Disclaimer: Hetalia le pertenece a dios, mas bien conocido como Hidekaz Himaruya, yo solo me obsesione con los personajes y escribo historias sin fines de lucro.
Era otra mañana común para el joven Arthur. El sol salía de la misma manera, las nubes lo tapaban como siempre, y su madre lo llamaba para que fuese a desayunar con la misma efusividad. Ya con 15 años de edad conocía esa rutina, y no le molestaba para nada.
Se levanto y se puso sus pantuflas, para luego dirigirse al baño.
- ¡Arthy! ¡No tardes, que ya está el desayuno! – Volvía a escuchar, y asentía él solo, mientras se cepillaba los dientes. Hoy no era un día especial, debía arroparse, desayunar y luego ir directo al colegio.
- Oye, ¿Esta señora siempre te llamara Arthy? Suena muy extraño, ¿puedo llamarte así también? – Miro a un costado y lo vio. Era un joven, con cabello castaño claro, y unos ojos celestes. Si le dieran una edad, sería de unos 17 a 20 años, a pesar de que su voz parecía la de un niño de 7. Su cabello era corto, y tenía una especie de rulo que sobresalía en su flequillo, que estaba separado. Negó tranquilo, y escupió, lavándose la boca. - ... Lo haré de todas formas, Arthy– Expreso el mayor sacándole la lengua y haciéndolo enfurecer. Él sabía que lo molestaba, ¿por qué se volvía a aparecer? Cerro el agua y agarro el uniforme escolar para cambiarse. Pero antes miro fijamente a su acompañante y levanto una ceja.
- Quiero cambiarme, así que sal – Le dijo y el otro infló los cachetes, dándose vuelta.
- No eres nada tierno, ni de pequeño, Arthy... – Salió del baño y lo dejo proseguir con su rutina. Seguramente al echarlo de allí, ya no lo vería en todo el día, aunque eso era bueno. Ese era el que menos le gustaba de todos, no sabía muy bien porque. Quizás por su actitud infantil, o por su voz chillona. Quizás por sus ojos azules, o porque cada vez que lo veía sentía a su pecho retorcerse. La cosa era que cuando él los echaba ellos se iban, y él era el único que no le hacía caso, por lo que era extremadamente difícil sacarlo de su vista.
- Tsk... – Suspiro al abrir la puerta y verlo sentado en su cama, abrazado a su almohada.
- ¡Arthy! ¡Apúrate o se te hará tarde! – Nuevamente su madre grito y lo hizo crisparse los nervios un poco.
- Esta señora es muy insistente... ¡Por dios! ¡Entras a las 8 y son las 6 y 30! – Arthur lo miro unos segundos y se acerco a él. Tenía razón en aquello, pero es que la familia Kirkland nunca llegaba tarde a ningún lugar, es más, llegaba siempre unos minutos más temprano para evitar equivocaciones. Se agacho frente al ojiceleste y busco debajo de su cama sus zapatos. – Los dejaste abajo Inglaterra... – Susurro la otra persona y él se paro, mordiéndose los labios.
- Bien... Te dije que no me llames así, y ya, vete que tengo que ir a la escuela – Le dijo duramente y se acerco a la puerta. No quería sonar así, pero es que cuando lo llamaba de esa manera lo hacía sentir realmente mal, no solo por el hecho de que era una obvia mentira (era imposible que una persona fuese un país), también por que por como lo decía, parecía cierto.
Noto que el otro individuo se abrazaba aún más a su almohada y lo miro fijamente. Pero le resto importancia y salió de la habitación, para dirigirse a donde estaba su madre, que lo esperaba con una taza de té caliente, y unos scones.
- Buenos días mi amor – Su progenitora le beso la cabeza y se sentó frente a él. Justo cuando iba a dar el primer sorbido a su queridísimo té, otra persona entro por la puerta, haciéndolo desconcentrarse y mirarlo enfadado. La mujer se dio cuenta del cambio repentino y lo observo fijo. – ¿Quién... está ahí, amor? – Le pregunto y el menor se mordió el labio. ¿Cómo no podía verlo? ¡Estaba allí! Aun con la almohada en sus brazos y con los ojos mas brillosos delo normal.
- Es solo el estúpido... – Le respondió sin mirarla y mordiendo su scone tranquilo, intentando ignorar al que se llamaba a sí mismo "América". – Mañana es la reunión de padres, a las 8, no lo olvides, mom– La mujer lo miro, y asintió un poco resignada, sabiendo que al parecer su hijo, no había cambiado, o al menos hasta ahora.
- Diuugh, ¿cómo pueden gustarte esas cosas? Esta señora no es buena cocinera, al igual que tu – Sonreía nuevamente y se sentaba a su lado, haciéndolo enfurecer más. Odiaba que hablase de su forma de cocinar, cuando nunca había probado nada hecho por él. Además, no es como si la comida de su madre fuera fea, ¡es solo que nadie sabía apreciarla! – ¡Oye! – Lo golpeo en la cabeza y siguió con su desayuno. Su presencia no iba a cambiar sus planes para nada. – Sigues siendo malvado, old man – Cerro sus ojos, fingiendo no haberlo escuchado y busco sus zapatos con la mirada. Los encontró debajo del asiento de su madre.
