Disclaimer: Plot (c) MC. Quedan avisados :D
Claim: Kakashi/Sakura —yeeeeah
Advertencias: ¿Yo, a mí? Eso es un insulto (?)
Notas: EA, PA' LA NAT QUE CUMPLIÓ LOS AÑO' EL 7/03 xDDD Ya, en castellano, para mi hermosa amante Natsu, que cumplió sus hermosos 18, y que le debo regalitos, pero la culpa es del Insti, no mía xDD Trozo de la canción Good Enough, de Evanescence, que debería ser religión, pero bueh, el mundo es cruel u.u. Hope you like it, darlin'.
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Merecerla
`Am I good enough for you to love me too?´
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Le importaba, tenía que admitirlo, ella le importaba. Quizá mucho, algo o muy poco, pero le importaba, y al parecer, por todo lo que había sucedido, no era muy poco.
Kakashi nunca había sido de los que consideraban el amor como lo más importante. Al contrario, él ponía las reglas y órdenes, el llevar a cabo algo encomendado, sobre todo lo demás, ya que había perdido a su padre por ello. A su padre y luego a sus compañeros de equipo.
Él era una persona extraña, quizá muy complicado para que alguien pudiese entenderlo. Había adquirido rasgos de su compañero Obito, como llegar tarde a todos lados e inventira excusas patéticas. Era una persona un tanto taciturna, pero sabía exactamente qué decir en momentos adecuados, era demasiado inteligente y aunque estuviese rodeado de ese aire de ausencia, cada vez que sonreía, lo hacía de manera sincera. Era bastante solitario, pero no dudaba en ayudar a sus seres queridos si éstos necesitaban ayuda. Era complicado, y por ello nadie le comprendía.
Hasta que vio que Sakura pudo leerlo a la perfección.
Quizá a ella le costó, o quizá no tanto, pero pudo verlo y saber todo de él, supo observarlo y supo entenderlo. Y cada vez que él la miraba, ella le sonreía suavemente. Porque estaba allí, para él, en cualquier momento.
Por ello le importaba, porque más allá de toda la tristeza que él había sentido, toda aquella que ocultaba, Sakura podía entenderlo y le agradecía aquello.
Sabía que ella lo amaba, lo sabía porque ella solía decírselo con cada beso y con cada caricia y lo agradecía, Dios que de verdad lo hacía.
Le daba esperanzas, y de vez en cuando se preguntaba si él era lo suficientemente bueno como para merecerla, porque él la quería, la amaba, pero no creía merecer su cariño, sus caricias, merecer su todo.
Ella era simplemente demasiado buena para él.
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