— Hacía tiempo que no veníamos a este lugar —Serena intentaba disfrutar del helado que tenía enfrente.

Darien la había llevado a una pequeña cafetería a la cual solían ir cuando su noviazgo apenas comenzaba.

— Sí, es que hemos estado muy ocupados.

—Ni que lo digas —suspiró— Pero no se puede hacer nada, después de todo estuve con exámenes finales y tú tenías que preparar tu tesis.

La realidad era que a ella poco le importaron los exámenes o la graduación, simplemente había evitado ver a su novio debido a sus inseguridades.Ya que no se atrevía a confesarle que no sabía que haría con su vida.

— Eso precisamente es por lo que te traje aquí —Darien sonrió con tristeza— Serena, tenemos que hablar.

— ¿Hay algo qué esté mal?

La rubia dejó la cuchara sobre la mesa y apartó la copa que contenía el dulce postre a medio comer.

— No… no del todo —el azabache la miró acongojado— Escucha, no sé como decirte esto… pero creo que es mejor que lo sepas por mí —acarició su nuca nervioso— Me han otorgado una beca para hacer una especialización en oncología infantil, en Suecia.

—¡Oh! Eso es… Grandioso ¡Felicitaciones! —sonrió feliz.

— Sí, lo es, pero… —Darien exhaló con pesadez— Creo que voy a rechazarla.

— ¿Qué? ¿Por qué harías algo como eso?

No comprendía su decisión, sabía mejor que nadie cuanto su novio se había esforzado para llegar hacer un médico de renombre.

— ¿Quieres ir a caminar? —preguntó él de repente.

Ella solo asintió y sostuvo su mano mientras abandonaban el lugar caminando lentamente hacía el parque.

La tarde se prestaba cálida y el verdoso espacio se encontraba bastante concurrido. Darien la guio en silencio hasta una banca acariciada por la sombra de un cerezo, que mecía suavemente sus ramas sacudidas por la suave brisa. Serena tomó asiento y se quedó observando como él se paseaba de un lado a otro acariciando su frente. No se necesitaba ser una genio para saber que era lo que tenía tan ansioso a su novio.

— No quieres rechazar la beca ¿cierto?

— No, pero si voy… — hincó una rodilla en el suelo y tomó sus manos —Serena, no creo que regrese y… nosotros…—

La joven sonrió y acarició la mejilla del hombre que conocía de toda la vida.

—Darien, es tu sueño. No puedes renunciar a él por mí — sus ojos se llenaron de lágrimas dificultando su visión —Te quiero y sé que esto es lo mejor para ti.

— Si me esperas… en unos años… quizás… —

Ella sonrió y se inclinó para depositar un casto beso en sus temblorosos labios. En verdad le quería, pero estaba segura de que no lo amaba.

— Sabes tan bien como yo que eso no sería correcto. Siempre hemos hecho lo que los demás creían que era lo mejor para nosotros y, por primera vez, la vida te da la oportunidad de seguir tu propio camino y escribir tu destino ¿en verdad vas a ignorarlo?

El silencio volvió a tenderse entre ellos, ambos eran completamente conscientes que las palabras de la rubia estaban cargadas de verdad. Después de todo, desde que se conocieron, cuando Darien se mudó con su tía al quedar huérfano, no habían tomado una sola decisión que no fuera influenciada por sus familias.

Serena recordaba muy bien como pasaron de una infantil amistad a un típico noviazgo solo porque su madre y Akiko, la tía y tutora del azabache, pensaron que sería fantástico que estuvieran juntos. No podía negar que existía un cariño desmedido entre ambos, pero estaba segura de que ese sentimiento jamás superó las barreras de la hermandad.

— No esperaba esa respuesta —dijo, él con una sonrisa cargada de tristeza.

— ¿Acaso estoy tan equivocada?

— No, solo estoy sorprendido. Creí que insistirías en que mantuviéramos una relación a distancia. Ya sabes, estamos tan acostumbrados a estar juntos…—

— Y es por eso, que debemos seguir adelante y perseguir nuestros sueños —rio— Bueno, al menos tú puedes hacerlo.

— Vamos, Serena, no debes desanimarte. Estoy seguro de que al final sabrás que hacer.

— Eso espero.

Darien conocía perfectamente el conflicto que le quitaba el sueño cada noche y, aunque intentó ayudarla, no logró desvanecer sus dudas e inquietudes. Serena sentía que su vida apenas comenzaba y no sabía que hacer con ella. Sus amigas ya habían decidido su futuro y cada una daba su mejor esfuerzo para cumplir sus metas; sin embargo, ella continuaba en un limbo de incertidumbre del cual no encontraba salida.

Se quedaron conversando sobre lo que haría el azabache en Suecia y recordando momentos especiales compartidos en el pasado.

Cuando el atardecer comenzó a dejar paso a la estrellada noche, él la acompañó a casa. Caminaron en silencio hasta llegar a su puerta y se despidieron con un abrazo que le pareció interminable. No hubo beso o muestra de cariño. Simplemente eran dos viejos amigos diciéndose adiós y prometiéndose seguir en contacto. Darien viajaría en una semana y estaría ocupado con los preparativos, así que no tendrían tiempo para verse hasta el día de la despedida definitiva en el aeropuerto.

