Nota del autor:

Esta historia contiene slash (relación chico-chico) y mpreg.

Los personajes no me pertencen, tan solo los uso para divertirme.

CAPÍTULO I – Encuentros de sábado noche

Un chico de ojos verdes y pelo negro indomable estaba tumbado en la cama de su apartamento. A su alrededor sólo había un armario enorme, una mesita y un sofá negro dónde había dejado la ropa que se había quitado hacía unos minutos. Era una noche de viernes de principios de agosto. Había regresado de una cena con su grupo de amigos.

Cada mes se reunían como mínimo una vez para cenar y contarse cómo les iban las cosas. A parte, también quedaban algún qué otro día para ir al cine, salir a dar una vuelta o a tomar algo y contarse sus vidas.

Siempre se reían cuando estaban todos juntos; era una especie de terapia a la que todos asistían sin dudar. Les ayudaba a superar sus miedos, pesadillas, dudas, inquietudes… Eran un grupo de personas dispuestas a todo para ayudar a sus amigos. Así lo habían demostrado en un pasado, lo demostraban en el presente y no dudarían en demostrarlo, en caso que fuera necesario, en el futuro.

Esa noche había sido como las demás: hablaron, entre otros muchos temas como el trabajo y los estudios, de sus últimas conquistas. La mitad de los presentes no tenía pareja fija, con lo cual a menudo tenían muchas novedades para explicar. Además, el hecho de compartir sus alegrías y tristezas les unía aún más.

Flashback

No se acordaba de cómo habían empezado a contarse las recientes aventuras amorosas. Recordaba, eso sí, que había empezado Draco, experto en el tema. Realmente el rubio era un auténtico as cuando se trataba de ligar en un tiempo récord. Su aspecto físico y su elegancia eran los mejores puntos a su favor. En una noche, cinco chicos le propusieron tener un encuentro fugaz y, como nadie hasta entonces no había logrado superarlo, presumía siempre que podía. Sí, así había empezado todo. De repente, la escena se le repitió ante sus ojos.

- Ya… y luego si te he visto, no me acuerdo, como siempre¿no? –dijo Remus-. Si no interesa, eso es lo mejor. El otro día, no sabía cómo quitarme a uno de encima. Fuimos a un hotel y por la mañana… ¡qué pesado! Si no me propuso matrimonio fue porqué no tuvo tiempo, ya que desaparecí sin más –comentó el castaño riéndose a carcajadas, como hicieron todos.

- Bien hecho, Remus. Yo siempre lo hago, excepto cuando he tenido mis parejas, claro –explicó Ginny, que hacía un par de semanas que salía con un joven muggle llamado Daniel-. Bueno¿qué novedades tenemos esta semana?

- Nada, nada de nada –me estoy desesperando, respondió Blaise-. Espero tener pronto una noche de suerte...

- Yo estoy como Blaise… De momento nada, además¿quién se fijaría en un viejo como yo? –contestó Severus poniendo cara de pena medio en broma.

- Sí, ya, como si no supiéramos que te ligas a unos jovencitos muy pero que muy apetecibles de vez en cuando… -le dijo Remus-. Tan apetecibles como los míos… Debe ser que prefieren a hombres bien hechos –añadió levantando una ceja y volvieron a reírse del comentario.

- Eso es porqué no habéis encontrado a vuestra media naranja… Una vez la encuentras… ya no la puedes dejar escapar –concluyó Dean mirando a Seamos con ojitos tiernos antes de besarse con pasión.

- No empecéis… ¡que tengo envidia de vosotros desde hace años! –respondió Harry con cara de apenado-. Sois muy afortunados… ¡ya me gustaría a mí! Tendré que buscar más a menudo…

- Pues yo, la semana pasada, encontré un adonis en medio de la pista de baile. ¡Dios! Pelo negro, ojos azules, metro ochenta, cuerpo de infarto y con un culo...

- ¡Oh! Por favor, Neville… ¡No sigas, que luego tengo celos! –exclamó Draco tapándose las orejas para no oír nada más.

- ¿Qué ocurre, Draco, tu trabajo no te deja tiempo libre? –le dijo el pelirrojo sentado a su lado.

