Titulo: Kiss me (Under the light of a thousand stars).
Autora: Sophie French. La pueden encontrar con ese nombre en Fanfiction/Livejournal/Ao3/Tumblr.
Capitulo: 1/13
PARTE 1 – OTOÑO
"El sufrir es muy largo y no puede dividirse por los estaciones del año.
Sólo nos es posible señalar su presencia y advertir su retorno.
Para nosotros el tiempo no avanza: gira. Parece formar un círculo alrededor de este eje: el dolor. "
― Oscar Wilde, De Profundis
CAPITULO UNO
DRACO
I
De Septiembre a Diciembre del 2002
Encuentro demasiado confort en la rutina que ha sido mi vida durante tanto tiempo que no podría recordar con precisión cuando llegue aquí si mi vida dependiera de ello. Mi risa resuena en mi mente, incluso en mis propios oídos. Sin embargo, no hay nada divertido en ella y lo sé.
Abro los ojos hacia el mismo sucio y gris techo todas las mañanas y permanezco así durante horas, acostado en mi estrecha cama, con las manos bajo mi cabeza, dejando que mis ojos se pierdan en cada grieta y línea entre la irregular superficie, dejando que aquellas cosas me cuenten las historias de los que habían estado aquí antes que yo. Conozco tan bien esos patrones que podría dibujarlos de memoria.
Algunas veces lo hago. Cuando logro encontrarme con algún arrugado pedazo de papel que seguramente cayo del bolsillo de uno de los guardias, me tomo mi tiempo reparándolo, me aseguro de aplanar cada una de las puntas del papel hasta que luce casi como nuevo. Después de hacer aquello, lo oculto en una pequeña hendidura en la pared detrás de la cama, siendo muy cuidadoso de no estropearlo. Es demasiado valioso para mí y no quiero correr el riesgo de perderlo o dañarlo. Lo dejo ahí y espero con entusiasmo al día siguiente para sacarlo nuevamente. La anticipación de aquello hace que sea difícil para mí el poder dormir esa noche. Cuando por fin llega la mañana, me levanto muy lentamente. Mis manos casi tiemblan de la expectación ante la idea de tener algo interesante que hacer ese día, tengo que prepararme y no precipitarme detrás de la cama antes de que todos seamos revisados.
Primero tengo que levantarme. Una vez más trato de no apresurar las cosas, no estoy dispuesto a arruinar el momento. Mis movimientos son lentos y precisos. Primero dejo que mi pie izquierdo toque el suelo, en el mismo punto exacto. Puedo sentir cada uno de los baches bajo la planta de mis pies. Hay un enorme bache bajo mi talón izquierdo, más lejos, en la base de los dedos hay una serie de tres más pequeños que se ajustan perfectamente a la planta de mi pie. A continuación, sigo con mi pie derecho y lo coloco justo a un lado del otro pie, una vez más siento la familiar superficie rugosa debajo. Al mismo tiempo, levanto la parte superior de mi cuerpo por lo que ahora estoy en una posición sentada.
Después espero un minuto antes de levantarme al fin. Doy tres pasos (pie izquierdo, pie derecho y pie izquierdo de nuevo) para llegar al lavabo. Abro el grifo con la mano izquierda y cuento hasta trece hasta que el agua empieza a caer a raudales, al mismo tiempo que el sonido de la raquítica tubería inunda mis oídos. Cuento de nuevo, esta vez hasta ocho, mientras el agua comienza a cambiar de color café a amarillo, hasta que finalmente se torna más o menos a un color apetecible. No es un color claro, sin embargo. Pero es lo suficientemente bueno. Me salpico la cara dos veces, y la frialdad del agua me ayuda a aclarar mi mente. O eso es lo que me digo. Tomo la toalla color café que esta de lado derecho del lavabo, es tan áspera que podría sostenerse por sí sola – ya lo intente una vez y pase días contando el tiempo en que podía estar de pie antes de caerse a un lado–. Mi record personal es de dos mil cincuenta y ocho segundos. Me limpio la cara con ella y al mismo tiempo siento mis manos temblorosas a la espera de hacerlo de nuevo, de alguna manera se siente casi tan bien como cualquier otra cosa.
Pero no es el momento, todavía no. Tengo que tender mi cama. Primero acomodo la gris –manchada– sabana ajustable, a continuación sigo con la sabana plana y finalizo con la cobija color café. Con mucho cuidado acomodo todo junto en la cama, concentrándome para asegurarme de que cada pieza de tela esta adecuadamente en su lugar, desde la punta de la cama hasta el final. Puedo sentir el movimiento de mis cejas mientras lo hago todo, hasta que por fin me las arreglo para que todo quede perfecto.
Rápidamente deslizo mis dedos por encima de la ranura a un lado de la cama, para recuperar aquel precioso papel, cuando lo hago me le quedo mirando durante mucho tiempo. Dos de sus lados están bien rectos, mientras que los otros no lo son. Se ha roto en alguna parte. Lo acaricio con absoluto respeto, disfrutando de su suavidad. Se siente como seda bajo mis dedos. Finalmente lo pongo en la parte superior del colchón.
Voy hacia mi otro escondite secreto, el que está detrás del asiento del inodoro y tomo un pequeño y roto lápiz que aproximadamente mire poco menos de una pulgada. Lo sostengo con fuerza entre mi pulgar y mi dedo índice, soy muy cuidadoso de no dejarlo caer. Entonces con mucha delicadeza lo coloco sobre el pedazo de papel mientras yo me pongo de rodillas en el suelo. Cierro los ojos para contener la emoción y me obligo a contar hasta veinte antes de abrirlos de nuevo.
