Ojos grises (Neville) (1/20)
Clasificación R
Parejas Neville/Blaise
Disclaimer Los personajes de esta historia son propiedad de J.K. Rowling y la Warner Bros. Esto es puro entretenimiento y no me reporta beneficio económico alguno.
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Esta es la cuarta parte de mi universo alterno 'Ojos Grises' Las parejas siguen exactamente igual: Harry/Lucius, Draco/Severus, Cedric/Víktor, Oliver/Sirius y habrá una nueva... Parvati/Cho que sólo mencioné en la parte de Dragón... les ruego su comprensión porque es la primera vez que escribo sobre chicas y sé que me falta mucho en ese sentido. Sé que la pareja principal es muy poco común y espero que no les desagrade. De antemano agradezco a todos aquellos que quieran leer una más de mis locuras... mil besos.
Y ya sin más que agregar... les dejo el primer capítulo... que lo disfruten.
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OJOS GRISES (Neville)
Capítulo I. Soledad
La lluvia caía a cántaros, pero a pesar de que todos estaban empapados por completo no se movieron de donde estaban y estuvieron junto al lloroso muchacho hasta que el entierro finalizó. Harry miró con extrema preocupación a su amigo y apretó aún más el abrazo alrededor de sus hombros. Su pálido rostro y sus grandes ojeras eran realmente alarmantes y lo sostuvo con firmeza cuando Neville enterró el rostro en su cuello. Recargó la mejilla en los mojados cabellos y le susurró al oído algunas palabras de ánimo que lo único que provocaron fue que el llanto surgiera con más fuerza. El moreno miró con desconsuelo a su pareja y Lucius lo único que pudo hacer fue pedirle fortaleza con la mirada. La muerte de la abuela de Neville no había tomado a nadie por sorpresa pues la anciana señora había pasado el último año entrando y saliendo del hospital, pero finalmente una semana atrás ya no pudo volver a salir. Su nieto se negó a separarse de su lado cuando su estado de salud se hizo crítico y ni Harry ni nadie logró que fuera a descansar a su casa por unas horas así que el agotamiento físico y emocional de Neville era más que evidente. Lily había decidido mantener sedada a la anciana mujer para evitarle los terribles dolores que su enfermedad le provocaban y que hacía que rogaran porque pronto terminara su sufrimiento y al fin descansara. Neville no era la excepción, pero aún así se desmoronó por completo cuando murió. Todos se habían turnado para acompañarlo en esas largas horas de vigilia y le tocó a Draco estar con él cuando el final llegó. Al rubio se le partió el corazón al escucharlo llorar tan desgarradoramente mientras se aferraba al cuerpo inerte de su abuela y fue necesario que Harry llegara para poder separarlo de ella. A partir de ese momento Neville estuvo fuera de este mundo y Lily fue la encargada de hacer los preparativos del funeral. Todos se preguntaban cuánto tiempo le llevaría al muchacho recuperarse de su terrible pena y pensaron que iba a llevarle demasiado a juzgar por la forma en que lloró durante el funeral. La ceremonia terminó y Harry encaminó con delicadeza a su amigo hacia su automóvil, pero antes de que llegaran a él Neville se deshizo de su abrazo y se secó las lágrimas con manos temblorosas.
-Quiero quedarme todavía un rato aquí, Harry –le dijo Neville con voz ronca.
-Está bien –le sonrió con ternura–. Déjame decirle a Lucius que luego lo alcanzó en la casa.
-No. Quiero estar solo.
-Pero no puedes quedarte solo –lo miró con angustia–. Estás débil y necesitas a alguien a tu lado. Además, esta lluvia no se quitará y seguro enfermeras si…
-Estaré bien, no te preocupes –trató de sonreír, pero fracasó rotundamente–. Gracias por estar aquí, Harry –le extendió la mano que el moreno tomó antes de abrazarlo con fuerza.
-No me des las gracias por eso, Neville –le dio un beso en la mejilla–. Sabes que siempre estaré contigo.
-Sí, lo sé –y luchó a brazo partido para evitar seguir llorando.
