No eran una novedad en Asgard los breves romances con mortales, siglos atrás había sido algo de lo más habitual. Pero pocas veces; siendo estos más rumores que verdades, un niño había sido procreado entre un mortal y un Asgardiano.

Sabía de la mortal que Thor había dejado en Midgard, pero nunca hubiera esperado recibir de Heimdall la noticia de que la misma mujer se encontraba embarazada de su primogénito.

—¿Estas seguro?

—No ha intimado con nadie más, es la semilla de Thor la que crece en su vientre —confirmó con calma—. Esta situación es ciertamente inusual, la misma gestación lo comprueba.

—Prosigue.

Exclamo con severidad, Odin.

—Crece rápido, mi señor. Su madre apenas se encuentra en su segundo mes de embarazo, pero su vientre parece atravesar el séptimo mes.

En las más antiguas historias se hablaba de raras ocurrencias, sobre hijos mestizos, pero todos acordaban en algo. Los niños de madres Midgardianas eran débiles, dotados solo con longevidad y mayor resistencia física, ninguno de ellos era capaz de heredar los dones de su sangre Asgardiana.

—Thor no debe ser informado, ni nadie más —ordenó—, pero deberás hacerme saber de cualquier novedad sobre la criatura, ¿Haz entendido, Heimdall?

—Si, mi rey —acato con respeto.

Heimdall no parecía de acuerdo con su decisión, pero debía hacerse. Estaban en una posición de peligro, los nueve reinos se encontraban en caos, anunciar que Thor tendría un heredero era tentar con el caos, pero siendo el niño mitad Midgardiano era poner al reino en bandeja de plata.

Era una debilidad, la criatura estaba lejos de su alcance, cualquiera podría ir y raptarlo con el único fin de amedrentar a Thor. Conocía a su hijo, aceptaría cualquier demanda si significaba la protección del bebé, y aunque reconocía con orgullo la nobleza de Thor, no podía permitir que sus motivos personales amenazaran el reino.

El primogénito de Thor tendría que mantenerse en secreto, sin importar que.

—Los informes lo confirman, la doctora Foster carga en su vientre al vástago de Thor —corroboró uno de los concejales.

—De heredar los dones paternos sería una amenaza.

—Si —concordó con la concejal femenina—, pero también es un lazo directo con Asgard, una manera de dialogar con ellos.

—O una manera de exponernos al peligro, como saber que los enemigos de Thor no se están convirtiendo en los nuestros al tener a su primogénito.

—No has dicho mucho, Fury —comentó Pierce girando su silla— ¿Cuál es tu opinión?

—No somos de los que asesinan infantes —critico con pericia— ¿Que estamos temiendo? ¿Provocar la ira de Asgard? ¿De sus enemigos? Entonces no lo hagamos, no revelemos que tenemos al primogénito de Thor en la tierra.

—¿Que sugieres que hagamos? —Pregunto con interés Pierce.

—Seria un recurso invaluable si llega a heredar los dones de su padre —comentó con franqueza—. Tenemos en nuestras manos al hijo de un dios ¿Por qué hacerle temernos? ¿Cuando podemos hacer que ame su hogar? Ser el hijo del futuro rey de Asgard tiene que contar para algo si alguna vez trata de atacarnos, puede ser nuestro escudo —explicó sin redundancia— Maten al niño, y teman las represalias de Asgard si llega a enterarse... o entrenemos al niño, y enseñémosle a amar la tierra, les aseguro que no solo enfrentará Asgard por defender su hogar, luchara ante cualquier otro enemigo.

—¿No estará tratando que tomemos en cuenta otra vez su iniciativa?

Sonrío con sequedad. Podían negarle formar el equipo, pero Fury creía que se trataba de su mejor recurso, y no pensaba abandonar el proyecto pronto.

—Claro que no —dijo sin mostrar su molestia— solo les estoy haciendo ver nuestra mejor opción.

—Tampoco somos de los que secuestran niños, director Fury —replicó otro concejal sin olvidar la dura crítica de minutos antes.

—No es secuestro si la madre está involucrada.

Pierce mostró su clara diversión soltando un resoplido.

—Están son las opciones, concejales —miro a Fury brevemente—. Nos atendremos a sus ordenes, pero antes que deliberen, permítanme mostrar mi apoyo a la propuesta del Directo Fury, me parece bastante viable.

