Summary:

¿Quien dice que un inmortal no puede enamorarse? Y de un mudo menos ¿No? Okay pues yo vengo a demostrarlo contrario. Comunicarse a través de la música puede ser complicado pero si tienes toda una vida para aprender y por quien aprender, te resulta lo más fácil del mundo. UsUk.

-Capitulo 1-

Él había vivido mas de la cuanta para cualquier ser humano, ¿Por que? Bueno realmente no esta muy seguro, pues en los momentos que sucedió estaba inconsciente, solamente recuerda palabras de una vieja señora…

-Tu tienes un destino impórtate, usa bien los dones que te he dado-

Y eso es lo único que recuerda de aquel entonces.

Suspiro pesadamente, era otro día en el que debía ir a su trabajo, claro que no importaba llegar tarde pues era su propio jefe.

Trabajaba en una pequeña casa de música, donde disfrutaba estar rodeado de hermosos instrumentos que, algunos de ellos, hacia el mismo.

Se desperezo en su cama y se dispuso a levantarse, camino arrastrando los pasos hasta el baño propio de su habitación, se metió a su ducha y comenzó a aclararse su cabello. Salio y cambio su vestimenta por unos jeans azul oscuro y una camisa blanca, se acerco al espejo y trato de peinar sus rebeldes cabellos rubios. Se observo detenidamente ante su espejo de cuerpo entero y pudo verse en el, igual hace más de 400 años.

Suspiro y bajo por las escaleras hasta su living, tomo su bolso con las llaves y se preparo para irse.

El cielo con algunas nubes como era la costumbre pero sin frío, eso era bueno, ya que había olvidado su abrigo en el sillón de la sala.

Camino un par de cuadras hasta llegar a su tienda, tomo sus llaves y abrió la puerta. Amaba estar allí, con el aroma a limpio, sonrío para si mismo y se encamino hasta las persianas de las ventanas, las subió algo emocionado y finalmente se acerco a su mostrador donde estaba la caja registradora.

El joven de el que hablo es Arthur Kirkland, atractivo a la vista, de hermosos ojos verde esmeralda, piel blanca y estatura promedio, lo que mas llamaba su atención eran sus cejas pobladas, que a cualquiera le quedarían mal, pero en él le hacían ver lindo y hasta con un aire elegante.

Había pasado por muchas guerras y sin embargo permanesia sin ninguna marca en su rostro o cuerpo, por fuera aparentaba unos 23 0 24 años, pero por dentro llevaba siglos de vida. Paso por épocas importantes en su país, que por cierto era Londres, Reino unido. Peleo en la Guerra Fría, Primera y Segunda Guerra Mundial, y encabezo la Armada Británica cuando pelearon y derrotaron al franco-español. Vivió una época de pirata también, gracias a que se había ganado el respeto de la Reina, le habían otorgado su propio navío para pelear contra la Armada Invencible, su amado "The Phoenix".

Suspiro pesadamente, recordaba eso momentos en donde era importante y sobre todo el poder que tenia.

-Después de tanto, un poco de paz es necesario- Dijo tomando un sorbo de tu té ya que había puesto en la puerta de su tienda un cartel que decía "Volvemos en 15".

Le sobraban cinco minutos y decidió relajarse y sentarse a tocar un poco su guitarra. Si, también había pasado la época del punk y el Rock.

Disfrutaba tocando sus propias melodías y de vez encunado interpretar alguna canción de sus artistas favoritos.

Se sentó en su silla y sobre una mesa a su lado había una hermosa guitarra eléctrica con una calavera negra en el centro de ella, no iba a negarlo amaba esa música, lo hacia sentir libre y sin preocupaciones, pero también disfrutaba de tocar el piano con bellas melodías de música clásica, después de todo la anciana que la había dado esos dones también le dio el de ser un gran música y poder expresarse con ella, pero nunca lo compartía con desconocido ya que era bastante reservado.

Disfrutaba de la literatura, la buena música, el té, la magia (aunque muchos dijeran que no existe, para él si), salidas a lugares históricos (que él, épocas siglos atrás, se habría librado en feroces batallas), también disfrutaba del silencio.

Finalizo su concierto para el mismo cuando escucho un grito que provenía del exterior, soltó la guitarra y se acerco a la puerta.

-¿Qué es lo que sucede ahora?- Pregunto al aire.

Asomo su cabeza al exterior y pudo ver horrorizado como una señora corría por su vida hasta lo que paresia un parque cercano con un bulto envuelto en un manta en brazos, seguida de personas contraje negro. La mujer, cubierta en sangre, gritaba a todo pulmón algo in entendible, paresia ser italiana. Los

hombres por el contrario solo hacían exclamaciones en lo que suponía, era ruso.

