HOLA NIÑAS PUES AQUÍ NUEVAMENTE LLEGO CON UNA NUEVA HISTORIA. ES UN LONG FIC QUE CUENTA QUE PASO DESPUES DE QUE SE CUMPLIO ESA ULTIMA PROMESA UNA FRIA NAVIDAD. ES LA SEGUNDA PARTE DE FELIZ NAVIDAD MI AMOR PERO CONTADA COMO YA LO MENCIONE EN UN LONG FIC. OJALA LES GUSTE.

SUMMARY: ¿Existen los felices por siempre? Edward Masen lo dudaba en realidad. Después de aquella horrible mañana decembrina en que tuvo que renunciar a su único amor, sabía que no existía la felicidad para los condenados.


CAPITULO I

El arte de vivir consiste en sentir, sentir que existimos, incluso en el dolor.

(LORD BYRON)

— ¿Estas listo?—preguntó el Instructor. Edward asintió con un gesto y luego se encaminó para montarse en el avión de pruebas.

—Recuerda Cullen—gruñó el instructor—Derecho un giro y luego de regreso a la base, nada de idioteces que puedan costarte el lugar.

—Entendido Capitán—musitó sonriendo. Su capitán sonrió en respuesta. Edward sabía que era su favorito, así que no tendría problemas.

—A volar Cullen—silbó uno de sus compañeros. El vuelo se efectuaría en parejas. Dio un gran respiro y se encomendó a Dios como era costumbre antes de subirse al Panavia tornado, el avión que se utilizaba en el entrenamiento. Se sentó en su lugar de piloto y se colocó el casco y las gafas. Este era su primer vuelo del semestre y deseaba también—a pesar de lo mucho que amaba volar—fuera el último obligatorio de sus pruebas, para poder avanzar con las demás y regresar antes a casa, con su Bella.

—Andando Cullen—masculló su compañero que ya se encontraba a su espalda, en su haciendo de copiloto. Edward encendió el motor, y luego emprendió el vuelo. Todo era normal, el viento quizás un poco más fuerte de lo que debería estar pero nada que el no pudiera controlar. El recorrido fue un tanto turbulento, había demasiado viento que cada vez parecía empeorar, la orden de la base fue regresar, él hizo todo lo necesario para obedecer pero el gran ventarrón tenía otros planes, el viento traía consigo granizo y ya era imposible ver algo más que pequeñas pero fuertes bolas de este estamparse contra el parabrisas del avión. Edward maldijo a su suerte en voz baja mientras trataba de estabilizar el avión, su compañero decía tantas cosas que era imposible seguirle en alguna de ellas. Estaba tan absorto en tratar de estabilizar el avión que no se percató de la pequeña montaña de rocas que se encontraba a su costado derecho.

— ¡Cuidado, Edward cuidado!—gritaron. Pero fue demasiado tarde para aquel joven piloto. Un gran estruendo se escuchó y casi creyó que sus oídos podían estallar, algo le golpeó la cabeza y luego el avión descendió estrepitosamente hacia abajo, los riscos quedaban atrás y Edward pensaba lo mucho que su amada se molestaría por que no cumpliera su promesa.

—Lo siento, mi amor—pensó. Antes de que el avión chocara contra el suelo en un gran estallido.

Nieve, mucha nieve y frío, hacía tanto frío. Más frío que en su casa en Forks.

Forks. —pensó y casi sonríe por la ironía—Bella estaría furiosa por que no recibiría su llamada esa noche y al mismo tiempo preocupada, su pobre Bella, cuanto le había rogado para que no fuera y sin embargo él no la había escuchado, todo sería tan diferente si lo hubiera hecho…

Con pesar trato de ponerse en pie sólo para volver a derrumbarse sobre la nieve, un hilo de sangre corría por su rostro, el avión había explotado mandándolo a unos cuantos metros de el, y no sabía que había sido de su otro compañero. El viento era tan fuerte que sentía que podía partirle los huesos en cualquier momento, se sentía débil, cansado, adolorido, maldecía su suerte de haber sido seleccionado para especializarse como piloto, debió haber escuchado a su padre y optar por la medicina…así por lo menos, no estaría en aquel aprieto. Se arrastró todo lo que pudo lejos de aquel incesante fuego, después de un rato sintió como poco a poco las fuerzas lo abandonaban, sus ojos pesaban y le dolía el cuerpo…pero mas que todo le dolía el corazón.

—No te vayas —había pedido con tanto fervor aquella chiquilla de ojos cafés— ¿Qué tal si se alarga el periodo y tienes que quedarte un año completo? no estarás aquí para navidad—lo acusó dulcemente, sus ojos reflejaban tanto miedo de no verle.

—Te prometo que siempre estaré aquí para navidad—Edward sonrió ante el recuerdo de su respuesta—Para decirte al oído "Feliz navidad mi amor"—una solitaria lágrima descendió por su mejilla. Él lo sabía, iba a morir ahí, no había ayuda alguna, posiblemente si el clima mejoraba quizás mañana comenzaran la búsqueda, pero para él…mañana sería demasiado tarde. Suspiró una última vez antes de cerrar los ojos y dedicó su último pensamiento antes de perderse en la obscuridad a la única mujer que amaría en su vida.

—Bella—susurró suavemente. Deseando vivir para ella y pidiéndole a Dios que si no lo lograba…ella fuera feliz. La obscuridad lo inundó y antes de perder toda conciencia vislumbró el rostro de un ángel, su Bella.

