PROLOGO: Dead Man Walking There's not even a demon in Heaven or Hell Is it all just human disguise?
As I walk down the aisle El círculo no era tal, sino una serie de apretados pentagramas trazados tan juntos que el poliedro interior tenía tantos vértices por la superposición de pentágonos, que daba la ilusión visual de un circulo perfecto. Había sido hecho pacientemente con sesenta y seis pentagramas finos hechos de madera, cada uno de sesenta pulgadas de largo. And I'm gone gone gone- Now I'm older than movies Let me dance away- Now I'm wiser than dreams Superpuestos, formaban una pared que le llegaba a la rodilla, pero no importaba. Draco se quitó la capa: a pesar de que era junio, la noche era helada y cruel como una de invierno. Los ojos de Draco eran aún más fríos cuando encendió el fuego bajo el caldero con un movimiento de varita, y la poción, de un blanco sucio, empezó a burbujear, manchándose de rojo oscuro.
Let me fly fly fly -While I'm touching tomorrow And I know who's there- When silhouettes fall Draco se arrodilló junto a la tumba, y con las manos cavó hasta que las uñas se le desprendieron, los dedos destrozados, hasta encontrar la tierra húmeda. Luego, tomó un puñado, y se levantó con la mano apretada goteando sangre.
And I'm gone Like I'm dancing on angels And I'm gone through a crack in the past Caminó hasta el caldero, y dejó caer un puñado de tierra húmeda y ensangrentada. Le echó el último ingrediente, el rostro blanco como un espectro, y cuando el contenido del caldero de pronto se volvió rojo vibrante, lo derramó en la tierra, las manos siseando al contacto del caldero de hierro hirviendo. De inmediato gritó un hechizo, un hechizo lleno de palabras crueles y guturales casi imposibles de pronunciar, y los pentagramas de madera de ciprés y siempreviva se encendieron en una llama en un rojo negruzco, chisporroteando alrededor suyo, mientras la poción devoraba la tierra con un siseo audible. Entonces el dolor llegó, y lo inundó de pies a cabeza, haciendo que cayera de rodillas con un aullido escalofriante, el aullido del Crucio. Like a dead man walking Antes de que acabara de gritar, cayó inconsciente.
CAPITULO UNO:
End of The Spinner.
In the shape of things to come.
Too much poison come undone.
Cuz there's nothing else to do,
Every me and every you.
Spinner's End.
El nombre es perfecto para una vieja araña como yo dejándose caer exhausta
enredada en sus redes.
Severus había perdido varios kilos en el verano, aunque la fuerte armazón de sus
hombros seguía sosteniendo su manto como era usual. El sol no había tocado su
rostro pálido, y las ojeras destacaban negras en su rostro, un rostro que no
veía más que la luz de la luna, inmisericorde.
Había sido un verano eterno, fijo como una mosca en ámbar: un verano que había
pasado encerrado en la casa de Spinner's End, en donde el verano avanzaba como
un segundero por las habitaciones: pero ni siquiera en su mayor, solstícica
insolencia se atrevió el sol a tocar sus botas.
A pesar del verano, tenía frío: un frío que calaba los huesos, como si el frío
de las manos cadavéricas de Voldemort empapase sus huesos por dentro como moho.
Y estaba solo, en esos días interminables, aguardando.
No me iré. No saldré. No me moveré, hasta que volvamos a reunirnos.
Porque soy lo que soy y hago lo que tengo que hacer, pero no puedo ocultarme.
Y el hambre de mis poros y de mi piel es un hambre tan terrible, tan imposible
de satisfacer hasta que pueda beberme tu piel entera otra vez.
... aguardando a quien sabía que no vendría, no podría venir.
No eres tú el encerrado entre barrotes de acero y guardias estrictos, mi amor.
Soy yo.
... pero ahora estás a salvo. Sé que no te hundirás en la locura, no más de lo
que ya te has sumergido: pero ahora tienes una excusa válida para estar lejos de
Voldemort. Estás a salvo, en donde ni siquiera él puede alcanzarte. Te he
guardado en una vitrina como se guardan las joyas en una caja fuerte, demasiado
valiosas para usarlas: demasiado frágiles para estar expuestos al viento y la
lluvia de la tormenta que es el Oscuro Señor. Lo comprendes, verdad? Me
entiendes?
Me amas aún?
He sacrificado mis ojos, mi corazón; pero aunque no pueda verte estás a salvo,
amor mío. A salvo.
... de todo, incluso de mí.
