De nuevo mi fic. Quizá algunos ya lo había leído antes, pues lo tuve que quitar por qué aparte de tener muchas fallas en la narrativa y ortográficas, creo que violé una regla con respecto a las canciones, así que para no tener problemas, desaparecí el texto.

Bien, como dije la vez pasada, esto es un CRACK puro. VergilxLady, ajá es extraño, es raro, es… ¿anormal? Y me encanta. Si alguien ya lo había leído antes, notará un par de cambios, pero siguen la misma idea, así que no ha cambiado mucho.

Disclaimer: ninguno de los personajes me pertenecen, todo es de Capcom.

Cualquier detalle, duda, coment, queja, x, lo qué sea, puede decirlo sin problemas.

No supo si fue el color místico de sus ojos o que le coqueteaba medio desnuda en la calle. Pero cuando se dio cuenta, estaba besándola, dejó que el alcohol pusiera las cosas fáciles. Ella tenía cierta similitud con aquel hombre que lo intentó utilizar, sabía la conexión de ambos, pero la carne era frágil en sus manos y no lo pudo evitar. Fácil la situación y el hotel de paso con chimenea y alfombra, tan romántico como si se conocieran desde hace años. Igual que colegiales.

Era la noche mas extraña desde que viajo al infierno. Ebrio no estaba, ella un poco. Tal vez el parecerse al hombre que amaba la confundió. Por qué cuando la besaba y metía sus manos bajo la falda para quitar la licra negra, ella susurraba el nombre de su hermano gemelo: Dante.

Eso no importó, siempre fue así. Ella era tan liviana y se dejaba llevar. La luz era tenue y el cabello de Vergil se alborotaba de una manera vulgar, al ritmo de las manos de ella. El alcohol desinhibió sus emociones, y estaba segura que Vergil descubrió en su corazón lo que tanto guardó celosamente y un poco de perversión

A las cinco de la madrugada, un terrible dolor de cabeza la despertó. Miró aun costado de la cama, buscando a su amante sin encontrarlo. Estaba segura que era Dante. Le regaló una noche, le dio esperezas, se apiadó. "Bendito demonio" dijo cayendo a la cama. Regresó al sueño sin dejar de suspirar. Hasta que el sol entró por su ventana y la despertó. Un tragó de café y todo se resolvería durante el día. Sin embargó, el recuerdo de esa noche no desaparecería. Miró desde el balcón del hotel, la avenida, la gente, todo era perfecto. Suponía que si lo volvería a ver, actuaría como si nada pasara, él era así.

Después del baño y recoger su ropa del suelo, se encontró con una pieza extraña que no parecía reconocer en Dante. Un botón dorado entre las sabanas, de alguna chamarra, pantalón, pero…Su mente se detuvo en los momentos antes de llegar al hotel. La barra, el vino, las voces de aquellos hombres discutiendo por un juego de poker, un hombre a su lado, sus cabellos platinados, la sonrisa y los ojos azules. Matices de azul, la ropa, el viento, su alma y el aroma. Azul y sus derivados. Dejó caer el botón al suelo, comprendió que la persona que miró su cuerpo no era él, si no su hermano.

— Pero que estúpida soy— dijo, reía y cayó a la cama, lo curioso fue que el arrepentimiento no apareció. Recordó sus labios, sus caricias y la lengua fresca, no fue tan malo. No era experta en sexo, sin embrago, podía asegurar que fue el mejor que tuvo en toda su vida. Vergil era un amante extraordinario, se preguntó si Dante le llegaba o era superior a su nivel. Pero ahora él no cabía en su cabeza. Analizaba lo tonta qué fue al no darse cuenta de quien se trataba, Vergil y su trato cordial, galantería y erotismo en una sola acción.

Dejó el hotel después del atardecer, quería seguir oliendo las sabanas y el aroma de su amante, pero se vencía la cuota.

