¡¡Por fin!! Terminé el fic que sí, lo he escrito de un tirón y dios, llevo aquí todo el día. En fin, que la idea al principio es que fuera un pero acabó teniendo tres capítulos porque sino no me entraba la historia ni de coña. Que he perdido la cantidad de palabras que tiene y no me apetece ponerme a contar… xD

En fin, Learilla, este crack es culpa tuya, que yo antes no hacía cosas tan raras. Si veis que hay mucho detalle en algunas cosas, bueno, es que soy una maniática y cuando me salgo del canon o lo explico o me pone mala porque para mí Hermione no puede querer a otra persona que no sea Ron si no se explica bien. Creo que lleva abierto, durante todo el proceso, la página del Diccionario de HP porque sino nada. Así que espero haber sido lo más fiel al canon que se puede ser en estos casos. Y también que los personajes me hayan quedado IC, que lo he intentado con todas mis fuerzas; pero ahora, agotada, me confieso horrible para pedir un beta. Excepto para cierto asunto :P pero eso es otra historia.

Sé que deseáis que me calle, pero no puedo evitarlo:

Denu, espero que te guste, porque este Sirius&Herms va para ti. Te quiero

Al final te lo publico 3 días antes, para que el día de tu cumple llegue con el último capi ;)

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Esferas azules

Los rayos del sol de mediodía se colaban por la ventana del estudio donde Hermione estaba trabajando. Los libros, pulcramente ordenados, descansaban sobre las estanterías en una línea perfecta y cuidada. El polvo brillaba por su ausencia, al igual que el aire puro. Llevaba demasiado tiempo encerrada ahí, aunque aún no se había percatado.

-¿Vas a salir ya?

La voz de Ginny le llegó desde el otro lado de la puerta. Tenía un deje preocupado y se notaba, incluso a través de la pared, que la chica se moría por entrar y sacar a Hermione de su estudio.

-Sí, ahora voy. –contestó de forma automática sin saber cuándo dejaría lo que estaba haciendo.

Ginny no pudo sino asentir y marchar de nuevo rumbo a la cocina, donde unos preocupados Harry y Ron tenían sus miradas cargadas de preguntas. Ginny alzó las manos, antes de que empezaran a hablar, para defenderse del ataque.

-Ha dicho que ahora vendría.

-Así que, sigue con ello ¿no?-preguntó Ron con el alma a punto de caérsele a los pies

-Eso parece –concedió Harry con un leve movimiento de cabeza. –Y ya sabes que cuando se le mete algo en la cabeza…

-Lo sé, lo sé. –aceptó Ron con algo de pesar. Conocía muy bien a Hermione, nada le haría cambiar de parecer ante algo que ya había tomado como decisión- Sin embargo, si sólo pudiera saber de qué se trata.

Ron suspiró y Harry no supo como darle su apoyo. A veces Hermione era tan rara. Pero ¿qué demonios? Hermione, por muy amiga suya que fuera, no dejaba de ser una chica. Y de todos es sabido que las chicas son raras, incomprensibles, un auténtico rompecabezas.

-Deberás confiar en ella- sentenció Ginny mientras terminaba de poner la mesa. Juntó al cuarto plato, la esperanza de ver salir a Hermione de aquella celda donde se había encerrado voluntariamente desde hacía tres días. ¿Qué hacía? Nadie lo sabía. Excepto aquel personaje estrambótico que había aparecido un día en la puerta de casa de su hermano cuando toda esta locura comenzó.

Al principio Ron no sabía cómo sacar a Hermione de su encierro, y ante el hecho de que no era muy buen cocinero pidió ayuda a su hermana. Al fin y al cabo, Ginny sabía de menús sólo un poco menos que de Quidditch, y su material sobre chicas estaba repleto de conceptos que para Ron se clasificaban entre peligrosos y alucinantes.

-¿Cómo va vuestra carrera? –preguntó Ginny en cuanto se sentaron, con la intención de iniciar una conversación amena.

-Tirando –cabeceó Ron sin evitar sonreír. Le encantaba prepararse para ser auror.

-Está genial- afirmó Harry sin ambigüedades- Aunque yo eso, ya te lo he contado.

-Ya – respondió sonriendo Ginny

-Lo siento, chicos. Perdón por llegar tarde, pero me muero de hambre.

Una Hermione con unas ojeras demasiado grandes para sus recién cumplidos diecinueve años apareció ante ellos con un libro en la mano. Ginny la miró reprobatoriamente, y a Harry le pareció asombrosa la similitud con las miradas que solía echarles la Señora Weasley a los gemelos.