Se alejó a duras penas de esos fuertes brazos que no lo habían dejado derrumbarse del todo y recibió con la mejor compostura posible las sinceras condolencias del resto de sus amigos. Neville les agradeció su presencia y el cariño que le habían demostrado en ese duro trance. Ninguno de ellos quería dejarlo solo, pero se mantuvo firme en su decisión y no permitió que nadie se quedara con él. Fue hasta después de 10 minutos que Neville los vio partir y entonces retornó a la tumba de su abuela. Se sentó en el mojado pasto y se quedó ahí por espacio de una hora antes de decidirse regresar a su casa. Ese retorno era algo que no deseaba, pero que debía hacer tarde o temprano. Bajó del taxi y se quedó un momento viendo la fachada de la casa antes de decidirse a entrar. El ruido sordo que hizo la puerta cuando se cerró a sus espaldas se quedó retumbando por largos segundos y fue cuando la dura realidad le pegó de llenó en el rostro. Fue cuando aquello que le hacía tanto daño se enredó en su cuerpo y casi lo asfixia para que se diera cuenta de que era tan real como él. Eso que no lo dejaba respirar y que al final logró que gritara de dolor fue… la soledad. Desde que era un niño la soledad había sido su compañera eterna y pensó que se había marchado para siempre cuando conoció a Harry y compartieron muchas horas de estudio y diversión, pero estaba equivocado. Sólo se mantuvo oculta… agazapada como animal de presa esperando el momento oportuno para volver a enterrar sus terribles garras en su alma. La sintió penetrar en su corazón y la sangre se le heló en las venas cuando se escuchó gritar. Ese grito fue desgarrador hasta para él y cayó de rodillas en el duro piso llorando mientras escuchaba como la soledad reía a carcajadas.
'Ya estás solo, Neville' –la escuchó decir dentro de su cabeza–. 'Completamente solo y no volverás a escapar de mí. Yo estaré a tu lado para siempre. Para siempre… para siempre… para siempre' –le repetía entre carcajadas.
-No, no, no, no –le contestó lloriqueando–. Estás equivocada. Tengo a mis amigos y…
-Jajajaja. ¿Realmente crees que ellos pueden rescatarte de mí? No sueñes, Neville. Ellos ya hicieron su vida y ninguno va estar el suficiente tiempo contigo para volver a echarme de tu vida. Eres mío para siempre, muchacho… mío, mío, mío…jajaja.
Neville no tuvo argumento para contestarle pues le estaba hablando con la verdad. Se levantó del helado piso cuando un escalofrío lo recorrió y decidió ir a su habitación a mudarse la ropa mojada. Cuando subía lentamente las largas escaleras se dio cuenta que la soledad no sólo se había apoderado de él sino también de todos los rincones de la casa. Esta lucía todavía más lúgubre de lo que era y el hecho de que ni siquiera se escuchara a los autos que circulaban en la calle, lo hacía sentirse totalmente aislado del mundo exterior. Cerró con cuidado la puerta a sus espaldas tratando de hacer el menor ruido posible pues sabría que no soportaría escuchar como el eco se quedaba flotando en el aire patentizando que estaba completamente solo. Miró a su alrededor con aire nostálgico y sonrió al ver que sobre la enorme cama había algunas prendas de vestir y que evidenciaban la presencia de Harry en la habitación. El chico de ojos verdes se había portado estupendamente bien y jamás tendría palabras para agradecerle que lo apoyara en esos momentos tan difíciles. Seguía queriéndolo como a nadie más, pero ya su amor por él no era de pareja pues hacía mucho tiempo se había resignado a ser sólo su amigo. Suspiró profundamente antes de deshacerse del pesado abrigo y dejarlo tirado en el suelo. Muy pronto las otras empapadas prendas yacieron junto a él y entró desnudo al amplio baño titiritando de frío. La casa era una heladera en esa temporada del año y se apresuró a meterse bajo la regadera para no coger un resfriado. Se demoró bajo la relajante agua caliente casi una hora y para cuando salió ya los ojos se le cerraban solos. Cayéndose de sueño se puso un pijama y se metió entre las frías sábanas. Dio gracias al cielo estar tan cansado pues sabría que de otra manera se habría quedado horas enteras sólo mirando el techo sintiéndose terriblemente desdichado. Un relámpago hizo brillar la habitación un segundo después de que cerrara los ojos y el trueno que resonó enseguida no logró despertarlo.
-¡No contesta! –dijo Harry asustado mientras azotaba el teléfono sobre el escritorio–. Perdóname Lucius, pero en este mismo momento me voy para su casa. No puedo quedarme con esta angustia. Sé que algo malo le ocurrió a Neville.
-No le pasó nada, mi amor –el rubio cerró la carpeta que tenía en las manos y le sonrió–. Tu amigo estaba muy cansado y seguro está dormido. No olvides que se pasó casi 7 días sin dormir.
-¡Pero lleva dos días sin contestar el teléfono! –tomó la chaqueta de piel que descansaba sobre el respaldo de una silla–. En verdad lamento no acompañarte, pero yo ya no puedo más –se encaminó hacia la puerta, pero fue detenido por el rubio.
-Maneja con cuidado¿vale? –fue la única recomendación que le hizo–. Esta lluvia ha hecho estragos en las calles y ya hay muchos hoyos ocultos por el agua –lo alcanzó en la puerta y lo tomó de la cintura–. Si puedes alcánzame en la recepción¿de acuerdo? –depositó un pequeño beso en los labios rojos.