Es el momento que he estado esperando, por fin está aquí frente a mí. Tomo el pedazo de lápiz de nuevo entre el pulgar y el dedo índice, lentamente lo llevo hasta el papel.
Oigo el sonido de un clic a mi izquierda, pero decido ignorarlo. Puede esperar. Tengo cosas que hacer. Otro sonido es seguido por un par de pasos acercándose, mi garganta hace un ruido en señal de molestia. No, no ahora. Estoy ocupado. Pero a ellos no les importa eso. Ellos entran y toman mi brazo izquierdo lastimándome, yo entro en pánico pues siento como el lápiz se escapa de mis dedos. ¡No! Trato de decir, pero el sonido de mi voz se mantiene atrapado en mi garganta. No he hablado ni dicho alguna palabra durante meses. Me las arreglo para tomar el trozo de papel con la mano derecha antes de que me lo quiten y lo sostengo fuerte entre mi puño cerrado ¡Oh no! ¿Qué quieren de mí? ¿Por qué no me dejaron tener ese momento de diversión? ¿Acaso he molestado a alguien? ¿Por qué me hacen esto a mí?
Me tropiezo en un intento de soltarme de su agarre, empujándome lejos de los barrotes, peleando con todas mis fuerzas para que me dejen. ¡No! ¡No me saquen de aquí! ¡No! ¿Qué es lo que quieren de mí? Escucho a uno de los guardias hablar de mí como si yo no estuviera.
— ¡Malditos bastardos! Tratamos de liberarlos y no nos lo dejan fácil.
¿Libre? ¡Yo no quiero ser libre! ¡Quiero quedarme aquí! ¡No pueden sacarme de aquí! ¡No puedo salir de aquí! ¡Quiero quedarme en mi estrecha cama, con mi cobija café, mi lavabo y su áspera toalla, con el techo lleno de grietas y el frio piso lleno de baches! ¡Solo eso! ¡No quiero salir, no! ¡Por favor, no me saquen de aquí!
Mi cuerpo comienza a temblar sin control y creo que ellos están empezando a desesperarse de verdad. Puedo sentirlo.
— Ni siquiera sé por qué nos molestamos con escoria como esta. Deberían dejar que se pudran aquí adentro.
Estoy de acuerdo con ellos, Oh Merlín, estoy de acuerdo. ¡Por favor, déjenme aquí! Siento algo húmedo contra mis mejillas y me toma un segundo el darme cuenta de que son lágrimas. No he sentido algo así en años. Giro la cabeza tan rápido que puedo escuchar el sonido que hace mi cuello, me siento un poco mareado, pero quiero mirar una vez más a mi hogar. Lo miro mientras lloro, tratando desesperadamente de memorizar cada cosa en él, pero pronto me alejan y todo ha terminado.
Dejo de pelear. Dejo de llorar y obedientemente voy hacia donde ellos me lleven. Me arrastran tomándome de los brazos y mis pies descalzos sienten cada golpe y raspadura contra el duro suelo, pero no me importa. Me pierdo dentro de mí, pongo mi mente en blanco y tanto de enterrar mi alma profundamente dentro de mi cuerpo.
Cuando finalmente se detienen, me encuentro empujado dentro de una habitación bien iluminada, con desnudas y blancas paredes, una mesa y dos sillas de manera en ambos lados de ella. Me obligan a sentarme en una de ella y se quedan detrás de mí, mientras yo miro al techo tratando de no entrar en pánico. Estar aquí es peligroso. No conozco este lugar. Quiero volver. ¡Por favor, llévenme de vuelta! Pero ya es muy tarde. Me hundo en el asiento, llevo mis rodillas al pecho y trato de envolver mis brazos alrededor de ellas. Tal vez si me hago pequeño nadie me va a ver. Escucho un sonido silbante y de pronto alguien aparece de la nada frente a mí. La sorpresa de aquello se lleva todo el pánico que había en mi sistema y de pronto es sustituido por curiosidad. Lo miro.
Lo primero que noto son sus ojos. Verde brillante. Ocultos en enormes y redondas gafas. Después miro su cabello. Negro y un desastre. Su rostro es duro, sus labios son delgados y a los costados está apretando los puños.
Se queda quieto un momento y yo me temo que ha sido petrificado. Pero entonces le tiembla la barbilla. Sus ojos buscan los míos y yo lo miro también. Sus ojos se ven acuosos y rojos alrededor de aquel verde de sus pupilas, como si acabara de pasar horas bajo el agua. El me mira una última vez y desaparece con otro sonido.
Cierro los ojos y comienzo a moverme lentamente de atrás hacia adelante, balanceándome, deseando alejarme del mundo exterior.
Quiero volver a mi celda.
Hay otro sonido y creo por un segundo que él está de vuelta, pero no es así. Es una mujer con ropas largas, ella está sosteniendo un palo en su mano. Ella lo mueve sobre mí y murmura algo así como "Dormiscere" y siento como una cálida energía se hunde sobre mí, envolviendo todo mi cuerpo.
Mis ojos se cierran y todo se vuelve negro.
II
Abro y cierro los ojos. Un parpado, luego el otro, muy lentamente. Lo intento de nuevo, pero no importa lo lento que pueda forzarlos a estar abiertos, lo que miro definitivamente no es el techo gris de mi celda. Este es tan blanco y suave que casi duele al mirarlo. Cierro los ojos de nuevo, esta vez cuento hasta tres, tomo una respiración profunda y los abro de nuevo. Nope. Definitivamente no es el techo de mi celda.