-No puedo evitarlo –alegó Hermione como disculpa.

-Vale, pero apártalo mientras comemos. –Concedió Ginny –Ya que no nos puedes contar sobre qué va el asunto, por lo menos que no todo ronde alrededor de ello.

-De eso quería hablaros- acogió Hermione la oportunidad que le brindaba Ginny –Os voy a contar qué he estado investigando.

El choque del tenedor de Ron al caer contra su plato de pudding fue ignorado por los otros dos comensales, que miraron a Hermione como si fuera la primera vez que la veían.

-¿Qué… nos lo vas a contar?-acabó, tartamudeando, Harry la frase

Hermione asintió y apriscó los últimos trozos de pudding que quedaban en su plato antes de comenzar a hablar.

-¿Os acordáis de aquel día que fuimos al Ministerio de Magia, para lo de la Profecía?-tanteó el terreno, y miró a Harry preguntándose si estaría listo para hablar alguna vez sobre ella. Puede que ya hubiera hablado de ello con Ginny, o puede que nunca lo hiciera.

Los tres asintieron. ¿Cómo olvidar aquel año? El Ejército de Dumbledore, la huida de los gemelos, la muerte de Sirius…

-Bueno, pues cuando entramos en la Sala de la Esencia del Tiempo –Hermione cogió aire para continuar- destruimos todos los giratiempos que allí había.

-Y ahora, el Ministerio quiere volver a crear otros, ¿Verdad?- preguntó Ron a voleo, sin saber qué hacer con el silencio que había dejado Hermione tras hablar de los recuerdos de ese año.

-¡Exacto!-exclamó Hermione dejando atónito a Ron, y a los demás.

Un silencio los embargó a todos.

-Sé que aún no he acabado la carrera de auror y tal, pero la profesora McGonagall me propuso ayudar en la investigación y acepté. ¿Os imagináis? Poder ayudar a los aurores, e incluso a algunos inefables en una rama de la magia como esta. –el tono de Hermione denotaba una emoción difícil de contener; y ahora los tres entendían cómo había podido pasarse tanto tiempo leyendo sobre un trabajo.

Ron sintió deseos de abrazarla, y de decirle lo lista, lo guapa, y lo genial que era; pero Hermione se le adelantó y continuó hablando. Explicando su teoría.

-"A ver, el mecanismo de los giratiempos está compuesto de finas cuerdas de magia. Son como los hilos blancos que caen en los pensaderos. Tienen una fisiología parecida, pues con ambos puedes viajar hacia atrás, hacia los recuerdos.

Cuando echas hacia atrás en el giratiempos no puedes hacerlo sobre un pasado que no es tuyo. La diferencia en estos casos es que el giratiempos tienes el poder de hacer cambiar algunas cosas, mientras que en el pensadero sólo se almacenan.

Esto es debido a que el poder que lleva a esas fibras a tener esas cualidades tiene orígenes distintos. En los pensamientos, surgen de la varita. La frase de La varita elige al mago es la más ingenua y a la vez la más trascendente. La varita y el mago están interconectados de forma que sólo la propia varita de un mago, será capaz de extraer los recuerdos de ese mismo.

En cambio, para crear los hilos del giratiempos se utilizan las pociones. He estado estudiando el único giratiempos que se salvó de la destrucción. Fue el mío, pues se quedó en el colegio por si alguien más requería su uso. Su forma es muy similar a la de los átomos. La estabilidad que proyecta, lo que da pie a que nos podamos mover con toda libertad dentro del pasado, pues no estamos sujetos a una escena determinada como en el otro caso, es ocasionada por la cantidad de lágrimas de unicornio que llevan dentro. Son como los protones y los neutrones de un átomo.

De esta forma, los electrones son la magia que crea el vínculo con el pasado y los niveles por donde éstos se desplazan los hilos conductores.

El mundo material está compuesto de átomos y moléculas. En cambio, el tiempo está formado por esferas con la misma composición. Si basta una molécula para cambiar un elemento, ¿Acaso no vale una esfera para hacerlo con un momento?"-

La pregunta retórica de Hermione sólo trató de responderla Harry; ya que para Ron y Ginny aquello de átomos, moléculas, electrones y demás sonaba demasiado a chino. La física era demasiado muggle para ellos. Para Ron aquello se salía de lo normal, para Ginny también. Demasiada metafísica para ellos, más acostumbrados a la práctica que a la teoría sobre cualquier magia. Pero Hermione, ajena a todo esto, siguió con su exposición:

-"Las lágrimas de unicornio sirven para poder atrapar las esferas del tiempo. Cuantas más lágrimas, más esferas. Las esferas se unen y se mezclan de forma que cientas pueden ocupar el espacio de una, aunque no tendrán la misma intensidad. Una esfera corresponde a un minuto, y así sucesivamente.