-No te prometo nada, pero haré lo posible –le devolvió el beso antes de salir del despacho de su pareja.
Lucius lo vio correr por el largo pasillo y entró de nuevo a su despacho cuando su pareja desapareció por una esquina. Le habría encantado que su chico de ojos verdes lo acompañara a esa reunión en particular, pero comprendía a la perfección su preocupación pues sabía cuanto estimaba a Neville y se hizo a la idea de que no lo vería sino hasta el anochecer.
Harry se estacionó frente a la casa de Neville tan bruscamente como acostumbraba y salió del auto sin importarle mojarse. La lluvia que azotaba a Londres desde hacía una semana parecía no tener fin. Miró hacia el primer piso con el ceño fruncido buscando alguna señal de vida, pero no la había. Ya sin esperar más sacó la llave que su amigo le había dado para que pudiera entrar y le llevara cambios de ropa al hospital. En cuanto puso un pie dentro de la casa se estremeció al sentir el frío que imperaba en ella y se preguntó porque Neville no habría conectado la calefacción.
-¿Neville? –llamó en voz alta a su amigo, pero no recibió contestación.
Encendió la luz del recibidor antes de subir corriendo las escaleras. Entró como un huracán en la habitación de Neville y suspiró con alivio al verlo acostado. Se acercó con cuidado a la cama y se dio cuenta de que su amigo estaba profundamente dormido. Bajo sus ojos aún se notaba la huella de las interminables noches en vela que había soportado, pero ya sus mejillas no estaban tan pálidas como antes y sólo para confirmar que no estuviera enfermo, le tocó la frente con suavidad. Se tranquilizó aún más al sentirla cálida, pero sin señal de fiebre. Se sentó en la cama y se quedó viéndolo dormir un largo rato antes de decidir marcharse. Cuando ya casi iba a salir vio que la ropa que Neville había llevado en el funeral estaba tirada en el suelo y la levantó decidiendo que la lavaría antes de irse. También prendió la calefacción y puso un poco de agua al lado de la cama por si su amigo se despertaba con sed. Antes de irse se inclinó sobre Neville y depositó un suave beso en su mejilla.
-Descansa –le dijo en voz baja de abandonar la casa horas más tarde.
Neville se despertó desorientado y se sentó en la cama mientras estiraba sus entumecidos músculos. Miró hacia la ventana y se dio cuenta de que ya era de noche y que la lluvia seguía cayendo sin parar. Volvió a acostarse cuando recordó todo lo había pasado. Su abuela había fallecido y él se encontraba completamente solo en esa enorme casa, pero ese conocimiento ya no le hizo tanto daño como antes. Tal vez porque ya no estaba tan cansado ni tan deprimido. Consultó el reloj electrónico que descansaba sobre la televisión que estaba frente a la cama y vio que era cerca de la una de la mañana. En ese momento su estómago rugió y se dio cuenta de que llevaba mucho tiempo sin comer. Se levantó y se sorprendió al sentir sus piernas inseguras… era como si hubieran estado mucho tiempo inactivas. Se movió con cuidado hacia el interruptor y encendió la luz. Miró al piso esperando ver su ropa tirada y se desconcertó al no encontrarla. Frunció el ceño pensativo pues estaba seguro de que la había dejado ahí. Se rascó la cabeza preguntándose dónde habría dejado todas las cosas que llevaba en su abrigo y caminó hacia el tocador cuando vio que su celular, sus llaves y algunas monedas estaban ahí.
-Tengo que cambiar de teléfono –dijo malhumorado cuando vio que el aparato estaba apagado–. La pila ya no le dura nada.
Caminó hacia donde estaba un moderno equipo de computación y abrió un cajón para buscar el cargador, pero lanzó una maldición al recordar que lo había dejado en el hospital. Con todo lo que había pasado se le había olvidado recoger todas las cosas que había llevado para allá.
-Estoy seguro de que debo tener un repuesto por aquí –se dijo y comenzó a revolver todo lo que había en los cajones.
Al cabo de unos minutos de intensa búsqueda lanzó un gritito de gozo al encontrar otro cargador. Se sentó en la silla mientras conectaba el aparato y encendió el celular esperando no encontrar demasiadas llamadas perdidas. Abrió los ojos sorprendido cuando el teléfono le mostró la fecha y se dijo que estaba completamente descompuesto. Encendió la computadora y la fecha que ésta le mostró era la misma del teléfono.
-¡No puedo creer que haya dormido dos días seguidos! –se dijo alucinado cuando estuvo seguro que la fecha era la correcta–. Pues con razón me estoy muriendo de hambre y me siento tan débil –lanzó una corta carcajada–. Eres un dormilón, Neville.
