"Este es el Bakumatsu, la Era de la Confusión, la era que fue escrita con sangre. La historia de esta era comenzó a caminar hacía un nuevo camino. En esta era, Aquellos que creyeron en su propio modo de vida hasta el final… Aquellos que desearon encontrarle el significado a su existencia… Aquellos que trataron de convertirse en Demonios por su propia voluntad… Únicamente pudieron ser limpiados por el tiempo…"

HACEDOR DE PAZ

CAPITULO I
MI CAMINO

Oscuridad, sombras, soledad… de su vida eso era lo único que le quedaba. Recuerdos, nada más eso eran. Todo en lo que creyó ya no existe. Todo lo que él era ya no está con él. En esos momentos ya ni siquiera sabe quién es. Su nombre y su recuerdo están prácticamente muertos. Él debería de estar muerto junto con ellos, pero no es así. Por gracia de la suerte o el destino, él seguía convida por afuera, pero muerto por dentro. Él no debería de estar ya ahí. Debería de estar muerto, pero hay algo que le impide dejar este mundo. No esta seguro de que es lo que lo deja amarrado a esa vida falsa que ahora lleva, pero continúa tratando de averiguar que es.

Se encuentra sentado en medio de la nada, rodeado de sólo sombras. No hay ninguna luz a su lado y es casi imposible ver alguna parte de él. En un segundo su silueta es enmarcada por un relámpago que resplandece en el cielo y cuya luz blanca entra por la venta a sus espaldas. Sin embargo, tan rápido como llega también desaparece y una vez más se queda en penumbras. Él ni siquiera se mutó. Había estado en completo silencio durante muchos minutos.

De pronto, un sonido delante de él rompe toda esa quietud y tranquilidad que sólo había sido rota de vez en cuando por los sonidos de la lluvia. La diferencia era que ahora el sonido no venía de afuera. Él alza su fría y penetrante mirada hacía el frente. La puerta del cuarto se abre lentamente. Del otro lado, como una aparición o un demonio salido de la nada, surge una silueta oscura que se encuentra parada en el arco de la entrada. Él permanece tranquilo, pero no le quita la mirada de encima.

La silueta comienza a caminar, adentrándose con cuidado a las sombras de la habitación. Se puede ver como a su paso ondeaba la larga tela oscura de su traje. La persona sentada lo miraba con unos ojos tan penetrantes, tan brillantes, y a la vez tan escalofriantes que cualquiera hubiera retrocedido ante ellos. Pero esta aparición parece no tenerle el menor miedo.

El extraño se detiene a la mitad del camino. Permanece de pie, lo suficientemente cerca como para que ambos se vean los rostros. El extraño sonríe de una manera maliciosa.

- La Nueva Era pudo haber llegado. – Comenzó a decir con un tono astuto y a la vez agradable. – Pero no por eso ha llegado el final de tu batalla…

Su expresión no cambió en lo absoluto al escucharlo. Sin embargo, aunque no lo mostrará y puede que ni siquiera lo supiera, esas palabras serían su camino a seguir desde ese momento, aunque para ello tuviera que traicionar todo lo que en el pasado quiso…

Tranquilas, pacíficas, calmadas; Así eran las mañanas en Kyoto, y esa mañana de primavera no era la excepción para esta gran ciudad que durante muchos años fue el centro de todo el poder que dirigía al Japón. Aunque el sol alumbrara y las personas caminaran por la calle como siempre, la verdad era que el día no era como siempre lo había sido.

Desde hace trescientos años, las mañanas y las noches mantenían esas mismas características de paz y tranquilidad. Durante el régimen del clan Tokugawa, Japón se mantuvo en una tranquilidad constante, una tranquilidad que no se había visto en el país desde siglos. Sin embargo, esa paz ya se estaba destruyendo. Las mañanas y las noches ya no eran las mismas, ya que en las sombras de Kyoto se llevaba acabo el centro de una nueva revolución. Los hombres leales al Shogunato de Tokugawa defendían con fuerza la paz que se había construido. Para hacerlo, tenían que chocar sus armas contra los Realistas, hombres y mujeres que buscaban un nuevo cambió para Japón, una nueva Revolución. Aunque para ello tuvieron que manchar Kyoto de sangre, ellos seguían peleando con el sueño de llegar a una nueva Era donde ningún otro conflicto pudiera romper la paz.

En el fondo, ambos bandos deseaban lo mismo: traer la Paz a Japón, aunque ambos lo deseaban de una manera muy diferente. Fuera como fuera, la verdad que nadie podía evitar era que sólo el ganador de ésta guerra podría cumplir dicho deseo.

- ¡Espera un momento Tetsu! – Se escucha de pronto que alguien grita a lo lejos. Este fuerte grito rompe de golpe toda la supuesta tranquilidad de la mañana.