Las esferas cambian de color según su unidad de tiempo. Así las transparentes son las mínimas, de un minuto; las blancas son de una hora, y después el número aumenta con los colores del arcoiris. Así el rojo serán los días, y el violeta los milenios.

Es cierto que estos últimos sólo han salido en las leyendas pero no creo que, después de lo que hemos vivido, haya que menospreciar nada.

He trazado una línea del tiempo adonde me gustaría viajar para demostrar mi teoría. Y, tras hablarlo con varios de mis profesores, además de McGonagall, han decidido que la mejor época es la de tu padre, Harry. La de los Merodeadores." – Esperó a ver cómo reaccionaba la única persona que había seguido su explicación desde el principio.

No la decepcionó. Sus ojos se abrieron, su boca murmuró algo ininteligible, se pasó una mano por el pelo y acto seguido reaccionó:

-¿¡Qué!?

El cómo, porqué se perdieron en su garganta. Incluso el "¿por qué no puedo yo también?" que Hermione esperaba que no se le ocurriera decir. Así que aprovechó ese momento para explicar los últimos detalles de la obra, magnánima, que se proponía.

-"El jefe del Departamento de Misterios, quien tiene cerca de cien años, firmará una carta con su puño y letra para indicarse así mismo, dentro de varios años atrás, lo que vamos a hacer. Yo tendré que aprenderme los resultados de los TIMOS y los EXTASIS de ese año, porque iré en calidad de examinadora. De esta forma, no cambiaré las cosas y certificaré mi teoría sobre cómo funciona el tiempo.

Mañana cuando vayamos al Ministerio yo haré un viaje que en teoría debería tardar demasiados años en traerme de nuevo aquí. Sin embargo, la idea está en que, desde aquí, activéis la cuenta atrás, pasados los siete días de mi viaje. De esta forma, invertiréis el mecanismo que hace que el giratiempos sólo viaje hacia el pasado.

Con esto, no sólo pretendo reconstruir los giratiempos que destruimos, sino perfeccionar la Ley de la Esencia del Tiempo. Si podemos viajar también al futuro, habremos podido entender algo más de nuestra misma esencia como seres humanos.

Os cuento todo esto porque sois las personas en las que más confío. A lo mejor las cosas se complican, a lo mejor alguien hace algo que me perjudica. Sé que vosotros no lo haréis así que, a pesar de que me lo han prohibido expresamente, os lo cuento. A los siete días, hacedme regresar a casa" –pidió Hermione y dejó caer los brazos sobre la mesa, exhausta tras su discurso.

Ya era la hora de cenar cuando Hermione recibió la respuesta. Rió al oír las peticiones de Ron para que le explicara la física muggle que ella había dado hacía demasiado tiempo como para que se acordara de aquella época; y le abrazó ante sus promesas de hacerla regresar para estar con él, porque sin ella, él…

-Me contarás algo sobre ellos ¿no? –los ojos de Harry brillaban como el crepitar del fuego en la chimenea. Harry, quien nunca se había movido del camino correcto, tenía las pupilas de un fulgor extraño. La misma mirada que tenía ella antes de cometer una infracción, algo demasiado tentador para evitarlo. Pero que esta vez, Harry iba a tener que hacer.

-Por supuesto –prometió –y además, no me inmiscuiré entre ellos para que puedas nacer.

-Va, sino nace, el mundo no se perderá nada-bromeó Ron.

-Hombre, no sé tú… pero para que no nazca Harry, James se tiene que enamorar de Herms.- concluyó Ginny con una sonrisa traviesas- Y a ti eso, ¿dónde te deja?

Ron abrió los ojos y le dio un puntapié a Ginny.

-Quita, quita. Prefiero que nazca Harry, mira por donde.

-¡Oye! –se quejó el aludido.

Hermione rió, y miró largamente a sus amigos. Mañana le tocaría partir, descubrir todo lo que ansiaba conocer. Pero hoy, esa noche, estaba con ellos y le tocaba disfrutarlo. Al fin y al cabo, a pesar de que lo había prometido, no podía asegurar nada. ¿Y si las cosas cambiaban?