Era un día soleado y refrescante en la ciudad de Tokio en la época del Otoño del 2007 .Todo el grupo de amigos se encontraba en clases concentradamente, excepto uno.

Yuuki-san, por favor preste atención.le reclamo el profesor. El joven sonrió traviesa-mente.

Claro, Novenodijo Yuuki, travieso. El profesor se altero.

—¡¿Que dijo, señor Souen?!—cuestiono el sensei, histérico. Yuuki solo rió.—¡Vaya directamente a inspectoria!

—Esta bien—Yuuki puso sus ojos azules en blanco, se levanto y salió de la puerta, no sin sentir antes como alguien echaba algo a su bolsillo. Miro extrañado y vio como Kaito, su amigo, había echado un papel en su bolsillo de la chaqueta.

Ese flojo, ni siquiera es lo suficientemente digno de votar un misero papel.

Kaito más bien era el mejor amigo de Yuuki. Atractivo, por supuesto, con su cabello oscuro y sus penetrantes ojos azules con verde, los cuales siempre habían conseguido la admiración del rubio. Lo que Yuuki no sabía era que Kaito también lo contemplaba.

El rubio camino tranquilamente por los pasillo hasta ver algo que llamo su atención. Oyó pasos cerca suyo, cuando volteó se asusto al ver a cierto atractivo chico de cabellos rojos oscuros y ojos celestes, casi cristalinos. Thoru, su amigo. Según la mente de Yuuki, Thoru siempre había sido un chico con una sobrenatural belleza, casi como un vampiro. El no era nada a su lado. Claro, que el no pensaba dar a conocer esos pensamientos.

—¡¿Que demonios haces, Thoru?!—grito Yuuki, molesto. El pelirrojo rió ante eso. A Thoru le encantaba asustar a Yuuki, destrozar la paz y calma era algo tan hermoso y perfecto para el.

—Asustarte, Yuuki-kun—contesto este, mientras bostezaba. Yuuki observo como un poco del abdomen de Thoru se veía al hacer ese estiramiento. Miro hacia otra parte, avergonzado. Era extraño observar a Thoru de esa forma. En especial penoso porque no tenía ningún abdominal marcado. Es más, su piel era de porcelana, tan delicada y frágil que daban ganas de acariciarla. Yuuki sentía esas ganas de acariciarla.

—No me asustes más—alego el rubio, mientras hacia un puchero. El pelirrojo sonrió levemente. Lo había conseguido otra vez, destrozar la armonía de Yuuki. Era tanta la afición que podía volverse un deporte, uno que por supuesto, Thoru practicaría.

—Esta bien. ¿A donde vas? En una clase de Kokoru-sensei no hay muchos permisos para ir al baño.—comento el cristalino.

—Me mando a inspectoria por faltarle el respeto.—contesto el rubio. El pelirrojo asintió distraído.

—Que criminal—comento el pelirrojo burlón. Yuuki hizo una mueca.

—Debo ir a inspectoria.—dijo el rubio, sin embargo siguió ahí, quieto.

—¿Por que no vas?—pregunto Thoru, curioso. Yuuki se incomodo un poco por la pregunta. El definitivamente no admitiría que quería estar cerca de Thoru.

—Flojera.—mintió este otro sin ninguna expresión. Thoru puso los ojos en blanco y se dispuso a caminar a la sala de clases, hasta que Yuuki noto que se iba.—¡Thoru, espera!

—¿Si, Yuuki?—pregunto Thoru correctamente.

—¿Donde estabas?—pregunto el ojos azul, curioso.

—En la agencia, practicando.—dijo cortante el de ojos celestes. Thoru era modelo, una masculino y algo misterioso modelo.

—Genial—murmuro Yuuki. El rubio noto como no había más conversación y decidió irse.—Adiós.

—Adiós, voy a clase.

—y yo a inspectoria.—le contesto Yuuki, sonriente. Sin decir nada más el rubio corrió a inspectoria.


—Bien alumnos, la clase ha terminado.—declaro Kokoru-sensei, mientras Thoru recién entraba a la sala de clases.—Señor Shion, veo que ha estado ocupado.

—Estaba en la agencia, lo siento Kokoru-sensei—se disculpo el pelirrojo, respetuoso.

—Esta bien Shion-san, pero al final de la jornada escolar conversare con usted.—le dijo el sensei, serio. Thoru solo asintió y camino a dejar la mochila en su puesto.

—Thoru-kun, tarde—le reprocho Sakura con una sonrisa. Ella era una chica de 15 años con el cabello azul largo y unos ojos del mismo tono, era delgada. Era alegre y simpática, optimista siempre. Era activa, sin la capacidad de quedarse quieta por lo menos un momento. Parlanchina como ninguna, había que meterle una piña en la boca para callarla.