Severus cerró los ojos y echó el rostro hacia atrás, mientras la memoria de
Lucius lo inundaba como una ráfaga. Lucius; su Lucius, y el mortífago hedonista
y exigente una vez que había sido, esa parte de sí que se parecía a Lucius, que
aún se quejaba en su interior:
Pero él es lo que necesito, aquí y ahora, y no puedo vivir sin él! Si no podemos
estar a salvo, al menos moriremos juntos! Juntos!
No.
Él debe vivir, él debe sobrevivir, aunque me cueste la cordura.
... no es eso amor? Dime tú, mi experto: no es esto amor?
Cuando estoy solo en casa estas noches, a veces casi puedo olvidar todo. Son
sólo unos meses de paz en esta caída libre.
Me odias. Me odias pero estás a salvo. A salvo.
Voldemort me ha calzado con Peter Pettigrew como espía. Sospecha de mí, aún, y
lo ha puesto a mi servicio para que en verdad me espíe. Si Peter Pettigrew no
fuera el idiota integral que es, más obvio que un accidente de carretera muggle,
y con una cabeza tan trasparente como una pecera ( e igual proporción de
burbujas adentro) me hubiera preocupado; pero así como es, no es más que otra
oportunidad de asegurarle mi lealtad al oscuro señor.
Al menos mientras cae el knut. Estamos al final de este oscuro, oscuro, oscuro
juego, y los enigmas están a punto de ser develados. Y garantizo que cuando
Voldemort acabe de darse cuenta no sólo será muy tarde para que haga nada, sino
que se caerá de traste.
Dumbledore es so much more devilish que él... qué dicen del diablo? Más por
viejo, que por diablo? Amén a eso. Si después de todo Voldie no tiene aún
cincuenta y cinco, y si descontamos los que pasó muerto, pues tiene más o menos
mi edad.
Cuando paso la noche en ironías, brandy y lectura, a veces logro dejar de pensar
en ellos. En Lucius, encerrado. Mientras más me consiento, de formas que antes
hubiera considerado sólo dignas de él, me siento más cerca... y a la vez más
libre, más corrompido, como si pudiera convencerme de que no me importa.
Es sólo una corta agonía, me repito. Me parece eterna porque estoy sufriendo
tanto, como un condenado a la hoguera se retuerce entre las llamas, pero cuánto
es esto en retrospectiva? Un año? Dos, a lo sumo, de vida? Moriré, y se habrá
acabado, al fin. Sólo apretar los dientes, y aguantar, y pasar el tiempo tan
indoloramente como pueda.
Muerte, que no te sienta venir, porque el placer de morir no me vuelva a dar la
vida...
Repaso mis libros, en búsqueda de algo que me haga dejar de pensar en Lucius
esta noche.
La Milla Verde. Claro. Justo lo que necesito, gente fugándose de la cárcel y
ejecuciones.
Shogun... no. Kikú me recuerda demasiado a Lucius, la muy puta, y Mariko es
tan... Stefanística para sus cosas.
Las Mil y una Noches. Menos: cada maldito cuento al estilo del Adulterino
Simpático me deja pensando en un Lucius en caftán. Pantuflas. Y nada debajo. Y
siempre que hablan del " maravilloso adolescente, cuya belleza supera a la luna
y haría enrojecer de envidia al ángel Harut" veo a Djeri mentalmente, brillante
y hermoso, desnudo y pícaro.
Mujercitas ( sí, lo tengo, y qué?) No me hagan decirlo. Dios, malditas
coincidencias... (sí, la trepa de Meg, y qué)
Out of Africa. Lo leería, pero me hace llorar.
Los Tres Mosqueteros. La primera vez que lo leí fue en el regazo de Djeri, en
voz alta, turnándonos: lo acabamos con pasión febril, para la época es
atrapante. Me gustó tanto que Stefan me regaló Veinte Años Después, que también
leí en voz alta y se lo agradecí tanto que Lucius, por no ser menos, me regaló
El vizconde de Bragelonne.
Lloré tanto que hasta Sirius Black trató de consolarme, y luego por el papelón
le di una paliza a Lucius.
Justine, del Marques de Sade, ni pensarlo: si leo eso, me paso la noche
insultando al que me lo regaló por no estar aquí conmigo.
Memorias de un Geisha. Nope. Hatsumono es tan Lucius.
Cumbres Borrascosas. Fijo que si lo leo me paso la noche buscando un árbol y
gritando "Cathy"
Libros, tachado.
La televisión muggle.
