Para siempre

Una extraña bienvenida

Al fin volvía a mi país, aunque el viaje fue muy largo ya casi llegábamos. Aunque me gustaba inglaterra, no podía quedarme allí mucho tiempo, y tampoco podía ir a alemania con mis padres ya que pronto empezaría la escuela de nuevo, y tenia que volver a estados unidos, como mi madrina Elizabed me adora como si yo fuera su hija insistió en que yo fuera a vivir con ella el tiempo que mis padres estén fuera del país, y ese seria un tiempo largo. A mi me encantaba ir a visitar a elizabed cuando yo era niña, siempre que iba jugaba con Edward ,el hijo de elizabed, que es solo unos meses mas grande que yo, ahora tenia 16 años . Ibamos a ir a la misma clase en la escuela. Estos 3 meses en barco se hicieron muy largos a pesar de ir en primera clase, pero me informaron que estábamos por llegar. Cuando baje del barco me vino a recoger el chofer de la familia, recogió mi equipaje, y me llevo hasta el coche donde se encontraba apoyado un chico muy guapo, de ojos verdes esmeralda y pelo color bronce. Ese era Edward, no podía creerlo, la ultima vez que lo vi tenia apenas 6 años. Me acerque a el esperando por lo menos una pequeña sonrisa y un saludo, pero nada, me miro de ariba abajo con una cara de asco terrible, como si yo le hubiera arruinada la vida.

-Hola – le dije tímidamente, intimidada por su feroz mirada

-El solo asintió y me abrió la puerta del coche para que yo entrara.

El viaje fue muy tenso, no cruzamos palabra, no quise hablarle porque la expresión de su cara era un mensaje de peligro.

Al fin llegamos a la casa, estaba igual que antes, ese enorme cuadrado blanco perfecto, con dos pequeños canteros a cada lado. Edward bajo del auto, me abrió la puerta y me ayudo a salir a regañadientes, con su cara fría y hostil, nada que ver con el niño travieso de 6 años. Pero algo me decía que me detestaba a mí, no sabía porque o que le había hecho, pero me odiaba, estaba muy claro en su rostro. Baje del coche, elizabed estaba ahí junto a su esposo Edward. Los dos me dieron la bienvenida, elizabed estaba que explotaba de la felicidad por tenerme con ella. La casa por dentro estaba igual que siempre, cuando entrabas estaba el saguan, mas adentro la escalera, a un lado de esta el comedor y la cocina y al otro la sala de estar, y arriba las habitaciones y el baño, era como mi hogar.

-¿Como pasaste el viaje bella? – pregunto elizabed

-Bien, solo fue un poco largo- le respondi

-Hoy vete a acostar temprano ya que mañana tienen escuela, prepare tu cuarto ni bien supe que venias, espero que te guste.

-Gracias elizabed

-Puedes ir a verlo ahora, asi de paso desempacas tus cosas, Edward ¿Por qué no le subes el equipaje y le muestras su cuarto?

El la miro con cara de pocos amigos, subió las escaleras y dejo las maletas en la cama.

-Gracias – le dije tratando de ser amigable

-No hay de que - dijo en tono sarcástico, y se fue. Ya me estaba hartando de sus malos tratos.

El cuarto era bellísimo, la cama grande, la mesita de luz, el ropero, y el escritorio con un espejo grande ovalado eran el mismo juego de muebles. Cuando termine de empacar baje a tomar el té, y Edward no bajo de su cuarto hasta la cena, y luego se fue de nuevo. Le hice caso a elizabed y me fui a dormir temprano, mañana empezaba la escuela y seria un dia muy largo.