—Como siempre—siguió Ymr. Ella tenía el cabello rojo pasando los hombros y unos extraños ojos morados, era delgada. Era alegre y simpática, similar a Sakura. Solo más extraña y aficionada al arte, con un inusual y espectacular talento sorprendía a sus amigos y compañeros.

—Flojo—le dijo Kitty, confiada. Castaña clara, con ojos azules y un despampanante cabello. Era segura, confiada y algo arrogante a veces, pero simpática y amable. Realmente si comparaban era muy distinta a sus amigos, pero se comprendían y complementaban tan bien que las personalidades y actitudes no importaban.

—Thoru-kun, ¿estabas conversando con Yuuki?—pregunto Konan, con una voz frágil. Sin duda alguna Konan era diferente a sus amigas. Era cercana a Thoru, tanto que en algunas ocasiones los habían vinculado, pero el par se había ocupado de desmentir. Konan era fría y misteriosa, a veces algo cruel pero amable. Para sus seres mas amados siempre tendría una pequeña sonrisa. Pálida como el hielo, con un cabello más claro que el de Kitty y ojos celestes, misteriosos e inexpresables. Su cabello caía hasta sus hombros y dejaba la casquilla suelta. Alta y delgada como las otras.

—Sí, Konan-chan.—le contesto Thoru, con una sonrisa. Konan desvió la mirada y observo como Kaito se acercaba. Puso los ojos en blanco, realmente a ella no le agradaba Kaito. Aunque debía soportarlo, por ser de su grupo de amigos. Nadie jamas se pregunto por el irrelevante odio de Konan a Kaito.

—Mizaki, no seas tan obvia—le dijo Kaito con una sarcástica sonrisa. Kaito siempre la llamaba por el apellido, Mizaki.—Yo también te quiero.

Konan simplemente se fue, sin ninguna expresión. Llegaron Lee, Nagato, Ciel, Sasori y Makoto. Los otros componentes del grupo de amigos.

—Eso fue cruel—comento Nagato, entre risas. El era un chiquillo lindo de cabellos rubios y ojos verdes oscuros. Alto y delgado, como un lindo muñeco. Con una actitud sorprendente-mente infantil y pervertida a la vez, era querido en su grupo.

—Si fue cruel, ¿por que ríes?—pregunto Makoto, con una pequeña sonrisa. De cabello negro, ojos grises y pecas, no era nada especial. Era un chico alegre y optimista ante todo, siempre dedicándote una sonrisa y mostrándote toda su imaginación.

—Ni se—contesta Nagato, aun riendo.

—¡Tal vez unas cosquillas ayuden!—exclamo Sasori, peligroso. El era un lindo chico de cabellos azulados y ojos esmeralda, intensos. Era extrovertido, decidido y divertido con todos los que considerara sus amigos.

—Ya detente—le dijo Ciel antes de que Sasori comenzara. Ciel era bastante parecido a Nagato, solo que mas tierno y los ojos un poco mas claros. Era dulce y amable con cualquiera que le hablara, un encanto.—Lo mataras.

—Que lo haga—dijo Lee, sin ningún pudor. Lee, el seguro Lee. Atractivo, muy alto y de mirada coqueta y conquistante. El sabe perfectamente lo que hace y realmente no le importa ser juzgado ni nada. El no vive de opiniones y nunca lo hará. Es libre de decir los comentarios más inadecuados en el peor momento, y aun así no le importa.

Todos lo miraron por un momento. Luego los amigos explotaron en risas, como siempre.


Yuuki iba saliendo de inspectoria cuando se acordó del papel que Kaito había echado a su bolsillo.

Lo leeré y luego lo votare por ese idiota.

"—Te espero a la salida en la sala de clases, no faltes. Es importante.—Kaito."

Yuuki sonrió y miro la hora, solo faltaban 10 minutos.


Yuuki caminaba tranquilamente a la sala de clases notando como los pasillos se encontraban vacíos. Entro y vio a Kaito parado en el fondo, apoyado en la pared y con un rostro inexpresable. El se le acerco y sonrió dulcemente.

—¿Que querías?—le pregunto el rubio, curioso.

—Te tengo que decir algo—le contesto el de cabellos oscuros con la mirada fija en los ojos de Yuuki.

—¿Es importante?—pregunto Yuuki, algo incomodo por la mirada fija de Kaito en el.

—¿Tu que crees?—dijo el de ojos verdes con azul, mientras se acercaba a Yuuki. Dulcemente tomo el rostro del rubio y lo acerco a sus labios, consiguiendo un beso. Yuuki se quedo estático, ¡Su mejor amigo lo estaba besando! Quiso moverse pero por la impresión se quedo quieto, sintiendo el beso. Era dulce y relajante, y aunque no fuera su primer beso se sentía como uno. Pero eso estaba mal, ambos eran hombres. Kaito volvió el beso más intenso, haciendo a Yuuki temblar. Luego se separo de el rubio para susurrar algo en su oído.—Te amo.