- Muy gracioso, Ronald –le respondió el rubio en tono sarcástico-. No todos tenemos tu suerte.

Fin del flashback

Y en esto tenía razón. Ron y Hermione después de la escuela, y una vez terminada la fatal guerra, decidieron unir sus vidas. Desde entonces, y ya hacía seis años, la pareja había disfrutado de una felicidad constante.

Mientras permanecía recostado en la cama, soñaba con tener un día una persona a su lado que lo quisiera tanto como se querían sus dos mejores amigos. Él sólo había tenido un par de relaciones cortas y habían sido malas experiencias. Nunca se había enamorado y por eso todas las relaciones habían terminado rápidamente. Lentamente, mientras recordaba todo esto, se quedó dormido.

Despertó por la mañana con una resaca notable. Habían bebido bastante durante la cena y ahora eso le pasaba factura. "Claro, tanto hablar de tonterías –se recriminó-, y luego uno no controla lo que se toma". Decidió que lo que más necesitaba en ese momento era una ducha y un buen desayuno –seguramente un bocadillo de jamón, su preferido- acompañado de un café bien cargado.

Seguidamente, se vistió con lo primero que encontró en el armario, ya que nunca se fijaba demasiado en lo que se ponía –por lo que recibía constantemente las críticas de Draco-, y salió a la calle.

El sol resplandecía en mitad de un cielo azul purísimo. La tristeza del día anterior se había desvanecido como las nubes después de la tormenta. Hoy le parecía un día fantástico. Como era sábado, había quedado con todos en verse por la noche y salir a bailar en alguna discoteca muggle.

Paseaba por el parque cercano a su apartamento mientras pensaba en qué se pondría por la noche. Recordó que no tenía ropa nueva para lucir y entró en una tienda de ropa de marca que siempre le aconsejaba Draco. "Por una vez voy a hacerle caso" –se dijo, pensando en las caras preferencias de su amigo. Salió cargado con tres bolsas y regresó a su apartamento.

Sí, porque Harry Potter, el famoso chico-que-vivió, de pelo negro y ojos verdes inconfundibles, vivía en un barrio de Londres rodeado de muggles. Después de haber derrotado a Voldemort durante el último año en Hogwarts, todo había cambiado.

Había pasado a ser más conocido que antes, "si eso era posible" –se decía-, y la comunidad mágica siempre se refería a él como El Salvador, El héroe mágico, El niño-que-vivió-luchó-y-venció o simplemente El niño-que-venció, y un sinfín de nombres ridículos, según él. Decidió que viviría dos vidas paralelas: una en el mundo mágico y otra en el mundo muggle. Las dos al mismo tiempo. Las dos tan distintas.

Las nueve y media. Hora de reunirse en el restaurante. Llegaba tarde, por culpa de no encontrar dónde aparcar en ninguna calle cercana. Cuando se acercó a la mesa, ocho pares de ojos se posaron sobre él y no pudo evitar sonrojarse.

- Harry¿has quedado con alguien especial esta noche? –le preguntó Ginny con una risa cómplice con Hermione.

- Sí, Harry, normalmente no te arreglas tanto –respondió la castaña.

- ¡Por Dios! Creo que a partir de ahora empezaré a fijarme en los hombres si son todos como tú –afirmó Ron mientras no dejaba de reírse.

- No, no, tu aparta las manos de este bombón con el nombre de Draco puesto en su frente –siguió Draco-. Harry¿dónde te habías metido todos estos años?

Los comentarios de sus amigos provocaron que Harry terminara con la cara roja como un tomate por varios minutos. Y es que él era un chico tímido que prefería pasar siempre desapercibido a ser el centro de atención como en ese momento. Se sentó en la mesa y sólo conseguía levantar la mirada varios segundos para volver a agachar la cabeza muerto de vergüenza. Al cabo de un rato ya se sentía menos cohibido y pudo hablar mirándolos a los ojos.

- Sólo me he puesto algo de ropa nueva –respondió mirándose de arriba abajo con cara de incredulidad porque consideraba que eran unos exagerados.

- Pues ese 'algo' te queda genial, Harry. De verdad que estás impresionante –comentó Blaise mientras Neville asentía a su lado.