Se vistió ya sintiendo sus músculos más firmes en sus movimientos y bajó a la cocina para prepararse algo de comer. Se molestó al ver que el refrigerador estaba completamente vacío, pero luego se tranquilizó al saber que Harry lo había vaciado para evitar que las cosas se echaran a perder. A su abuela le desagradaba la comida enlatada e insistía en comprar alimento fresco así que la decisión de su amigo había sido la correcta, pero ahora tenía el problema de que no tenía nada para comer. Miró en las alacenas y las encontró casi en el mismo estado que el refrigerador. Había una caja de cereal que aborrecía, un paquete de galletas que no tenía ni la más remota idea de cuanto tiempo llevaba ahí y algunas latas de refresco que no calmarían en nada su hambre. Miró hacia el exterior por una ventana y suspiró audiblemente. La lluvia seguía cayendo con fuerza y parecía que no había ninguna posibilidad de que dejara de hacerlo en poco tiempo. Su estómago volvió a rugir y eso fue lo que lo decidió a salir de la casa. A tres cuadras se encontraba un modesto café al que iba con frecuencia y que trabajaba las 24 horas. Aunque la comida no era muy buena al menos estaría caliente. Subió nuevamente a su habitación en busca de dinero y de una gabardina. También se cambió los zapatos por unas botas altas para evitar mojarse demasiado los pies y salió a la calle. La noche lo recibió con un fuerte viento que logró empapar su rostro en un segundo y echó a andar esperando que el lugar no estuviera cerrado debido a ese espantoso clima. No se cruzó con nadie en la calle y eso realmente no lo sorprendió. Además de lo avanzada de la hora, la lluvia tendría a todos bien resguardados en sus hogares. Llegó al restaurante y dio gracias al cielo al ver que estaba abierto. Un jovencito se apresuró a abrirle la puerta en cuanto lo vio y lo ayudó a quitarse la gabardina.
-¿Pero qué hace aquí con esta horrible lluvia, señor Longbottom? –le preguntó alucinado el chico.
-Es que le encanta mojarse, Ben –dijo en tono mordaz un hombre maduro que estaba detrás del mostrador–. No hagas preguntas tontas y sírvele de inmediato un café –le ordenó con dureza.
-Enseguida –el chico se fue corriendo a cumplir las órdenes.
El hombre salió de detrás del mostrador y caminó hasta su cliente.
-Lamento mucho la muerte de tu abuela, Neville –le dio un fuerte abrazo.
-Gracias, Joseph –le contestó él con sinceridad y se alegró de que sus ojos se mantuvieran secos.
-Ayer fui a tu casa para darte el pésame, pero no estabas.
-¡Oh! Sí estaba, pero me temo que estaba dormido –le contestó apenado–. De hecho me desperté hace un rato. Perdóname por no haberte atendido.
-No te disculpes –le dio una palmada en el hombro y lo invitó a sentarse en una mesa junto a las ventanas–. Era lógico que estuvieras cansando. Sé que tuviste una semana muy pesada y dolorosa.
-Sí, lo fue –contestó suspirando.
Ben regresó con una humeante cafetera y se apresuró a servirle café a Neville al tiempo que le ponía al alcance unos cuantos bizcochos.
-¿Y entonces¿Qué quieres que te preparen de cenar? –preguntó Joseph sonriente.
-Lo que sea más rápido –le contestó también sonriendo–. ¡Me estoy muriendo de hambre!
-¡De acuerdo! –ya se estaba yendo cuando Neville lo detuvo.
-Que sean dos órdenes¿sí?
-Está bien –y desapareció en la cocina.
Neville se quedó solo y probó el café. Sabía que al cocinero le encantaba servirlo ya con azúcar sin importarle que el cliente lo prefiriera negro y no se equivocó.
'Al menos no está tan dulce' –se dijo mientras seguía bebiendo.
El líquido de inmediato calentó su interior y se sintió mucho mejor. Hasta sus oídos llegaban las voces de los hombres hablando en la cocina y se alegró de haber salido de su casa a pesar de haberse mojado. Sabía que no podría huir demasiado tiempo de la soledad de su hogar y de su alma, pero al menos en ese momento no se sentía tan solo. Recordó que Joseph le había dicho que había ido a buscarlo y estuvo seguro de que Harry también habría ido a verlo.
'Ha de estar preocupado por mí' –se dijo mordiéndose el labio inferior–. '¿Pero será oportuno que le hable a esta hora? –se levantó para ir a buscar a Joseph y pedirle permiso para utilizar su teléfono, pero luego volvió a sentarse–. 'No, ya es muy tarde' –miró el reloj de la cafetería–. 'Mejor mañana le hablo temprano' –y volvió a beber de su café.
Repentinamente se sintió observado y se sobresaltó al ver a un hombre parado fuera del café mirándolo fijamente a través del cristal de la ventana.
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Nos vemos pronto !!!!!!!!!