Voces, muchas voces. Una mano helada y un susurro. Alguien tomándolo en brazos, unos brazos muy fríos, era como si volara, por la rapidez. Hubo calma y se sintió tendido sobre una superficie mullida, luego pasos, susurros, una discusión y finalmente una voz hablo sobre las demás.

—Tu no puedes decidir eso—musitó alguien.

—Pero quiero conservarlo—Otra voz se alzó molesta sobre la primera. Discutían y él sólo quería el silencio.

—No es un juguete—escuchó que refutaron. Tenía tantos, tantos deseos de dormir. —Él no te pertenece. —Agregó alguien más en esa profunda obscuridad. —Nadie puede decidir.

—Pero morirá—musitó otra voz.

—Es así como tiene que ser.

— ¡No!—gruñeron—No tiene que ser así.

— ¡No!—gritó alguien y él quiso preguntar ¿No? No ¿A qué? Pero una mordida en su muñeca derecha lo detuvo. Quiso quejarse pero el ardor y el fuego extendiéndose por su cuerpo se lo impidieron. Era como estar en el infierno… quizás lo estaba, después de todo corrompió a un ángel.

—Espero que no tengas que arrepentirte de esto—gruñó alguien y después escuchó un fuerte portazo.

—No temas—escuchó un suave susurro a su lado. —Todo va a estar bien— ¿bien? ¿Cómo algo podía estar bien cuando se esta en el infierno? Su piel se calcinaba, todo su cuerpo ardía y no en el buen sentido, sentía que se quemaba, su garganta estaba en llamas, quería gritar, lo hizo o eso pensó, pero él no se escuchó, no sentía nada más que ese lacerante dolor en todo el cuerpo. Recuerdos, voces, caricias.

La sonrisa más hermosa de todo el mundo en aquel rostro lleno de felicidad, ojos cafés, pelo castaño, piel cremosa y suave. Palabras de amor susurradas a ella su amor, su único amor…por siempre. Fuego, más fuego. Voces y sonrisas, rostros. Una bella niña de cabello castaño sosteniendo su mano mientras sonreía con su dentadura chimuela. Cada cambio, como la niña se convirtió en mujer. Más personas, tantas y sin embargo…ella esta siempre, en cada paso de su vida.

—Te amo—escuchó su voz tan clara, su rostro tan sereno y esa confianza ciega en él. Ella era suya y él era suyo de por vida.

—Regresa a mi Edward—escuchó que ella suplicaba y quiso decirle que no estuviera triste, que allá donde estuviera siempre la cuidaría.

—Bella—no estaba seguro si en verdad había dicho su nombre, pero su imagen se repetía constantemente en su cabeza mientras el fuego seguía ardiendo cada vez con más intensidad. Cada extremidad de su cuerpo ardía con un fuego abrazador mientras él se sacudía. La chica a su lado lo observaba moverse y gritar de dolor, sólo eso la hacía arrepentirse un poco de lo que había hecho, eso y el hecho de que él llamara constantemente a esa chica.

— ¿Bella? ¿Quién era ella?— se cuestionó la extraña mientras acariciaba el cabello de aquel chico, él eran tan guapo y tan joven…no podría tener más de veinticinco años, lucía tan indefenso.

— ¿Qué?—se preguntó Edward ¿Quién había hablado? ¿Es acaso que no podían callarse? Murmullos y mas murmullos, su corazón, su corazón se apagaba, podía escucharlo eso y unos ladridos a unas cuantas calles, el olor de una taza de café y voces, esas malditas voces que no se callaban. Un último latido y luego…nada…su corazón se detuvo y su conciencia exploto en millones de partículas para quedar reducido a la nada…

—Esta por despertar—musitó alguien. Él lo escuchó claramente. ¿Despertar? ¿Quién?—se preguntó aturdido. Abrió los ojos y lo primero que vio fue el rostro tallado de una bellísima mujer junto a él. Ella sonrió, él la observó confundido ¿Quién era ella?

— ¿Estas bien?—preguntó mientras estiraba una mano para tocarlo. En menos de lo que toma hacer un parpadeo él estaba refugiado en la pared al otro extremo del cuarto. Cinco pares de ojos dorados como la miel se enfocaron en él.

"Esta asustado".

"Puede atacar en cualquier momento".

"Un neófito siempre es peligroso".

"Convertirlo fue una estupidez".

"Pobre muchacho".

Cinco voces diferentes estallaron en su cabeza hasta casi hacerla explotar. ¿Qué era eso?

—Cállense—masculló y casi no reconoció su voz. Era como un suave susurro. Fijó su atención en los extraños que parecían observarlo como si fuera a perder la cordura en cualquier momento. Había cinco personas tan iguales y tan distintas a simple vista dentro de aquella habitación. Cuatro eran mujeres hermosas, tres de ellas rubias, una de cabello negro y un hombre alto, todos tenían ese extraño color dorado miel en su iris.

"Debimos prever esto". Escuchó de nuevo en su ¿Cabeza?

—Ya cállense—masculló él nuevamente. Tratando de entender que pasaba.

—Nadie ha dicho una palabra—masculló una de las chicas. —Pobre tipo esta muy mal.

—Ya cállense —repitió llevando una de sus manos a su cabeza. La estiró y…no dolió. Se observó la mano y no había rasguños ni cortadas, no había sangre.

—No te haremos daño—musitó la chica de hace rato mirándolo con algo de preocupación. —Estas bien Edward, nadie va hacerte daño. — ¿Edward? ¿Cómo sabía ella su nombre? ¿Dónde estaba?

— ¿Cómo?—preguntó.