- ¿Algo? Por favor, Harry, esto no es algo¡son unos pantalones de Gucci i una camiseta de Dolce&Gabbana¿Cómo puedes decir que sólo es 'algo'?

- Bueno, sí, te hice caso y fui a esa tienda. Ya estaba harto de oírte criticar mi ropa todos los días y por lo que veo… debo tener buen gusto si todos me halagáis tanto.

- Sí, quién lo iba a decir… debe ser que tantos años de juntarte con un Malfoy han dado sus frutos –le respondió Draco mientras le invitaba a sentarse a su lado y todos los demás se reían a carcajadas.

Aquella noche sólo faltaban Dean, Seamus y Severus. Los chicos llegaron un poco más tarde, y todos hicieron sus comentarios sobre los motivos de la tardanza. Siempre llegaban los últimos, pues aprovechaban todos los momentos para estar juntos. Eran pareja desde quinto curso, aunque lo habían llevado en secreto hasta séptimo, cuando Ron y Harry regresaron antes de lo previsto a la habitación que compartían y se encontraron con la pareja en una actitud más que cariñosa.

Severus finalmente no se presentó, nadie sabía el porqué y no lograron localizarlo. La cena fue de las más tranquilas que tuvieron, pues parecía que todos reservaban energías para la larga noche que les esperaba.

Al salir del restaurante, Harry comentó que prefería irse a dormir, así que se despidió de todos y puso rumbo a su apartamento. Cuando estaba a punto de meterse en la cama, se vio envuelto en una profunda tristeza, como la noche anterior. Se dijo a sí mismo que, si no salía, nunca encontraría a esa persona perfecta para él.

Así que, quitándose el pijama, escogió otro modelito comprado ese día, y se dirigió a una discoteca distinta a la que habían ido sus amigos. Eso sí, antes cambió de imagen para que nadie lo reconociera.

Siempre que salía solo, tomaba una poción que lo transformaba físicamente y cuando esa noche se vio en el espejo apenas se reconocía: ojos color miel, cabello castaño y un poco más alto. Había quedado perfecto. Añadiendo a esto un pantalón negro y una camisa blanca, que destacaba sobre su piel morena, lo convertían en un chico muy atractivo. Con una gran sonrisa, salió dispuesto a pasar una noche inolvidable. Así sería.

En el otro lado de la ciudad, una rubio de ojos azules salía de su casa dispuesto a disfrutar de la noche. Hacía tiempo que había dejado de creer en el amor y, desde ya no recordaba cuándo, se acostaba con quién quería sin tener que dar explicaciones. Y luego, a por otro. Ése también era su plan para aquella noche de sábado. Se había comprado unos pantalones blancos y una camisa roja que dejaba al descubierto la mitad de su pecho. Había dejado su melena rubia suelta, sabía que eso gustaba más.

Cogió el coche, un deportivo rojo, y puso rumbo a una discoteca nueva que habían abierto la semana anterior. Se la habían recomendado sus compañeros de trabajo, la mitad de los cuales también eran homosexuales y ya tenían cierta edad. Como él mismo. "Pero eso -se dijo- no había sido ningún inconveniente para los muchachos con los que se había acostado".

La verdad es que había comprobado que la mayoría preferían la experiencia de un hombre de cuarenta años que un chaval de veinte que apenas sabía nada. Por lo tanto, estaba seguro de que esa noche iba a ser especial.

Harry, después de aparcar, se dirigió a un nuevo local que habían abierto hacía pocos días. Oyó que Draco lo había mencionado mientras cenaban. Sabía que ellos habían ido al Rainbow, como cada semana, por lo tanto no había nada de qué preocuparse. Entró y quedó maravillado.

Aquella discoteca no tenía nada que ver con las que conocía. Tenía una gran fuente con una escultura en medio que presidía la entrada, las paredes eran como una selva y el suelo como una playa, lleno de arena. La verdad es que le encantó. Además tenía el techo transparente y se podían ver todas las estrellas.

Eso le recordó a Hogwarts y los hechizos del comedor y no pudo evitar sentirse triste por unos momentos al recordar sus vivencias en la escuela. Pero pronto se quitó estos pensamientos de la cabeza. Había venido a divertirse y eso sería lo que haría. Al cabo de unos segundos ya estaba en el centro de la pista.

