Bien, esta es mi nueva historia. . . En realidad, es el fic más antiguo que tengo, el primero que escribí y al que más cariño le tengo. Lo he publicado en otras paginas, y ha tenido bastante éxito, así que finalmente, me atreví a subirlo aqui. El principio es un tanto "oscuro", pero el tono de la historia no lo es en absoluto. Mas bien se trata de una comedia romántica. Espero que le deis una oportunidad y que os guste;)
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CAPITULO UNO: "SIN MIEDO A NADA"
Hermione se arrebujó en la fina sábana que la cubría. El frío se colaba por las rendijas entre las piedras, haciéndola temblar. Llevaba cinco días prisionera en una de las cárceles más seguras de todo el país. Y lo más gracioso es que ni siquiera sabía porqué.
La puerta de su celda se abrió dando paso a un hombre vestido de uniforme. El carcelero dejó una escudilla con comida en el suelo y salió de la celda sin pronunciar una palabra. Exactamente como ocurría todos los días.
Hermione se levantó pesadamente del camastro donde estaba recostada y se acercó hasta la bandeja. Con un suspiro derrotado, observó que la comida consistía únicamente en un insípido caldo con sospechosos tropezones de algo irreconocible flotando en él. Con una mueca de asco, alargó la mano para alcanzar el minúsculo mendrugo de pan que había al lado del plato, y se lo llevó a la boca. Después de todo, pensó dándole un pequeño mordisco. no estaba tan mal.
De pronto, sus ojos se abrieron con asombro al notar que la esquina de un papel asomaba perfectamente disimulada entre la miga. Atragantándose y escupiendo todo lo que tenía en la boca, se apresuró a leer el mensaje escrito en la hoja.
Durante el tiempo que tenéis para ir al baño, finge que te encuentras mal para que te escolten hasta la enfermería. Allí entretenlos durante 15 minutos, hasta el cambio de guardia. Entonces podrás actuar con total impunidad. En el tercer cajón de la penúltima mesilla encontrarás una llave inglesa, úsala para aflojar el lavabo de la esquina del baño de hombres. Tendrás que encontrar una excusa para colarte allí. Da a un conducto interno que te llevará directamente hasta la lavandería antigua. La hoja de la ventana está defectuosa y cierra mal. Un empujón debería bastar para abrirla. Tienes 10 minutos desde el cambio de guardia. Cuídate, y por favor ten cuidado. N
El plan era una locura, y el castigo por ser interceptado en un intento de fuga era la pena capital: un tiro a quemarropa. Mordiéndose el labio inferior como signo de profundo nerviosismo, dirigió su mirada a través de las rejas de la puerta. Pero no perdía nada con intentarlo- pensó resueltamente No entraba dentro de sus planes el pasar el resto de su vida pudriéndose en esa lúgubre cárcel.
Sonrió con ironía. Después de todo, no le iba a resultar tan difícil simular malestar, cuándo solo de pensar en los próximos acontecimientos se apoderaban de ella las nauseas y las ganas de vomitar eran difícilmente retenidas. No, eso no sería lo peor.
Lo que la intimidaba era el echo de tener que entretener al carcelero. Era cierto que no llevaba mucho en la prisión, pero por las escasas veces que había visto al hombre podía asegurar que no era alguien que se fuera a creer lo primero que le contaban. Tendría que pensar detenidamente qué le diría que resultase lo suficientemente verosímil. Y, desde luego, eso no sería "pan comido". Recostándose de nuevo en el camastro, se dispuso a esperar la hora convenida.
La tarde sería larga.
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Hermione trataba de mantener su cabeza ocupada para no pensar en cuánto tiempo le quedaría aún para la hora del baño- le era imposible saberlo con certeza. Cuando unos días atrás había despertado tirada en el frío suelo de la prisión, lo había echo sin su reloj de pulsera. Y sin los recuerdos de sus años de vida anteriores también.
Al principio, confusa y aterrorizada por encontrarse en una situación que no entendía, había gritado y llorado, pidiendo explicaciones. Explicaciones que nadie le dio. Con el paso del tiempo, se había ido resignando a su suerte. ¿Qué otra cosa podía hacer? Pasaba las horas muertas tratando de llenar los huecos que había en su memoria, pero le resultaba una tarea imposible. También había intentado pensar algún tipo de fuga, pero todas sus ilusiones se convertían en humo cuando se daba cuenta de su situación. "En las películas todo parece más fácil"- pensó irónicamente.
Y ahora, justo ahora, cuando más desesperada se sentía, alguien le brindaba la oportunidad perfecta para escapar Pero¿quién era ese alguien? Hermione lo había intentado con todas sus fuerzas, pero no conseguía ponerle cara a esa inicial, que se había convertido en su obsesión. ¿N? No conocía la identidad de su misterioso salvador, pero esperaba que todo el plan no fuera una trampa. Se estremeció solo de pensarlo. El carcelero entró justo en ese momento, impidiéndole seguir con el hilo de sus pensamientos.