Las personas giran su atención hacía el otro lado de la calle, llamados por el estruendoso ruido que se acerca. A lo lejos, pueden distinguir como una llamativa cabellera rojiza se acerca a toda velocidad. La gente tuvo que hacerse a un lado para dejar pasar a quien quiera que sea, ya que corría muy rápido sin intención aparente de querer detenerse. Lo único que algunos pudieron ver fue la figura de una persona de estatura pequeña, cabellera roja y que traía consigo una shinai de bambú.

- ¿Qué estas planeando hacer! – Volvió a gritar la misma voz que parecía correr detrás del primer extraño.

- ¡Cállate y no te pongas en mi camino Tatsu! – Le gritó el chico pelirrojo sin detenerse ni bajar la velocidad.

La persona que con la espada de entrenamiento parecía estar muy apurada para llegar a su destino. Más adelante en esa misma calle se encontraban los conocidos y a la vez temidos cuarteles pertenecientes a la fuerza especial que se encargaba de proteger la ciudad de Kyoto. Los miembros de este grupo eran conocidos por el pueblo como los "Lobos de Mibou", debido a la reputación que se habían ganado a lo largo de lo que llevaba el conflicto. Pero el nombre verdadero de esta tropa era "Shinsengumi", los espadachines que vestían con una chaqueta de color azul y marcas blancas en las mangas.

Parado frente a la puerta de los cuarteles, se encontraban dos hombres vestidos con el traje que diferenciaba a los miembros de la tropa, armados en sus cinturas cada uno con sus respectivas armas; parecían estar haciendo guardia.

- El día está muy soleado. – Comentó uno de ellos alzando su mirada hacía el cielo.

- Es porque la primavera acaba de empezar. – Le contestó el otro, volteando hacía la misma dirección.

En ese momento, también su tranquilidad fue destruida por la misma causa. Ambos hombres dirigieron su atención a su lado izquierdo y vieron como una densa capa de humo parecía acercarse directo hacía ellos. Después de unos instantes, los guardias pudieron ver como una pequeña silueta frenaba con fuerza frente a ellos, quedando justo frente a la puerta.

Los dos se quedaron de pie, sorprendidos sin entender muy bien lo que estaba pasando. Frente a ellos estaba un chico de cabello rojo y corto, con una espada de bambú en sus manos y de estatura muy baja. El chico comenzaba a respirar con agitación debido a su corrida. Sin dar mayor explicación, el chico se lanzó hacía el frente con la intención de entrar al sitio. Hubiera cumplido su objetivo si no fuera porque ambos guardias lo sujetaron al mismo tiempo, deteniéndolo.

- ¡Suéltenme! – Le gritó enojado el chico, mientras trataba de liberarse. Los dos hombres lo sujetaron de los brazos para detenerlo.

- ¡Espera un momento chico! – Le dijo uno de ellos. Tomándolo con fuerza. – ¿Qué haces aquí otra vez!

- ¿Qué rayos piensas hacer trayendo contigo esa espada y entrando como su nada? – Le preguntó el otro en igual situación que su compañero.

El chico pataleaba y se movía, tratando de zafarse de los dos guardias. Después de unos segundos, sus sujetadores lo arrojaron al frente, empujándolo algo hacía atrás. El chico alzó su mirada, viéndolos con una expresión de enojo en sus ojos.

- ¿Porqué ni siquiera me dejan entrar! – Les gritó haciendo su cara hacía el frente. Luego, usando la punta de su espada, apunto hacía un cartel que se encontraba pegado en la pared a lado de la puerta. – ¡Ese Tablero de anuncios lo dice muy claramente, 'Se necesitan soldados'…!

Se veía que tenía otras cosas que decirles a los dos. Sin embargo, para su mala o buena suerte, una mano surgió desde sus espaldas sujetándolo de su traje para después traerlo hacía si. Mientras con su mano izquierda lo seguía sujetando por atrás, con su mano izquierda le tapaba la boca.

- ¡Ya cálmate Tetsu! – Le dijo el joven que lo había detenido.

Se trataba de un joven aparentemente más grande y mayor que él, de cabello castaño y aparentemente corto, aunque a sus espaldas colgaba una delgada cola de caballo, vestido con un traje de color verde. El joven trataba de tranquilizarlo o por lo menos evitar que dijera alguna otra cosa que lo pusiera en problemas. Sin embargo, después de un rato, el chico logró zafarse de su mano, volviendo a gritar al frente.

- ¡No me calmo nada¡Suéltame! – Gritó de nuevo mientras trataba esta vez que quitarse la mano del joven.

Mientras todo esto pasaba, una persona en el interior del cuartel caminaba cerca de la puerta, escuchando todos los gritos que ocurrían en ese lugar. Al escuchar tal escándalo, no pudo evitar detenerse y dirigir su atención en esa dirección. Se trataba de un chico de estatura media, de cabello en un tono oscuro largo y sujeto con una cola, vestido con el traje samurai y la chaqueta azul del grupo. En su mirada se veía una expresión algo adormilada.

- ¿Qué sucede haya afuera? – Se preguntó así mismo algo confundido.