El hombre rubio cruzó la puerta de la discoteca con una mirada de asombro. Le gustaba aquella fuente con luces de colores en el fondo y la escultura de un dios griego. Evidentemente, U&ME era una discoteca de ambiente, o sea, para gente homosexual. Siempre iba a sitios de este tipo, así no tenía que dar explicaciones a nadie sobre sus preferencias sexuales. Le encantó la decoración pero se quedó prendado del techo. Era precioso poder ver las estrellas a través del cristal.

Tomó una bebida en la barra y empezó a mirar a su alrededor buscando una presa. Divisó unas cuantas bailando y decidió acercarse. Se pasó dos horas hablando y bailando con un par de chicos bastante jóvenes y muy guapos, pero no lo convencían.

Se alejó de ellos con la excusa de que iba a pedir más bebida. Justo cuando se dirigía hacia allí, lo vio. En medio de la pista. Un chico con el pelo castaño y unos ojos… no distinguía el color muy bien, pero pensó que le gustaría verlos de cerca. Y además… se trataba de un chico con un cuerpo de escándalo y que encima sabía vestir bien.

Hacía tiempo que Harry no se lo pasaba en grande como aquella noche. Aunque algunos chicos se habían acercado para bailar junto a él no les había hecho caso. No buscaba nada, sólo quería bailar y emborracharse para olvidarse de todas sus preocupaciones.

De pronto vio a un hombre, mayor que él, que se le acercaba decidido. Se paró frente a Harry y éste dejó de bailar. El desconocido le invitó a tomar algo y él aceptó. Se alejaron de la multitud y fueron a sentarse en una zona más reservada con butacas y sofás. Allí empezaron a hablar.

- Me llamo David -dijo el desconocido rubio-. Encantado de conocerte.

- Yo me llamo Mark –contestó Harry, que siempre adoptaba un nombre diferente acorde con su 'disfraz' del día.

- ¿Sabes, Mark? Has logrado captar mi atención en tan sólo un segundo. Te he visto de lejos y no he podido resistirme a tus encantos. Por eso he venido hasta ti –dijo David pasando lentamente la lengua por su labio superior.

- Vaya… pues me alegro que haya sido así. Creo que tú también tienes muchas buenas cualidades, al menos a simple vista –dijo Harry mirándolo con los ojos llenos de pasión.

- Pues, entonces¿a qué esperas para besarme¿Crees acaso que va a bajar un hada del cielo para indicártelo?

Pero David ya no dijo nada más. Los labios de Harry se habían apoderado de los suyos, en una lucha frenética para ver quién controlaba a quién. Las bocas se abrieron para explorar mejor la del otro y las lenguas parecía que jugaban una batalla en la cual no había vencedor. En ese momento, todas las personas de su alrededor ya no importaban. Para él, ahora sólo contaba ese desconocido llamado David, su boca y su cuerpo.

Después de varios minutos en qué Harry había devorado la boca de David, éste decidió no quedarse atrás. Aprovechó para tomar aire y empezar de nuevo, pero esta vez siendo el quién iniciara el juego. Y no se limitó sólo a la boca. Acarició la nuca, el pelo y la espalda de ese chico llamado Mark, que lo había cautivado con una sola mirada. Y lo mejor de todo es que era correspondido.

Harry también parecía necesitar más y le acariciaba el sedoso pelo rubio mientras subía y bajaba las manos por su espalda hasta llegar al cinturón. Entonces, David paró de besarle, le susurró algo al oído y se dirigió a la salida. Harry se puso en pie y lo siguió.

Subió al deportivo de David sin dejar de acariciarlo mientras notaba como la erección del hombre crecía debajo de ese casi ceñido pantalón blanco, el cual dejaba poco espacio para la imaginación. David lo miró y dejó un segundo el volante para comprobar que el muchacho también estaba excitado. Y vaya si lo estaba.

Hacía mucho tiempo que Harry no sentía esa atracción por nadie. Lo cierto es que no recordaba haberla sentido nunca antes. Llegaron a un hotel y pidieron una habitación. Ninguno de los dos quería llevar al otro a su casa, pues habían comentado que no vivían solos, así que habían tomado esa decisión para poder estar lo más cómodos posible.