El acuerdo fue tomado rápido, el vástago del dios del trueno estaría bajo el cuidado de S.H.I.E.L.D, de presentar inestabilidad, o claros signos de amenaza, tendría que ser eliminado de inmediato, sin excusas.

—Supongo que harás de efecto inmediato la aprobación del consejo —dijo Pierce caminando a un lado de Fury.

—Así es —afirmó— gracias por el apoyo, Alexander.

—No hay de qué, Nick.

Contesto antes de verlo partir por el ascensor.

—Señor —llamo una voz a su lado.

—Rumlow —nombró con sequedad— espero que tu viaje allá sido productivo.

—El director Fury tiene altamente vigilada a la doctora Foster, Romanoff está en el caso —explicó— no podemos acércanos sin amenazar nuestro anonimato..

—Aún no es tiempo de que Hydra surja —resopló— ¿Algún tercero que pueda encargarse?

—¿Con Romanoff? —Rumlow quiso reír— imposible. Tal vez pueda despertarlo, ni siquiera la viuda negra ha podido contrarrestarlo.

—No hay que apresurarnos —Contempló tranquilamente Pierce— vigilen al niño, usaremos al soldado cuando allá una clara confirmación de que heredó poderes de sus padres

—Entendido —dijo Rumlow.

—¿Que me dices de Odeza?—pregunto— ¿Sabían algo?

—Si, tenían incluso una copia de la muestra de sangre de la doctora Foster —explicó rápidamente Rumlow— querian secuestrar al niño, estudiarlo, experimentar un poco con él.

—¿Te hiciste cargo?

—La información fue asegurada, eliminamos los cabos sueltos, ahora solo nosotros y S.H.I.E.L.D saben del feto.

—Bien —aprobó Pierce— mantengámoslo así.

—Por supuesto, señor.

Fury no estaba del todo erróneo... enseña a un niño amar algo, y lo defenderá de quién sea. El primogénito del dios del trueno era un recurso que Hydra no podía dejar pasar por alto.

Jane comenzaba a considerar que su terquedad había sido un error aquella mañana. "No, por favor, déjenme ir por el desayuno. Estoy embarazada, no invalida." Cuanto se arrepentía ahora de esas palabras.

—Todo va a estar bien, señora —dijo reconfortante el recién llegado paramédico.

—¡Estoy teniendo un bebé en medio de un restaurante! ¡¿Cómo eso está bien?! — pregunto escandalizada.

—No está teniendo al bebé aún, solo son las contracciones iniciales —volvió a decir tranquilamente— vamos a llevarla al hospital, y le aseguro que llegaremos a tiempo para que de a luz en un lugar limpio y seguro.

Jane lo miró con molestia palpitante en sus ojos.

—Más le vale —sentenció con dagas en los ojos.

Un simple nacimiento, eso era lo que el paramédicos podía percibir, otro día de trabajo. Pero con ese nacimiento, una serie de líneas comenzaban a interconectarse, alistandose para enfrentar un destino que había sido profetizado milenios atrás, cuando Odin no podía siquiera imaginar que sería llamado Padre de Todo, cuando era un príncipe en busca de probar su valía a su padre.

—Odin —aún podía recordad la séria mirada de su padre— ¿Que piensas de los Midgardianos?

—Son mortales, padre —había respondido con sequedad— son seres simples, burdos, a penas comienzan a descubrir sus propias tierras, sus descubrimientos son un niño gateando comparado con nuestros avances —explicó descartando cualquier elogió—. No hay que admirar de ellos.

—No ahora —había aceptado Bor con una mirada extraña— pero algún día necesitaremos de su fuerza.

—¿Cual fuerza? —había preguntado con burla Odin.

—Odin, escúchame —había ordenado su padre con dureza—. Podrás creer o no en mis palabras, pero no estaré aquí cuando el tiempo llegue, y no podría confiarle a nadie más este secreto.

—¿De qué estás hablando, padre?

—Habrá un niño, Odin. Un hijo de Midgard y Asgard —reveló Bor ante la incredulidad de su hijo— y no será un niño ordinario, no sólo la sobrevivencia de Asgard recaerá en él, sino los nueve reino. Sé que crees a los mortales inferiores, y tal vez tenga culpa de ello, pero hijo mío, debes proteger a la criatura, es una tarea que no le confiaría nadie más.