-¡Mi nombre es Ichimura Tetsunosuke! – Dijo el pequeño de cabello rojizo, colocando su mano izquierda sobre el pecho. En su mirada se veía la misma determinación y coraje con la que había venido corriendo hasta ahí y luego pararse frente a esos dos tipo. – ¡Y vine aquí para convertirme en miembro del Grupo Shinsen!

- Tetsu… - Dijo el chico de cabello castaño que estaba a sus espaldas. El joven se había quedado algo asombrado ante el coraje de esas palabras.

Una vez más, el chico pelirrojo alzó su espada en dirección al cartel de la pared, apuntándolo de nuevo.

- ¡Este anuncio dice que buscan personas leales y que quieran proteger a su nación! – Mencionó él. – ¡Esto no toca el tema de la edad!

- Ja, claro. – Contestó uno de lo guardias con cierta burla. – Como si un mocos como tú pudiera unirse a nuestra tropa.

- ¡Si¡Están en lo correcto! – Mencionó el joven mayor con nerviosismo, cubriendo la boca del pelirrojo antes de que pudiera decir alguna otra cosa. – Este chico es un verdadero idiota… - El joven río un poco y luego se agachó hasta ponerse a la altura del oído del otro. – Tetsu, nos vamos a casa ahora, será muy peligroso si nos quedamos más tiempo en este sitio.

El joven se las arregló para que se diera la media vuelta y una vez hecho ambos comenzaron a caminar lentamente, para alejarse del sitio. Al mismo tiempo, los dos hombres se giraron hacía la puerta.

- Sí, vuelve cuando crezcas más – Mencionó por último uno de ellos burlándose de nuevo. – ¿Esta bien… enano?

La última palabra mencionada pareció resonar con demasiado énfasis. Al oír tal expresión, ambos chicos se detuvieron de golpe. El mayor de ellos se quedó congelado de la impresión y a la vez del miedo al escucharlo. El otro, por su parte, se quedó quiero con la mirada baja, aunque se veía como comenzaba a apretar la empuñadura de su arma.

- Por favor Tetsu. – Empezó a decirle el mayor volteando al frente, mientras alzaba la mirada para ponerla en su cabeza. – Sólo por una vez…

Sin embargo, justo cuando se suponía que debería estar tocando su cabellera rojiza, sus dedos únicamente tocaron el aire, ya que a sin que él se diera cuenta ya no había nadie a su lado. Mientras él se encontraba de espaldas viendo al frente, detrás de él su acompañante se había lanzado hacía el frente, haciendo un largo salto que lo colocó casi por encima de los dos hombres.

- ¿A quién diablos le llamas Enano! – Escucharon ambos que alguien gritaba a sus espaldas. Rápidamente los dos se giraron, solamente para ver como la espada de bambú chocaba con fuerza en la cabeza de uno de ellos, exactamente al que le había dicho "enano". – ¡Si vuelven a decirme enano o mocoso, los dos se las van a ver conmigo par de idiotas!

El joven de cabello castaño ni siquiera podía voltear a ver lo que ocurría. Tampoco era necesario, ya que con tan sólo escuchar los gritos detrás de él era suficiente para saber que una vez más se había metido en problemas. El hombre en el suelo colocó su mano sobre la empuñadura de su arma para luego pararse con fuerza, volteando a ver al chico con furia en sus ojos.

- ¿Qué te estas creyendo enano! – Le gritó enojado el Shinsen. – ¿Vamos a demostrarte con quién te estás metiendo!

Los dos guardias desenfundaron sus espadas haciéndose hacía el frente. Cualquiera hubiera retrocedido del miedo en una circunstancia como esa, pero no Tetsunosuke Ichimura. Más que ser muy valiente, se diría que es muy arrogante…

- ¿Qué están diciendo! – Les gritó enojo el chico. – ¡Haré que cierren esa boca!

- ¡Tonto¡Sólo harás que te maten! – Le gritó el joven detrás de él, tratando de detenerlo.

De pronto, todos los gritos provenientes de la entrada de los cuarteles fueron opacados por otros gritos y pasos que se movían rápidamente hacía donde ellos iban. El joven de cabello oscuro que estaba para viendo hacía la entrada, desvió la mirada hacía atrás. Un grupo de hombres se acercaba rápidamente hacía haya, por lo que el se hizo a un lado.

- ¡Capitán¡La Tropa Número 10 esta reunida! – Dijo uno de los hombres sin detenerse.

- ¿Qué? – Preguntó el joven mayor, volteando hacía el interior del sitio.

- ¿Dónde es el lugar? – Preguntó una de las personas que caminaba al frente.

- En la calle Kiyamachi, cerca del Puente Sanjo. Ya tenemos a cinco o seis hombres en aquel sitio.

- Muy bien. No hay que dejar que la Tropa 2 se lleve todo el crédito. – Cuando todos estuvieron a unos pasos del protón, Tetsu volteó por encima de su hombro para ver que era. Sin embargo, justo cuando se volteó ellos ya estaban prácticamente pisándolo. – ¡Tropa Número 10¡¡En Marcha!