—Tu billetera—ella señaló una billetera de piel color negro sobre la cómoda. —Tu carnet de conducir estaba ahí—añadió respondiendo a su incompleta pregunta.

— ¿Quiénes son?—cuestionó— ¿Qué me hicieron? ¿Por qué? —Murmuró llevando una mano a su garganta— ¿Qué es?

—Sed—declaró la misma chica que explicó lo de su billetera. —Lo que tienes es sed.

—Si—dijo él aturdido—Es sed—aceptó con algo de confusión, era sed pero no una normal, era como sí necesitara tomar algo o morir.

—Todo va a estar bien—dijo la mujer de cabello negro—Tranquilo muchacho no vamos a hacerte daño.

— ¿Dónde estoy?—preguntó él.

—Alaska—dijo la mujer—Yo soy Carmen y estas son mis hijas Kate, Irina y Tanya—señaló a la última que le sonrió. —Y él es mi esposo Eleazar— ¿Alaska? ¿Cómo diablos había llegado a Alaska?

—No tienes que temer Edward—musitó la chica llamada Tanya—Aquí estas a salvo.

—Tengo que irme.

—No puedes—refutó ella. Él la miró extrañado y confundido, luego miró la ventana a su costado, si corría lo suficientemente rápido quizás…No, no podría, parecía estar en un segundo piso y no quería matarse.

—Tenemos cosas que explicarte—Habló por primera vez el hombre. —Tienes que quedarte.

—Tengo tanta…

—Sed—le dijo Tanya nuevamente—Lo que tienes es sed, vamos— trató de acercarse pero él se movió unos pasos nuevamente demasiado rápido para ser posible.

— ¿Qué demonios?—exclamó.

—Como te dije—musito él hombre—Hay cosas que tenemos que explicarte.

—Nosotros somos diferentes—musitó la chica más pequeña de las tres la tal Kate—Ya lo notaste y tu ahora eres igual a nosotros.

—No lo confundan más—pidió Irina—Él no tendría que pasar por esto.

—Ya basta Irina— exigió Tanya—No podíamos dejarlo morir.

—Está muerto ahora—repitió Kate—Una muerte infinita— ¿Muerto? ¿De qué carajos hablaban? ¿El muerto? ¿Pero?

— ¿Muerto?—se atrevió al fin a preguntar. Mando al carajo su sed o lo que fuera que tenía. Él quería respuestas y por Dios que las tendría.

—No—dijo Tanya—Por lo menos no completamente.

— ¿De qué estas hablando?

— ¿Has escuchado hablar de los vampiros?—Él se rio, fue una musical risa.

— ¿Vampiros?—espetó. —Sí, claro.

—No es broma—dijo Carmen—Ojalá lo fuera, sentimos mucho todo los inconvenientes que esto pueda causarte Edward, pero ahora no puedes irte, mi hija—miró a Tanya de soslayo—tomó una decisión que nos involucra a todos, ahora eres nuestra responsabilidad y no podemos permitir que cometas alguna falta.

—Los vulturis no perdonan—gruñó Irina mirando hacia la ventana.

— ¿Cómo que no me puedo ir?—preguntó Edward exaltado, por muy amables que hayan sido al rescatarlo de esa tormenta ellos no tenían ningún derecho de prohibirle nada.

—Lo siento—dijo Carmen—No sabes cuanto lamento que te hayamos condenando a esto—murmuró mirando a su hija Tanya. Ella bajó la mirada como si estuviera avergonzada por algo. —Pero no puedes irte Edward—prosiguió mirándolo. —Por lo menos no por ahora, quizás en un par de años…— ¿Par de años? Al carajo, él se iría en ese instante.

—Claro que me voy—dijo él convencido mientras evaluaba sus opciones. No sabía donde estaba, pero eso se podía arreglar una vez estuviera fuera de esa casa. Las cinco personas se pusieron de pie como adivinando sus pensamientos.

—No hagas algo estúpido—siseó Kate. —No queremos lastimarte. — Él casi sonrió.

Ella era linda pero era una chiquilla, no podía medir más que su hermana Alice, sólo que esta muchachita era rubia como él al igual que sus hermanas, quizás tenía más parecido con su cuñada Rosalie. Lucían tan frágiles, ellas no representaban un problema para él, eran chicas el único verdadero problema era el hombre, el tal Eleazar.

—De verdad muchacho. No me obligues a lastimarte.

—Quiero irme a casa.

—Esta es tu casa ahora Edward—musitó la chica de nombre Tanya. Ella le miraba con una sonrisa.

—No se quienes sean—dijo él —Pero están muy locos si creen que me voy a quedar aquí, maldita sea estudio en Seattle. Y mi familia esta Forks.

—Te lo dije—musitó Irina hacia su hermana quien le gruñó. —Él tenía una familia Tanya, no tenías ningún derecho a convertirlo sin preguntarle.

—Cállate Irina— Edward aprovechó la distracción que provocó el altercado entre las dos hermanas para acercarse hacia la puerta, no supo como lo hizo tan rápido, era increíble pero antes de que pudiera maravillarse por su actual rapidez sobrehumana alguien lo tenía bloqueado contra el suelo. Trató de removerse y empujó a Eleazar con sus puños haciéndolo volar por la habitación. Antes de que pudiera parpadear las dos chicas, Irina y Kate lo sostenían por lo brazos.

—Edward cálmate—pidió Tanya—Nadie te hará daño, por favor tranquilízate.

— ¿Qué me pasa?—preguntó mientras dejaba de luchar, el estopor que le provocó ver como fue capaz de lanzar a un hombre a través de una habitación aún lo tenía contrariado.