¿Y que se supone que es esta cosa blanda en la que estoy acostado? Esta no es mi cama, lo sé. ¿Done están mis manchadas sabanas grises? ¿Dónde está mi cobija café? ¿Y que es este lugar? No hay ni un solo sonido, ni un solo ruido, ni fuertes pisadas, no hay llanto, no hay susurros… ¿Dónde estoy? ¿Qué estoy haciendo aquí? Mi ritmo cardíaco se acelera tan rápido que temo que mi corazón vaya a explotar. Mi respiración es pausada y desigual, mi garganta se contrae y sé que pronto no seré capaz de respirar correctamente, sé que voy a morir y yo–
Él está de pie justo frente a mí. Sus ojos verdes y cabello desordenado. Mi respiración se atora en mi garganta. Siento una suave presión en mi pecho. Él pone su mano en mi pecho y comienza a frotarlo de manera circular. ¿Qué está haciendo? Mi cuerpo se relaja y me obligo a respirar más lentamente.
Me mira, su mirada es intensa y esta vez, sus ojos verdes ya no se ven acuosos ni rojos. Son determinados. Él abre la boca para hablar.
— Malfoy…
Arrugo la frente. El nombre me suena. No tengo tiempo para pensar en ello, debido a que continua hablando— Lo siento, en verdad lo siento. —Sus manos se presionan aún más en mi pecho mientras habla. Lo miro. No lo entiendo.
¿Por qué estoy aquí? ¿Quién es este sujeto? ¿Por qué me ha traído aquí? Yo no le estaba haciendo daño a nadie; ¿Acaso es por eso que me han echado? Es entonces cuando el pánico vuelve a mí. Como un monstruo lleno de poderosa rabia, recorre mi cuerpo y lo hace estremecer. Estoy asustado. Cagado de miedo. No me puedo quedar aquí, tengo que irme. Trato de levantarme, pero él no me deja. Lucho con todas mis fuerzas, pero él es más fuerte que yo. Lo escucho hablar mientras mueve ese palo que tiene en la mano, y yo entro aún más en pánico. ¡NO! Pero antes de que pueda moverme de nuevo, todo se vuelve negro.
III
Cuando abro los ojos de nuevo, no necesito tanto tiempo para darme cuenta de que ya no estoy en mi celda. Recuerdo al chico de cabello desordenado y trato de no entrar en pánico de nuevo. Nada bueno saldría de eso. Así que hago lo que se hacer mejor. Me aferro a las pequeñas cosas. El techo color blanco. La suave ropa de cama bajo mis dedos. No, sin duda este no es mi hogar, pero no es tan extraño como lo era antes. Es casi familiar.
Tomo una respiración profunda y giro lentamente la cabeza hacia un lado, adaptándome a mi nuevo entorno.
El lugar es enorme. Y verde. Verde oscuro. Es un color agradable. Muy diferente a gris y café, pero agradable. Hay una silla de madera en una esquina y una puerta cerrada frente a la cama. Al final de la cama hay una especie de caja rectangular, tal vez un viejo baúl.
Cierro los ojos, cuento hasta doscientos setenta y tres y decido que ya es seguro girar la cabeza hacia otro lado.
Este lado es diferente. Hay un gran agujero en la pared. Una ventana. No tiene barrotes y una luz brillante se asoma a través de ella, lo cual me hace entrecerrar un poco los ojos. En el lado izquierdo de la ventana hay una puerta y está abierta.
Dejo que mis ojos se pierdan de nuevo en el blanco del techo.
Eso es todo.
No voy a volver ahí nunca más. No se cómo lo sé, pero de alguna manera lo hago. Silenciosas lágrimas corren por mis mejillas.
Cierro los ojos y hago que todo se vuelva oscuridad nuevamente.
IV
Él regresa de nuevo a mi lado, sostiene una bandeja con un montón de cosas dentro. Es muy colorida. Eso es lo que me llama la atención en primer momento. ¡Todos esos colores!
La comida ahí también tiene muchos colores, principalmente variaciones de gris y café. Ahora puedo darme cuenta de cuan incolora era mi vida.
Pone la bandeja en la mesita de noche mientras yo lo sigo con la mirada.
— ¿Tienes hambre?, —El pregunta, su voz es muy suave a mi alrededor. Hay algo en él que me fascina. No sé por qué; él no parece especial. Tal vez sean sus ojos. Son tan intensos todo el tiempo.
Después de un tiempo, dejo que mi mirada se desvié lentamente lejos de su rostro y giro la cabeza de nuevo hacia la bandeja llena de colores.
La comida siempre era lo mismo. Todos los días. Eso estaba bien. Era reconfortante. Sabía lo que iba a comer siempre, sabía que esperar. No había sorpresas. Me gustaba ese estilo. Quiero que vuelva. No quiero todos esos colores, son demasiado para mí.
Volteo la cabeza hacia el techo y cierro los ojos. Quiero ir a mi hogar. No quiero estar aquí. Comienzo a temblar, las lagriman llenan mis ojos y mis labios tiemblan sin parar. Mis puños se aprietan con fuerza de nuevo y es entonces cuando lo siento.
