Nada, esto es solo un sueño que he tenido la última noche. Es una parida, es muy corto, ni yo lo entiendo muy bien... Pero no sé, me gusta, y me sentía en deuda con mi subconsciente. Hasta el título viene del sueño.

En fin, mientras trabaje dormida y no despierta... Por mí genial. (Yao Ming.)


Colores

Posó una mano en su tibia mejilla con la esperanza de recibir alguna reacción por ello, pero no se inmutó. Dougie siguió sentado en la cama, con el cuerpo desnudo tapado hasta las caderas y la mirada perdida en alguna parte de la sábana. Los hombros caídos, la cabeza gacha, las manos colocadas de cualquier manera sobre sus piernas. Cuando Danny se hubo despertado, Dougie ya se encontraba así.

Otra vez roto, por ninguna razón aparente. El juguete se había cansado de funcionar, así que había llegado la hora de comprarse otro. Pero Danny no lo dejaría, nunca, y menos de esa forma.

Colocó sus dos manos a ambos lados de la cara de Dougie y, con cuidado, se acercó a él, besándolo. Primero un roce, luego intenso, intentándole transmitir algo de su energía vital. Sus labios también eran tibios, no respondía a sus movimientos. Tan solo estaba ahí, no le desagradaba la acción. Podía hacer con él lo que quisiera.

Danny, sin abrir los ojos, apoyó su frente contra la suya y acarició sus mejillas con el dedo pulgar, dibujando círculos.

—Sabes a azul oscuro. Y a negro.

Abrió los ojos. El rubio ni siquiera le miraba, y estaba a tres centímetros de él.

—Sabes a noche.

Apretó la mandíbula, asustado.

—Haré que vuelva el día. Te lo prometo.

Lo estrechó en sus brazos, fuertemente pero siempre con delicadeza, mucha delicadeza. Dougie era frágil. Besó su hombro y se quedó allí, con los ojos cerrados, esperando. Dougie levantó una de sus manos y la dejó en la espalda de Danny, correspondiéndole el abrazo.

Sería el único movimiento que realizaría aquel día.