—Ya te lo dijimos Edward—contestó Tanya acariciando su rostro. Él quería gritarle que no se tomara tanta confianza con el pero no pudo. Los ojos de ella le mostraron que no podía escapar de lo que fuera que le hubiera hecho. —Ahora eres como nosotros, un vampiro y no puedes huir de tu destino.

—Un destino que él no eligió—replicó Irina.

—Chicas—pidió la madre de las tres en un suplica para que sus hijas dejaran de discutir.

Tanya había sido demasiado testaruda al convertir a Edward aún en contra de la decisión de su padre. Pobre muchacho, lo sentía por él pero de ninguna forma permitiría que le hiciera daño a alguien de su familia. O se adaptaba o…en realidad ella le pedía a cualquier deidad que existiera que ese chico lograra adaptarse. De lo contrario Todos sufrirían las consecuencias a manos de los vulturis.

—Tengo que irme a casa—musitó Edward angustiado. No quería estar con esas personas. No quería creer en eso que le decían. No pertenecía a ese lugar. Pertenecía a Forks, y a su Bella.

—Lo siento hijo—dijo Eleazar—Pero no puedes irte y trata de tranquilizarte por que tienes que alimentarte…llegara un momento en que la sed se vuelva insoportable.

—No es verdad. Todo lo que dicen, todo…—recriminó.

— ¿Cómo explicas lo que pasó?—preguntó Eleazar sacudiendo el polvo de su traje y mirando al gran agujero que había ahora en la pared contraria a ellos.

—Esto no esta pasando, esto no esta pasando—murmuró Edward para si mismo mientras las chicas relajaban el agarre de sus brazos.

Les conmovió verlo así, tan asustado. Ellas habían sentido lo mismo cuando despertaron, por suerte su madre estaba ahí para ellas cuando lo hicieron y cuando su madre se marchó…Carmen ocupó su lugar, a pesar de eso Irina imaginaba cuan afligido estaba Edward por despertar a esta nueva vida solo, su hermana Tanya se había equivocado al convertirlo y ahora ellas tenían el deber de velar por él.

— ¿Vampiro?—se preguntó a él mismo. No podía ser cierto, tenía que ser una muy mala broma de parte de esa gente. No lo es. Dijo algo dentro de él, quizás su conciencia. Se negaba a creerlo y sin embargo tenía tanta sed, tanta. Ansiaba más que nada tomar algo que acabara con su ardor.

—Necesita cazar—murmuró Tanya—Tiene que hacerlo, morirá de otra forma—añadió ella hacia sus padres. Ambos se miraron y luego Eleazar asintió.

—Iremos todos.

—No es necesario—dijo Kate—Si se pone pesado—murmuró encogiéndose de hombros y moviendo sus manos.

Edward supo que le ocultaban algo y tenía que descubrirlo, extrañamente las voces se habían callado, era como si un interruptor las hubiera dejado en silencio, cosa que agradecía.

—Bien. Pero también irán Irina y Tanya—respondió Eleazar.

—Claro—dijo la ultima bastante alegre mirando a Edward y acariciando una vez más su rostro. —Vamos—instó poniéndose de pie y extendiendo su blanquecina mano para que Edward la tomara. Él vacilo un poco pero la acepto al final, Tanya sonrió para si misma mientras apretaba la mano de Edward en la suya, "El será para mi", se prometió.

— ¿Dijiste algo?—preguntó Edward mirándola. Ella le mió extrañada y negó. Era imposible que supiera lo que estaba pensado…a menos que…sonrió. Edward sería sin duda un curioso y poderoso inmortal de ser cierta su suposición.

— ¿A dónde vamos?—preguntó Edward, terminó de bajar el último escalón del porche.

—Necesitas alimentarte—musitó Irina. La miro algo extrañado y ella trato de darle una sonrisa. Su hermana Tanya la miró como si pudiera arrancarle la cabeza de un golpe. Ella la ignoró, Tanya era una arpía cuando quería, y la odiaba en este momento, ella de todos tenía que decidir transformar a este pobre chico, él tenía una vida, una familia, probablemente una novia y ellos se lo habían arrebatado todo.

— ¿Qué es lo que me hicieron?—preguntó Edward.

—Vamos—dijo Kate invitándolo a seguirla. —Te lo explicaremos todo, lo prometo—susurró dándose la vuelta y desapareciendo en un borrón frente a él.

—Dios—exclamó Edward—Ella… se esfumó, no esta.

—Ella sólo hecho a correr—murmuró Tanya—Anda vamos, tu también puedes hacerlo.

— ¿Qué?—preguntó aterrado. Dios ¿Qué le habían hecho? Si lo que decían ellas era cierto, él era…un servidor de las tinieblas ahora, un ser sin alma.

—No.

—Vamos Edward—exigió Tanya—Hazlo, de lo contrario no te diré nada.

—Vamos—le instó Irina colocándose a su lado—sólo corre como solías hacerlo, la naturaleza hará lo demás.

—No puedo—replicó.

—Inténtalo—espetó Tanya un poco más alto. —Sólo trata— cerró los ojos un segundo y se echó a correr como lo hacia cada mañana desde que tenía memoria.

Abrió los ojos cuando escuchó el susurrar del viento demasiado fuerte, corría, claro que corría pero era como si volara. Sus pies parecían no tocar el suelo, a los arboles los esquivaba como si estuviera programado para hacerlo, dejó de moverse y de la sorpresa se encontró pronto en el suelo. Escuchó la musical risa de las tres mujeres que le acompañaban y sin querer sonrió.

