Mirada
Hijikagu
[Escenario... extraño]
|Sin editar|
Ver a un par de niñas pintarse las uñas no es algo que esté escrito en ningún contrato que él haya firmado. Sin embargo, el escándalo proveniente de aquellas mocosas, sin dudas, le confirman que algo ahí está muy mal.
Bien, quizás sea el hecho de que a Matsudaira le pasa muy por las pelotas lo que él opine. Sí, efectivamente es eso, se dice, al recordar que el hombre le había apuntado con un revólver cargado, justo en la frente, diciéndole que tenía que hacerlo porque la princesa así lo quería y él tenía que ir a una cabaret de mala muerte, como de costumbre.
No se preguntó por qué sólo él o por qué demonios no iba a fastidiar al tarugo de Okita, que era muy amiguito de la princesa y estaba hasta la coronilla de amor por la Chinita. Si nadie iba a escucharlo, ¿para qué quejarse?
Sacó una cajetilla de cigarillos y pensó un poco más detenidamente en el pedido explícito de la princesa para que él estuviera ahí. ¿O acaso entendió mal? Hasta donde recuerda, jamás se ha involucrado con la niñata por más de unos cuantos minutos, cuando tenían misiones especiales de cuidar al Shogun, y nada más.
Cuando estaba a punto de encender el cigarillo, que ya reposaba en sus labios húmedos, la princesa le llamó. De mala gana tuvo que ir, no vaya a ser que le pasara algo y él tuviera que destriparse.
"¿Qué sucede?", preguntó, su mano sosteniendo la funda de su espada, por precaución.
No tuvo tiempo de reaccionar, cuando lo habían arrastrado a la especie de círculo que formaron, entre las dos.
"Kagura quiere probar contigo", dijo. No entendió qué demonios quiso decir con eso, pero procuró no darle un sentido muy extraño.
La niña extendió sus manos, claramente mostrándole la pintura sobre sus uñas. Creyó entender, y quiso irse. Ni muerto formaba parte de eso, porque sí, el viejo le dijo que se quedara con ellas, pero nunca especificó que obedeciera todo lo que decían, e incluso si lo hubiera hecho, omitiría la orden.
"Vamos, Toshi, necesito practicar", pidió. Era el usual tono de mandona que utilizaba con sus idiotas compañeros de trabajo, ¿qué se creía al usarlo con él?
"Ni muerto".
La chica lo miró fijo por más de medio minuto, en el que terminó cediendo. Extendió sus manos y se dejó hacer, la princesa sólo observaba con una sonrisa en sus labios.
Él juraba no admitir nunca que accedió porque su mirada le parecio algo agradable.
