Mi Cielo Eres Tú:

Bueno, pues aquí tenéis un nuevo fic ^^ Es algo imaginativo, y puede que sea algo pesado, ya que he decidido cambiar el modo de escribir solo en este fic. He intentado describir mucho más las cosas, también he intentado describirlo de una manera que, podríais sentir lo que sientes los protagonistas, o eso espero. Espero que os guste, y si tenéis algo que decir, ya sabéis, review ;)

Disclamer: Inazuma Eleven es de Level-5, por desgracia, tenemos que escribir esta frase en todos lados ¬¬

¡Bueno, a leer!

- Fidio, cuéntame un cuento… - Dijo una pequeña niña en su cama, tapada hasta el cuello por unas suaves sábanas, mientras su querido hermanito le acariciaba el pelo rubio, intentando que se durmiera.

- No, Rushe, es muy tarde. Tienes que dormite, que sino mañana vas a estar demasiado cansada.

- Vamos hermanito… Aunque sea uno pequeñito. – Dijo, mientras entrecerraba esos ojitos verdes con la mirada perdida en el techo. Lamentablemente, su hermana pequeña había perdido la vista por un accidente, incluso le operaron para curarlo pero no fue posible y la pobre niña tendría que vivir ciega para el resto de su vida.

- Bueno… ¿Cuál quieres que te cuente? Pero recuerda que tiene que ser cortito…

- El del joven enamorado de un ángel. – Dijo sonriente. A Fidio no le gustaba demasiado contarle esa historia a su hermana, porque sabía que es una mentira enorme, y él no creía en seres mitológicos. Iba totalmente en contra de las creencias de su familia, ya que era muy católica y creía en todo lo relacionado con dios y con el catolicismo. Su hermana todavía era pequeña, y no quería negarle algo que sus padres les estuvieron enseñando desde que nacieron, en su caso, hacía 17 años. Aún así, se sabía mil y una historias de ángeles, demonios y de todo tipo de seres inexistentes, porque a Rushe le encantaban.

- Bueno, pues… Había una vez un joven enamorada de un ángel. Esta, a la vez, como era ángel no podía enamorarse. Un día, él le dijo:
-¿No te gusto? ¿No me quieres besar?
-Sí que me gustas, pero como soy un ángel, no me puedo enamorar, llevo alas, con ellas no puedo besar, no puedo sentir el placer de tus besos.
-Quítate las alas y ven, verás cómo te gustará, yo te haré tan feliz que no las echarás de menos.
El ángel como era débil, se quitó sus alas. Él, primero lo besó y ella se enamoró totalmente del otro. Fue tan grande el amor que sintieron, que el ángel ya no quería sus alas, porqué con ellas no podía amar. Pidió a Dios que le librara de sus alas y Dios le dijo:
-Ya no podrás volar, ya no podrás estar en el cielo y tampoco estar a mi lado.
El ángel le contestó:
- ¿Y qué importa todo eso si no puedo amar, si no puedo sentir, ni notar sus dulces besos? ¿De qué me sirve tu cielo, si el cielo para mí es él?
A veces nuestro cielo, no está en el cielo,
el cielo está… donde está la persona amada.
Ala, a dormir.

- Gracias Fidio. – El moreno se levantó del lado de su hermana, le besó la frente suavemente y cuando iba a salir por la puerta… - Oye, hermano.

- ¿Si?

- ¿Tú crees en los ángeles? – Ya estaba harto de tanto creyente alrededor.

- No, no creo en ellos.

- Pero la historia…

- La historia es falsa, todo es falso. Un humano no puede tener alas, y cuando mueres, se acabó, no hay nada más.

- Fidio… ¿Por qué dices eso? ¡Si que existen, todos tenemos un ángel de la guarda! Nos protegen desde allí arriba.

- ¡Ya claro! Igual que protegieron a… - Se mordió la lengua, si acababa esa frase, su hermana le odiaría. Prefería no recordar a mamá y a su maldita enfermedad.

- ¿A quién?

- A nuestro gato. ¿Te acuerdas de "Botas"? – Intentó despistarla por un momento.

- Claro que sí… - Bostezó, casi se le cerraban los ojos del cansancio. – Buenas noches, hermanito… - Se acurrucó entre sus mantas, hasta quedarse totalmente dormida. Ese tema era muy delicado para él, era el único de esa casa que no creía en eso, y por lo tanto, era despreciado. Su padre no soportaba que su hijo fuese ateo, y menos que se dedicara al futbol y no a la carpintería, como hicieron los hombres de su familia durante generaciones y generaciones. Desde que murió su madre, Fidio dejó de hablarle a su padre, solo le hablaba para las cosas importantes. Su relación se enfrió, incluso en navidad, el moreno ya no recibía regalos, su padre solo los compraba para su hermana. Aunque a él eso no le importaba, mientras su hermana fuera feliz, lo demás le daba igual. El padre solo se ocupaba de darle de comer, de sus estudios básicos y de la ropa, si quería dinero para sus caprichos, tendría que trabajar, y eso hacía. Trabajaba de ayudante en el tren de la ciudad, así ganaba un poco de dinero para pagar su matrícula en el equipo italiano. Esa misma tarde su jefe llamó y le dijo que tendría que volver a hacer el turno de noche en la estación, si no lo hacía le despedirían. Así que cogió su chaqueta y salió a la calle, pasando por delante de su padre y sin siquiera decirle un "adiós".

Esa era su vida, monótona y algo deprimente. Pero aún así, daba gracias a quien estuviera ahí arriba por haberle dado una hermana como esa, y una infancia feliz. Miró al cielo, con las manos en los bolsillos. Esa noche había muchas nubes negras, y ya empezaba a gotear, así que decidió coger un atajo cruzando el campo de futbol. Echó a correr, pasó por unos callejones oscuros, saltando y esquivando todo tipo de obstáculos. Cuando llegó a una de las esquinas del campo, escuchó un grito de mujer, que inundó toda la pequeña ciudad en un silencio agobiante. Un trueno realmente enorme irrumpió ese silencio, hasta reventó las luces que iluminaban el campo y las calles. Se tiró al suelo, muerto de miedo, hasta que ese estruendo desapareció. Levantó la mirada del suelo, y allí, tendido en el suelo, vio un pobre ser inconsciente y delicado.

Espero que os haya gustado :D Quiero aclarar que los capítulos tendrán más o menos 800 palabras, pero habrá bastantes, así que yo creo que lo compensa XD No hará falta ningún comentario en los demás capítulos, por lo tanto, no los pondré XD ¡Reviews!

¡Gracias por leer!