—No es tan malo—dijo Tanya—Es celestial.

—Si por eso todos nos llaman ángeles de la obscuridad—murmuró cruzándose de brazos.

—No lo asusten—siseó Kate. —Ya bastante tiene con todo lo que pasó.

—Entenderá todo—dijo Tanya. —Lo entenderá y luego lo aceptara—refutó.

—Tu cargaras con la responsabilidad cuando Alejandro Masen venga por aquí—espetó Irina—Esta decisión también lo incluía a él. Edward observó el intercambio entre hermanas y luego miró a la que parecía ser la única sensata del grupo…Kate.

—Por favor—murmuró. El deseo lacerante seguía ahí. Y tenía que apagarlo.

—Cierra los ojos—pidió ella—Sólo concéntrate en el olor…animales—agregó un poco dudosa—Sólo animales Edward—pareció exigir lo último.

Él lo hizo, era como si continuara con los ojos abiertos, podía sentir todo, oler todo, oír todo. Lo escuchó, el palpitar de un corazón a unos cuantos metros de donde estaban, alejándose, huyendo. Y su sangre…Dios era sangre, corría tan rápido.

—Ve por el—dijo Tanya en su oído—Es tu presa ve tras el Edward—agregó—Es sólo un animal—murmuró, él sólo se dejo llevar…corrió hasta alcanzarlo y saltó sobre lo que fuera. Sin pensarlo hundió sus dientes sobre el cuello del animal, bebió y bebió, sólo cuando tomó la ultima gota se permitió ver que tipo de animal era…un puma. Lo arrojó lejos de él y limpió con su manga la sangre que estaba en su boca…Era un monstro.

—Dios—susurró.

—No temas—dijo Tanya acercándosele—Es sólo un animal Edward. Tenías que hacerlo.

— ¿Qué clase de monstro soy?—preguntó.

—Es eso o matar humanos—dijo Irina tristemente. —Somos algo así como vampiros vegetarianos—rió—Alejandro suele divertirse al pensar en el así—musitó—Él nos enseñó esto.

—Sabemos que es difícil para ti—musitó Kate mirándolo. —Pero es la única forma de que sigas con vida Edward. Matar humanos no es una opción, por lo menos no en esta familia, los humanos no tienen culpa de lo que nos paso. Y merecen que respetemos su vida.

— ¿Así que se alimenta de animales?—preguntó Edward echando un vistazo al cuerpo del puma.

—Si—dijo Kate. —Y tú también lo harás.

—Yo no quiero ser esto. Tiene que haber alguna forma de…

—No—dijo Irina—Esto es irreversible—murmuró apenada—Lo siento Edward.

—Yo tengo una familia—dijo él—Padres, hermanos, una novia a la que amo—enfatizó su suplica. ¡Oh dios!, su Bella. Ella debería estar pensado lo peor si ya se habían enterado del accidente.

—Tenías—corrigió Kate un tanto triste. —Lo siento Edward—agregó mientras él la miraba completamente desolado.

Pasaron horas explicándole cada pequeño detalle de su nueva condición. Y con cada nueva explicación Edward se horrorizaba, ya no era humano era un monstruo, un capaz de matar para sobrevivir. ¿Por qué? Se preguntó innumerables veces mientras las Denali seguían hablando, si ese era su apellido, por lo menos ante el resto del mundo ellas eran las hermanas Denali, hijas de Eleazar y Carmen Denali.

—Por eso no puedes violar la regla sagrada—musitó Irina. Edward la miró fijamente y ella agregó. —Nunca debes permitir que los humanos sepan de tu existencia.

—Yo no quería esto—respondió.

—No hay opciones ahora—dijo Kate—No si no quieres que los Vulturis acaben contigo, ya te lo dijimos, ellos son los encargados de hacer respetar esa ley.

—No es tan malo Edward—musitó Tanya sentándose cerca de él—Con el tiempo te acostumbraras y te gustara.

—Yo no pedí esto—dijo poniéndose de pie y pateando un tronco el cual rodó muchos metros lejos de ellos. — ¡Tú no podías decidir por mí, maldición yo tengo una vida y la quiero de vuelta!—gruñó. Tanya le miró furiosa, ella le había salvado debería estar agradecido.

—Esta es tu nueva vida ahora—masculló la rubia enfadada—Despertaste a la inmortalidad y tienes que aprender a vivir con ello— agregó antes de ponerse de pie y marcharse enfadada.

"Pobre Edward", escuchó de nuevo la voz de Kate. La miró y ella seguía mirando a Irina.

— ¿Qué dijiste?—preguntó mirándola.

—No he dicho nada—musitó Kate.

— ¡Claro que si!—refutó Edward un tanto exaltado.

—No Edward claro que no he…—los ojos de Kate se abrieron con sorpresa. —Tenemos que hablar con papá—farfulló mirando a su hermana Irina quien asintió.

—Vamos Edward—dijeron las dos al unísono.

Edward no quería regresar a esa casa, ahora que estaba afuera podría escapar…aunque no llegaría demasiado lejos, ellos eran cinco y él solo uno. Además ellos eran los únicos que entendían esta horrenda situación que estaba pasando. Así que tomó una decisión, se quedaría con ellos por un par de días hasta que pudiera encontrar una manera de regresar a su antigua condición, a la normal, a la única que le permitía estar cerca de lo que más amaba... Bella.

Tristemente a veces las cosas no salen como uno piensa. El tiempo comenzó a pasar y las horas se trasformaron en días, los días en semanas, las semanas en meses y casi sin darse cuenta estaba cerca de cumplir un año lejos de su familia. Un año sin ella, sin su Bella, sin sus risas, sin sus sonrojos, un año sin amarla.