Antes de cruzar la puerta de la habitación ya habían escandalizado a una pareja de ancianos que andaban por el pasillo. Habían salido del ascensor casi arrancándose la ropa a mordiscos, y se habían encontrado con la feliz pareja que regresaba a su habitación.

Cuando los vieron no pudieron hacer nada más que quedarse con las bocas abiertas y Harry, provocando a David, lo besó salvajemente. David correspondió al beso y lo llevó contra la pared para recorrer con la lengua su torso desnudo. Consideraron que ya era suficiente espectáculo y entraron en la habitación dejando a los ancianos en el mismo sitio dónde los habían encontrado.

La habitación era enorme y lujosa pero eso era en lo que menos se fijaron tanto Harry como el rubio David. Rápidamente, éste terminó de quitar la camisa a Harry y pudo contemplar perfectamente que el chico estaba mejor de lo que había previsto. Tenía un cuerpo de atleta: bíceps bien formados, pectorales suavemente delimitados y abdominales pronunciados.

Esa visión hizo que David enloqueciera más aún y casi le rompe los pantalones al quitárselos bruscamente. Harry dejaba que su acompañante hiciera lo que quisiera con él, pero no descuidaba la atención hacia el hombre. Le quitó la camiseta y pudo comprobar que, pese a la edad –él había supuesto que ya debía haber llegado a los cuarenta-, se mantenía en perfectas condiciones. Con un rápido movimiento, desabrochó el pantalón de David y lo dejó sólo con los bóxers puestos. Ahora estaban en igualdad de condiciones.

- ¿Se puede saber qué estás mirando? –preguntó Harry mordiéndose el labio inferior para provocar al apuesto rubio.

- Me preguntaba de dónde habías salido y por qué no habías aparecido antes en mi vida. Aunque, creo que tengo la respuesta, pues debes ser un truco o algo por el estilo –le respondió David.

- Bueno, puedes creer que soy producto de algún truco o bien que es cierto, aunque supongo que una alucinación no puede hacer esto¿verdad?

- ¡Ohh! Mmm…Ahhh… –fueron los gemidos que salieron de la boca de David, pues Harry le había bajado rápidamente los bóxers y tenía el enorme miembro de David en su boca. Lo lamía y lo succionaba como nunca había hecho en su vida. Pero es que aquella noche Harry se sentía distinto. Era como si conociera a David de toda vida. Recorría su cuerpo de memoria, conocía cada rincón y cada lugar dónde el hombre encontraba más placer.

Lo tumbó en la ancha cama que había en el centro de la habitación. Empezó a lamerle la oreja, y por lo que veía le encantaba a David porque no dejaba de gemir y pedir que siguiera. Fue bajando por el cuello y le dio un pequeño mordisco que dejó un poco de marca. A Harry le gustaba dejar un pequeño recuerdo a las personas con las que había estado, pues así se aseguraba que al día siguiente, se arrepintieran o no, al menos se acordarían de él.

David acariciaba el fantástico cuerpo de ese muchacho que le parecía bajado del cielo. Recorría su espalda y se paró en los bóxers negros que aún llevaba Mark. Se los quitó lentamente mientras lo besaba suavemente. Empezó a masajear su más que notable erección y ahora era también Mark quien gemía. En un rápido movimiento, pasó a estar debajo de David. El hombre se situó arriba para poder controlar la situación, pues notaba que Mark terminaría pronto debido al alto nivel de excitación que tenía y por sus gemidos, que cada vez pedían más velocidad.

- ¡Dios Da… David! –logró decir Mark cuando se corrió en la mano del hombre.

- Vaya, ya sé que tengo un cuerpo que ya querrían muchos dioses, aunque no es para tanto, pero gracias de todas formas –dijo el rubio riéndose mientras se lamía uno a uno los dedos.

Harry había quedado exhausto, nunca antes había tenido un orgasmo tan fuerte y perfecto en un primer encuentro y "sólo con la mano" –pensó-. Permaneció tumbado hasta que se recuperó y continuó lo que había empezado. Siguió recorriendo ese cuerpo divino hasta llegar al ombligo, dónde se entretuvo un poco al notar que a David le gustaba. Luego, lentamente, bajó hasta sus muslos, lamiendo la cara interna y haciendo un suave masaje en el miembro con la mano para que David no dejara de gemir.