Dos semanas después. El viento en la carretera siempre sobre el rostro de Lady, viajar en moto, todo podía fluir mejor. Lady no evitaba cerrar los ojos, las ideas y deseos viajaban a la misma velocidad. Antes eran las lágrimas que la acompañaban en sus eternos viajes. Ahora la felicidad dominaba. No pretendía encontrar a Vergil, eso no iba con ella o volver a repetir la escena. Iba a donde Dante, el valor se hacia más y más invisible. La cara se tornaba roja y las palabras desaparecían conforme llegaba a la puerta. Era inevitable no pensar en todo, cuando el rostro que vería era el mismo que la vio gemir y la besó entre las piernas guardando secretos en sus labios.

Al entrar, Dante dormía en el escritorio, con la misma postura, ahora que lo miraba, era tan vulgar, tan poco atractivo, hacia falta algo, quizás era el timbre de voz o el aroma.

— No tengo dinero— dijo instintivamente sin abrir los ojos.

— No he venido por eso— contestó ella manteniendo una distancia prudente.

— ¿Entonces?

No sabía por que estaba en el lugar de Dante, llegó instintivamente. No quiso aceptarlo, quería preguntarle, pero aquello seria humillante. Lady, la misma agresiva muchachita, rebelde y valiente, preguntando por un hombre, y a él, a Dante por su hermano gemelo.

— Fue un error, adiós— dijo Lady, abrió la puerta. Dante la detuvo. Sospechó algo.

— ¿Qué te pasa?, andas rara, vienes aquí por una razón y luego te vas…

—No es nada… me confundí, fue la costumbre de venir a cobrar mi dinero— Lady estaba dispuesta a salir del local, Dante se lo impidió.

— Tus ojos brillan de más, ¿Por qué te sonrojas?— Dante la miraba fijamente, Lady no puedo evitar recordar el rostro de Vergil agitando sus cabellos, dilatando sus pupilas, eran perfectamente iguales, gotas, reflejos, almas… Su cuerpo tembló ante el contacto de la mano de Dante y lo apartó de mala manera, advirtiendo que no volviera a tocarla.

Dante rió socarronamente, se alejo e hizo un comentario acerca de su estado sensible, debido al cambio de hormonas, o sus días de mujer y la dejo marcharse.

— Tiene algo ¿verdad? No es la misma Lady que conocemos— Trish que salió de una habitación, recién terminando de bañarse.

— Podría jurar que sucedió algo en su vida

— Tú eres mujer, sabes de esas cosas, yo que sé, me largo a dormir… no hay trabajo y si suena el teléfono, contestas… ¡No hagas de nuevo la tontería del otro día!

— ¿Cuál?

— Decir que eres mi mujer o cosas raras. Asustas a mis fans—Trish rió al recordar la broma. Dante pasó de ella entrando por otra puerta.

Trish era más sensitiva, no sólo era mujer, era demonio y conocía perfectamente las actitudes de Lady. Salió un momento fueras del negocio, la buscó a los alrededores. Sabía que estaba triste. ¿Qué sucedía?

////////////////

La casa de Lady era cómoda, confortable hasta cierto punto, sólo llegaba a dormir, es por eso que no invertía mucho, únicamente lo necesario. Aunque aquella vez al entrar la sintió vacía, sola. Y entonces, comenzó ese llanto que las mujeres niegan tener. Trayendo de vuelta ese recuerdo.

— ¿Dónde estás?, ¿dónde estás?— preguntó en su cama.

Creyó superar ese sentimiento, pero al volver a ver a Dante fue como ver a Vergil mismo. Siguió llorando hasta quedarse dormida, en vano preguntarse la razón, el sentimiento nunca tendría respuesta. No se percató que entré la noche, era sigilosamente era observada.

Una tarde después de una tormenta, Trish llegó a casa de Lady. Desde hace dos meses que no tenía noticia de ella. Dante explicó algo sobre hacer un trabajo en el extranjero o quizás vacaciones; de todas maneras Lady debió avisar. Tocó la puerta y desconoció a la joven que abrió. Se abalanzó sobre Trhis con un llanto copioso, estaba temblando. Al entrar en el apartamento, lo encontró desordenado, con restos de comida en la mesa, suelo, las ventanas cerradas, un aroma a suciedad. Lady estaba completamente irreconocible.