Con cierto rencor miró el desgastado viejo diario de Seattle. Eleazar se lo había conseguido una semana después de que "Despertara a esta vida", como solía decirle Tanya.

Al final de todo, se había quedado con ellos. ¿Qué otra opción tenía? Él no podía regresar con Bella, no siendo el mostro que era ahora. Le dolía pensar en ella y en todo lo que perdió por culpa de Tanya. Estrujó el periódico con fuerza y miró la escueta noticia que hablaba sobre su accidente.

—El cuerpo no fue hallado— decía. Y luego mostraba una foto suya y otra de sus familiares donde también estaba Bella. Sonrió al ver esa imagen.

"Otra vez pensado en ella", susurró alguien en su cabeza.

Alzó la vista y se encontró con Tanya observándolo fijamente. La rubia permanecía de pie contra la pared de la sala.

"Siempre pensado en ella", —agregó la rubia.

Él ni se molestó en rebatirla. No es como si alguno de ellos ya se hubiera acostumbrado a su aún más rara condición de vampiro vegetariano-lector de mentes. Sí, de todos, tenía que tener el "don" de leer mentes. Para lo que servía. Todo el día se la pasaba tratando de bloquear los pensamientos poco decorosos que tenía Tanya para su persona, no le gustaba ser objeto de sus fantasías, él ya tenía un amor…uno al que no podía tener. Aunque no por eso la olvidaría o dejaría de amarla.

— ¿Terminaste de empacar?—murmuró la rubia al fin. Edward bufó y asintió sin omitir palabra. Eso era otra cosa que le molestaba. Ellos se mudarían, se irían y jamás la vería de nuevo, nunca más. Eleazar le decía que era lo mejor, que entre más distancia más fácil sería dejar de pensar en ella, pero es que ellos no entendían. Bella era todo para él.

—Los humanos estarán bastantes distraídos con las festividades así que no se les hará raro que viajemos tantas personas—farfulló Irina mientras entraba en la sala. Edward supuso que para distraerlo de la presencia de su hermana Tanya.

—Quizás tengas razón—murmuró él.

—Veras que si—dijo ella—Londres te encantara Edward, es perfecto. Ya otras veces nos hemos mudado allí y papá piensa que es la mejor opción ahora que estas tú—Irina le sonrió, él sonrió en respuesta. Ella y Kate eran amables con él, en realidad todos lo eran, quizás Tanya un poco más que los demás y eso era lo que le molestaba. Eso y pensar en que nunca más estaría cerca de ella. Quizás sólo quizás, necesitara verla una última vez. De lejos, ni siquiera tenía que acercarse. Ya había aprendido a controlar su sed de sangre humana, bueno…nunca había bebido de un humano y jamás pensaría en dañar a su ángel. Dios…sólo deseaba verla una vez más. Despedirse aun si ella no lo supiera, decirle adiós a su amor y dejarla para que ella pudiera tener una vida.

—Vamos Tanya—Dijo Kate entrando en la sala—Tenemos que ir a cazar.

—No tengo sed—dijo ella—Lo haré más tarde.

— ¡No hay más tarde!—sentenció Kate—Tenemos que alimentarnos para estar tranquilas en el vuelo.

—Yo…

—Tanya— Carmen hizo su aparición en medio de la sala para poner un poco de orden—Cariño ya todos fuimos de caza, sólo faltan Kate y tú.

—Puedo hacerlo más tarde, no partiremos hasta mañana—refutó la rubia.

—Ahora—dijo Carmen. La rubia bufó pero se encaminó a la salida. Tanya no desobedecería a su madre después de todo, no en esto, pero si en convertirlo a él sin consultarle.

—Edward, cariño—espetó Carmen. —Aún tenemos hasta mañana por la tarde para partir—agregó—Haz lo que tengas que hacer y regresa—él la miró confundido y ella le sonrió.

"Ve cariño, dile adiós y sigue a delante", pensó Carmen mientras le miraba. ¿Ella le estaba dando permiso? No se detuvo a pensarlo mucho, simplemente se puso de pie y tímidamente musito.

—Gracias— desde el fondo de su congelado corazón.

—Ve—dijo Irina—Nosotros nos encargaremos de Papá y de Tanya— Él sonrió y a paso presuroso salió de la casa. Corrió, corrió como si no hubiera mañana. Atravesó montañas, bosques y sin darse cuenta casi al atardecer se encontraba rodeado de un paisaje conocido.

"Un planeta extraterrestre", había dicho Bella una vez mientras ambos paseaban tomados de las manos por ese lugar.

Reconocía todo, aunque estuviera cubierto de nieve por la época, era como si nunca se hubiera ido de ese lugar. Las montañas, las tiendas. Ahora era un extraño en su propio hogar. Se acercó a su casa que se encontraba cerca del bosque. Escuchó los pensamientos de su familia. Eran todas cosas tristes, Alice lloraba abrazada a su almohada mientras Jasper intentaba consolarla. Su madre no estaba mejor, Carlisle su padre la tenía abrazada y ambos sostenían una foto de él. Quería decirles que no sufrieran, que él los amaba, pero no podía. Los observó un rato desde las sombras y luego se marchó. Dando una silenciosa despedida a su familia. Corrió nuevamente hacia esa casita en medio del pueblo, a la que como patio trasero tenía el bosque.

—Es tan triste verla así—los murmullos de voces llegaron a él de forma instantánea.