- ¿Esta debajo de mi? – Cuestiono la mujer y no se hizo esperar la risa chillona de su "amigo". Arthur negó, con el ceño fruncido.
- ¡Jajajaja! Esta señora, ¡como siempre sabe cómo hacerme reír! Jajajaa- Se había hartado de sus risas y lo había golpeado en la cara con mucha fuerza, hasta hacerle sangrar el labio.
- ¡Ya! ¡Cállate de una vez! ¡Y lárgate de aquí! – La señora Kirkland miro fijo a su hijo y trago duro, para luego levantarse con los ojos húmedos. – ¿Eh? No, ¡espera mom! ¡No te lo decía a ti! – La siguió y esta lo miro, con los ojos llenos de lágrimas y los labios fruncidos.
- Arthur, esto no puede seguir así... Tienes 15 años, ¡maldita sea! – Abrió la boca sin entender a que se refería y se dio vuelta un segundo para ver como llegaba el ojiceleste. – ¡No hay nadie allí! ¡Acéptalo de una vez! ¡Nunca lo hubo! ¡No existe ninguna hada, ningún duende, ningún estúpido! ¡Todo es un invento de tu imaginación! – Las palabras le dolían como cuchillos al menor, que miraba fijo al "Americano". Claro que existían... estaban ahí, lo miraban, lo observaban, robaban sus cosas a veces, y uno de ellos lo molestaba todo el tiempo, contándole una historia ridícula que sí no creía. Le mentían, jugaban con sus sentimientos, se celaban y hasta atacaban a sus conocidos a veces (amigos si estaban enojados, enemigos si todo andaba bien). – Llamare al psiquiatra ahora mismo... – Su madre tomo el teléfono y el solo frunció el ceño y se dirigió a la cocina nuevamente para agarrar sus zapatos. – ¡Cuando regreses quiero que le cuentes todo al especialista! ¡No aceptara ningún "no puedo" o "no quiero"!
- Pero— Intento detenerla y protestarle, pero ella negó, enfurecida.
- ¡Ningún Kirkland tiene amigos imaginarios a los 15 años! ¿¡Y tu no serás la excepción, o si? – Arthur abrió los ojos impresionado, y miro al suelo, ya con lágrimas. Ningún... Kirkland... quizás... quizás tenía razón y debía hablar con ese hombre... y contarle todo lo que les decían esos seres, aunque se enojen...
- ¿Por qué le haces caso, Inglaterra? ¿No eras el Imperio de Gran Bretaña, que solo sigue sus propias reglas? – Y volvía a hablar de eso, volvía a decir que su propia persona era Inglaterra, y que él, Estados Unidos. Volvía a llamarlo de esa manera y ponerlo nervioso (Por que recordaba esas expediciones en barco en donde lo descubrió y lo vio por primera vez, un niño pequeño, un ángel). Volvía a mirarlo con esos ojos fríos, como si lo que venía haciendo, no estaba bien (¿Dónde estaba el rifle? ¿Y por qué no estaba vestido con su uniforme azul, rojo, blanco?). Y sus propias lagrimas volvían a salir, repitiéndose, todo, repitiéndose ("¿Cómo podría disparar? Tonto") y palabras que nunca había dicho se escuchaban con su voz. ¿Por qué sucedía eso? ("Maldición, ¿Por que tiene que ser así?") Quizás él si era Inglaterra, quizás si habían convivido juntos, quizás él si se había independizado (Quizás por eso odiaba el 4 de julio), quizás si había muerto y renacido... quizás...
- ¡Arthur! ¡Respóndeme, Arthur! – La voz de su madre lo despertó. Al parecer mientras ella hablaba por teléfono, el se había descompuesto, y lloraba lágrimas mezcladas con sangre que salía de su nariz. – El médico ya viene, ¿¡estas mejor! – Su mirada lucia preocupada, pero aun más preocupada estaba la del americano, que se abrazaba a la almohada mucho más fuerte, sin abrir la boca.
- Lo haré... Mom... – Susurro antes de caerse. Había perdido mucha sangre, y el llanto solo había ocasionado dolor de cabeza, sus ojos estaban cansados, su cuerpo se sentía cansado, pero antes de desmayarse por completo noto las lagrimas del ojiceleste. Quiso decir "no llores, es mi culpa" pero no tenía fuerza suficiente.
Nyaa, si, es una historia rara, la cual pienso continuar. Los próximos capítulos van a ser mas largos. Va a ser UsUK y es claramente un AU. Si alguien esta Ooc, no me culpen, estoy viendo South Park (?
Ojala les haya gustado, y comenten si quieren que la siga n.n Ah, y si hay faltas de ortografía, lo siento u.u Lo revise varias veces, así que supongo que no, pero igual. El titulo ni idea, en realidad no sabia como ponerle, solo se me ocurrio eso XD