El hombre que iba hacía adelante gritó con furia, dirigiéndose hacía al frente. Tetsu no lo vio bien, pero era un joven alto de cabello oscuro que traía en sus manos una larga lanza.

- ¡Aaahhhh! – Se escuchó que Tetsu gritaba justo cuando todos los individuos pasaron literalmente sobre él a toda velocidad.

Una larga cortina de polvo se quedaba al paso de la tropa que se retiraba, hasta que estos ya estaban lejos. Después de unos segundos, el polvo se disipó por completo, dejando a la vista de todos la imagen de un joven pelirrojo tirado en el suelo con huellas de sandalias por toda su espalda y cabeza. Aparentemente había quedado inconsciente.

Aprovechando está oportunidad, el otro de ellos se aproximo rápidamente hacía el entrada, justo frente a los dos hombres.

- Lamento todo el disturbio. – Les dijo agachándose hasta poner su cabeza en el suelo. – por favor discúlpenos.

Después de disculparse, el joven tomó la espada de bambú que quedó el suelo y jalando a su compañero del pie lo arrastro por la calle para retirarse de una buen vez de aquel lugar. Los dos guardias se quedaron de pie, totalmente atónitos ante todo. Al mismo tiempo, el otro Shinsen en el interior del cuartel, sonreía con algo de burla en su expresión.

- Hay que aceptarlo, el chico tiene coraje. – Se dijo así mismo con cierto toque de sarcasmo en su tono.

Después de su pequeño encuentro con los hombres del Shinsengumi, los dos jóvenes se encontraban ahora sentados frente al río. El joven pelirrojo se encontraba arrojando piedras al río, mientras el otro le curaba los golpes que había recibido. A su lado el chico seguía trayendo su espada de bambú.

- Creo que eres el único que tonto que se atreve a ir a provocar al Shinsengumi. – Mencionó el joven de cabello castaño mientras le colocaba una cura en la cabeza.

- Cierra la boca Tatsu. – Le dijo él no muy alegre. – Si no fuera por ese grupo de gigantes que me aplasto, yo los hubiera...

- Tetsu, aquí en entre nos tú sabes que si no hubiera pasado, tú estarías como basura en la calle en estos momentos. – A Tetsu no le pareció agradable el comentario. – No creo que quieras morir con tan sólo 15 años de edad¿o sí? – El joven mayor seguía hablando, mientras el otro se encontraba sentado con su mirada baja y puesto en su propio reflejo en el río.

- Tú no tienes de que preocuparte. – Mencionó el pelirrojo sin quitar sus ojos del agua. – Después de todo tú ya eres un soldado del Shinsengumi a partir de mañana.

- Si lo dices de esa manera suena muy bien. – Comentó el castaño con una sonrisa. – Si un soldado es un soldado, entonces supongo que yo soy un soldado del ábaco; ¿Qué piensas de eso Tetsu¿Por qué no te conviertes en un soldado aprendiendo a usar el ábaco, el Shinsengumi después de todo no sólo utiliza espadas.

- Parece que tú no entiendes mi plan para complementarnos. – Le contestó Tetsu con un tono serio. – Tú tienes el cerebro y yo la espada. ¿Tú crees que lo que haces me parecería divertido?

- Ya veo. – Tatsu puso un rostro serio y también volteó hacía el agua. Aún se veían unas escasas ondas en la superficie, causadas por la última piedra que arrojaron. – Pero creo que el Grupo Shinsen no se puede dar el lujo de cuidar de cualquier. Después de la llegada de los grupos extranjeros a Japón, los samuráis que se oponen al Imperialismo parecen estar sedientos de sangre. El Shinsnegumi, que es el escuadrón encargado de la protección de Kyoto, ha estado muy atareado debido al crecimiento de los crímenes en la ciudad.

- Claro… Yo lo sabía… - Dijo algo nervioso el pelirrojo.

Tatsu tomó una piedra que estaba a su lado y luego la arrojo con delicadeza al río. La roca cayó lentamente al agua, causando una ligera perturbación en cuanto tuvo contacto con ésta.

- De todas maneras me siento mal por ti hermano. – Le comentó el mayo. – Pero es por tu bien. Con tus habilidades lo más seguro es que terminarías muerto. – Lo último le dijo con cierta burla que a Tetsu no le agradó del todo.

- ¿Qué¡Cierra la boca! – Le volvió a gritar de nuevo disgustado. – ¿Y qué hay de ti, eres como un gato asustado, un gato asustado que tiene miedo de pelear. ¿Qué pasó con nuestro principal propósito?

En ese instante, Tetsu vio como su hermano lo volteaba a ver con una mirada llena de seriedad, tanta que Tetsu se quedó mudo al verlo.

- Mi principal propósito es tener un trabajo y ganar dinero. Eso es todo. – La respuesta de su hermano lo sorprendió al principio, aunque en el fondo él ya conocía lo que él pensaba.