Una vez en su cuarto, después de cenar y darse un largo baño, se propuso contar lo ocurrido a sus amigas. No estaba de humor para explayarse en detalles, así que, sólo envió un mensaje al grupo especificando que su relación había terminado y que se lo contaría todo cuando se reunieran al día siguiente. Después apagó su teléfono y se acomodó bajo las mantas intentando conciliar el sueño.

El día siguiente fue una verdadera locura, su madre no dejaba de agobiarla con reproches por haber tomado una decisión tan apresurada.

— ¿Qué tan complicado es pensar detenidamente? —la regañó— Ustedes son la pareja perfecta, no deberían lanzarlo todo por la borda.

— Por favor, mamá, ya detente. Te lo suplico, deja el asunto por la paz.

— Claro que no señorita. Esto no puede quedar así, necesito una buena explicación.

Serena simplemente la ignoró y salió de la casa tan rápido como pudo, no tenía ánimos de discutir con su madre.

Se dirigió al templo de Rei, donde la esperaban su grupo de amigas.

— Aún no puedo creerlo. Ustedes son la pareja perfecta —Mina reflexionaba después de haber escuchado atentamente los motivos de la ruptura— Existen varias posibilidades. Tal vez si viajan durante las vacaciones ustedes puedan…

— Mina, Serena y Darien tomaron una decisión, creo que lo mejor que podemos hacer es apoyarlos —Ami la interrumpió.

— Así es, aunque no nos guste, hay que respetarlos —Lita se acercó y la abrazó— No te preocupes Serena, estamos aquí para lo que necesites.

— Chicas, estoy bien, en verdad —sonrió, sacudiendo las manos para tranquilizarlas— No tengo roto el corazón ni nada parecido.

— No quieras engañarnos, Serena. Sabemos que debajo de esa sonrisa estas destrozada —la regañó Rei— Pero no te preocupes, está noche saldremos a divertirnos.

— ¿Divertirnos? Espera, Rei, eso es…—

— Conozco un lugar donde podemos pasar un buen rato —dijo Lita.

— Nada mejor que una salida entre chicas para olvidar el mal de amores —Mina se puso de pie de un salto entusiasmada.

— Chicas, yo…—

— Beberemos y bailaremos hasta cansarnos —gritó la castaña, levantando los brazos.

— Por supuesto. Cuenten conmigo —Rei miró a Ami— ¿Qué dices, Ami? ¿Puedes olvidarte del estudio por una noche?

— Creo que está bien. Es fin de semana y Serena nos necesita.

La rubia suspiró resignada, sabía que no habría fuerza en el universo que detuviera a sus amigas.

Mina y Lita la acompañaron a casa con la excusa de ayudarla a arreglarse, aunque ella sabía a la perfección que su verdadero motivo era evitar que pusiera una tonta excusa para eludir los planes de esa noche.

Serena les pidió que la esperaran en la sala mientras preparaba su mochila con lo que vestiría esa noche. Estaba segura de que si se quedaba a solas con su madre, está reiniciaría su largo monologo de reproches, así que, decidió ir a casa de una de sus amigas con el fin de prepararse para esa noche.

Después de cambiarse de ropa y maquillarse un poco, las tres jóvenes, salieron del departamento de Lita para encontrarse con Ami y Rei en una conocida casa de comida rápida. El plan era cenar algo ligero y de allí partir a la disco, donde bailarían y se divertirían hasta no poder más.

Apenas acabaron sus hamburguesas y ensaladas se dirigieron al lugar. Moon era el night club más popular del momento y las jóvenes asistían desde que cumplieron la mayoría de edad.

Por supuesto que para Serena resultaba extraño encontrarse allí sin la compañía de Darien. Comprendía lo que las chicas pretendían, pero la soledad que la invadía por no contar con la presencia de su mejor amigo era difícil de disimular.

Luego de bailar un par de canciones decidió descansar y beber algo, por lo cual se dirigió a la barra.

— ¿Mala noche? —preguntó una voz masculina a su lado.

— Algo aburrida —respondió sin levantar la mirada.

— Brindo por eso —un vaso a medio llenar con whisky chocó contra la botella de refresco que tenía entre las manos.

Serena se removió con algo de molestia, no estaba de humor para soportar el coqueteo de un borracho.

— Sí estas tan aburrido deberías ir a otro sitio —soltó con sarcasmo.

— Eso quisiera, pero estoy obligado a quedarme.

— Que pretexto más trivial.

— No tengo porqué darle explicaciones a una niña como tú.

— Oye, para tu información no soy ninguna… —Serena volteó y se quedó sin aliento al encontrarse con aquel par de ojos púrpura que la observaban con hastío— No soy ninguna niña —terminó casi en un susurro.

— Bueno, eso es lo que pareces.

— ¿Qué debo decir de ti? Eres alguna clase de viejo pervertido ¿o algo así? —dijo, guiada por un impulso al observar la plateada cabellera de su interlocutor.

El sujeto rio, vació su vaso de un solo trago y se puso de pie.

— Tendrías mucha suerte de que un "viejo" como yo se fijara en una niñata tonta como tú.

Antes de que pudiera responder el peliplateado se alejó, dejándola con una terrible duda carcomiendo su mente… ¿y sí ese hombre tenía razón? Quizás sí era una niña que aún debía madurar. Después de todo, no podía decidir sobre su futuro y ni hablar sobre el amor.