Que milagro era sentir semejante fluido correr por sus labios, calentandolos, deleitandolo. La sangre de la mortal herida pintaba la piel de la muchacha a medida de que corria por su cuello. El joven asesino sentia la creciente muerte en la belleza que tenia delante de el, el suave cuerpo del que fuertemete se sostenia perdia su calor, su comodidad se endurecia. Vladius Dracula se paro de sus rodillas y hecho un vistazo al cadaver, tendido en la cama como si siempre hubiera estado durmiendo. Con una sonrisa paternal, acaricio los cabellos rojos de la mujer cual a una hija y le hecho un ultimo vistazo. Tanto la habia deseado, tanto habia rogado y jadeado por su cuerpo; sus ojos cristalinos lo atontaban, su sonrisa le derretia el corazon, se sentia cautivado por todo paso que daba, su gracia, su sensualidad. Era la ira del rechazo que lo traiciono, era la obsesion que lo cego y provoco a cometer tal pecado. Justo despues de haber visto la obra de su crimen, fue cuando volvio a su conciencia, y descubrio que le habia chupado la sangre. No podia ser! Como se le ocurrio hacer esa estupidez! Eventualmente se darian cuenta y lo matarian, no podia quedarse asi. Asustado, se fue de la habitacion y sin recordar sus posesiones, salio del castillo, con deseos de no volver. Sin destino alguno, entro al bosque que llenaba abundantemente los lados del camino principal. Se tropezo numerosas veces con las gigantescas raices, la densa oscuridad le evitaba ver bien, causandole varios choques con los anchos arboles, sin embargo, su temor era como un empuje que lo mantenia a trote. Poco a poco se perdia mas en la densidad del bosque, bajo la sombra de sus copas, y la luz de la luna.