Se preocupo de sobremanera por el pequeño bulto que cargaba la mujer y no paraba de llorar.

Siguió mirando la escena y observo como la gente no se atrevía a meterse en ella. No podía creer que ya no se interesaran por los ciudadanos o extranjeros que residían en su país.

En medio de sus pensamientos vio doblar a la mujer en una esquina y los hombres que le venían pisando los talones, decidió mandar todo al cuerno y ayudar a la señora. Cerro la puerta de su negocio con llave y salio corriendo tras ellos. Los deportes nunca fueron lo suyo, pero después de siglos en guerras no tuvo otra que acostumbrarse a la actividad física.

En un momento los perdió de vista y entro en pánico…

-¿Dónde están?- Dijo agitado para si mismo con desesperación en los ojos mirando para todos lados hasta que diviso un grupo de hombres con traje golpeando descaradamente a la mujer como si de un trapo se tratara. – ¡Malditos hijos de…!- No pudo continuar la oración ya que vio, con los puños cerrados de ira, como sacaban un arma y en frente de sus narices le disparaban a la pobre mujer.

Su vista se volvió roja de furia y empezó a correr nuevamente hacia aquellos malditos.

Envistió con tanta fuerza a uno de ellos que lo mando a volar varios metros lejos del resto. Los compañeros lo miraron atónitos al joven que acababa de aparecer, como si de un monstruo se tratara.

Aprovechando que estaban distraídos, el inglés le arrebato el arma que sostenían aun en sus manos.

-I can't belive it!- Grito exasperado por lo que sus ojos habían visto.

El estaba acostumbrado a ese tipo de escenas, pero que mataran a una persona tan fríamente esa imperdonable.

El arma la arrojo lejos de su alcance y con un rápido movimiento derribo a uno más de esos rusos. Uno lo tomo por atrás y empezó a asfixiarlo, en ese momento recordó algo que un viejo amigo le había enseñado.

-Usa su propia fuerza para derribarlos- Decía un joven chino sin alterarse mientras el ingles era asfixiado por otro hombre.

-Thank you, Yao- Susurro.

Haciendo uno de la fuerza del otro lo arrojo hacia delante. El hombre cayó duramente al suelo frente a él.

Los hombres que restaban seguían mirando atónitos lo que sucedía.

Uno reacciono y le propino un golpe en el estomago que lo dejo sin aire por pocos segundos, el otro aprovechando eso tomo sus manos y las sujeto fuertemente con las de él para que el hombre restante pateara las piernas del joven con furia. Le dolía, ni iba a mentir, pero la impotencia que le había provocado ver la situación anterior era mas fuerte.

Con sus manos aun sujetas izo una especie del látigo y logro dejarlas libres, le encesto un puñetazo en la cara que lo dejo inconciente, mientras el otro intentaba sujetarlo de la cintura y aventarlo por los aires. Con sus piernas se aferro a las de aquel mastodonte y tomo impulso hacia delante logrando levantar un poco del suelo al ultimo ruso que quedaba, ya que era enorme, y tirarlo de espaldas dejándolo mareado, se levanto rápidamente y utilizando su codo lo golpeo en su pecho dejándolo inconsciente del todo.

Se levanto totalmente agitado, pues hacia años que no entrenaba tan arduamente, observo a su alrededor buscando con la mirada algún policía que detuviera a esos hombres, localizo uno en una esquina mirando como idiota la escena frente a él. Arthur se llevo una mano a la cara con cansancio.

-Siempre lo mismo- Se dijo a si mismo caminando como si nada y se paro frente al sujeto uniformado. –Arreste a esos hombres de inmediato- Dijo o mas bien ordeno y se alejo dejando todo en manos de la justicia.

Se paro junto a el arma que había arrojado minutos atrás cerda de un bote de basura y la guardo en su bolsillo sin ser visto, como si fuera un trofeo, ya que adoraba guardarse cosas de sus aventuras.

Volvió a incorporarse y estaba dispuesto a irse a su tienda de nuevo, pero sintió una mirada en su espalda que lo observaba con asombro.

Se encogió de hombros pensando que eran ideas suyas o alguna persona que había presenciado en encuentro, retomo su paso lentamente y agudizo el oído, así pudo sentir que si había alguien siguiéndolo. Giro bruscamente sobre su propio eje con los puños en alto para enfrentar cualquier cosa que se atreviera a desafiarlo después del espectáculo que acababa de montar en un parque publico.

-¡¿Qué quieren?!- Grito por inercia.

Escucho un gritito de sorpresa y bajo su mirada para encontrarse con unos ojos color cielo que lo miraban impresionados pero aun un poco rojos de tanto llorar.