Alegando que era un día especial, había accedido a la transformación (por sus amigas) de su estilo: el pelo tono vino suelto, sólo un recogido lateral adornado con un lazo; una camiseta de tirantes y falda corta (con la cual se sentía incómoda, al pensar que estaba enseñando demás) y lo principal, la destrucción de su única barrera. La habían quitado las gafas.
Mataría a Castiel, lo haría en cuanto tuviese ocasión, porque cierto era que, sin Ellas, era más directa, objetiva… pero las echaba en falta como el oxígeno, como si la diesen algún tipo de fuerza. Pero ahora, sólo era Aine, una chica perdida en un gran pasillo, pues estaba llegando tarde.
Dentro de las novedades de hoy, descubrió una pareja en pleno acto pasional, y provocó un profundo sentimiento de soledad y vergüenza. Ella era Ámber, que parecía gustosa del beso (y eso defendía que le gustaba Castiel, tal vez estaba en pleno intento desesperado de olvidarlo, ¿quién era Ella para decir nada? si tuvo una experiencia parecida con aquel chico en la playa, Drake) de ser así, la daba muchísima lástima. Pero el chico, un muchacho alto, pelo castaño, estilo desenfadado, bien formado, camisa blanca con pantalón militar… "Militar", ésa maldita palabra le arrebató a Ken hace años.
Pero lo peor era que no podía moverse, estaba estática, en shock; al fin se separaron, Ámber parecía estar en una nube, pero el susodicho parecía pensativo. ¿¡Quién narices era!? ¡No estudiaba aquí!
- Mmmh… ¿y tu nombre? –dijo la rubia, volviendo un poco en sí-
- ¿Y qué más da? Al fin pude comprobar una cosa, y es que no besas nada bien, no eres nada del otro mundo…
- ¿¡QUÉ!?
Aine sonrió, evitando mostrar la carcajada, ¡al fin alguien le puso los puntos sobre las ies a ésa engreída! No es que fuese mala, pero la había hecho tanto daño, a Ella y a su amigo Ken, que ya era hora de que alguien le diese su merecido.
Ámber va a responder, pero al verse descubierta, decidió ignorarle, ya planearía algo mejor.
- Como cuentes algo de esto, estás muerta –la susurró, antes de pasarla, empujándola- Aparta, niñata…
Hinchó los mofletes, contemplando su indignada marcha, ¡si es que no tenía modal alguno! Suspiró, no tenía remedio, y volvió a atender a su héroe… o antiguo héroe, porque al ver su pícara y provocadora sonrisa de medio lado, la dio un vuelco el corazón, y tuvo la sensación de mejor no intimar más, por su propia seguridad.
- Si…siento haber interrumpido lo vuestro…
- No interrumpiste nada porque no hay ningún "nuestro", simplemente me aburría, y ella pasaba por aquí…
- ¿Qué estás diciendo?
No cabía explicación posible para una actitud como esa, ¿quién se creía? ¿la había utilizado? Pero su rebelión no surgió efecto en el momento adecuado, porque la había agarrado de la barbilla y aproximado a Él, quedando ambos rostros a escasos milímetros.
- ¿Y tú qué? ¿Te aburrías y mirabas?
- Nno… Yo…
- ¿Quieres que lo repita contigo? –sugirió perverso-
Menos mal que no llevaba las lentes, porque de no haber sido así, no habría tenido las agallas suficientes, como para empujarlo y tirarlo al suelo. Estaba muy cabreada.
- ¡No sé qué visión tienes de las mujeres, pero no todas somos unas dejadas! ¡Yo no soy una cualquiera!
Pies para qué os quiero, menos mal que se apresuró a salir de allí, como alma que lleva al diablo, antes de que pudiese hacerla daño.
El ojiverde se levantó, con aún la sorpresa en el cuerpo, colocándose las ropas y sonriendo.
- He debido de equivocarme, aunque tenga su mismo pelo y sus mismos ojos, jamás se comportaría así…
. . . . .