— ¿Qué paso?— Trish abrazaba a su compañera, confortándola, estaba confundida.

— Vergil… y yo, esa noche

— ¿Cuál noche? De que estas hablando Lady… ¡Lady, Lady!—grito Trish al ver como se desvanecía en sus brazos.

El hospital era silencioso. Trish estaba sentada aun lado de la cama de Lady, quien descansaba. Esperaba al medico que la entendió. Dante llegaría en un par de horas si no es que seguía dormido o peor aun, le daba lo mismo la condición de la joven. Trish pasaba sus dedos por el cabello negro que Lady dejo maltratar al no bañarse por unos días. Estaba pálida, ojerosa y un poco desnutrida. La doctora llegó, saludó a Trish y revisó el pulso de la paciente y la despertó.

— Señora— dijo inesperadamente la doctora, Lady se molestó por el comentario pero a la doctora no pareció importarle y continúo— en su estado hacer las cosas que hace no son comprensibles, no la creo una enferma mental así que, ¿podría explicarme por qué no comía y se dejaba morir prácticamente? Si usted no quiere vivir, pues es su problema, si quería matar a la criatura es una injusticia, ella no tiene la culpa de las cosas que haga usted por diversión…

— Disculpe, ¿qué quiere decir?— Trish preguntó, aquellas palabras eran confusas y más la actitud molesta de la doctora

— Su amiga está embarazada y quería dejarse morir, esa puede ser la explicación correcta.

Quedaron en silencio. Trish era la más confundida, ¿cómo?, ¿de quien?, ¿por qué?, ¿desde cuando? Lady se volvió a llorar, desde que entró en ese estado se contagió de un sentimentalismo absurdo y complicado. Trish esperaba una explicación. Lady sin muchas ganas comenzó a hablar sobre aquel encuentro furtivo en aquel hotel.

— ¿Qué no piensas? Un anticonceptivo, que sé yo, hay maneras de evitar esas cosas. ¡Cállate y escucha!— Trish estaba molesta y cansada; empezó una perorata enorme— si fuese una cosa natural, un hombre normal, sería un hermoso embarazo… Es mitad demonio, ¿sabes qué significa eso?

— Yo que sé, estaba ebria, no pensé, no me…

— ¡No!, claro que no pensaste, eres idiota… dime, ¿por eso te dejabas morir en tu casa?

— Nunca me deje morir, eran ellos, los demonios que no podía sacar de mi casa, cerraron la puerta, escondieron mis armas y dijeron que no me matarían por que yo era la llave para su victoria y venganza— Trish dio una cachetada a Lady lo que llamó la atención de las enfermeras— así o más idiota… ¿Y se puede saber por que estabas ebria esa noche?

Lady miró con ira a Trish, no la creyó capaz de golpearla, además se aprovechaba de que estaba en cama. No contestó, la vergüenza había llegado a su límite. Aunque Trish y su sexto sentido lo dedujo.

— Si, son exactamente iguales, a decir verdad, idénticos, un espejo se queda corto a su lado, por algo son gemelos idénticos. Lady, ¿Qué vamos a hacer?

— ¿Vamos?— preguntó, miró condescendiente a la rubia.

Estaban en el hospital, seguro no sería mucho. De todas maneras había otros remedios para... Suele no doler si son los primeros meses, pero al llegar al tercer mes, en este caso es riesgoso. Las manos de Lady se posaron en su vientre, sintió una pulsación y juró que era un latido, se avergonzó y volvió a llorar.

— Otra vez, deja eso, Lady, pareces una mocosa débil…

— No entiendes, tú no entiendes, quizá ella lo haría.

― ¿Ella?

― Si ella, la mujer de la que... — Trish acarició de nuevo los cabellos negros de la joven en un acto sublime y confortante. La entendía y no sabía por qué.

— Pero si te dije, estaré contigo. Vamos a huir, ¿te parece?

— ¿A dónde?, cualquier lugar a donde vayamos ellos me seguirán, no viviré tranquila amenos que renuncie.