Abro los ojos sobresaltado, olvidando por completo lo demás, muevo lentamente el dedo pulgar derecho en el interior de mi puño. ¡Oh, Merlín! Sin duda alguna es eso. Siento las lágrimas de nuevo, esta vez son diferentes. Estas no son lágrimas de pánico, estas son lágrimas de alegría, de euforia total. ¡El papel! ¡Todavía lo tengo! Un pedazo de mi hogar. Muevo frenéticamente el pulgar una y otra vez para sentirlo.
De pronto, una cálida mano hace presión en la mía, lo cual me hace volver al presente. Doy un tirón violentamente, y aprieto más fuerte el puño mientras trato de quitar mi mano de la suya. ¡No! ¡No me lo quites! ¡Es mi hogar! ¡No lo toques! Él no lo hace. Él solo apoya su mano en la parte superior de mi puño cerrado y de repente siento una extraña calidez inundándome de nuevo. Comienzo a respirar de manera uniforme.
— Te traje comida. ¿Quieres comer algo? —Su voz es cálida y profunda.
No se cómo responder a eso. Tengo hambre, pero todo eso es demasiado para mí. Es tan abrumador. Le doy un vistazo nuevamente a la bandeja y fijo mi vista en algo que no había visto en bastante tiempo. Es de color café por dentro y blanco por fuera y esta sobre un plato redondo. Mi boca se llena de saliva a la vista de eso. Lo quiero. Sí. Lo miro y asiento.
Algo parecido al alivio se cruza por su mirada. Sonríe y pareciera que los bordes de sus labios estuviesen por llegar a sus oídos.
— Muy bien, entonces, —dice él, parece muy feliz— Te voy a ayudar a sentarte, ¿eso te parece bien?
Asiento con la cabeza y él desliza sus manos alrededor de mi espalda mientras apoya una almohada detrás. A continuación, toma la bandeja y la pone en mi regazo. Tomo la rebanada de pan y la oprimo tentativamente con un dedo. Mi dedo se hunde. Lo miro. Él luce confundido. Quito mi dedo y regreso el pan a su lugar.
— ¿Pan? ¿Eso es lo que quieres? ¿Pan? —Yo asiento de nuevo. Toma de la bandeja el plato y suavemente me entrega el trozo de pan. Café por fuera y blanco por dentro. Es agradable, reconfortante ver esos colores no agresivos. Es suave. Lo tomo con un poco más de entusiasmo y lo pongo todo en mi boca de una vez. Me ahogo. Es muy grande.
Lo saco y decido comer poco a poco. Él sonríe de nuevo. Dios, esto se siente tan bien. Saboreo el casi ya olvidado sabor del pan en mi boca y es como si un viejo recuerdo volviera a mí, aunque no sé por qué. Demasiado rápido mi boca esta vacía
Me entrega un vaso de agua. O al menos supongo que eso es el agua, ya que se ve muy diferente al líquido color café que tenía en la celda. Este es muy claro. Se ve sorprendentemente puro. Tomo el vaso y lo llevo a mis labios. Dios. Esta tan buena. ¡Tan fresca! Sin sabor a otra cosa, solo pura felicidad. Vacío el vaso de un solo trago. Él me lo quita y lo pone de nuevo en la bandeja.
— ¿Quieres más pan? —Mas. Pan. Si, definitivamente. Quiero más. Asiento con la cabeza de nuevo.
— Bien, ya vuelvo. No te muevas. Te traeré un poco más de pan, —dicho eso se va, llevándose con él la bandeja. Tomo una respiración profunda y cierro los ojos. Comienzo a contar. Me detengo en el doscientos cincuenta y nueve cuando él regresa. Abro los ojos de nuevo.
Pan. Mucho pan. En un envoltorio transparente.
— ¡Aquí tienes! —Me dice, hay una sonrisa de orgullo en su rostro.
Podría acostumbrarme a estar aquí si él se queda conmigo y me trae pan. Y el agua clara.
Tal vez.
V
Me golpea como un rayo. Siento una increíble molestia en el vientre bajo. Necesito orinar. YA.
No puedo levantarme. Ahora no. Es demasiado pronto. Aunque ciertamente no puedo orinar aquí tampoco.
Pongo presión sobre mi entrepierna, tratando de suprimir el dolor. Trato de pensar en otra cosa, cierro los ojos y empiezo a contar. No funciona, estoy distraído. El pánico comienza a fluir por mi cuerpo. ¿Qué puedo hacer? Echo un vistazo a la puerta que está cerca de la cama, esta entreabierta. Levanto la cabeza un poco, tratando de mirar un poco más hacia la abertura. ¡Ahí hay un inodoro! Dejo escapar un profundo suspiro de alivio.
Sin embargo, todavía tengo que llegar hasta allá. Parece muy lejos. La incomoda sensación se vuelve más insistente. Comienzo a mover mis piernas, una tras otra, tratando de sentarme en el borde de la cama, deseando que mi cuerpo se comporte. No es así. No va a escuchar mis suplicas.
Pongo un poco de esfuerzo extra en esto y me las arreglo para al fin sentarme en el borde de la cama. Mi cuerpo esta rígido y mis músculos duelen un poco. No me importa.
Cuento hasta cuarenta y siete y trato de poner un pie en el suelo. De un jalón regreso mi pie donde estaba ante la sensación del suelo. Es demasiado blando y me hace extrañar los baches ásperos de mi suelo frio. Sin embargo no tengo otra opción. Lo intento de nuevo y me doy mi tiempo para adaptarme al tacto diferente. Muevo los dedos de mi pie un poco para percibir el cambio. Finalmente decido que no es tan malo. Cuento hasta cuarenta y siete de nuevo antes de poner el otro pie en el suelo y darle el tiempo para adaptarse a las nuevas sensaciones.
