Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer aunque yo haya cambiado los roles y apellidos en esta historia que si es toda mía.
Antes que nada tengo que agradecer a mi hermosa Beta Gine por tolerar mis arranques de locura severa y por darme el apoyo cuando solo era una chica asustada que no se creía capaz. Aquí estoy mi generala… Gracias.
De igual modo agradezco inmensamente a mi hermosa manager Jo, a mi linda publicista Sara y a mi latosa que soporta todos mis berrinches, Salem.
Y por último pero no menos importante a FFAD que ayer celebró su primer aniversario, gracias por hacerme parte de su familia.
Acabado ya con mi discurso de graduación –nótese el sarcasmo– los dejo con esta historia escrita desde y para el corazón.
"La mente es como un paracaídas, sólo funciona si se abre" Albert Einstein
Advertencia: Abrid sus mentes. Pueden encontrar escenas fuertes o subidas de tono. Algunos de los personajes de Twilight han cambiado de rol y hasta apellido, es mi culpa.
ROSAS AZULES Y ESPEJOS ROTOS
PRÓLOGO
Se puede llegar a sentir la frustración de manera que sientes que el alma se despedaza en miles de piezas, se reconstruye y vuelve a pasar una y mil veces, se puede sentir que cualquier cosa que hagas, digas o incluso pienses es un absurdo para los demás y solo para ti tiene sentido, que enfrentes lo que enfrentes siempre serás el peor porque ningún esfuerzo habrá valido la pena, por lo menos no lo suficiente a los ojos del mundo.
¿Se puede ser el ser más miserable y aparentar al mismo tiempo que se es fuerte, exitoso y perfecto?
La respuesta es sí. Bella lo sabe y Edward será testigo de ello, sus almas apenas reparadas lo saben, lo vivieron en carne propia, una muestra más de que la vida puede ser percibida por los demás como rosa y por ti como estar en el fondo oscuro acompañado de la peor escoria que existe, tú mismo.
Ese es un sentimiento que solo confirma que aún se tiene humanidad. Los seres humanos son solo eso, seres humanos, se equivocan, se caen y se levantan, curan sus heridas y tratan de continuar con su camino como si nada hubiese pasado, pero al intentarlo en ocasiones dejan de ser lo que eran, se transforman, puede que sea para bien o para mal, puede que regresen a la luz si estuvieron en la oscuridad o puede que definitivamente se entreguen a la oscuridad porque la luz ya no le da sentido a quienes son.
Isabella es uno de esos seres que se dicen humanos, es uno de los muchos a los que la luz no les ayudó a ver mejor, sino que dañó su visión, lo que aunado a su dolor permitió que la oscuridad se presentara ante ella haciendo que se arrojara en sus brazos para sentir el abrigo de la desolación que solo ésta puede dar.
No hay como la maldita rutina para que un simple día se convierta en un infierno, un día más en el infierno, eso era lo que Isabella vivía cada día. Ella abría sus ojos todas las mañanas y a diferencia de lo que le habían enseñado las monjas patéticas del colegio en el que estudió y trabajó durante un tiempo, no hizo una acción de gracias por el nuevo día ni por su vida, sino que por el contrario maldijo el día, elevando su dedo medio al aire, en señal del poco respeto que le tenía a ese supuesto ser superior, que se había ensañado en joderle la vida, haciendo de ella una puta virgen.
¡Ja! Se burlaba Isabella de sí misma, ella era la única puta que no había dejado de ser virgen y que además no ganaba un mendigo peso para nada; veía a sus padres hacer malabares con el dinero y así poder pagar cada uno de sus gastos, sí lo dicho, tras de puta virgen, era el mayor gasto de su familia. Solo era eso, un gasto más.
— ¡Maldito nuevo día! ¡Oh si mi señor Dios! Gracias por joderme la vida— fue la primera frase que emitieron sus labios para luego dirigirse al baño a arreglarse y poder seguir viviendo la misma mierda de cada día.
Una vez arreglada se dirigió a la cocina, allí Kate la esperaba como todas las mañanas.
—Buenos días mi bella princesa —le dijo esta, dejando un tierno beso en su mejilla.
—Buenos días —dijo Isabella de manera seca y cortante, dando por terminada una conversación que ni siquiera había empezado entre ella y su madre.
Cada palabra que Bella pronunciaba últimamente estaba cargada de odio y tedio. Kate lo había notado pero como siempre prefería dejar pasar por alto las actitudes de su hija porque creía que así ella volvería a ser la misma de un tiempo atrás pero Isabella parecía ir en contra de cualquier pronóstico, ella nunca actuaba según lo que se esperaba. Isabella actuaba según lo que quería.
Al terminar de desayunar Isabella dejó los platos en la mesa, esperando que su madre los recogiera, así como el odio crecía en ella también creía una pretensión sin límites, una pretensión que la llevaba a ver a los demás como seres inferiores. Esto último era su método para no sentirse poca cosa, nadie lo sabía, ese era un problema que la había perseguido desde la niñez, siempre se había sentido tan poca cosa, por eso todo con él había salido mal, se repetía en su mente una y otra vez, pero así como esas ideas se apoderaban de ella, así mismo llegaban las que le decían que ese chico no era nadie, no eran nadie, ni él ni ella.
Mientras esos pensamientos se apoderaban de su mente regresó a su cuarto, tomó su guitarra y las partituras que reposaban en su mesa de noche, buscó entre ellas la de aquella canción que tanto había ensayado en las últimas semanas, era demasiado perfeccionista, no se permitía un error y mucho menos se lo permitiría en la música, luego de dos horas de ensayo sin descanso alguno empezó a sentir aquella sensación que adormecía sus manos, era normal que aquello pasara debido a que había estado practicando casi toda la noche, toda la madrugada, afortunadamente el cansancio la venció a las cuatro de la madrugada y ahora continuaba con aquel ensayo que se vio interrumpido por el sueño en el que se sumió.
De su guitarra emergían notas que formaban una melodía desgarradora, una melodía que podría relacionarse con pérdida y muerte, una melodía que al ser escuchada producía dolor. Y si eso producía en quienes la escuchaban ¿cómo se sentiría Bella? Si ella había sido su creadora.
A medida que pasaba de un acorde a otro su ánimo también pasaba de un estado a otro, de aquella chica llena de odio que había tomado la guitarra en sus manos hace dos horas atrás no quedaba nada, ahora se podía ver un resquicio de una Isabella humana, una Isabella que lloraba, una Isabella que admitía que había perdido mucho más de lo que creyó perder en aquella tarde de lluvia.
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Gracias por leer.
¿Qué les pareció?
Preguntas, sugerencias… Soy toda ojos pare leer sus comentarios mejor.
Y como no soy tan mala les dejé también el primer capítulo. Disfrútenlo.
