Esta es la nueva historia que tengo para ustedes. Es una historia muy bonita, que se me ocurrió (con mucha ayuda de Atena23) hace tiempo. Mucho tiempo. Está es la segunda edición de la historia, aunque poco cambió. Espero que les guste...
El Peón del Rey de Negras
Hermione regresó corriendo a través del fuego, con el corazón palpitante a más no poder; tenía demasiada preocupación alojada en su joven pecho, tanta que quería llorar. Se sentía perdida, más no era por Harry por quien sentía esto: era por Ron, quién lastimado y solo descansaba en el suelo del tablero de ajedrez.
Se apuró todo lo que pudo para llegar hasta el, caminando con prisa desmedida por aquel trayecto que ahora se le hacía tan largo. No podía pensar, no podía hacer nada; en esos segundos olvido por completo a Harry, a Voldemort, a Dumbledore o a la piedra: toda su atención estaba en su amigo caído en medio de la pelea. No sabía porque, pero en esos instantes era lo único que realmente le importaba, el saber que se encontraba bien y que mañana podrían volver a sonreír felizmente como si nada hubiera pasado.
Llegó a la habitación, fría y oscura, y vio a Ron tirado en el suelo. Tenía cortadas por toda la cara los brazos, y el suelo estaba manchado por su sangre y sudor. Daba un aspecto lamentable allí tirado, solitario, mientras las piezas inmóviles del Ajedrez observaban indiferentes desde los extremos, donde volvieron a su posición original como esperando a un nuevo enemigo…
Hermione se apresuró a entrar al tablero, casi llorando por ver en tan lamentable estado a su amigo; se le vino el alma al suelo al poder entre los cabellos de Ron, donde de su cabeza apareció una herida profunda, que rompía la piel y se hundía en el. Comenzó a caminar como soñando entre la reina y el rey blancos, alzando la mano como para intentar llegar antes, pero de pronto una mano le empujó para atrás…
La reina alzaba su tétrica figura, moviéndose con extraña majestuosidad, arrancándole del suelo hasta colocarla nuevamente del otro lado. No parecía dispuesta a dejarla pasar, como si quisieran ver el espectáculo que suponía Ron tumbado en el suelo moribundo. Hermione entró en la desesperación… Volvió a levantarse y volvió a caminar hacia el, pero una y otra vez las piezas le impidieron el paso, haciéndole caer entre la suciedad del suelo negro.
- ¡Por favor! ¡Necesito pasar! -Gritó a la desesperada, más nadie contestó.
Ella avanzó y comenzó a golpear las piezas, como queriendo romperlas, pero ninguna le prestó atención, como si solo existiera cuando quería perturbar la paz del tablero blanquinegro. Hermione comenzó a llorar, desconsolada, al escuchar los gemidos lastimeros que emitía Ron en esos momentos.
- Va a morir, entiéndalo -repitió una y otra vez.
- ¿Cómo está Harry? -le sacó una voz de su histeria…
Ron hablaba en voz baja, sin abrir los ojos ni siquiera un poco; su pecho respiraba rápidamente, más su cara estaba rota. No había visto imagen más lastimera Hermione en su vida, y nunca tuvo más miedo, y en ese entonces pensó que jamás tendría más… Ella estaba completamente rota por dentro en ese instante, y no pudo contestar pues sus propias lágrimas se lo impedían.
- Está bien, ¿verdad? ¿Logró encontrar a Snape?
Hermione se sentó en el suelo con impotencia al ver que era causa perdida; allí, a unos metros de el, se sentía tan miserable. Se limpió las lágrimas con su tunica, aclaró su voz un poco y contestó quedamente, como no queriendo que supiera lo que pasaba… Sentía que debía decir la verdad, pero aún así no quería. Su alma estaba destrozada, más las suplicantes palabras de Ron le obligaron a decirlo.
