo más satisfactoriamente que podía su reiatsu. Renji se lo esperaba. No, estaba convencido de que esa sería la hora que utilizaría para dar su paseo nocturno.
Así era Byakuya, puntual, rutinario, y con un vida llena de formalismos.
Se apoyó contra un árbol y le observó detenidamente, a cada paso que Byakuya daba, su corazón parecía querer salirse de su pecho. Se inclinó levemente hacia delante cuando vio que el de negros cabellos detuvo su marcha frente a su estanque de peces Koi, a los cuales miraba sin inmutarse. Rezagado, y gracias a la tranquilidad de la noche, su atención recaía únicamente en el hombre que frente a él, observaba un estanque como si fuera lo más interesante del mundo, aunque Renji sabía que esa acción ocultaba otras que solamente la mente del propio Byakuya sabía.
Frunció el ceño cuando se apretó más contra el árbol para no perderse detalle y desvió momentáneamente su atención hacia Zabimaru, cuya empuñadura que se le enterraba dolorosamente en uno de sus costados. Casi pierde el equilibrio al escuchar la fría, tranquila y pausada voz de su Capitán.
— ¿Hasta cuándo pretendes jugar al detective, Renji?
El mencionado se limitó a saltar del árbol donde creía que estaba bien camuflado, aterrizando limpiamente y comenzando a caminar hacia su Capitán, el que le observaba con una extraña mirada. Aún así, daba miedo.
«Tan sagaz como siempre, como esperaba de mi Capitán. » Pensó, limitándose hacer una pequeña reverencia cuando se halló frente a él.
— ¿Qué hacías? —preguntó Byakuya, volviendo la mirada a su estanque y quedando prendado del movimiento que sus peces hacían al nadar.
—Patrullaje —mintió apresuradamente, a lo que Byakuya frunció el entrecejo, sin levantar su vista hacia él.
— ¿Patrullaje en mi residencia? —cuestionó con tono mordaz y prepotente.
El pelirrojo se reprendió mentalmente por tan absurda excusa, obviamente la Mansión Kuchiki no necesitaba de su cuidado, más que sabido era que muchos guardias la custodiaban.
—La verdad es que... —comenzó, tragando saliva y notando como sus palmas comenzaban a sudar—. Estoy aquí por usted, estoy preocupado.
Ahora si contaba con la total atención de esos violáceos y atrayentes ojos que lograban ponerle el vello de punta, atemorizarle y gustarle. Todo al mismo tiempo.
— ¿Preocupado?
—Sí, eh... Verá, hace días lo veo como un poco ido, meditabundo —se llevó una mano a la nuca, rascándose con levedad en señal de nerviosismo—, y me preguntaba si no querría mi ayuda para algo.
En la frente de Byakuya se formaron ciertas arrugas y si su mirada antes era seria, ahora tenía un claro matiz de severidad, la cual denotaba un "¿qué?" Y que solo conseguía poner más nervioso a su Teniente.
— ¿Tu ayuda? para nada —respondió ciertamente algo despreciativo, entrecerrando sus párpados para fulminar al pobre hombre que tan valientemente había soltado eso pretendiendo aliviar la pena que su Capitán podría estar pasando—. No necesito de tu ayuda precisamente.
Byakuya lo notó, notó los ojos de Renji ensombrecerse, como preludio de lo que estaría pasando en su mente y su corazón, mas no dijo nada. El pelirrojo notó un pesado nudo en su garganta, haciéndole casi imposible el hablar. Asintió con la cabeza un par de veces y con un tono más rudo y ofendido de lo que pretendía, le contestó importándole ya muy poco si el hombre frente a él lo mandaba a ejecutar.
—Ya sé que no soy nada más que un perro del Rukongai para usted, pero debe saber que hay personas que nos preocupamos por otras sin pedir nada a cambio —tragó saliva, pretendiendo así, tragarse más de lo que tenía para decir—. Es tan orgulloso que no puede admitir que hay gente a la que le preocupa, que velan por usted, como es el caso de Rukia... Y mío, Capitán.
—De mi hermana lo puedo llegar a entender, pero de ti no, Renji. Por favor no vayas a usa la tonta excusa de que es porque soy tu Capitán, que de sobra sé que quieres superarme.
—U-usted... Eh... Bueno...
—Sin titubeos.
—Usted me interesa... De una manera más especial... —Trago saliva al ver la intensa mirada que su Capitán le dedicaba, inspirando para armarse de valor y no andarse con remilgos pues sabía que si decía algo que a Byakuya no le gustara, Senbonzakura le haría callar eternamente—. Sé que puede sonar raro, pero no estoy mintiendo.
Byakuya se tomó unos segundos para responder, meditando cada una de las palabras dichas por su Teniente, el hombre más arrogante, confiado y perseverante que conocía.
—Ya veo —respondió el Capitán de la Sexta División, encaminándose tranquilamente hacia su hogar—. Mañana a primera hora, como siempre, Renji.
El mencionado le vio alejarse, escapando una vez más de sus garras, así como la lejanía de la luna con respecto a la tierra. Se pasó una mano por el rostro, acariciándose el puente de la nariz y preguntándose si el hecho de seguir vivo era algo positivo o debía esperar una muerte lenta y muy dolorosa a mano de unos famosos pétalos de cerezo.
Alzó la vista, observando el imponente astro que con su luz bañaba de plata el césped de la Mansión Kuchiki y se dio media vuelta, lamentándose por haber hablado de más, usó shunpo y desapareció de allí en un abrir y cerrar de ojos.
Si hubiera visto como una pequeña e imperceptible sonrisa adornaba el rostro de Byakuya haciéndolo aún más bello, definitivamente no se habría arrepentido por haber hablado de más tan impulsivamente.
No por miedo a que las cosas no salgan como uno quiere, o por miedo a que nos digan que no, no significa que debamos callarlas. Jamás deben dejar de hacerse, puesto que si no lo intentas, nunca sabrás que respuesta podrías haber tenido.
- R & B -
Espero que haya sido de su agrado, los favoritos son muy bien recibidos y los reviews me alimentan.
Gracias a todos por leer. ¿Review? ^^
