Esta idea rondaba por mi cabeza desde hace tiempo. Lean por favor :D
Prólogo
La tormenta había arreciado justo cuando Christer se disponía a regresar a su cabaña a toda prisa. Había viajado por más de una hora en su trineo al pueblo más cercano pero todos sus esfuerzos habían sido en vano. El doctor no se encontraba con su familia debido a una salida de emergencia a Arendelle, la pequeña ciudad donde residía la familia real: el rey, la reina y la princesa Elsa, una bebé que contaba sólo con unos meses edad. De hecho, una llamada de los monarcas había sido el motivo de la ausencia imprevista del médico.
La preocupación en su mirada no se empañaba por la los copos de nieve que cubrían su rostro casi en su totalidad ¿qué iba a pasar ahora? Esa misma tarde su esposa Eyja había entrado en trabajo de parto, tenían todo planeado para la llegada de su primer hijo, con lo que no contaban era que el pequeño había decidido adelantarse un mes. La madre de Eyja se había quedado con ella para atenderla, pero la ayuda del doctor le resultaba necesaria para una mujer mayor que no tenía mucha experiencia asistiendo alumbramientos.
Su esposa era una mujer muy menuda y él un hombre muy alto y robusto, únicamente esperaba que el bebé no le estuviera causando mucho dolor, deseaba que el nuevo miembro de su familia fuera tan pequeño como su madre para que ella no sufriera al tenerlo. Al parecer no era así, los gritos de Eyja aún resonaban en los oídos de Christer cuando se disponía a salir de la cabaña y alistar el trineo. De eso había pasado bastante tiempo, ahora la noche estaba a punto de caer.
Con muchos esfuerzos a través de la tormenta, el montañero logró llegar horas después a casa. Entró a toda prisa casi derribando la puerta, lo único que iluminaba el lugar era el fuego de la chimenea. Lo recibió su suegra con lágrimas en el rostro.
- "¿Qué ha pasado? ¿ya nació? ¿cómo se encuentra Eyja? No encontré al médico, hice todo lo que pude pero no estaba en el pueblo."
- "Christer, ella perdió mucha sangre. Está muy débil, quería verte cuanto antes, justo ahora iba a salir a yo a buscarte. "
Al escuchar Christer estas palabras, las lágrimas estaban a punto de brotar sin remedio. La anciana continuaba hablando sin saber si Christer la estaba escuchando.
- "Es un niño."- con esa afirmación, la anciana captó la atención de Christer.
- "¿Un niño? ¿Él está bien?"- preguntó el joven con temor.
- "El pequeño se encuentra bien, está saludable y fuerte. Pasa a verlos, mi hija te esperaba desde hace rato."- contestó la mujer con voz entrecortada por el llanto.
Él entró al dormitorio a paso lento y pudo ver el pálido rostro de su esposa, casi blanco. Parecía que en cualquier momento iba a desvanecerse en su presencia. Sostenía en sus brazos un pequeño bulto de mantas, repentinamente pudo ver asomarse una mano diminuta que atrapó el dedo de Eyja. Ésta volteó la mirada cansada hacia su esposo que aún se encontraba perplejo ante esa imagen a un lado de la puerta.
- "Es muy fuerte nuestro hijo, se parece a ti en eso"- dijo Eyja con una voz muy cansada y débil.
- "Eyja… te pondrás bien, ya verás, todo estará bien."
Christer trató de decirse esto a sí mismo también, aunque las palabras y los pensamientos sonaban nada creíbles al ver el estado de su esposa. Se sentó a su lado en la cama, notó al bebé que se retorcía entre las mantas. Tenía los ojos marrones como él y unos cuantos mechones rubios ya asomaban sobre su cabeza. Cabellos tan rubios como los de su madre, ese era un rasgo que Christer consideraba bastante femenino en ella, no tenía idea que su hijo lo heredaría.
- "Es muy lindo nuestro Kristoff ¿no lo crees?"- Eyja decidió el nombre del bebé en un instante, sus palabras poco a poco iban sonando más apagadas.
- "¿Kristoff?"- Christer mencionó el nombre casi como un susurrro, su mente ahora estaba nublada por la angustia de ver a su esposa tan grave, casi en agonía.
- "Así es, quiero que se llame Kristoff, siempre me ha parecido un bello nombre."
- "Me gusta."- Chister trataba de sonar alegre, no sabía si lograba su cometido pero al menos lo intentaba. -" Su nombre será Kristoff. Estoy seguro que le encantará ir a las montañas con nosotros, bajar al pueblo y…"- las lágrimas ya no se contuvieron, él sabía que todos esos planes no incluían a los tres, el estado de su esposa era delicado.
- "Serás un buen padre, estoy segura. Podrás hacerlo, confío en ti amor. Y tú Kristoff, mi cielo, sé que serás un gran hombre como tu padre. Los amo a ambos más de lo que pueden imaginar."
El recién nacido no comprendía nada de lo que hablaban esas dos personas ya que no las conocía. Una de ellas parecía un gigante con rostro amable y gentil quien abrazaba a la mujer y la sostenía con fuerza, como temiendo perderle. El pequeño se sentía tan amado por esa mujer de cabellos dorados y bellos ojos verdes que lo único que quería era acurrucarse a su lado.
Con las últimas fuerzas que le quedaban a Eyja, depositó un suave besó sobre el rostro de su bebé, mientras Christer hacía lo mismo sobre una de las pálidas mejillas de Eyja sin dejar de abrazaba. Ella cerró sus ojos lentamente. Nunca más los abrió. Un sollozo escapó de los labios de Christer sin poder evitarlo.
Kristoff empezó a llorar muy fuerte, tanto como lo permitiesen sus pequeños pulmones. Ya no se sentía tan seguro como hace unos instantes. Christer lo sostuvo suavemente entre sus grandes brazos, su hijo se miraba diminuto e indefenso. Como padre no podía llorar ante la mirada de su hijo, él había perdido a su esposa eso era verdad, sin embargo Kristoff había perdido a su madre sin siquiera conocerla.
