Preámbulo—

Loki observó el hermoso paisaje invernal que lo rodeaba. Desde lo alto de aquel cerro podía contemplar las enormes montañas cubiertas de nieve que se elevaban cual gigantes más allá del valle congelado que se extendía, zigzagueando como una culebra, en el fondo del abismo al que se asomaba. Un brisa extremadamente fría agitó sus negros cabellos al tiempo que el sol arrancaba destellos de las escarpadas paredes cubiertas de hielo de las cordilleras.

El joven hijo de Odín se giró y bajó la vista para contemplar el bosquecillo del que había venido. Los escuálidos árboles se esparcían a los pies del cerro, con sus ramas desnudas cargadas de nieve. Aquella imagen era sumamente hermosa. Sus ojos verdes se nublaron durante un segundo, perdidos en la intrincada y alba floresta, mientras apretaba los puños con fuerza… Había tomado una decisión.