—Mi hermana se esta muriendo Rose—musitó Emmett. Su amigo. Cuanto daría por estrechar su mano. —Se esta muriendo y no sé que hacer para salvarla.

—Dale tiempo Emm—respondió la rubia hermana gemela de Jasper. Sonrió y agradeció a Dios por haberles dado a esos buenos amigos. —Ella esta en duelo.

— ¿Por cuento tiempo más?—preguntó él dolido—ha pasado un año.

—Yo nunca lo superaría si fueras tú—respondió ella.

"Solo Dios sabe lo que ella estaba pasando", agregó la rubia en sus pensamientos. Y después le dio un abrazo a Emmett para reconfortarlo.

—Bella—susurró Edward.

Ellos hablaban de su Bella. Trató de dar con los pensamientos de ella, pero no se hallaban por ningún lado. Es como si ella no estuviera.

—Mi pobre hija—dijo Réene y por fin la vio.

Su madre la miraba desde el umbral de la puerta. Bella estaba sentada sobre el sofá, con sus rodillas abrazadas a su pecho y con la mirada perdida hacia la calle. Trató de llegar a su mente, pero le fue imposible.

— ¿Cariño?—preguntó su madre—Ella le miró tratando de sonreír pero no lo logró. —Deberías descansar un rato.

—No tengo sueño—dijo ella aunque por su aspecto parecía que no había dormido en días.

—Bella—musitó su madre.

—Leeré—respondió rápidamente antes de que su madre pudiera agregar algo más. Y tomó un libro que tenía a un costado.

—Bien—espetó Réene y luego se marchó por donde había venido. Él maldijo mientras perdía la visión de su ángel. Tenía que acercarse. Dios tenía que verla.

Se escondió entre los arbustos del frente. Estaba anocheciendo y no tardaría en obscurecer por completo. La ventana estaba cerrada pero las cortinas estaban arriba. Dio un agradecimiento por eso. Bella estaba hermosa, tan hermosa que dolía, estaba un poco pálida y había perdido peso pero aún así seguía siendo hermosa. Ella trató de concentrarse en el libro pero después de un rato lo dejó. Se puso de pie y se acercó a la ventana. Observó su cacharro estacionado justo enfrente de su casa cubierto por la nieve.

— ¿Bella?—escuchó a Emmett de pie detrás de ella. Intercambiaron algunas palabras y casi entró corriendo a la casa cuando la escuchó llorar. Preguntándose por qué a ¿Él? ¿Por qué a ella?

Luego Emmett la llevó a su habitación y la dejó sola. Él se quedo afuera, como el masoquista que era, esperando que alguien subiera a ver como estaba su dulce y frágil Bella. Un largo rato pasó hasta que Rose se aventuró a subir. La cabeza de Rose estaba llena de pensamientos de preocupación lo que asombró a Edward ya que ella siempre se había preocupado sólo por si misma. Escuchó como trató de consolar a su Bella, pero fue inútil, todos se conformaban con que ella les dijera que estaba bien, pero él no. Él sí la conocía, era un mismo ser y sabía que ella estaba sufriendo. La vio en los pensamientos de Charlie más tarde cuando ella estaba perdida mirando algo sobre el librero de su sala, no tenía que ser genio ni adivino para saber de que se trataba. Era una fotografía de ellos dos, de hace un par de años.

Él se sentía fatal, ella estaba tan rota, él sólo quería entrar, abrazarla, decirle que todo estaría bien. Los observó sentarse a cenar, como trataron de sacarle conversación a Bella sin lograrlo. Como toda esa cena terminó en una acalorada discusión entre hermanos. Bella le había dicho a Emmett que lo odiaba, él sabía de sobra que eso era mentira, ella jamás podría odiar a nadie por que es un ángel. Pero estaba tan lastimada, tan dolida, y Emmett…las cosas que decía. Habían desistido en buscarlo, lo habían declarado muerto. Ni siquiera lo pensó adecuadamente, solo quería estar cerca de ella, cerca de su amor. Trepó por la pared hasta llegar a la ventana de su habitación. Entró por ella y la halló estaba recostada sobre su cama tal como horas atrás la había encontrado Rosalie. Bella estaba dormida, se acercó sigilosamente a su lado. Su olor era embriagante. Era como algo frutal, fresas y rosas. Bella olía deliciosamente, pero sabía que no la lastimaría, no, nunca a su Bella. Se acercó a su cama y delicadamente posó una de sus manos en su mejilla, le acarició con tanta dulzura. Ella se movió, él retiró rápidamente la mano, su frialdad la había incomodado.

—Edward—dijo ella mientras tallaba sus ojitos. Él la miró con una sonrisa, incapaz de moverse. —Edward—chilló ella y él temió por que alguien pudiera oírla. Ya era demasiado arriesgado dejar que ella lo viera.

—Cuidado amor—dijo con voz aterciopelada, más suave, fue como una caricia. El sintió su respingo al abrazarlo.

— ¿Qué…?—dijo—Tus ojos son dorados—afirmó viéndolo, sus hermosas orbes esmeraldas habían desaparecido, ya no estaban más. Ahora sólo ese misterioso topacio reinaba en su iris.

—No soy el mismo Bella—respondió acongojado. —Ya no soy "Edward"—agregó con tanto pesar. Se odio a si mismo y a Tanya, por convertirlo en esto que era.

— ¿De qué hablas?—preguntó confundida—Todos creen que tu…—dio un respiro antes de continuar—que tu moriste, tus padres—Añadió con sus ojos tristes. Bella le miraba llena de tristeza y melancolía.