- Hora del baño.- anunció escuetamente. A Hermione le daba asco ese tipo. Sus ojos desprendían un brillo maligno cuando la miraba. Además, había oído comentarios entre las otras presas sobre lo que era capaz de hacer. . . Estaba segura, ese hombre le traería problemas.
Afuera, las otras reclusas aguardaban en fila, custodiadas por dos hombres armados. Hermione se apresuró a ocupar su puesto en la larga cola. A la orden, todas echaron a andar.
El cerebro de Hermione funcionaba a toda velocidad, creando nuevas ideas y desechándolas con la misma facilidad. Se acercaba el momento de actuar. Inspiró profundamente, intentando hacerse con el valor que necesitaba. Sobresaltada, se dio cuenta de que sabía exactamente qué tenía que hacer.
Repentinamente comenzó a palidecer, y su paso se hizocada vez más vacilante, para finalmente tropezar con la chica que llevaba delante, casi haciéndolas caer a las dos. El estrépito que provocó su traspié fue inevitable.
- ¡Silencio ahí detrás! No quiero escándalos de ningún tipo- la fría voz del carcelero se dejó oír cuando los dos hombres que iban abriendo camino pararon la marcha. Nadie osó abrir la boca. Hermione aprovechó el momento.
- ¿Me habéis oído¿Donde os creéis que estáis?- furioso, el hombre comenzó a acercarse hacia ella, dispuesto a averiguar qué case de disturbio había sido el causante del jaleo. Si se trataba de una broma, lo pagarían caro.
A medida que la distancia que los separaba se reducía, Hermione se iba poniendo más y más pálida. Cuando el hombre llegó casi a su altura, dejó escapar un suave gemido y se desplomó en el suelo.
Los gritos a su alrededor pronto cobraron intensidad y se hicieron audibles a lo largo del pasillo. El carcelero se inclinó sobre ella, inspeccionándola. Si encontraba algo que no lo convenciese, algo minimamente sospechoso, el plan se vendría abajo.
Finalmente, se irguió con una mirada aprobatoria. La chica había perdido el sentido de verdad, no era ningún tipo de engaño. Rápido y conciso, dio las órdenes precisas para que los dos hombres uniformados que lo miraban fijamente desde el comienzo de la fila, llevaran a las reclusas hacia el baño. Bruscamente, cogió a Hermione en brazos y la llevó hasta la enfermería.
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El lugar aparecía desierto cuando llegaron. Con voz sonora, el hombre comenzó a llamar a la enfermera, que parecía haber desaparecido. Pero no obtuvo contestación alguna. Con una mueca de disgusto, dirigió una mirada hacia la cama donde yacía la muchacha. Tenía los ojos cerrados, y respiraba lenta y suavemente. Parecía profundamente dormida.
Decidió ir en busca de la enfermera, la chiquilla aún tardaría en despertar. Con un pequeño golpe al cerrar la puerta, abandonó la gran habitación.
Y entonces, solo entonces, Hermione abrió un ojo para comprobar que estaba sola. Satisfecha con los resultados de su rápida inspección, se irguió con rapidez, a medida que esbozaba una ligera sonrisa: "Desmayarme siempre ha sido una de mis mejores actuaciones"- pensó resueltamente, y con un impulso, se puso en pié.
Lanzó una mirada a su alrededor sintiéndose desorientada. La enfermería debía ser una de las habitaciones más grandes de toda la cárcel. Era antigua, de piedra, como casi todo el resto del edificio. El sol entraba a raudales a través de las ventanas. En cada lado, cuatro camas pegadas a la pared separadas unas de otras por cortinas corredizas. Los cabezales eran de barrotes metálicos, ideales para atar al prisionero a ellos con unas esposas. "Perfecto- pensó Hermione.- la penúltima mesilla¿de qué lado?"
Resignada y tratando de hacer el mínimo ruido posible, se dirigió hacia la fila de la izquierda. Al abrir el tercer cajón, sus manos temblaron indecisas. ¿Y si todo era una trampa y al abrirlo sonaba algún tipo de alarma? Pero¿quién querría enviarla a una muerte segura? Hermione inspiró fuertemente, y dándose ánimos mentalmente, dio un fuerte tirón. Nada. Ningún pitido traspasó sus tímpanos, ni ninguna señal acusatoria apareció milagrosamente. Pero también nada apareció en el cajón. Estaba vacío. Temblorosamente lo revisó entero, por si acaso la llave inglesa aparecía oculta en algún tipo de doble fondo. Pero la búsqueda resultó infructuosa, era un cajón normal, sin ningún escondrijo que quedara fuera del alcance de la vista.
Maldiciendo su mala suerte se dirigió hacia la penúltima mesilla del lado opuesto de la habitación. Tenía que darse prisa, el carcelero no tardaría en hacer su aparición. Alargó su mano para abrir el cajón, y al hacerlo, un ruido metálico salió del interior de éste último. La llave inglesa estaba ahí. Sonrió aliviada. No podía creer que en breve se encontraría fuera de aquel antro. Libre.