Tetsunosuke y Tatsunosuke Ichimura eran dos hermanos que vivían en Kyoto. Tetsu conocía su hermano de toda la vida, y siempre habían estado juntos… especialmente lo últimos años. Tetsu y Tatsu erán una de las tantas victimas que sufrían por esta era tan caótica que el Bakumatsu…

- Tetsu, tú no sabes en verdad que tipo de grupo es el Shinsengumi¿cierto? – Le preguntó Tatsu sin perder el mismo tono. – "Escuadrón de Protección de Kyoto" suena como algo bueno, pero al fin y al cabo ellos no son más que un grupo que mata personas con la autorización del gobierno Tokugawa. Ese es su propósito y por eso para la gente de Kyoto, ellos representan una existencia de miedo. Tú no necesitas vivir algo como eso… Nuestro padre no lo hubiera deseado así…

Tetsu y Tatsu comienzan a recordar algo que pasó hace ya algún tiempo. En una casa de Kyoto, dos personas se encuentras sentadas afuera, comiendo sandía en un día de verano. Uno de ellos es Tetsu, quien estaba sentado a lado de un hombre mayor. El hombre era parecido a Tatsu pero más adulto y con una ligera presencia de bellos en la punta de su barbilla.

- Escucha Tetsu. – Le dijo el hombre, colocando su mano sobre la cabeza del pequeño. – Japón está a punto de experimentar un gran cambio en todos los aspectos. En ese momento, todo se tornará en un tiempo de gran confusión. Tetsunosuke... – El hombre alzó su mano hacía el chico, levantando dos de sus dedos como la señal de "Amor y Paz. – Cuando todo eso pase, quiero que te conviertas en un Hacedor de Paz.

- ¿Hacedor… de Paz? – Preguntó confundido el chico. El hombre le sonrió de una manera segura.

- Tú eres realmente una gran persona. Estoy seguro que lo lograrás…

- Un Hacedor de Paz... – Dijo Tetsu de regreso al presente, apretando con fuerza el mango de la arma de bambú. Su hermano notó algo de enojo o frustración en sus palabras. – No puedo ser un Hacedor de Paz en estás condiciones. Nada va a cambiar si me quedo así. Yo necesito hacerme una gran persona… Necesito unirme al Shinsengumi y volverme muy fuerte… Tengo que hacerlo...

Tatsu sentía como su hermano se auto presionaba con esas palabras. Sus ojos estaban llenos de determinación mientras veía el reflejo de su rostro en el río.

- Tetsu… Qué tonto eres enserio… - Le dijo su hermano mayor suspirando.

Puede que el comentario no haya sido lo adecuado para levantar el ánimo, pero fue suficiente para que el chico se olvidara de sus pensamientos y una vez más reflejará su enojo.

- ¡Cállate! – Le gritó mientras se ponía de pie y comenzaba a tratar de golpearlo con su espada.

Mientras Tatsu se cubría algunos de los golpes de su hermano, a sus espaldas una persona caminaba cerca de ellos. Era una persona vestida con un kimono de color blanco que cargaba en sus brazos algo pequeño de color rosado. Desde su posición se oían los gritos y golpes que provenían de los hermanos Ichimura, pero parecía no ponerle mucha importancia.

Colocó en el suelo lo que traía en sus brazos y luego introdujo su mano derecha al interior de la manga izquierda de su traje, sacando de ésta un objeto largo de color blanco.

- Mira Saizo. – Dijo mientras movía el objeto de un lado a otro. – Saizo¡Ve por ella!

La persona arrojó el objeto hacía el frente. Sin embargo, en el camino del objeto éste se encontró con el tronco de un árbol que lo hizo desviarse. El objeto rebotó hasta comenzar a volar en dirección a donde se encontraban Tetsu y Tatsu. Sin que el joven pelirrojo lo viera o previera, el objeto lo golpeó justo en la cabeza, quedando incrustado en su cola de pelo.

- ¿Qué es eso? – Dijo Tatsu viendo el objeto en la cabeza de su hermano. Después de verlo de cerca, se dio cuenta de lo que era: un hueso. – ¡Es un hueso¡Será un hueso para un pe…!

En ese momento, Tetsu se encontraba tan disgustado que casi sacaba fuego del cuerpo. Apretando con aún más fuerza su arma, se giró rápidamente hacía atrás.

- ¿Qué te estás creyendo tú…! – Gritó con fuerza, dirigiéndose a quien le había arrojado el hueso.

De pronto, justo cuando se giró, vio como una pequeño silueta saltaba desde el suelo, hasta colocarse por encima de su cabeza. Tetsu alzó su mirada y vio como unos grandes ojos furiosos separados por una gran nariz rosada descendían con fuerza hacía él. Tal fue su asombro que se quedó totalmente congelado, sólo para que la extraña criatura le cayera justo en el rostro.

- ¡AAAAHHHHH! – Gritó con fuerza el chico mientras él y lo que fuera que lo golpeó caían al río, salpicando hacía afuera por la fuerza de la caída.