Con el tiempo, las palabras de su padre se habían deformado en un vago recuerdo, un delirio que Odin creía inconcebible. Pero sus palabras volvían a ser más claras cada día que se acercaba el nacimiento del primogénito de Thor, no podía más que cuestionarse si su padre hablaba de aquella criatura próxima a nacer.

Observo impasible los preparativos del festival, aquel día honraban el nacimiento de Yggdrasil. Cada década, cuando la estrella más antigua del universo se posiciona sobre Asgard, celebraban la unión de los nueve mundos... fue el momento más desconcertante para recibir las noticias de Heimdall.

—Mi señor, la mortal ha entrado en labor.

Quería creer que era mera coincidencia, pero las palabras de sus padres solo resonaban más fuerte en su cabeza.

—Avísame cuando la criatura haya nacido.

—Asi lo haré, mi rey.

En Midgard, un egolatra superhéroe comenzaba su camino hacia la más entretenida aventura de su vida sin sospecharlo.

Tony stark estaba teniendo un día completamente normal en su opinión. Aunque claro que cualquiera que no fuera el multimillonario discreparía ante su idea de lo que era normal. Dirigirse a Nuevo Mexico en su traje de superhéroe para encontrar al ginecólogo de su novia... sencillamente era irracional. Pero así como Tony Stark era un brillante genio, también era un hombre propenso a saltarse las reglas preestablecidas de la sociedad... eso, o en realidad era un inaudito idiota ante el más sencillo sentido común.

—Jarvis, localización —no le dio importancia a los muchos transeúntes que se paraban admirados por su reluciente traje.

—Piso cuatro señor, aunque creo que preferiría esperar.

—Pepper viene a cenar —fue su elaborada explicación— esperar no entra en mis planes —uso los propulsores y en un ágil movimiento entro por una ventana— bien —choco las manos, todo iba de acuerdo al plan— ahora solo hay que...

Un grito potente se escucho al otro extremo del pasillo, tal vez era un hospital, pero para él aquello había sonado a tortura. Se encogió de hombros. Que podía saber él, pocas veces había estado en un hospital así que decidió simplemente ignorarlo.

—Como decía —volvió sin más a sus asuntos— desactiva el traje y dime que habitación es.

—Habitación 408 — tras una breve pausa agrego— señor, va en sentido contrario.

Por un instante se pregunto que hacia ahí, parpadeo mientras miraba la puerta como si esta tuviera las respuestas al sentido de la vida. Trago ruidosamente, no había marcha atrás, para su mala suerte el cuarto parecía ser de la gritona de potentes pulmones con resonancia a doce habitaciones a la redonda.

—Que tal —fue lo único que se le ocurrió decir al entrar— Hey Doc. Le importaría atenderme un minuto —un estremecimiento le recorrió cuando dejo de oír los gritos— ¿Por favor? —particularmente no le pareció un buen presagio el repentino silencio.

—Disculpa amigo —la mujer, que antes parecía estar partiéndose en dos, ahora lo miraba con profundos deseos homicidas— ¿ESTAS TENIENDO UN BEBE? —enfatizo cada palabra en un grito— no, claro que no —recalcó mordaz —ni siquiera puedes embarazarte AHHHHHH— y eso lo alegro profundamente, no parecía algo placentero.

—Pero mi novia si y estoy precisamente aquí para que el buen doctor me receté unos anticonceptivos —¿Falta de sentido común? Definitivamente, ahora parecía lista para arrancarle la cabeza.

—¡Ella aun no esta embarazada! —señalo su abultado vientre— ¡Este bebé está saliendo ahora! ¡necesita salir ahora! —siseo— cómprate unos cuantos condones y lárgate de aquí.

—Eso como un buen plan —acordó moviendo una silla a lado de ella y tomando asiento con ingenuidad— con todo gusto lo haría, pero ella no confía mucho en esos métodos —resopló frustrado— y sabes que, sinceramente va a ser mas satisfactorio sin un molesto condón entre nosotros

—¿Acaso escuchas algo de lo que te digo? Te dije que te fueras —se aferro a las sabanas profiriendo otro grito.