Sus mierdas de programas me han mantenido despiertos algunas noches: y no me
avergüenza confesar que me encanta Dr House, The Awful Truth, South Park,
Nip/Tuck, Carnivale y me encantaba That 70 Show... Qué hay en la televisión esta
noche? Hago zapping: Sin City, no. Jessica Alba se contonea igual a... Sense /
Sensibility. La misma cosa. No, Dios me libre, no un quiz show... oh, mierda. Es
sábado. Los sábados nunca encuentras una mierda.
Creo que tengo que resignarme al brandy. Es la única cosa que jamás me ha
fallado.
Estoy destapando una botella, las que mantengo con un práctico Fidelius para que
esa asquerosa rata no se beba mi brandy, y buscando un libro de texto ( el
Vermiis Mysteries, si quieren saberlo) cuando golpean la puerta.
Tras esperar unos momentos a Pettigrew, Snape se levantó, estirando sus largos
piernas y brazos en un gesto de cansancio y algo de su antigua irritación.
Que no lo dejen a uno balar en paz...
Abrió la puerta, para mirar quién golpeaba su puerta tan jodidamente tarde en la
noche.
Aún tras tantos años, abro la puerta tan sólo un poquito, porque aún odio a esa
gestapo del Auror's Guild.
Y maldijo desde lo más profundo de su corazón cuando vio a una figura vestida de
oscuro y auroleada de brillante rubio pálido, destellando en la noche.
La prima-esposa de Lucius, tan parecida vestida en sus ropas que tengo que
cerrar los ojos un momento.
Maldita sea. Ahora no hay forma de que no piense en él esta noche.
Maldito seas, Lucius Malfoy. El diablo te lleve a ti y a tu familia!
Narcissa. Mi rival, mi sombra, mi amiga. Narcissa Malfoy, antaño Black, se apoyó
en la puerta con el cuerpo envarado y cansado.
- Severus. Puedo hablarte? Es urgente-
Snape asintió, haciéndola pasar, así como a su sombría hermana, que aunque menos
loca que el verano pasado seguía teniendo muchos gramos faltantes para el
pesaje. Snape le dirigió una encantadora sonrisa a Bellatrix, cuya locura le
permitía claramente recordar a quien había amado el hombre que jamás quiso
amarla, y que odiaba a aquel que había gozado del amor y la poesía del antiguo
Lord Cruciatus a manos llenas.
Snape apartó un libro y una copa con sencillez, haciéndoles los honores con
tanta calma como si en vez de la vieja y vulgar casa fuera el Snape Manor que
debería haberle correspondido por nacimiento. Casi nunca ocupaba esta casa, y
Lucius la detestaba: todas las comodidades que el Malfoy había procurado para su
amante estaban en sus aposentos de Hogwarths, en donde el Lord podía ir con más
discreción.
Qué crees que estás haciendo?
Hinchando pelotas. En serio, Sev, nunca oíste hablar de acolchados?
No me gustan esos.
Se llaman sillón reclinable. Con acolchados para el culito.
Me gustan mis sillas!
Es porque yo siempre estoy debajo, espérate y verás.
Y qué demonios es eso?
Se llaman Sábanas. Sábanas que no rascan la piel y son del color original.
Novedoso, no?
Lucius, tengo sábanas.
Sí. De lino, pesan una tonelada, pican y son del gris más feo del mundo. Pero
eran lindas... o al menos, a los Nundus de Hagrid les encantaron!
Hijo de.
Narcissa y Bellatrix entraron a la sala, mientras Severus las precedía y se
instalaba aparentemente con completo relajo en un sillón bajo algo apolillado.
Narcissa se sentó frente a él en el sofá, pero Bellatrix, como un pájaro
vigilante de ojos fijos y extraviados se colocó tras ella, apenas apoyada en el
respaldo.
Snape la miró fijamente. Aunque la locura había recedido un poco, aún vibraba
tras sus ojos esa llama azulada e insana que Djeri le había contagiado como si
de sífilis se tratara. La locura que Mordaunt y Voldemort le habían dado a él:
Bellatrix era un horror en camino a suceder.
- Bien, que puedo hacer por ustedes?- dijo tranquilamente.
- Estamos... solos, verdad?- susurró Narcissa. Su agitación era tanta que las
venas de su cuello latían pálidas como alambres bajo la piel. Tan parecida a
Lucius como si los años juntos los hubieran mimetizado.
Se ha vuelto tan hermosa.
...casi como él.
- Sí, desde luego.- sonrió Snape.- Bueno... Wormtail esta aquí, pero no contamos
a las ratas, verdad?-
Su varita dio un golpecito y una puerta escondida mostró al pequeño, encogido,
corrompido Peter Pettigrew, con sus tics nerviosos.