- ¡Tetsu! – Gritó Tatsu al verlo caer. La preocupación no le duro mucho al ver hacía abajo.

Tetsu estaba sentado con el agua cubriéndolo una ligera parte del cuerpo. Sobre él, se encontraba el culpable de su caída, un pequeño cerdo de piel rosada y ojos grandes que mordisqueaba el hueso de su pelo.

- ¿Un cerdo! – Se preguntó así mismo sorprendido.

- Lo siento. – Escuchó que alguien le decía desde arriba, pero no era la voz de su hermano. Parecía una voz más ligera, como la de un niño. Tetsu alzó su cabeza y vio como alguien le alzaba una mano. – ¿Estás bien?

La persona que le alzaba la mano para ayudarlo era un joven, de cabello negro, largo y suelto, de ojos grandes y piel blanca, vestido con un kimono completamente blanco. Tetsu se sintió por un momento intimidado por la mirada del misterioso joven, una mirada tranquila y algo penetrante…

Después de lo ocurrido, los dos hermanos se encuentran sentados afuera de un restaurante comiendo algo para el almuerzo. En esta ocasión se encuentran acompañados del joven de cabello negro que por accidente había triado al pequeño pelirrojo al río.

- Lo siento, nunca quise que esto pasara. – Se disculpó el joven mientras acariciaba a su pequeño cerdo. – Cuando Saizo comienza a correr, no hay nada que lo detenga.

- Por favor, no te preocupes por eso. – Le contestó Tatsu. – Pero la verdad qué mascota para singular tienes. La verdad me recuerda a alguien que siempre corre y come como loco¿no lo crees Tetsu? – Le preguntó a su hermano, mirándolo de reojo.

- ¡Señorita¡Tráigame más Daifuku! – Gritó el joven sin hacerle caso a su hermano, el cual sonrió al ver esto.

El joven tomó al cerdo que se encontraba en el suelo y lo alzó hasta colocarlo sobre sus rodillas. Luego, volteó a ver al joven pelirrojo, notando todas las curas y golpes que tenía.

- Se ve que tienes algunos golpes en la cara. – Mencionó el joven. – Eso no fue causado por Saizo¿o sí?

- No, ese cerdo no tuvo nada que ver con eso. – Le contestó Tetsu con algo de seriedad. De pronto, vio como el joven se ponía de pie y luego se colocaba frente a él, parándose en cuclillas. – ¿Qué?

- ¿No habrá sido hecho por el Shinsengumi? – Preguntó el joven con despreocupación.

La pregunta sorprendió demasiado a Tetsu. No estaba seguro de que le había hecho pensar a ese chico que sus golpes efectivamente habían sido causados por el Shinsengumi, aunque en verdad fue porqué le pasaron por encima. El joven dejó en un plato lo que estaba comiendo y con su espada en mano comenzó a caminar para alejarse de ahí.

- Tetsu¿A dónde vas? – Le preguntó su hermano al ver que se iba.

- Voy a casa a dormir hermano. Después de todo tienes razón. Ellos son muy tontos y no quieren aceptar "enanos". Así que mejor me iré a resignarme.

- En otras palabras, tú deseas unirte al Grupo Shinsen¿no es así? – Comentó el joven de cabello negro al oír esas palabras. Tetsu se detuvo al escucharlo y luego lo volteó a ver por encima de su hombro. – Si ese es el caso, yo puedo ayudarte.

Ambos hermanos se quedaron atónitos al oír tales palabras. Tetsu se dio lentamente la media vuelta, con sus ojos abiertos de par en par.

- ¿Qué...? – Preguntó el chico castaño, casi sin poder hablar.

- Yo tengo muy buenos amigos en el Grupo.

- ¿En verdad...? – Preguntó el chico pelirrojo en las mismas condiciones que su hermano.

- Ellos de seguro no te quieren aceptar porque te creen un niño. – Comenzó a decirles mientras se paraba. – Pero yo conozco gente que aprendió a usar la espada desde antes de su adolescencia y se convirtieron en grandes maestros y capitanes del Grupo a los veinte.

- ¿A los Veinte...? – Tetsu pareció pensar un poco en lo que le acababan de decir. Después de unos segundos, el chico reaccionó, corriendo hacía él totalmente emocionado. – ¿Estas hablando de Okita Souji capitán de la Tropa Número 1¡¿Lo conoces! – El joven movió su cabeza de arriba hacía abajo en señal de afirmación. – ¡Nunca lo he visto pero dicen que él es el mejor espadachín del Shinsengumi!

- ¿Eso dicen? Y bueno… ¿Te gustaría pelear contra él en alguna ocasión¿Crees tener alguna oportunidad

- ¡Por supuesto que sí! – Le gritó llenó de entusiasmo. – ¡Le demostraré a él mis grandes habilidades¡Barreré el piso con él y me llevaré el triunfo!