Todavía no estoy ahí. Todavía tengo que ponerme de pie. Aprieto la mano con firmeza al colchón y trato de ponerme de pie. Mi cabeza se siente mareada al instante y tengo que cerrar los ojos de nuevo para estabilizarme. Funciona. Tomo una respiración profunda, cuento hasta veinte dos y abro de nuevo los ojos. Puedo hacerlo. No tengo otra opción, el dolor agudo en la parte baja de m vientre es un recordatorio constante de que tengo que actuar con rapidez.
Vacilante, doy el primer paso. No pasa nada malo, así que doy el siguiente con el pie derecho. Trato de centrarme solo en los movimientos y olvidar el dolor. Mi mano izquierda está de vuelta en mi entrepierna, tratando de hacer a mi cuerpo esperar un poco más. Fijo mis pies y hago que se muevan. Pie izquierdo, pie derecho, pie izquierdo de nuevo. Llego a la puerta y me detengo.
Respiro profundo, cierro los ojos de nuevo y abro la puerta lentamente con la mano izquierda. Cuando está totalmente abierta, entrecierro los ojos para descubrir poco a poco lo que hay más allá de la puerta. A la izquierda hay un lavabo con espejo en la parte superior, en la pared del fondo hay una bañera (¡Una bañera!), y justo a mi lado, frente al lavabo está el inodoro. ¡Gracias a dios!
Estoy tan feliz que casi hago pipi en el suelo. Evito que suceda poniendo toda mi fuerza de voluntad en ello y cruzo las piernas Cuento de nuevo hasta que la sensación pasa.
Ahora es cuando me muevo con mucho cuidado, no soy tan concienzudo como debería ser, la necesidad de liberación es demasiado fuerte para eso. Le doy la espalda al lavado y me paro frente al inodoro. Apoyo la mano que tengo hecha puño en la pared, mi papel sigue ahí a salvo, y al fin tomo mi pene fuera de mis pantalones con la otra mano. Suspiro, finalmente lo dejo salir y la tensión se va de mi cuerpo inmediatamente.
VI
No. Niego de nuevo con la cabeza.
No. Le miro de manera peligrosa.
No. No me vas a obligar.
No. Yo no iré a ningún lado.
He tenido progresos en los últimos días. Ahora puedo salir de mi cama sin temblar demasiado y camino alrededor de ella. Sin embargo, no me alejo demasiado. De hecho, nunca dejo mi cama. Las únicas veces en las que me aventuro fuera de ella son cuando necesito el baño. Aparte de eso, sigo en la cama.
Tengo una nueva rutina. Me encantan las rutinas. Me hacen sentir bien. Me mantienen cuerdo. Camino alrededor de la cama y cuento en mi cabeza, desde el lado izquierdo hasta el derecho de ella, camino sin dejar de tocar las sabanas. A veces me siento un poco más valiente y lo hago al revés. Pero se siente mal y no es cómodo para mí, así que lo hago de nuevo. Puedo hacerlo durante horas. Es bueno para mis piernas hacer un poco de ejercicio. Y me encanta la forma en que mis blandas sabanas se sienten bajo mis dedos mientras camino alrededor de la cama.
Le he encontrado un nuevo escondite a mi pedazo de papel. Cuando estoy acostado en la cama, simplemente tengo deslizar los dedos entre el colchón y ahí está. Lo toco constantemente, tengo que comprobar que está ahí y eso me reconforta. Duermo todas las noches con la sensación de ese papel bajo mis dedos, me alivia.
También he mejorado con la comida. Aun como mucho pan, sin embargo, ahora él le pone otras cosas encima. La primera vez que lo hizo me tomo por sorpresa y arroje todo fuera de mi cama. Pacientemente me dio otra porción y esta vez la observe muy de cerca. Había una fina capa de mantequilla, se sentía muy grasosa bajo mis dedos. No era una muy buena sensación, sin embargo saque la lengua y lamí un poco. Eso lo hizo sonreír. Sabia un poco salada, pero muy buena. Lamí la mayor parte para luego comerme lo demás.
Después de ese día, comienza a añadirle más cosas al pan, hasta que un día ya era capaz de comerme algo lo suficientemente grande para poder comerlo de un solo bocado, sin embargo su sabor era increíble. Había diferentes colores y eso estaba bien pues no eran demasiado brillantes. Había pan, mantequilla, una pequeña rebanada de jamón y luego otra rebanada de pan. Tengo que admitir que eso era mucho más sabroso de lo que pensaba así que me lo comí todo. El parecía estar feliz y a mí me gusta cuando es feliz. Me hace sentir calidez en todo el cuerpo.
Sin embargo, él no es feliz en este momento. Yo tampoco lo estoy. Él quiere que me meta a la bañera y yo no quiero hacerlo. Tengo los dedos fuertemente apretados en el marco de la puerta que da al baño, ya que me está empujando hacia adentro. Yo resisto y pongo todo mi peso en su contra.
Mis músculos están temblando y el sudor corre por mi espalda. No quiero entrar ahí. No, no y no. No ahora, es demasiado pronto. Niego con la cabeza como un loco y el suspira profundamente para después dejarme ir.
— Bien, —murmura y pronto el pánico me invade, ahora por algo totalmente diferente.
Está molesto. Yo no quiero que se moleste conmigo. Me gusta cuando me sonríe.