— Y si esa es la decisión que tomas, yo seguiré contigo— Lady regresó a su llanto, esta vez en los brazos de Trish— que nadie te vea así, porque tu reputación caerá— dijo la rubia con una dulce sonrisa.

Dante esperaba afuera del hospital, esos lugares eran deprimentes y no quiso entrar, así que esperó en el auto mientras comía un hot-dog. Las vio salir del hospital, Lady tenía una expresión extraña y ese andar pausado, pensó en una herida grabe, habría que burlarse de ella un rato por bruta.

— Si no sabes usar las armas, no las compres— le dijo al tenerla frente. Si Trish no hubiese estado cerca, seguramente Lady lo hubiera golpeado, pero no tenía fuerzas y había hecho un pacto con ella.

El trayecto fue silencioso, las mujeres iban en la parte trasera del auto, mientras Dante cambiaba las estaciones de radio desesperadamente sin encontrar algo que le agradara. Todo hubiera estado perfectamente bien, si Lady no se mareara tres veces y vomitado unas cinco.

— Si seguía enferma, ¿por qué no se quedo en el hospital?— preguntó Dante al estacionar por sexta vez el carro. Hasta parece que esta embarazada— Dante se rió y siguió buscando las estaciones de radio. Trish sonrió con el juego. Lady no, estaba de mal humor y ahora que lo pensaba, después de unos meses todos se darían cuenta.

— Dante, tenemos que hablar— Trish estaba decidida a contarle todo.

— Yo no fui— dijo rápido. Al ver la actitud de niño una vez mas, dudo en confesarle, después de todo lo tenía que saber, pero su reacción podría ser distinta, así que cambio el tema y dijo una tontería.

Minutos después Lady regresó al carro y emprendieron el camino. La pobre estaba pálida, necesitaba descansar más y comer mejor que en el hospital. Por la mañana se marcharían sin decir nada. Tal vez Trish volvería de vez en cuando para aparentar normalidades, buscarían un buen lugar donde Lady estuviera segura.

Dante no las llevó a casa de Lady. Trish pensaba rápido, cualquier lugar sería inseguro de ahora en adelante para ella. Si cambiaban la ruta, Dante sospecharía. No le quedo mas remedio que ir donde él. Dante no puso objeción al quedarse en su casa, después de todo, eran mujeres, bien podrían atenderlo antes de irse.

La noche paso tranquila, una ventaja estar en casa de Dante. Trish estuvo en vela toda la noche. Lady concilió el sueño por lapsos, tenía miedo, las pesadillas no la dejaban tranquila.

— ¿Y si me matan?, ¿qué pasara?—preguntaba Lady

— No pasara eso

— Y cuando nazca, ¿qué pasara?

— Lo que sea, ya no hay manera de cambiarlo, no quisiste tomar esa salida, te admiro

— No matare a un inocente, quizás…

— Lady, duérmete, puede ser que nos escuchen

— Ya debieron hacerlo, en este mundo uno no pude estar seguro de… — en la planta baja un ruido las estremeció. Una pelea.

— ¡¿Demonios?!— Lady estaba asustada, por primera vez se sintió indefensa e inútil, instintivamente abrazó su vientre y se acorraló en el rincón de la cama— vienen por mi—decía nerviosa, Trish intento calmarla, decía que al estar Dante nada pasaba.

El ruido se detuvo, se escuchaban voces, Dante y otro hombre hablaban. Las voces se intensificaban, subían por las escaleras.

— Deja de actuar como una mortal cualquiera, nadie debe sospechar nada — dijo Trish a Lady antes de que se abriera la puerta.

— ¡Que linda sorpresa!— dijo Dante mirando a Lady en el rincón de la cama y a Trish frente a él— la familia se hace mas grande, que conmovedor… Existe algo que se llama explosión demográfica o algo así.

Ese cinismo lo decía todo, detrás de Dante, apareció Vergil con la mirada en Lady. Ella estaba inmóvil, no sabía si era parte de sus miles de pesadillas, donde entraba buscándola, la atrapaba, enterraba su espada en el estómago y sacaba de el restos de un ser, se comía las manos, las piernas pequeñas y aplastaba su cabeza con ambas manos, manchando su ropa, después se marchaba riéndose de ella, matándola otra vez.