- El esta con Snape ahora, me dijo que volviera y que fuera por Dumbledore, que él sabría que hacer…
- Ve por el, anda -fue la respuesta, también en un susurro.- De aquel lado del tablero hay una puerta, puedes salir por allí…
Hermione alzó la mirada, viendo fijamente hacia donde Ron estaba; con los ojos cerrados en profundo dolor, completamente destruido: ese era el Ron del momento, quien aún así le decía que corriera a salvar a su amigo… Comprendió hasta donde llegaba su lealtad, hasta donde llegaba su bondad. Aún así, contestó casi gritando, a pesar de que sus ojos lagrimearan conmovidos…
- ¿Pero que hay de ti? No puedo dejarte así…
- Estaré bien, solo ve. -En su voz se notaba su mentira.
- No -llegó la respuesta de Hermione, sin ninguna vacilación. Estaba nuevamente subiendo al tablero, con la cara sucia y la ropa desaliñada… -No te dejaré aquí por ningún motivo, necesitas mi ayuda…
- Harry te necesita más. Yo ya cumplí mi misión: ahora debes cumplir la tuya y ayudarlo. De otra forma no podrá acabar con esto solo. Corre y ve por los profesores, no te preocupes por mi… Tienes que ayudar a Harry, o no podrá terminar con todo esto.
Hermione avanzó por entre las piezas de ajedrez, que por un momento permanecían inmóviles; ella estaba blanca, caminando con pasos lentos e inseguros, como si la vida se le fuera en esos momentos. Sabía lo que debía hacer, pero aún así dudaba de todo… Cuando pasó la fila de peones, comenzó a correr, hasta llegar al cuadrado negro que se manchaba por la sangre de Ron. Se arrodilló, junto a él, y colocó sus manos en su cabeza. Ron abrió los ojos un poco, ojos ensangrentados hasta más no poder.
- Debes ir por los profesores…
- No, no me iré…
- Pero Harry…
- NO ME IRÉ -gritó Hermione, con los ojos llorando y la boca temblorosa.- ¿Es que no lo entiendes? Tú no eres un peón que puedas fácilmente desechar. Voy a llevarte conmigo, no pienso dejarte solo.
- Pero Harry…
- Ahora estoy contigo, y no importa nada más…
No supo porque, pero Hermione bajó lentamente su cabeza hacia Ron, con sus manos alzando la cara, hasta que estuvieron casi juntas. Ella estaba roja, como los cabellos pelirrojos de él; en un momento se acercaron sus labios, que tiernamente se tocaron por varios segundos, hasta que ella apartó su boca. Llorando lo observó a el, que en esos momentos se encontraba inconsciente…
Hermione sonrió, con una boca completamente blanca y palpitante. Entonces tomó su varita del suelo, donde descansó todo el tiempo junto a la de Ron, y lanzó un hechizo hacia este. Se alzó del suelo, con la ropa rasgada cayendo por todo su cuerpo… La sangre se derramaba lentamente como si fuera un cuentagotas. Hermione, temblorosa, comenzó a caminar por entre las piezas, hasta la puerta: le dejaron pasar sin mirarla. Ella abrió la puerta y pasó por entre los demás cuartos, misteriosamente silenciosos y vacíos.
Caminó por los pasillos de Hogwarts, de forma lenta y dolorosa, hasta que llegó al primer piso; allí estaba la enfermería… Apenas entrar, cayó al suelo rendida, de repente todo lo que esa noche pasó tomo su factura: el cansancio se adueñó de ella completamente, sumergiéndola en la nada. La enfermera la encontró por el ruido sordo que ocasionó su desmayo, y pronto le atendió a ambos sin vacilar; horas después, llegaría el director con Harry en brazos, a punto de desfallecer…
Ron no recordó lo que pasó aquella noche, más Hermione lo atesoró por siempre jamás… Significo para ella tantas cosas aquel momento, pero más importante fue cuando se dio cuenta que le amaba, y que lo haría por siempre; fue cuando lo vio como quien era: alguien dulce, honrado y fiel… Y por eso se había ganado el corazón de aquella chica inteligente, lógica, perseverante y tenaz. ¿Y saben algo? Eran perfectos el uno para el otro…
FIN
¿Les gustó? Espero que si...