Salgo corriendo hacia mi cama, cuando estoy ahí me enrosco con todo mi cuerpo y comienzo a mecerme adelante y atrás, mis brazos rodean mis rodillas.
— ¡Hey, está bien! —dice acercándose cada vez más.
Cierro los ojos y empiezo a contar. Eso me relaja un poco. Después de un tiempo (setenta y tres) siento una suave presión sobre mi brazo. Es su mano, cálida y reconfortante.
— Lo siento, —dice. Abro los ojos y levanto una ceja— No debí haberte forzado a eso.
Se siente mal. Lo sé. No quiero que se sienta así. Quiero su sonrisa de nuevo así que inclino mi cabeza y dejo que mi mejilla descanse en la mano que puso sobre mi brazo. Se siente bien. Se sobresalta un poco al tacto, pero funciona. Miro hacia arriba y su sonrisa está de vuelta. Me encanta. Cierro los ojos de nuevo.
VII
Todavía estoy usando la misma ropa que usaba en la celda. Es una especie de pijama, un poco áspera pero no es incomoda. Es de color café, el color que me llego a gustar tanto allá. Pero lo más importante es el olor que lleva guardando ese pijama, es el olor de ese lugar. Necesito de ese olor. Necesito regresar allá.
Él ha tratado de hacer que me las quite varias veces y yo no quiero. Así que me aferro desesperadamente.
Lo necesito para recordar ese lugar. Para recordar mi hogar. Porque puedo darme cuenta que los días están pasando y yo comienzo a olvidar. Me estoy olvidando de los patrones irregulares del techo. O de la forma en la que el suelo se sentía bajo mis pies. Y eso se siente mal. No quiero olvidar, ese pijama es todo lo que tengo.
Me estoy volviendo loco. A veces paso horas tratando de recordar pequeñas cosas de aquel lugar. Cada vez que viene a mi mente algo de información, la repito una y otra vez en mi cabeza hasta que no pueda olvidarla nunca. Pero es difícil. Mi cabeza se siente atascada de información.
Sorprendentemente no huelo mal. Probablemente se debe a todo lo que él hace cada mañana. Es algún tipo de ritual, casi como una danza. Tiene ese palo en su mano y lo hace girar en el aire al mismo tiempo que murmura palabras que no entiendo. Sé que eso es lo que me ayuda a sentirme limpio. Desde que me he negado a tomar un baño, supongo que no hay otras opciones disponibles por el momento.
Estoy contento. Aun no me siento como en casa, pero no es tan malo al final del día. Estoy prosperando en la rutina que estoy creando. La digo una y otra vez en mi cabeza.
Además, también esta él.
Su sonrisa. ¡Dios, esa sonrisa! No puedo cansarme de él, me hace sentir tanta calidez en mi interior cada vez que sonríe. Así que trato de hacerla aparecer en su rostro tanto como me es posible. Me obligo a comer cada una de las cosas extrañas que trae para mí. Algunas son jugosas, otras muy dulces y no siempre es fácil. Muy a menudo me duele el estómago, todavía no está listo para tanta variedad. Suele suceder cuando trae ese puré amarillento y desabrida sopa café. A veces mi estómago duele tanto que me da temor no llegar al baño. Me quedo ahí, doblado por la mitad y con los brazos firmes alrededor de mis costados, sintiéndome mareado. Al final, me las arreglo para llegar al inodoro y derrumbarme en el asiento, esperando la próxima vez.
Me estoy acostumbrando al baño. Ya no entro allí solo para hacer mis necesidades, ahora también uso el lavabo.
Igual que como lo hacía allá.
Al principio fue un poco inquietante, porque tenía la necesidad de contar hasta que aparecía el agua y no había ese ruido raquítico en las tuberías. Eso me molestaba. Mucho. Sin embargo ya me acostumbre a esta novedad y me gusta la sensación de la pureza del agua en la cara. La mantengo fría, sé que podría utilizar el agua caliente si quisiera, pero no puedo. Sería demasiado extraño, muy poco familiar, así que me quedo con el agua fría.
También tengo una toalla, es pequeña y de color blanco. No la use en un primer momento, ya que estaba colgada de lado izquierdo del lavabo. Un día me sentí un poco más valiente que antes y decidí tomarla con la mano derecha y usarla al fin. Después de aquello, la deje todo el tiempo bien doblada en el lado derecho del lavabo
Sin embargo, nunca me miro en el espejo. No estoy seguro de si me gustara mirar mi reflejo. Lo evito a toda costa. Es curioso que ni siquiera recuerdo cual es mi apariencia.
A veces trato de concentrarme y recordar la imagen de como era antes. Pero todo se ve borroso.
Oh, bueno.
VIII
Me visita más a menudo. Me gusta y parece que a él le gusta también. Por lo general cuando escucho sus pasos desde la escalera y mi cuerpo se estremece de anticipación. Cuento hasta cuatro y veo la puerta abrirse. Estoy sentado en mi cama, con las rodillas en el pecho, tengo los pies descalzos y mis brazos alrededor de las piernas.
Cuando entra a la habitación noto que su mirada está solo en mí y siempre hay como medio segundo de preocupación asomándose en su rostro, aunque pronto es reemplazado por esa enorme sonrisa. Él está feliz de verme. Su sonrisa siempre me hace sentir raro, como si de repente algo en mi cuerpo comenzara a derretirse y lo cubriera todo. Es cálido, acogedor y muy cómodo. Si se siente como mi hogar. Casi.