Tras pasar las clases, los alumnos se reunieron en el patio. Tiempo del recreo.
El grupo de chicas se juntaron en el banco, entre ellas, estaba Iris, Violeta y Rosalya. Aine mordió con ganas el emparedado, refunfuñando.
- Estás de un humor de perros… -bromeó la peliblanca- ¿Es posible que el chico que te gusta no te haya dicho hoy lo guapa que estás?
- da otro bocado- No me hables de chicos, que hoy conocí a un indeseable…
Indeseable, pervertido, mujeriego, éste tío reunía todos los requisitos para ser "desagradable"
- Entonces… ¿visteis al chico nuevo? –tartamudeó Violeta, sonrojada-
- ¡Por supuesto! ¡Está cañón! –exaltó Rosalya-
- Tú, que estás con Leigh… -dijo Aine, mirándola de reojo-
- ¿Y? no quiere decir que esté ciega… Mira, ahí viene…
Un escalofrío recorrió su columna vertebral… ignorar, ignorar, ignorar…
- ¡Guapo y misterioso! –gritó Iris-
Descarado, seguido de Armin y Alexy, estaban bromeando de lo lindo. Pero el punto final de mala suerte fue ver que Castiel se les unía, y que había bailar su caja verde con malicia.
- ¡Chicas! ¿alguien le puede pedir a Castiel que me devuelva las gafas?
- ¿Tanto miedo te da, que no vas tú? -preguntó Iris, dando en el clavo-
- ¡No le temo, quiero mis gafas!
Pues claro que le tenía miedo, Castiel era de ése tipo de chicos que pierden el raciocinio con que le digas cualquier cosa…
Se levantó y respiró hondo, no demostraría temor, fue directa a por Él. No la mataría (esperaba), como mucho, la tomaría el pelo (lo normal)
- Vaya, vaya, qué tenemos aquí, una canija… -ríe con ganas-
- Por favor, devuélvemelas…
- sonríe- ¿Y si no quiero?
Rectifica, Castiel era el peor de todos, sólo faltaba que tuviese que suplicarle…
- Vamos Castiel, no te pases –dijo Lyssandro, su salvador- devuélveselas…
- Pero es que está mejor sin ellas…
- Por favor, Castiel…
¿Es que no entiende que es importante para Ella? Haría el ridículo delante de todos, ¿no tenía humanidad?
Gracias al cielo que se compadeció, y la entregó la cajita; se la lleva al pecho, echando el aire, al fin…
- Gracias… -sonríe-
Dio media vuelta, rezando para que su suerte cambiara, pero nada más lejos de la realidad. Chocó con el nuevo, la sostuvo por la cintura para no caer ambos… maldita mala suerte…
- ¡Ey! –sonríe- Pues sí que quieres algo conmigo…
- ¡Ni muerta estaría a tu lado, pervertido!
- Vamos Kentin, déjala, es muy inocente…
- Ken…tin… -musitó-
Ahora lo recordaba, ésos ojos, como los de Ken; vuelve a mirarlo, tratando de obtener respuestas, pero sólo llega a la conclusión de que es imposible, Él no se comportaría así.
- Di… disculpa, ¡tengo prisa!
Sale disparada, no se encontraba nada bien, ¿Por qué tenía que llevar un nombre similar? ¿¡Dónde demonios estaría el auténtico Ken!? Lo peor era pensar que el chico era interesante…
. . . . .
Tras luchar por no cruzárselo y aguantarse la tristeza, pues toda ésta situación sólo la hizo rememorar la marcha de su mejor amigo (aunque en realidad, siempre fue algo más), y la había dejado más y más confusa.
"Kentin", "Ken", pantalón militar… en muchas ocasiones había aprendido que las casualidades no existían, pero ¿se podía dar un cambio tan drástico en tan poco tiempo?
Se ajustó las gafas, agarra la pila de libros, y se dispone a bajar a la primera planta. Era mucho peso, pero así se ahorraba viajes y tiempo.
