Mi locura, es por culpa de Tu Reflejo
YuGiOh – Joey x Seto x ?
By Kaede Sakuragi
El día parecía que se había puesto de acuerdo con aquella gente que se encontraba en aquel triste lugar. Llovía, como si fueran lagrimas de Ángeles, por la perdida de uno de sus hermosos hermanos. Todos estaban reunidos, sus amigos, sus compañeros de trabajo, su familia y su koibito. Cada uno lloraba por aquel muchacho, que regalaba sonrisas, y demostraba que nada podría opacarla. Nadie pudo prever que algo así pudiera suceder. Que en aquel lugar, estaría todos reunidos, para despedirlo.
Su madre estaba sentada, abrazando a una destrozada Serenity. Los llantos eran cada ves más fuertes, ni el apoyo de su novio, Tristan, podía calmarla. Se culpaba de no haberlo retenido un poco más. Su koibito, Seto Kaiba, derramaba lagrimas, mezclada con la lluvia. Estaba parado frente aquella fosa, adornada con diversas flores, sus ojos celestes, no encontraban vida alguna. Alguien se la había arrebatado, hacia unos días, en una de las calles de Cuidad Dominio.
Ninguno pudo percatarse de las dos limosinas negras que llegaron al cementerio. Ni de los hombres vestido de negro que bajaron de la primera, para luego abrir la puerta trasera del otro vehículo, y percatarse de una figura salía de ella.
Su mejor amigo, el mejor duelista del mundo. Casi grito, al verlo parado, frente a la fosa ya cubierta con tierra. Todos quedaron en shock, al ver su rostro, era como si todos vieran a un fantasma, un doble. Ninguno dijo nada. Solo lo observaron sacar de entre sus ropas, una rosa negra y depositarla en la tierra. Inclinarse en forma de rezo, para luego dar la media vuelta y salir por donde había llegado.
Joey! – Grito Serenity al reaccionar. Corrió hasta él, pero los hombres que lo rodearon no se lo permitieron. Yugi estaba por reclamar tal atraco. Pero la voz de la madre lo detuvo.
Katsuya ... – todos la miraron interrogante - ... Katsuya ... – volvió a decir, quiso acercarse pero otra vez, aquellos hombres no se lo permitieron.
Ahora recuerdas que aun vivo? – aquel muchacho hablo con rudeza. Se dio la vuelta, mirándola con desprecio, y odio. Sus ojos mieles, recorrieron cada uno de los presentes, para luego terminar en los mares azules.
Se giro, reanudando su camino.
Espera! – una voz suave y dolida, detuvo su paso – Como? ... Que? ... – las palabras no salían por el sufrimiento. Sabia que ver allí a su gemelo, había descolocado hasta aquel hombre de hielo.
Estaba por decirle algo, girarse, pero la ventanilla de la segunda limosina, al verla bajarse, despacio, hizo desistir cualquier acción. Sin voltearse siguió su camino, abordando el vehículo, y desaparecer por el camino.
Katsuya ... – la madre volvió a decir, pero esta vez cayendo de rodillas al suelo. Miro la tumba de tu hijo, y empezó a llorar desconsoladamente - ... Perdóname ... Hijo ... Perdóname ... Joey ...
Los gritos se hicieron más fuertes, pero nadie allí, dijo nada, o hizo nada. Ver alguien idéntico al rubio alegre que todos amaban, fue un golpe bajo.