Siguió con ese movimiento con pequeñas succiones en la punta para que el rubio gimiera y gritara. Eso lo consiguió. David le pidió que terminara de una buena vez, puesto que ya no podía aguantar mucho más. Segundos después se vino en su boca y Harry tragó lentamente para saborear mejor el líquido de su amante.

Cuando David lo vio, le pareció la escena más sensual de su vida. Por ese motivo, no dejó ni un minuto desatendido al joven, el cual sin darse cuenta ya volvía a estar debajo y siendo preparado para la penetración. David metió un dedo procurando ir despacio para no hacerle daño y notó como Mark se estremecía de placer. Sonrió para sí mismo pensando que nunca nadie le había excitado tanto como aquel muchacho. Y no sabía por qué.

Metió un segundo dedo y empezó otra vez a masajear su miembro. Harry no desaprovechó la oportunidad y le hizo lo mismo para que David estuviera otra vez tan excitado como él. Notaba como los dos cuerpos casi echaban chispas de placer. Aquello parecía irreal. David metió el tercero y notó que su joven amante ya estaba preparado, y, sin pensárselo, lo penetró y esperó unos segundos para que se acomodara y así le doliera menos.

Luego, tumbado encima del chico para que su erección también gozara con el roce, comenzó a entrar y a salir con cuidado, pero la forma como el chico arqueaba la espalda le indicó que profundizara más la penetración. A medida que David profundizaba, Harry gozaba como nunca. No le importaba nada más que estar con ese desconocido para siempre. Después de unas cuantas embestidas, se vinieron al mismo tiempo: Harry en medio de los dos y David dentro suyo. El rubio se retiró poco a poco para no dañarlo y se tumbó a su lado.

- ¡Eso… ha sido… algo… algo espectacular! –gritó David aún jadeando-. Nunca… te lo prometo… había dis… disfrutado tanto con alguien. Mark¿estás seguro de que eres real?

- Pues claro que lo soy, si no lo fuera no tendrías esa cara de satisfacción –le respondió Harry con los ojos aún ardientes de pasión.

- ¿Acaso no has tenido suficiente?

- Mmm… pues… creo que no –le respondió apoderándose de sus labios. Harry estaba insaciable-. ¿Tú qué crees?

- Creo que eres lo más fantástico que he encontrado en toda mi vida –le respondió David correspondiendo a los besos del chico.

Después de la noche de acción, los dos habían quedado bastante cansados. Habían decidido aprovechar bien las horas que tenían por delante y la magnífica habitación: lo habían hecho en la bañera y después en el suelo enmoquetado, en medio de un arrebato de pasión. Por la mañana, Harry se levantó y fue al baño. Necesitaba una buena ducha y, como David dormía, no lo despertó. Le dejó una nota en la mesita y se fue.

Cuando oyó la puerta que se cerraba, David abrió los ojos; había estado despierto todo el rato. La verdad es que apenas había dormido en toda la noche. Se la pasó dando vueltas pensando por qué con ese muchacho había sido tan distinto al resto de sus encuentros de una sola noche.

Él nunca antes había sido tan apasionado en la cama. Sí, siempre llevaba las riendas pero esta noche había cambiado y no le había importado. Mark le había hecho sentir cosas que hacía tiempo no sentía. Sí, había tenido sexo regularmente, pero Mark, además, le había dado ternura, cariño¿amor? No, eso no. De eso estaba seguro. Se sentó en el borde de la cama, cogió la nota y la leyó.

David,

Lo he pasado muy bien esta noche. Creo que los dos hemos disfrutado con la compañía. Al menos espero que pienses igual que yo.

Siento marcharme de esta manera, pero no me involucro nunca con nadie.

Espero volver a verte algún día.

Mark

Se levantó finalmente y se miró en el espejo: la melena rubia, la tez morena y los ojos azules ya no estaban. Habían desaparecido dando paso a otro hombre totalmente distinto. A un hombre con el pelo negro, la piel muy pálida y los ojos oscuros como la noche. El espejo reflejaba quién era: Severus Snape.