—Leí que resulta mas fácil tener un parto bajo el agua —comento divertido— tal vez deberíamos traer un tanque

Con mas fuerza de la necesaria la futura mama lo tomo de la camisa y lo atrajo hacia ella.

—Y yo se que para que sientas el mismo dolor tendrías que tirar de tus bolas hasta tu cabeza —una sonrisa siniestra se formo en su cara— ¿Lo intentamos?

Ambos –doctor e intruso– palidecieron y tragaron duro, parecía que Tony Stark había aprendido algo nuevo... no enojar a una embarazada, y menos si estaba dando a luz.

—Sabes te ves muy sola, por que no voy y busco a tus familiares en la recepción, deben estar preguntando por ti —no logro ni alejarse un paso cuando un nuevo tirón lo atrajo— ok, me quedo.

—Que gran alivio —comento sarcástica— se de ayuda y busca en mi celular el numero de Erick Selvig, dile que será mejor que se apuren si no quiere que los mate.

—¿El padre? —se aventuro a preguntar.

—¿Qué? No, por supuesto que no —aclaro fastidiada.

—Yo le haría caso a la señora y dejaría de preguntar —recomendó el doctor como quien no quiere la cosa— solo dos centímetros mas de dilatación y empezamos

—¿Cómo? ¿apenas van a iniciar?— el tenia la impresión de que los gritos eran por que ya estaba naciendo, no por que apenas se estuviera abriendo el agujero de la vida— mejor llamo a ese tal Erick, no quiero ser el que salga con la mano pulverizada.

La música de una canción country comenzó a llenar el silencio del automóvil, los únicos dos pasajeros del carro se vieron con temor, había sido mala idea mandar a la embarazada del grupo por el desayuno.

—Es tu celular —espeto Darcy deslindándose de la responsabilidad de contestar.

Erick farfullo un par de maldiciones antes de contestar.

—Jane —contesto con falsa alegría— se que vamos atrasados, pero parece que hay un bloqueo, estamos atorados y...

—¿Te llamas Jane? —Erick parpadeo confundido ¿Por qué un desconocido llamaba del celular de Jane?— eh como sea que te llames, no nos importa si estas en un embotellamiento o en el mismo Apocalipsis, será mejor que te apresures al hospital Sant angelo, cuarto piso, habitación 408, con las dos maletas del asiento trasero. emm una, dos, tres... —comenzó a contar para desconcierto del astrofísico— tres Big Mac y unas nugget antes de que una mano sea sacrificada —le advirtió con un gruñido— bien eso es todo —el extraño colgó.

—Darcy.

—¿Estas bien? pareces muy tenso.

—Secuestraron a Jane, ¡Oh dios! —abanico sus manos conmocionado— Creo que son tres sujetos y van a extirpar su mano si no llegamos —soltó aterrado.

Fue cuestión de segundos, ambos entraron en pánico.

—¡Quítense maldita sea! —una sudorosa y paranoica Darcy llegaba a la caja registradora de un McDonalds— bien amigo, quiero tres Big Macs, unas nuggets y un refresco extra grande ¡los necesito ya! ¡lo necesito ahora si no quieres que mi rodilla choque con tu herencia!

—Hey amiga, yo llevo diez minutos esperando, muévete... —choque demoledor en la entre pierna, hombre caído gimiendo de dolor—creo que esperare dos minutos– dijo con un chillido de princesa aquel enorme sujeto.

—Señora apártese —gruño en voz baja Darcy—esa no es la única lección que aprendí de mi abuela —le advirtió Darcy— le aseguro que sus falsos senos le agradecerán que guarde su distancia.

—S-señorita aquí esta s-su ord-een —tartamudeo el dependiente—¿Podría irse y dejar intacta mi herencia?

—Que eficiencia — alabo Darcy— volveré pronto a este McDonalds.

Mientras todo mundo le veía marchar el pobre chico solo pudo susurrar "por favor, no lo haga". En aquel establecimiento solo quedaría como único recuerdo de su acalorado paso un fornido hombre llorando por el inquietante escozor de sus partes nobles.


Estoy editando (De Nuevo XD) y agregando más detalles, quitando cosas que no me convencen, tratando de hacer todo mejor.

Voy a ponerme como meta acabar el primer segmento antes de mi cumpleaños, para así irme a la segunda parte, que es mi favorita.