—Shhh—dijo poniendo un dedo sobre sus labios, era como hielo, Bella se volvió a estremecer y Edward dejó de tocarla.

—Lo siento—se disculpó cortésmente.

— ¿Qué pasa?—preguntó ella— ¿Esto es un sueño?—Agregó llena de esperanza.

—Tal vez—respondió afligido. Quizás era mejor que ella pensara en él como un sueño producto de su imaginación. Era preferible a saber la espantosa verdad que se escondía detrás.

—Es el mejor que he tenido en meses—dijo ella y Edward vio su mirada ponerse aún más triste.

—Si yo pudiera soñar—dijo en un susurro atormentado—Sería contigo—agregó. Esa era otra cosa que extrañaba. Dormir. Poder soñar con ella.

—Te extraño tanto, tanto—dijo ella, lo vio tensarse y pronto se vio apresada por sus brazos, todo él estaba helado, demasiado, era algo preocupante, no era saludable, podía darle pulmonía o algo.

—Estas demasiado frío—dijo preocupada—Necesitas una manta—añadió, negó casi divertido. ¿Enfermarse? ¿Él?

—Sólo necesito tenerte así un minuto más—dijo enterrando su rostro en los cabellos de su amada. —Deliciosa—susurró finalmente. Continuó abrazándola un par de minutos más, luchando contra la horrible ponzoña que se acumulaba en su boca, contra el deseo de probarla y eso era de una forma literal. Ella se apartó un poco y se alzó sobre sus talones para poder besarlo, pero él la alejo.

—No—dijo y vio su propio dolor reflejado en los ojos de ella.

— ¿Por qué?—susurró Bella inquieta.

—No quiero lastimarte—respondió.

—Me lastimas cuando no estas—respondió—Es un sueño, entonces no puedes lastimarme—agregó, él negó divertido.

—Siempre tan terca—dijo besando su frente.

—Por favor…—rogó Bella en un susurro tan atormentado. Ella quería ser amada. Y él se lo daría, todo el amor que sentía por ella. Aunque fuera una ultima vez.

—Te amo—dijo antes de rendirse y besarla. Besos, caricias, era mil veces mejor que la ultima vez que habían hecho el amor. Dios. Rompió su ropa sin contemplaciones. Tenía tantas ganas de estrujarla fuertemente. —No—gritó una voz en su cabeza. Él era un mostro muy fuerte y podía romperla con facilidad, su dulce y frágil ángel. Se aferró a su autocontrol como no había desde que fue convertido. Bella estaba perdida en esa espiral de deseo reprimido. Él esta ahí, su Edward estaba ahí.

—No cierres los ojos—pidió Edward, Bella los mantuvo abiertos hasta que la burbuja explotó, estallando en millones de partes, mandando olas de placer y felicidad a lo largo de su cuerpo, sonrío. Edward le miró y sonrió también antes de que ella fuera vencida por el cansancio.

—Feliz navidad mi amor—susurró en Edward tiernamente en su oído—Te amo—agregó aunque no estaba seguro que ella lo siguiera escuchando.

Se vistió rápidamente y luego caminó al closet de Bella por un pijama, se la puso, luego la acurrucó entre las suaves mantas, no se marchó de inmediato. No, esa era la última vez que la vería, así que tenía que sacar todo el provecho que pudiera. La contempló dormir, y sonrió cada vez que ella le llamaba en sueños. Cerca del amanecer decidió que era mejor marcharse para que Bella recordara esta noche sólo como un bello sueño. Aun así, no pudo evitar quitarse la plaquita que colgaba de su cuello, esa que tantas veces Bella le pidió que le regalara. Tenía su nombre y esa la insignia de su Colegio. La depositó con cuidado en el cuello de su amada y dio un tierno beso en su frente antes de caminar hacia la ventana.

—Hasta siempre mi amor—murmuró con dolor antes de girarse. Se dio cuenta que Bella estaba por despertar y apresuró el paso, corrió hacia el bosque pero aun así escuchó su voz llamándolo. No pudo evitarlo, se quedó de pie a unos cuantos pasos de los arbustos. Hizo sus manos puños y se giró para verla una última vez. Sonrió y luego…se marchó sin mirar atrás.

—Feliz navidad mi amor—el suave susurro del viento trajo su voz hasta a él. Y supo que por el resto de su existencia amaría aquella mujer. Deseó con todo su corazón que ella pudiera ser feliz, aunque no fuera con él.


OMG QUE PRIMER CAPITULO TAN LARGO JEJE PERO BUENO TENIA QUE EXPLICAR QUE PASO CON EDWARD. APARTIR DEL PROXIMO CAPITULO COMENZARA LA HISTORIA DE QUE PASO CON ELLOS DOS DESPUES DE ESA ULTIMA NAVIDAD.

DESEO DE TODO CORAZON QUE LES GUSTE ESTA NUEVA HISTORIA POR QUE LA ESTOY HACIENDO CON MUCHO CARIÑO PARA TODAS USTEDES. QUE DIOS LES BENDIGA.

PROXIMA ACTUALIZACION: SERA EL PROXIMO VIERNES. APARTIR DEL DIA 13 DE FEBRERO SE ACTUALIZARAN LOS DIAS LUNES POR QUE REGRESO A CLASES. BES0S

MUCHAS GRACIAS A MI BETA DYANE MONTERO POR CORREGIR ESTE CAPITULO.

MIL GRACIAS A TODAS LAS QUE ESTUVIERON EN APUA Y QUE AHORA ESPERO ESTEN AQUÍ.

LIZZY90.