¿Qué es una historia?

¿Es el relato de hechos reales transformados en fantasías capaces de asombrar al más aguerrido lector, o son delirios imaginativos mostrados en un formato adecuado para el entendimiento de las masas?

Me he preguntado eso desde que llegue a este frio y amplio lugar, en el cual no he tenido tiempo de pensar en otra cosa. Las opciones para no perder la cordura son imposiblemente escasas, solo queda pensar e imaginar. Imaginar distintos mundos donde los "¿Qué tal si…?" son ilimitados, donde los personajes son ricos e inagotables y las situaciones donde se desarrollan son desde hilarantes hasta perturbadoras. Y aun así después de haberte dicho todo esto… en realidad no he dicho nada.

He sido capaz de observar infinidad de eventos ante mis ojos y en mi poco entendimiento me he atrevido a llamarles pensamientos. Pues en mi vida pasada fui definida como una persona incapaz de ver más allá de lo que mis ojos podían percibir. Y si de alguna manera todo esto está solo en mi mente preferiría llamarle imaginación y no locura.

Escenas de amores prohibidos, luchas sangrientas, crimines sin resolver, batallas épicas, luchas intergalácticas y muchas otras maneras más de contar historias se han desenvuelto ante mí. Me entretienen y evitan que piense acerca de esta prisión en la cual he estado el tiempo suficiente como para olvidar el crimen o pecado que estoy pagando aquí. O para que me importe el tiempo que deba transcurrir antes de regresar a mi plano terrenal.

Lo único que quiero saber es… ¿Por qué debo estar aquí? ¿Qué debo esperar? ¿Alguna historia en especial de la cual se necesite un testigo? ¿Qué es lo que tengo que hacer?

Si hay un tormento más allá del peor dolor físico y que se adentre en lo que sobresalte a lo mental, ese sería la incertidumbre.

Permito que pasen los días, que pasen las semanas, los años, los siglos, los millares de años que una estrella puede resplandecer en la bóveda celeste. Esperando paciente e impacientemente por la siguiente narración y cuando esta acaba continúo con su secuela, sin olvidarme por completo de la precuela.

En un atisbo de la continuidad, se me da la oportunidad de formar parte de una historia. Lamentablemente no como personaje principal, ni secundario sino como una narradora que tomó prestado un cuerpo.

Antes de comenzar quisiera que me perdonara su alteza, por haber usurpado su cuerpo. Pienso que si mi carcelero evito su suicidio y me colocó dentro de su conciencia fue por alguna razón más allá de alguna de nosotras.

Estas palabras las leerán bajo el verso y prosa de la así llamada Dulce Princesa, pero les invito a llamarme por el único fragmento que queda de mi antiguo nombre.

Betty.