Pero iba tan cabizbaja, que ni escuchaba el ruido del piso inferior, y al llegar al rellano intermedio. Se dio el caso que se cruzó con quien no debía, y quedó paralizada.
Pero Él también se mostró paralizado, como si no pudiese despegar su atención de su cara, ¡si lo único que llevaba diferente, eran las gafas!
La mala suerte hizo que resbalara en el siguiente escalón, cayendo irremediablemente. Se iba a comer la escalera de lleno.
- ¡Cuidado!
Tras la voz del chico, lo siguiente fue empotrarse contra algo blando; cuando se recuperó, aparte de agarrarse la dolorida cabeza, se incorporó levemente.
- U… ugh… ¿qué ha pasado?
- ¿Estás bien?
- S… sí…
- Entonces, ¿podrías quitarte de encima?
Mira hacia abajo, al autor de la frase, para encontrarse al castaño bajo Ella; tres segundos pasaron, para que diese un brinco y se quitara avergonzada, y profundamente arrepentida.
- ¡Perdón, perdón, perdón! ¿¡Te he hecho daño!?
- No, tranquila… -sonríe-
- ¿¡Seguro!? Mira que peso…
- extiende sus brazos, sujetando los cristales- Aine, qué vas a pesar…
Colorada con el gesto, éste tipo de cosas las hacía Ke… ¡no! Aunque juraría que no era el mismo chico de antes.
Como si la leyese el pensamiento, se pone de pie y retoma el estilo chulesco.
- ¿Bueno, qué? ¿Te levantas?
- Ah… ¡Sí!
Pegó un impulso para incorporarse, pero en cuanto apoyó el pie izquierdo, sintió tal calambre, que se le heló la pierna: perfecto, no puede levantarse, y se niega a reclamar ayuda.
- ¿Ocurre algo?
- ¡No, tranquilo! Tú vete, ya me apaño yo…
- No puedes levantarte, ¿verdad?
Pestañeó varias veces, ¿tan mal mentía? Aunque después de todo, sólo estaba Él a ésa hora, lo normal es que todos los alumnos ya hubiesen salido del instituto… pero pedirle un favor a un desconocido…
No pudo reaccionar a tiempo, porque la había cogido en brazos, sin mediar aviso.
- Q… ¿¡Qué haces!?
- Ayudarte, ¿no lo ves? –la joven se sintió como una estúpida- ¿Dónde queda la enfermería?
- ¡Muy lejos! –gritó, intentando soltarse-
- O te llevo por las buenas, o por las malas, tú decides…
- ¡Al girar el Aula B! –procuraba que no se viese nada de más por la diminuta falda- ¡pero ahora estará vacío, no hay nadie!
- Bueno, pues yo te realizaré las curas, algo me han enseñado…
Además de guapo, inteligente, qué poco poder de convicción tenía… pero la hacía sentirse mal estar con cómoda entre sus brazos.
Abrió y la dejó sobre la camilla; retrocedió para cerrar, y rebuscar en el botiquín. Al regreso, llevaba lo necesario, y tomó una silla para estar a la altura apropiada.
La pobre supo que casi no podía ni mantenerle la mirada, era demasiado lo que transmitía aquel extraño.
- la coge el pie con delicadeza- ¿te duele mucho?
- Sólo… cuando apoyo…
- suspira y con una leve caricia, mueve el tobillo, sosteniendo su pantorrilla) Es un esguince.
¿Ahora también tenía conocimientos médicos? ni que fuese el chico perfecto. Sin embargo, está tan avergonzada, y tiene tanto calor, que ni en el dolor está pensando.
¿Por qué era tan bueno con Ella? otro la habría dejado con la lesión, tal vez quería redimirse por su comportamiento… estiró un par de vendas y comenzó con su cometido.
- Parece que ya no te asusto tanto… -ríe, mirando a su trabajo-
- ¡No me asustas!
- Me has estado evitando toda la tarde…
- (¿Por qué tenía que darse cuenta?) E… es que…
- ¿Sí?
- sacude la cabeza- ¿Dónde aprendiste primeros auxilios? ¿De dónde vienes?
