DISCLAIMER: No, no, nada es mío, sino de una tal Rowling, yo sólo secuestre los personajes por un ratito.
Este fic participa en el minireto de mayo para "La Copa de las Casas 2016-17" del foro La Noble y Ancestral Casa de los Black.
Palabras: 342
Cuando se conocieron ella no pensó que él fuera extremadamente guapo—aunque en cierta forma, si lo era. Quizás era una belleza exótica, poco convencional, con sus ojeras, sus cicatrices y su aspecto pálido —, pero le gustó la forma tímida, pero cálida, en la que él le sonrió.
Se sintió inmediatamente cómoda charlando con Remus, porque era sencillo y salía de una forma fluida y tan natural, que era extraña para dos personas que se habían conocido hacía tan poco tiempo.
Incluso siendo algo tan despistada, Tonks se dió cuenta de que algo andaba mal con Remus. Podía notar que sus ojos ocultaban algo que la atormentaba.
Una tarde cuando vigilaban juntos a un hombre que había sido un mortífago durante la Primera Guerra, Remus miró el cielo, concretamente a la luna, y dejó escapar un suspiro, casi inaudible.
—¿Tienes la poción? —Se atrevió a preguntar Tonks y durante unos segundos pudo ver una especie de miedo en los ojos de Remus, quien negó con la cabeza.
—¿Poción? No tengo idea de a que te refieres— Pero era malo mintiendo. Ella le conocía lo suficiente tras ellos meses de creciente amistad.
—Lo sé, Remus— Le aseguró Tonks mirándole fijamente a los ojos. Remus asintió.
—¿Cómo?
Ella le sonrió.
—Soy algo distraída, pero no soy tonta. Tus desapariciones mensuales y tus cicatrices.
—Bien. Yo... seguramente no me quieras cerca ahora que lo sabes...— murmuró él por lo bajo.
Tonks podría haberse reído. ¿No quererlo cerca? ¡Que locura!
—¿Por qué lo haría? Eres mi— Ella titubeó—... amigo.
Remus le sonrió y Tonks tuvo un enorme deseo de envolverlo en un abrazo. Y lo hizo. Él le correspondió y por unos segundos se quedaron así, hasta que recordaron que estaban allí por una misión.
Cuando regresaron al Grimmauld Place no hablaron de aquello, pero ambos sabían que el otro lo recordaba cuando se miraban en una secreta complicidad.
A veces sonriendo, a veces completamente serios, pero siempre con la certeza de que aquel momento había sido especial, que de alguna manera estuvieron conectados por unos segundos.