Mientras ambos hablaban, Tatsu se quedaba sentado en su lugar, viendo con algo de sospecha la emoción de su hermano menor.

- "Esto no va a salir bien." – Pensó Tatsu con desconfianza.

De vuelta en los cuarteles del Grupo Shinsen, el amplio Dojo de práctica de la Tropa, dos personas vestidas con el traje de kendo se encuentran peleando entre si con espadas de bambú con propósito de practicar. Mientras tanto, en la puerta del Dojo, dos jóvenes totalmente atónitos miraban el sitio.

- ¡Taaadaaa! – Dijo con alegría el chico del cerdo en cuanto llegaron. Los hermanos no podían creer que se encontraban en ese lugar.

- ¡Increibe! – Dijo Tetsu con un gran brillo en los ojos. – ¡Un Dojo de Práctica para Soldados!

Tetsu centró su mirada en las dos personas que peleaban al frente. Uno de ellos se encontraba atacando a su contrincante, el cual se comenzaba a cubrir con gran velocidad los ataques.

- Esperen aquí. – Les dijo el joven de cabello negro mientras iba caminando hacía un lado del Dojo.

Mientras esperaban, Tetsu y Tatsu seguían viendo el combate. Tetsu siempre había soñado con un lugar como ese, un lugar donde los verdaderos soldados practicaban todas sus habilidades. Sentía la tentación de saltar con su espada y retarlos.

- ¡Mira eso! – Decía el joven pelirrojo sin quitar sus ojos de cada movimiento. Tatsu también miraba asombrado.

- Los Miembros del Grupo Shinsen son grandes espadachines y tú no has tenido un entrenamiento de verdad. – Le comentó serio. – ¿Enserio crees que te dejen entrar?

Tetsu no respondió de inmediato. En ese momento, uno de los que peleaban se lanzó con fuerza hacía el frente, moviendo su espada de arriba hacía abajo. El otro por su parte, se quedó de pie unos momentos, esperando el momento para actuar. Justo cuando parecía que la espada lo golpearía, el combatiente movió su pierna derecha por atrás, girada en esa dirección de tal manera que la espada de su enemigo pasó justo frente a su pecho.

Tetsu vio totalmente sorprendido este movimiento. El combatiente siguió con el mismo movimiento, girando hasta que quedó justo detrás del otro. Una vez ahí y antes de que el contrincante reaccionará, extendió su espada al frente, golpeándolo delicadamente en la cabeza. El combate había acabado, dejando al pequeño Tetsu totalmente estupefacto.

Ambos combatientes se voltearon el uno frente al otro, se inclinaron al frente como señal de respeto y luego se retiraron las máscaras. El que había ganado la pelea era un joven de estatura media, de cabello en un tono entre negro y morado oscuro.

- Aún no soy capaz de derrotarte Kyosato. – Le dijo el otro joven al ganador.

- Estuviste cerca en esta ocasión. – Le comentó él, mientras con una mano se retiraba el cabello de la frente. En ese momento, se giró hacía la puerta y lo primero que vio fue a los dos hermanos. Sin embargo, su atención se posó sobre el Tetsu, al cual lo vio con cierta extrañeza. – "Es el chico de esta mañana."

- Practicaré muy duro para lograrlo, ya lo verás. – Le dijo Tetsu a su hermano, apretando sus puños con fuerza. Su hermano lo vio de reojo con desconfianza.

- ¡Tetsu, Tatsu! – Oyeron que el joven que los había traído les llamaba. – ¡Vengan un momento!

- ¿Con quién nos llevará? – Se preguntó Tatsu mientras ambas seguían al joven.

- Bien¿Qué tenemos aquí? – Decía una voz grave que despreocupación en su tono.

Sentado frente a los hermanos Ichimura, se encontraba un hombre mayor, de cabello negro y largo, de complexión musculosa pero algo robusta. El hombre tenía una mirada y sonrisa tranquila. Tetsu lo miraba detenidamente con extrañes, mientras su hermano se encontraba agachado hasta abajo, teniendo su frente pegada al suelo.

- ¿Qué te pasa Tatsu? – Le preguntó el joven pelirrojo al ver a su hermano.

- ¡Es el Comandante del Shinsengumi! – Le contestó él sin alzar la mirada y con nervios en sus palabras. – ¡El es Isami Kondo!

Tetsu se quedó algo confundido ante la respuesta de su hermano. Luego volteó de nuevo su atención hacía el frente. El hombre lo miraba con una sonrisa en la cara.

- A mí no me parece que sea muy fuerte como para ser el líder del Shinsengumi. – Comentó el pelirrojo con desgano, a lo que su hermano casi se muere del miedo.

- ¿Eso crees? – Preguntó el señor entre risas. – Bueno¿Así que quieres pelear contra Souji niño?

- ¡Yo no soy un niño! – Le gritó Tetsu enojado, lo cual no ayudo a los nervios de su acompañante. – ¡Yo ya tengo 15 años!

