Sus ojos tranquilos azules que la observan, atraviesan su alma y su música producida por sus dedos, atraviesan su piel. La recorren, la exploran dejando chispas en cada roce.

Puede parecer tranquilo como un lago, pero es el mismo océano, es un torbellino, es electricidad recorriendo sus venas. Siente la energía a su alrededor. Esa que produce con su presencia, deja destellos en cada poro de su piel, se eriza sin que la roce.

—Ma-Ma-Marinette —su voz es eléctrica.

La estremece de tal forma que siente como el voltaje esta por las nubes y en cualquier momento hará cortocircuito. Su cerebro se está quemando, su corazón se está sobrecargando.

Sus dedos dan estática. Marinette sin que le toque puede sentirlo; Luka es electricidad.

Cuando la toca. La electricidad fluye de él hacia ella.

Cuando la abraza. La electricidad le hace bombear su corazón.

Cuando la besa. La electricidad que emite, la enciende, la hace viajar sin sentido y va en busca de más.

Cuando le hace el amor. La electricidad le hace sentir viva, chispas electrifican cada vello de su piel y sin que pueda soportarlo hace cortocircuito.

Luka es tan tranquilo que eso la desespera, la acaricia con una calma tan apremiante que no soporta. Necesita más, más voltaje. Quiere sentir esa sensación que recorre su piel y la paraliza.

Él sabe tocar y no hablaba, solamente de la guitarra.

Con un movimiento de caderas, Marinette se apegó a él, y sus piernas se enredaron a su alrededor, chocando sus cuerpos. Chispas parecían revolotear a su alrededor y mientras más, se mecía. Más sentía que se electrocutaba.

Luka era electricidad y Marinette era un buen conductor eléctrico.