Capítulo 1: "Velando por mis Sueños" (P.V. de Mac)
M: Adelante. –Digo, intentando no sonar cansada-.
Ha: Buenas tardes, coronel.
Me responde Harriet, mientras entra en mi despacho con una gran sonrisa en la cara. Muchas veces me recuerda a un ángel sacado de alguna novela de ficción. Su pelo es rubio, un poco más oscuro que la paja y sus ojos son de un azul cielo. Aunque, lo que más suele llamar la atención de su aspecto, es su piel. Da igual la estación que sea, ella siempre está pálida. Se puede decir que es como si estuviese muerta.
Con su sonrisa, se nota que es feliz con su marido. Curiosamente, también trabaja en el JAG. Igual que ella, su piel es blanca, y sus ojos azules, aunque un tono más oscuros.
M: ¿Qué tal tu día, Harriet?
Ha: Un poco… deprimente. –Contesta, después de pensar en ello-.
M: Si, es lo que tiene el papeleo. –La sonrío-. ¿Ya te vas a casa-.
Ha: El almirante ha dicho que podemos irnos.
M: ¿También va por mí? –Ella asiente-. Entonces, voy a empezar a recoger.
Ha: Yo me marcho ya, o Bud me comerá viva. ¡Hasta mañana, señora!
Asiento en forma de despedida y observo al matrimonio Roberts abandonar la oficina. Me alegro por ellos, ya que tienen con quien compartir las horas después del trabajo. A pesar de que me alegro, envidio, de una forma sana, la relación que tienen. Cada día que pasa pierdo la esperanza de que pueda encontrar algo así para mí.
Agarro mi maletín, mi gorra y cierro la puerta del despacho. Como siempre, el almirante aún continúa en su oficina. Camino hacia los ascensores y entro en uno, esperando llegar al aparcamiento cuanto antes.
Cuando llego a mi coche, dejo mis cosas en el asiento del copiloto y subo a la posición del conductor. Antes de empezar a moverme, enciendo la radio y después, me marcho.
Estoy a la mitad de mi recorrido cuando una noticia me llama especialmente la atención.
"Hace dos horas, aproximadamente, se ha encontrado el cuerpo sin vida de una mujer de menos de 30 años cerca de Union Station. El cadáver presentaba numerosas mordeduras, aún sin identificar. Lo curioso de todo es que la mujer no tenía ni una gota de sangre en sus venas. Los forenses aún no pueden explicar su ausencia, ya que las heridas causadas por los mordiscos no eran tan profundas como para desangrar a la victima. Les mantendremos informados sobre este caso, en cuanto comparezca públicamente el forense encargado del suceso. Ahora pasemos…"
¿Sin sangre? Verdaderamente no se que pensar. ¿Qué animal ataca a una mujer y se bebe su sangre? Además, en Washington no creo que existan animales así, al menos, cerca de la estación.
Cuando oigo cosas así, me alegro de ser abogada y no forense. Eso parece un crimen de una película de terror. No puedo dejar de pensar en ello. Aún no han dicho el nombre de la chica y espero que no sea Harriet, aunque… bueno, ella tiene más de treinta años. Además, si la encontraron muerta hace dos horas… suspiro. No puede ser ella, ni nadie que conozca de la oficina.
Mientras pienso en ese caso, llego por fin a mi apartamento. Aparco mi corvette donde siempre y recojo mis cosas. Despacio, subo la escalera hasta llegar a la puerta de mi piso. Introduzco la llave en la cerradura y entro.
Me ducho, ceno y me tumbo en la cama. Espero pacientemente a quien sea el que me observa cada noche desde hace dos semanas pose sus ojos en mi y así, pueda dormirme. Ya está. Siento una mirada sobre mí y como de costumbre, me siento protegida. Sonrío, con la única intención de que esa persona me vea y poco a poco, cierro los ojos.
13:05 Horas
Cuartel General de JAG
Falls Church, Virginia
De reojo observo a Harriet acercarse a mi despacho, con su sonrisa diaria. Sé que viene para que comamos juntas, y no voy a mentirme, todas las mañanas espero la hora de la comida para hablar con ella. Tres, dos, uno y…. ¡Si! Llama a mi puerta de Harriet y sonrío para mis adentros.
M: Pasa, Harriet.
Ha: ¿Cómo sabe que era yo? –Me pregunta, sonriendo-.
M: A esta hora eres la única que llama a mi puerta. ¿Dónde vamos a comer hoy?
Ha: En el restaurante chino que hay enfrente. ¿Le importa si Bud nos acompaña?
M: No, claro que no. –La sonrío-. ¿Nos vamos?
Ha: ¡Vámonos!
Cuando llegamos al restaurante, su marido nos saluda desde la mesa y las dos nos dirigimos hacia él. Nada más sentarnos, uno de los camareros, se acerca a nosotros y sin leer la carta, pedimos lo mismo de siempre.
Mientras comemos, hablamos de todo un poco hasta que sale el tema de la mujer mordida y sin sangre.
Ha: ¿A usted que le parece, coronel?
M: No sé… no conozco ningún animal que pueda hacer algo así. ¿Dijeron algo más?
B: Bueno… la mujer llevaba muerta desde las dos de la mañana. Al parecer fue el novio quien la encontró. Había quedado por la tarde y la chica no apareció. Dice que la llamó a su casa y al móvil, pero como no contestaba, fue a buscarla…
M: Y la encontró muerta. –Añadí. Bud asintió. Continuamos comiendo en silencio hasta que Harriet saludó a una mujer-.
Ha: Buenos días, Kate. –La aludida sonríe y mira a Bud-.
Ka: ¿Qué tal, Bud? ¿Tenéis mucho trabajo?
B: Poco… ¿Qué haces por aquí?
Ka: Oh… he venido con Keeter. Él está aparcando. –Me mira a mi y Harriet aprovecha para presentarnos-.
Ha: Se me olvidaba. Kate, ella es la coronel Sarah Mackenzie. Señora, ella es la teniente Katlin Pike.
Ka: Es un placer, coronel. –Me tiende la mano, la cual tiene cubierta por un guante-.
M: Lo mismo digo, teniente. –Pide permiso para sentarse con nosotros y yo no me opongo. Al rato, llega Keeter y también se une a la mesa-.
B: Así que… comida oriental, ¿eh?
Ke: Si, la verdad es que Kate quería venir desde hace unos días y como los jefes se han ido para toda la semana… aquí estamos.
Ha: ¿Y Harm?
M: ¿Quién es Harm? –No puedo contener la pregunta. Siento algo raro al escuchar ese nombre-.