Toma la silla que está en la esquina y la coloca a un lado de mi cama. Después se sienta y comienza a hablar. El habla de un montón de cosas, sobre todo de mí. De nosotros. Nosotros nos conocíamos en el pasado, me dice. En otra vida. Cuando yo era otra persona. Cuando era Malfoy y él era Potter. Ese es su nombre, Harry. Harry Potter. Y el mío aparentemente es Malfoy. Aunque solo soy Malfoy en las historias; en cualquier otro momento me llama Draco. Me gusta el sonido de las dos silabas en su boca. Dra-co. Es suave, suena a promesa.
Me dice tantas cosas. Me cuenta la historia de cómo solíamos tratarnos. No hay mucha claridad en su voz lo que me dice que no siempre fue tranquilo y feliz. Lo escucho con atención, mi mejilla izquierda está apoyada en mis rodillas mientras mis dedos dibujan patrones invisibles en las sabanas. Me cuenta de otras personas también. Esta Crabbe, Goyle, Pansy, Blaise y Theo. Amigos. Mis amigos. No tengo ningún recuerdo de alguno de ellos, sin embargo es bueno saber que alguna vez tuve amigos.
También me habla de cosas más oscuras. Como que hace algún tiempo, había un tipo horrible que mato a muchas personas inocentes. Y él lo mato. Harry mato al tipo horrible. Fue difícil, muchas personas murieron, pero él lo mato. Y yo ayude. Me siento bien al saber que ayude. Algo dentro de mí se tranquiliza al saber que ayude.
Harry dice que hice algunas malas elecciones, pero eso se debe a que fui mal guiado cuando era joven y que por eso fue que termine ahí. Eso lo pone triste, yo no quiero que este triste. Quiero su sonrisa. Necesito su sonrisa. No sé por qué me cuenta todo eso si lo hace sentir triste y enojado.
IX
— ¿Listo?
Afirmo con la cabeza. Finalmente, después de semanas de rechazarlo, he tenido suficiente y decidí que ya es hora de tomar un baño. Me hace sentir mucho mejor, más fuerte, con toda esa buena comida que ahora como todos los días.
No obstante, aún no estoy listo para dejar mi habitación, tengo demasiado miedo de lo que pueda haber más allá, sin embargo ya ando por el baño con más confianza, como si fuese algo normal. Todavía tengo que acariciar mi papel bajo el colchón cada noche, para comprobar que sigue ahí, pero aparte de eso, todo lo que pertenece a mi vida anterior se está desvaneciendo y sé que esta habitación color verde, junto con su cuarto de baño adyacente son definitivamente mi nuevo mundo.
Hoy voy a dar otro gran paso. Lo sé y Harry lo sabe también. Los dos estamos enfocados en tener éxito. Se siente una ligera tensión en el aire y estoy contendiendo la respiración. ¿Seré capaz de hacerlo? Trato de no pensar en lo que vendrá y permanezco concentrado en el presente.
Primero tengo que desvestirme. Es más difícil de lo que esperaba. Esta es la ropa que he usado durante meses, fueron años y es difícil para mi separarme de ella. Estoy de pie junto a la cama, con los brazos firmemente unidos en contra de mi frágil cuerpo. Sé que tengo que hacerlo, sé que esto es importante, pero parece que mi cerebro no puede ser capaz de ordenarle a mi cuerpo que lo haga.
— Está bien, Draco. Yo sé que puedes hacerlo.
Cierro los ojos y comienzo a contar. Cuando he llegado a trescientos diez los vuelvo a abrir.
— ¿Listo? —pregunta con una sonrisa.
Asiento con la cabeza.
— Bien, ahora puedes quitarte la ropa.
Tomo el dobladillo de mi camisa y lentamente la jalo hacia arriba, dejando al descubierto mi pálida piel. Alzo los brazos y pronto mi visión está bloqueada por la tela que cubre mi cabeza, mis manos se atascan en la ropa…
— Sigue, lo estás haciendo muy bien, —dice y dejo salir el aire que estaba aguantando gracias al sonido de su voz. Finalmente me las arreglo para quitarme al fin la parte de arriba de mi ropa. Aquí estoy, desnudo hasta la cintura.
El deja escapar un leve gemido, da un paso atrás y por un segundo temo haberlo asustado. Que mi cuerpo esta tan feo que el solo desea irse de aquí y esconderse.
— Eres tan… Dios, eres… eres hermoso, —murmura mientras sus ojos recorren mi pecho— Delgado, Merlín… muy delgado, pero increíblemente hermoso.
Procedo a eliminar el resto de mi ropa, meto los dedos entre el elástico de los pantalones y lentamente los deslizo hacia abajo. No puedo sacármelo así que él se agacha para ayudarme, primero levanta mi pie derecho, luego el izquierdo, de modo que pueda sacarlos con facilidad.
Me quito la ropa interior y pronto estoy completamente desnudo.
Toma mi mano suavemente para guiarme al baño. Comprueba la temperatura del agua y se estremece. Murmura algo, mientras sostiene un palo con su mano y de pronto el agua se mueve un momento.
Ya se un poco más de lo que él hace con ese palo. Es una varita, eso dice él. Me ha hablado de la magia y de que somos magos. Es gracioso. No tenía idea, así que me explica que tal vez los años encerrado pudieron haber causado que mi magia desapareciera, sin embargo dice que podremos resolverlo en algún momento. Me muestra algunos trucos básicos, la manera para levantar objetos pequeños y moverlos en el aire, o como abrir y cerrar las cortinas desde lejos. Debo admitir que parece bastante práctico y la idea de hacer ese tipo de cosas me atrae.
