TE VEO
CAPÍTULO 1
Después de seis meses de vivir tranquila en el Hogar de Pony rodeada de los niños, sus madres y sus recuerdos Candy recibió una oferta de trabajo que no podía rechazar.
Sus antiguos profesores de la escuela de enfermería habían logrado limpiar la mala reputación que habían creado los Legan y habían conseguido una nueva plaza en el hospital Santa Juana para Candy
Ella llena de emoción, agradecimiento y sorpresa emprendió un nuevo rumbo en su vida. Comenzaría de nuevo siendo otra persona, una dedicada a su trabajo y a si misma que bien merecido se lo tenía.
Los únicos que sabían de su decisión eran Albert, su gran amigo Albert al que nunca le ocultaba nada.
— Si ya lo has decidido, te apoyo Candy— Fueron las palabras de su protector.
—Gracias Albert— Dijo ella abrazándolo.
— ¿Cuándo partes?
—En un par de días me voy para ver donde viviré y en una semana comenzaré a trabajar.
—Bien, así podré acompañarte para ver dónde vivirás, claro si no te molesta.
—Claro que no, Albert— Le sonrió la chica— Me encantará tenerte a mi lado, pero sabes que tú podrás visitarme cuando quieras.
—Sí, Candy lo sé. El problema es que salgo de viaje en una semana.
— ¡De viaje! ¿A dónde?
—La tía abuela me mandó a Escocia.
— ¡Qué bien, Escocia es bellísimo!
—Sí lo sé, pero no quiero ir— Dijo con cara de fastidio.
— ¡Ánimo! verás que la pasarás bien allá— Lo reconfortó Candy
—Gracias Candy. — Dijo con un fraternal abrazo
En el Hogar las cosas no fueron muy diferentes…
— Es una gran oportunidad Candy. Aprovéchala— Dijeron la Hermana María y la señorita Pony
Así, después de un mes de preparar absolutamente todo, Candy regresó a Chicago a cumplir con su labor de atender a todos los enfermos que le fueran posibles.
Candy conocía perfectamente el Hospital Santa Juana pero no desaprovecho la oportunidad del par de días que le dieron para acostumbrarse nuevamente a las instalaciones y a los cambios que habían sufrido la escuela y el hospital.
A pesar de que le ofrecieron uno de los cuartos con los que contaba el hospital ella lo rechazó rotundamente ya que no quería un nuevo incidente como el que había pasado con Albert cuando estuvo sin memoria. Rentó un departamento a unas cuadras del hospital. El lugar era muy pintoresco, cálido, tranquilo y seguro.
Con ayuda de Albert lo llenó de muebles y de lo indispensable para vivir y en unos cuantos días ya tenía un nuevo hogar.
El primer día de trabajo Candy se levantó llena de ganas y optimismo. Nada ni nadie podría arruinarle esa nueva oportunidad de crecer en su profesión. Después de un baño y un desayuno salió de su departamento rumbo al hospital.
En una habitación especial del hospital había un paciente que había ingresado un par de meses atrás de emergencia.
— Buenos días, señor Brower.
— Buen día Lucy. ¿Cómo estás?
— Al fin más tranquila.
— Y eso... ¿Por qué?
— Mañana llega la nueva enfermera que va a cubrir mi puesto.
— ¡Qué bien! Ya se habían tardado...
— Sí. Un mes más y daría a luz en horas de trabajo— Bromeó la enfermera.
— Creo que estarías en el lugar adecuado— Dijo el paciente.
— En eso tiene razón. Lo único que lamento es dejarlo. Usted es mi mejor paciente.
— Yo también lamento no volver a verte. — Hizo una pausa. — Metafóricamente hablando claro. — Dijo pasando su mano extendida en frente de sus ojos.
— Estoy segura que algún día recuperará la vista. No se desanime
— Llevo años así Lucy. He logrado acostumbrarme.
Paciente y enfermera se despidieron como un par de buenos amigos. En esos meses ambos se habían vuelto muy unidos.
A la mañana siguiente Candy se presentó con la jefa de enfermeras, que no era otra sino Mary Jane.
— Buen día. — Saludó con una sonrisa.
— Buen día Candy. ¿Estás lista?— Preguntó
— Claro que sí. Estoy tan contenta de volver al trabajo—Respondió llena de euforia.
— Contrólate, niña—La reprendió su maestra.
— Lo siento. —Dijo haciendo una peculiar mueca con la que la enfermera mayor no tuvo más remedio que sonreír.
— Acompáñame. Voy a presentarte a tu paciente.
— ¿Mi paciente?— Preguntó.
— Sí. ¿No te dijeron? Atenderás un caso especial.
— No sabía...
— Pues ahora ya lo sabes— Dijo dándole un leve golpe en la cabeza con uno de los papeles que tenía en la mano. —Ahora vamos. No hay que perder tiempo.
Candy siguió a la mujer hasta que llegaron al piso y a la puerta de la habitación indicada. Mary Jane tocó una vez la puerta y entró seguida de la rubia que revisaba el expediente de su nuevo paciente. En verdad tendría mucho trabajo por hacer.
— Buenos días, señor.
— Buenos días, enfermera.
— Vengo a presentarle a su nueva enfermera. Como ya sabe Lucy no podrá atenderlo más debido a su estado.
— Lucy me explicó la situación y lo entiendo perfectamente y quisiera pedirle un favor.
— ¿Cuál?
— Que cuando Lucy vuelva al trabajo ella me vuelva a atender. — Este comentario hizo que Candy apartara la mirada del expediente. Miró al paciente pero este estaba de espaldas. Candy sintió que la sangre subía hasta sus mejillas y la llenaba de coraje. El tipo ni siquiera la conocía y ya quería cambiarla.
— Haré lo que pueda señor. Por lo pronto lo dejo con la enfermera White.