- No te gusta hablar de ti misma…
- A ti tampoco…
El ojiverde devolvió la respuesta con una mirada, touché, no obtendría información; no podía parar de realizar la comparación Ken-Kentin…
- ¿Por qué me lo preguntabas? –inició ahora Él la ronda del cuestionario-
- Es que me recuerdas… a un viejo amigo…
- ¿Qué… amigo? –da la última vuelta-
- Ken… se llamaba Ken…
El castaño recogió todo, y se sentó a su lado, como si esperara más datos. Tal vez, si de verdad era Él, la diese el voto de confianza que tanto se merecía.
- ¿Quién es ese tal "Ken"?
- Un… -suspira- … amigo de la infancia, que se marchó hace mucho tiempo…
- mira al frente- Hablas de Él como si lo añoraras…
- Y lo añoro –cierra los ojos, sonriendo, y sin percatarse de la miraba que la lanzaba- Era un amigo muy especial, lo quiero mucho, pero un día… se fue, y aunque dijo que volvería… -abre los ojos, aprieta los puños- ya no lo creo…
- Pero si te lo prometió, una promesa no se puede romper…
- ¿Tú crees? –la esperanza brotó de sus ojos al coincidir con los ámbar-
Gran error, porque deseaba que la confirmase sus dudas… que la abrazara… pero si se equivocaba, estaría cometiendo el peor error de su vida.
- De todas formas, seguro que con el tiempo que ha pasado, ya no lo necesitas a tu lado.
- ¿Qué? ¿Por qué?
- No sé… habrás tenido… o tendrás novio…
3,2,1… carcajada limpia, dejándole bloqueado. ¿¡Novio!? ¿¡Ella!? ¿¡Se trataba de una broma!? Si hasta lo de Drake fue un escarceo obligado.
Pero a Kentin parece no estar haciéndole ninguna gracia, se limpió como pudo las lágrimas.
- ¿Novio yo? ¿Me has visto bien?
En consecuencia, se echó sobre Ella, encerrándola entre sus brazos y la pared. Quedó colorada, ¿¡qué iba a hacer!?
- Te he visto bien, y me pareces preciosa…
- N…no bromees…
- ¿Te demuestro que hablo en serio?
- (Sí, digo No, digo Sí… digo ¡que alguien me salve!) E… E…
Con la boca abierta, se aterrorizó al ver que la iba a besar, ¡besar! Apenas quedaba distancia, ya tenía los ojos cerrados y temblaba, notando el roce en sus labios…
- Ke… Ken…
La unión no llegó, y estaba tardando; cuando volvió en sí, el estudiante había retrocedido, y parecía enfadado.
- Te equivocas, me has llamado Ken, y yo soy Kentin…
- frunce el ceño- ¿Y por qué siento que me estás mintiendo?
- Te estoy diciendo que te estás confundiendo.
- ¡Pues me recuerdas a Él!
Se tapó la boca, ¡había hablado de más! y seguro que lo había humillado. Se levanta, tenso, ¿qué podía hacer ahora?
- No quise decir…
- Lo has dejado todo muy claro, y no soy Él, así que tendrás que conformarte.
- Yo…
- Será mejor que vuelvas a casa sola, puedes, ¿no?
- S… sí… (Ken… jamás me dejaría sola…)
Avanzó como pudo y se alejó del Sweet Amoris, regando su rostro en lágrimas: ninguna experiencia con los chicos, ¿en qué pensaba para interesarse en uno?
Aún, en el fondo de su corazón, creía que era Él, pero si lo negaba… si la mentía y no confiaba en Ella, sólo era indicio de que la había olvidado y ya no era importante en absoluto, y eso era lo que más miedo la daba reconocer: que Ken ya no quisiese saber de Ella…
Se limpió las mejillas, lo mejor para ella era olvidarse del planeta Chicos, estuvo años sin inmiscuirse en ellos desde que su mejor amigo la dejó, mejor seguir con ése rumbo.