— Va a matarme— dijo, tomó del brazo a Trish— aparece en mis sueños, me saca las entrañas y luego…

— Nadie va a matarte estúpida— dijo Vergil entrando a la habitación—al menos no yo…

— Y no ahora— habló Dante— pero sí quiero escuchar su relato erótico, ¿cómo fue posible que ustedes dos…?

— Estaba ebria— Lady se defendió aprisa― muy ebria

— ¿Y pensaste que era yo?— Dante y sus comentarios certeros la volvieron a dejar sin armas.

— El alcohol provoca ciertas emociones que nos confunden—observó Trish

— No cambies el tema, eso paso…

Vergil caminó hasta la ventana y suspiró, confuso, enojado, tantas cosas pasaban por su mente. Desde que escuchó en el infierno el rumor, creyó que era una mala broma de los demonios, pero él la vio llorar encerrada en su habitación, dejándose morir por que los demonios los querían. Esa vez estaba arrodillada a la perilla de la puerta intentado escapar, con lágrimas y sin fuerzas, clamaba su nombre, como si se tratara de la única razón suficiente para existir. Al comprobar que no era un rumor, apareció frente a ella, no sabía por qué, las explicaciones sobraban, fue un idiota, se aprovechó de la situación. Escuchó a Trish lejanamente sobre el plan que tenían, no había necesidad de ampliar el problema, ella se encargaría de Lady. Una serie de pensamientos circularon, su familia, su misma madre, su padre. ¿Qué paso?, ¿cómo se conocieron?, ¿se amaban de verdad?, ¿qué pensaron antes de tenerlos?, sobre todo que pensaron cuando sabían que eran gemelos… Y luego los problemas que se suscitaron. Sabía que al nacer traería más problemas. Y la solución era tan simple y no era que Lady quisiera o no, de cualquier manera podría hacerlo, pero no existía el valor, esa parte humana lo dominaba y el tenía tanto sueño. Después de esa noche, se marchó sin remordimientos, su cuerpo sintió placer por primera vez, experimentó lo que era el cuerpo de una mujer, Pensó en ella un par de días, hasta que de pronto, la olvidó. Ella llevaba ahora algo que era parte de si mismo. Ahora que la miraba detenidamente, acorralada en la cama, cubierta por una sabanaVoló su imaginación.

Una familia, la casa con patio, el perro, el vecindario, los juguetes, la cena, los fines de semana, un trabajo, las deudas… ¿Eso era una familia normal?, no lo sabía. Una locura si decidía intentarlo. Cambiar pañales, calentar leche, jugar fut-bool, estudiar, escuchar, jugar, enseñar, volver a crecer, consolar, la vida es tan caótica. Los verbos no terminarían si la seguía mirando.

— ¿Que tanto me vez?— preguntó Lady acomodándose en la cama, abrazando sus rodillas.

— Pensaba— se limitó a contestar, estaba confundido.

— No lo puedes creer, ni yo… así, un sobrino, yo no le daré regalos y cuando nazca, no me gustan los puros, pero si me mandan chocolates, ¡ah!, tampoco tengo dinero para ser el padrino… ¿Y qué?, el viejo estaría orgulloso, abuelito, sí, el abuelo. Cuando le digan, vete al diablo, el se reirá y dirá, ja, ja, mi abuelo ya esta muerto o, vete al infierno, si claro, en primera clase o económica, por que conocen a toda mi familia.

— Deja esas bromas para cuando tengas tu propio hijo— dijo Lady furiosa— él o ella no será como tú ni como tu hermano.

— Dirás, su padre.

Vergil seguía en la ventana perdido en sus pensamientos. Trish corrió a ambos, Lady tenía que descansar, mañana al en el desayuno podrían hablar mejor.

Gracias por leer y el tiempo… no sé que más decir, es un fic de 3 partes, por ahora subo la primera y más tarde las otras dos que ya están editadas.

Besos