Pero justo ahora tengo que concentrarme en la bañera y en el agua caliente que hay dentro. Puedo hacerlo, solo tengo que esforzarme un poco. Conseguí superar tantos obstáculos en las últimas semanas, estoy seguro que también tendré éxito el día de hoy.
Toma mi brazo para ayudarme a estabilizarme mientras meto mi pierna derecha al agua, cuando mis dedos entran en contacto me apresuro a sacarlo de ahí, pierdo el equilibrio y casi nos hago caer a ambos al suelo. Él se las arregla para estabilizarme otra vez y después de muchas palabras de consuelo vuelvo a respirar profundo, cuento hasta quince y lo intento otra vez.
Esta vez voy más preparado y no me detengo cuando los dedos de mi pie tocan el agua. Los muevo un poco dejando que se adapten hasta que sumerjo todo el pie. Se hunde hasta que finalmente llega al fondo, me agarro fuerte y dejo caer mi peso en Harry para ser capaz de meter el otro pie. Pronto ya estoy de pie en la bañera.
— ¡Muy bien, Draco!, —dice, su expresión de orgullo me llena de alegría— Ahora lentamente dobla las rodillas y trata de sentarte. Ten mucho cuidado, la temperatura del agua te puede sorprender un poco, pero tú puedes, —gracias a sus palabras de aliento me las arreglo para arrodillarme completamente en la bañera.
Lo que siento está más allá de las palabras. Es simplemente brillante. La suave caricia del agua sobre mi piel es increíble, me relaja. Es como si estuviera conociendo un nuevo mundo. Cierro los ojos y me concentro en las sensaciones, aprieto los bordes de la bañera y poco a poco puedo sentir a mis dedos relajarse. Cuento en mi cabeza.
— Aquí está la esponja, —dice, me muestra una cosa blanda de color café— puedes utilizarla para lavarte tú mismo.
La tomo y dejo escapar un largo suspiro ante el tato de la esponja y el delicado aroma del jabón. Toco delicadamente cada pulgada de mi cuerpo, disfrutando tanto del tacto de la esponja con mi piel.
Está bien, se siente muy bien. Se siente tan bien que mi cuerpo reacciona de una manera inesperada. Harry se da cuenta al mismo tiempo que yo y su cara se torna de repente de color rojo oscuro, también le está pasando a su cuello. Tose un poco, como queriéndose aclarar la garganta y desvía la mirada.
Doy otra mirada entre mis piernas. Definitivamente estoy excitado. Es una sensación muy extraña, tal vez la más rara de todas las que he tenido. Es algo que absolutamente no he sentido en años. Dentro de la cerda nunca ocurrió. Nunca. ¿Antes de eso? Bueno, casi no puedo recordar nada de mi pasado, así que no lo sé.
Sigo en la bañera limpiando mi cuerpo un rato, hasta que Harry me dice que es tiempo de salir. Me habría quedado un poco más, pero está bien. Me ha gustado bastante. Fue mi primer baño en años y espero que no sea el último. Espero ser capaz de tomar más de esto en el futuro.
X
¡NO!
¡No, no, no, no, no, NO!
Hace calor, es demasiado caliente aquí. Está ardiendo se siente cada vez más cerca. Rápido. Vete de aquí. A cualquier lugar, escapa. ¡No! ¡No vayas para allá! ¡NO!
¡Oh no, Goyle! ¡Crabbe! ¡Se está acercando! ¡Rápido, vámonos de aquí!
¡No quiero morir, Crabbe! ¡NO!
Por favor, no me dejes morir.
Harry.
¡HARRY!
¡Ven, Harry! ¡Sálvame, Harry!
¡Por favor, ven!
¡HARRY! ¡SÁLVAME!
XI
Abro los ojos, no reconozco el blanco techo y ni en donde estoy, mi ojo derecho tiene dificultades para enfocar y siento algo blando bajo mi mejilla.
Poco a poco trato de levantar la cabeza, pero golpea contra algo haciendo un ruido extraño. Duele.
Estoy atrapado. Siento el pánico lentamente elevarse dentro de mí. Ahora el entorno parece familiar, sin embargo se ve tan diferente. ¿Qué fue lo que paso?
Hay un sonido familiar. Pasos. Cuento hasta cuatro y la puerta se abre. Es Harry. Dejo escapar un suspiro de alivio. ¡Harry! Cierro los ojos.
— ¿Draco? —Suena preocupado— ¡Oh, mi dios! ¿DRACO? —abro los ojos y lo veo correr al baño. Puedo ver los pies moverse en el suelo, parece divertido. Se me escapa la risa.
— ¿Draco? —Me pregunta de nuevo, moviéndose hacia mi muy lentamente— ¿Draco, donde estás?
Sus pies desaparecen por un segundo y son reemplazados por sus manos y su rostro. Nuestros ojos se encuentran.
— ¡Gracias a Merlín que estas aquí! —Sonríe y parece aliviado— ¿Qué haces aquí? —Murmura, pero no se mueve. Se acuesta de modo que queda frente a mí. Se siente bien estar así. A salvo.
Extiende su mano y me mira fijamente por un rato. Entonces extiendo la mía y nuestros dedos se tocan. Cierro los ojos y dejo que el calor de su mano fluya a través de mis extremidades.
Él está aquí.
Vino.
Harry vino.
Harry vino a rescatarme.
N/T: Déjenme saber si les gusto en los comentarios. Nos leemos pronto con el siguiente capitulo.