El supuesto hombre de nombre "Kondo Isami" no dijo nada ante la reacción del joven. Simplemente se resignó a reír un poco. Tatsu alzó la mirada un poco. No estaba seguro de porqué todo el mundo reía menos él.

- Bueno, Tetsu, Tatsu, tendrán que disculparme ahora. – Escucharon de pronto que el joven de cabello negro les decía desde la puerta. Al oírlo, Tatsu de inmediato volteó a verlo. – Da tu mejor esfuerzo Tetsunosuke.

- ¡Por supuesto! – Le contestó él, alzando el pulgar hacia arriba.

- ¿Qué estás haciendo! – Le gritó Tatsu exaltado, alzando su mano hacía la puerta. – ¡No nos dejes aquí!

- No me avergüences frente al comandante hermano. – Le dijo Tetsu con algo de disgusto.

- Hey tú, el de la derecha. – Escuchó Tatsu que el comandante le hablaba. De inmediato se giró hacía el frente. El hombre lo miraba con curiosidad. – Ya te había visto antes¿no?

- Sí, sí señor. – Le respondió tímidamente. – Me llamo Ichimura Tatsunosuke, el nuevo contable que contrato. Este es mi hermano menor...

- Yo soy Tetsunosuke.

El comandante Kondo volteó su atención hacía Tetsu. El hombre mayor colocó su mano derecha sobre su barbilla y se le quedó viendo fijamente, casi sin parpadear. La mirada del hombre sobre él le incomodaba mucho. Aunque hace un momento era una mirada tranquila, en ese instante Tetsu sentía algo extraño en ella.

- Mmm... – Después de unos segundos, el comandante colocó su mano derecha sobre su rodilla y alzó la cabeza. – bueno, te ves algo singular chico. Muy bien, si es tu deseo aceptaré tu propuesta. Si logras derrotar a Okita, te haré capitán de la Tropa Número 1.

Tatsu abrió su boca par en par y se quedó totalmente congelado al oír esas palabras. No podía creer lo que le acababan de ofrecer a su pequeño hermano. Por su parte, Tetsu estaba tan emocionado que el brillo en sus ojos se había hecho más fuerte que nunca.

- ¿Deberás¡Genial! – Gritó el chico entusiasmado mientras se ponía rápidamente de pie. Después de eso, él prácticamente comenzaba a bailar de la alegría. – ¡Empezaré desde lo más alto¡Sí!

Mientras Tetsu festejaba desde ese momento su victoria y su ascenso como uno de los capitanes del Grupo Shinsen, Kondo y el resto de los presentes en el Dojo lo miraban con risas entrecruzadas, como si se estuvieran riendo de él. Tatsu notó esto y le pareció misterioso. A lo lejos, el joven de cabello oscuro que había ganado el combate hace unos momentos lo miraba con extrañes.

- ¡Qué chico más inocente! – Se dijo para así mismo.

- ¿Ya estás listo Okita? – Escuchó Tetsu que el comandante preguntaba, dirigiéndose hacía alguien que estaba en la puerta a sus espaldas.

- Perdón por hacerlos esperar. – Escucharon que una voz decía detrás de ellos al tiempo que se abría la puerta. Tetsu rápidamente se dio la vuelta para verlo.

El chico pelirrojo se quedó totalmente paralizado al ver a la persona que estaba de pie delante de él. Para frente a la puerta, estaba un joven, de cabello negro y largo que se encontraba sujetando con una cinta. Tenía ojos grandes y piel blanca, vestido con un traje de kendo con la parte de arriba de color blanco y la de debajo de negro. Tetsu sintió una vez más una extraña sensación al ver la mirada del joven… una mirada tranquila… y algo penetrante…

- Es un placer conocerte... Tetsunosuke...

FIN DEL CAPITULO I

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Aclaraciones:

1. Esta es una Historia que involucra a los personajes de la series "Rurouni Kenshin" y "Peace Maker Kurogane". Algunos personajes son de mi creación, pero otros son de la idea original de los creadores de las series, Nabuhiro Watsuki y Kurono Nanae.

2. Este fic es una historia complemento del resto de las historias de la Saga que estoy creado. Lo relatado aquí se encuentra muy relacionado con lo dicho en "La Saga de Osaka" y "La Última Redención", y además la trama se encuentra después de "La Luz de Dios" y antes de "Los Cuatro Rurouni". Además de todo, lo relatado en esta historia va a la par con lo relatado en "La Espada Asesina" por lo que recomiendo leer ambas historias.

3. La historia esta basada en lo que se narra en los mangas originales de "Shinsengumi Imon Peace Maker" y "Rurouni Kenshin", además de los OVAs de "Tsuioku Hen", aunque más que nada es como una combinación de todas estás partes. Además de esto, hay unos agregados propios para que concuerde a la perfección con lo narrado en los otros Fanfics.

4. Para cualquier duda, queja, sugerencia o comentario, mi correo esta abierto para todo.

Atte.
Wing Beelezemon – Wingzemon X
"The Last Power of This Revolution…"