Una voz masculina resonó en sus oídos.
- ¿Qué te crees que haces husmeando por ahí?
Hermione cerró los ojos, intentando ocultar el temblor que rápidamente se había apoderado de ella. ¿Qué iba a hacer ahora? Tenía que pensar en algo, y rápido, o sería su cabeza lo próximo que servirían para cenar. Tragando sonoramente, tomó una decisión. A medida que giraba lentamente sus pies para colocarse frente a frente con el hombre, cerró el cajón disimuladamente y con la otra mano abrió otro en su lugar.
- ¿No me has oído¡Contesta mocosa!- el carcelero comenzaba a perder la paciencia y a ella se le acababa el tiempo para encontrar una buena excusa.
- Yo no. . . - tartamudeó- Lo lamento. No sabía que. . .
El hombre se acercó hasta ella y la agarró por el brazo. Hermione no pudo evitar un quejido de dolor al sentir los dedos clavándose en su carne.
- ¿Qué estabas haciendo ahí¿Es que acaso hay algo para robar? O tal vez. . . lo que te proponías era otra cosa. ¡Contesta!
- Yo no. . .
Notó una ráfaga de aire, instantes antes de que la palma del hombre se estrellara contra su mejilla. El impacto hizo que ladeara la cara y cerrara los ojos por el repentino latigazo de dolor que sintió. Un grito ahogado salió de sus labios. Pero el hombre, lejos de mostrarse arrepentido, la sacudió brutalmente por los hombros. Notando el temblor de la chica entre sus brazos sonrió cruelmente. Hermione tuvo que reprimir una mueca de espanto al ver la expresión sádica del hombre. "Está loco" pensó aterrada.
- ¿Y ahora¿Me dirás qué buscabas o tendré que averiguarlo por mi mismo?
- Es que no. . .
Irritado, la soltó con un movimiento brusco y se dirigió hacia el cajón que estaba abierto. Para encontrarlo vacío por completo. De repente, se sitió burlado y girándose hacia Hermione con la cara roja producto del enfado que sentía, volvió a acercarse a ella.
- ¿Qué había en ese cajón que tanto te interesaba¡Dime¿qué era? Acaso. . . ¿droga?- las palabras salían entrecortadas de su boca. La ira le impedía hablar con normalidad.- ¿Dónde está?. . . ¿lo tienes tú?. . . Te lo has escondido¿verdad?. . . Querías burlarte de mí. . . pues lo siento pequeña, pero te ha salido mal jugada, porque a mi nadie me engaña sin pagarlo. . .
El hombre comenzó a recorrer el cuerpo de la chica con sus manos. Intentando saber qué era lo que tenía guardado tan celosamente. Hermione intentó apartarse asqueada, pero el hombre la acorraló contra una pared, impidiéndole cualquier tipo de movimiento.
- Ni sueñes con escaparte. No vas. . . a salir de aquí hasta que yo me entere de qué es eso tan importante que has venido a buscar.
Hermione nunca se había sentido tan mal en toda su vida. No era solo que ese tipo la estuviera manoseando, sino que se daba cuenta que el tiempo corría en su contra. Tenía que conseguir esa llave inglesa antes del cambio de guardia, o no podría huir. Desesperada, se retorcía intentando soltarse. Al ver que le era imposible, trató de morder a su agresor, pero solo consiguió recibir un golpe por su atrevimiento
- ¡Estate quieta de una vez, maldita enana! O, créeme, lo que te haré será mucho peor que cualquier cosa que pueda estar haciendo en este momento.
- ¡Suéltame, cabrón!
- Shhh. . . calladita estás mejor- con una mano tapó su boca- armas mucho jaleo¿sabes?- y acercándose a su oído, susurró- No querrás que venga nadie a estropearnos este bonito momento¿verdad?
- Me parece que eso, no va a poder decidirlo ella.- la voz seca de Draco Malfoy resonó por la habitación.- Pensé que cualquier tipo de relación entre un carcelero y su presa estaba completamente prohibida. . .y castigada
El hombre que tenía presa a Hermione se apartó bruscamente de ella, intentando simular normalidad. Toda su seguridad de gallito se había esfumado al verse visto pillado en esa situación.
- Se equivoca, esto no es lo que. . .
El hombre intentaba disculparse por todos los medios posibles, pero Draco parecía estar en otro mundo, sin hacerle caso a las penosas explicaciones del carcelero. Con los ojos fijos en Hermione, su rostro se había desencajado por completo. Al apartarse el hombre, había dejado a la vista a la chiquilla que escondía detrás. Un atisbo de reconocimiento hacia ese rostro femenino se abrió paso a través de su mente. Un grito ahogado salió de sus labios al reconocer la identidad de la chica:
- ¿Tú!
Pero¿qué hacía la prometida de su hermano. . . en la cárcel?
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C´est fini. Esto es todo por ahora;) Por supusto, va a ser un H&D, como todos mis fics. La trama está un poquito confusa en este primer capi, pero poco a poco se va descubriendo todo.
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