Escuchando mis conversaciones?
Este miserable hijo de puta... me odiabas con toda tu alma cuando éramos
pendejos, Pettigrew, porque yo no sentía la necesidad... no tenía la
necesidad... de arrastrarme a los pies de Potter para ser alguien, no tenía que
doblar el espinazo- de más de una forma- ante Sirius Black para protegerme.
Te gustaba estar cerca para tratar de humillarme con tus amiguitos, pero ahora
te asustoi, no Pettigrew? Ahora tras una semana, sé que preferirías cuidar a la
serpiente caníbal de Voldemort a vigilarme a mí, aunque te cueste la mano que te
queda.
Témeme, hombrecito, porque yo no olvido.
Yo tenía a los míos, y aunque disfrutabas llamándonos pervertidos y enfermos sé
cómo babeabas al mirarnos, sé que tenías patéticas erecciones cuando Lucius y
Djeri se besaban frente a ustedes sólo para hacerlos rabiar... sé que deseabas a
Djeri y a Lucius, como tantos. Pero antes de te dejara tocar un solo cabello de
sus peines te hubiera matado, gordinflón asqueroso. Antes de ver esas manos
rapaces tuyas y tu sudor cerca de lo que yo amaba, hubiera preferido matarlos a
ellos.
Y ahora Voldemort te ha entregado a mí, para vigilarme, lo sé. No me importa. Me
divierte torturarme. Eres el perfecto canal para darle información a Voldemort
sin que parezca forzada, para probar mi lealtad, y también eres un agradable,
torturable recuerdo, de la época en que caminaba con orgullo porque había tres
juegos de pasos a mi lado y tres al tuyo. Pero yo era amado, entiendes, rata?
AMADO!
...Y como tú, también yo los traicioné. Sé que no te da el cerebro para entender
la justicia poética, pero yo sí la entiendo.
- Como te habrás dado cuenta, Wormtail, tenemos invitadas,- dijo Snape
perezosamente.- Wormtail nos traerá bebidas, si lo desean, y luego volverá a su
dormitorio.
Sus chillidos me divierten... también a Bellatrix, que desprecia profundamente
al repulsivo Gryffindor que ha tomado su lugar como mano derecha de Voldemort.
No te preocupes, Bellita... dudo mucho que él comparta su cama.
Brindemos.
- Por el Dark Lord-
Hay un silencio mientras bebemos.
Las manos de Narcissa están temblando, y sé porqué está aquí. No es por Lucius:
si bien no tiene manera de saber que fui yo quien lo mandó a Azkaban, aunque lo
supiera, no diría nada. Sabe que no puedo ayudarlo ahora, que no quiero
ayudarlo, y que todo lo que suceda entre nosotros es entre nosotros.
Sí. Narcissa Malfoy sabe que Lucius y yo hemos sido amantes desde mucho antes de
que ella apareciera. Lo supo a la mañana siguiente de su boda, cuando Lucius se
lo dijo.
Nunca olvidaré la noche que Voldemort se sacó de la manga a la amiguita de Rose
Lestrangue, la prima de Djeri y Bellatrix, una chica francesa de familia muy
pura y con genes veelas, para que fuera la prometida de Lucius. No fue una
petición; fue una orden. Voldemort estaba extrañamente obsesionado con nosotros
inseminando todo lo que se moviera: la mayoría no se quejaba en absoluto. A
veces me pregunto si tiene que ver con su incapacidad para tener hijos, tras
alguna de las estupideces que hizo buscando la inmortalidad.
Nunca olvidaré a la muchacha pálida, flaca, tan deslavada que no era nisiquiera
hermosa, con un vestido muy caro que colgaba como una percha, sus pequeños senos
caídos, casi inexistentes por su flacura, sus enormes ojos. Lucius aceptó
graciosamente, y sé cuán amable, cuán dulce fue con esa niña de colegio de
monjas, aterrorizada. Sé que se hizo su amigo, mucho antes que su amante, su
único amigo. Pero también hizo lo que mejor sabía hacer, lo que sabe hacer con
sólo una sonrisa y una agitada de su maldita melena: se ganó el corazón de
Narcissa como siempre lo ha hecho, completa, fieramente, para siempre. Haciendo
caer a los justo y los injustos, los débiles y los fuertes, los corruptos y los
puros en su maldita red de oro.
Narcissa lo amó, desesperada y completamente, y Lucius fue honesto con ella y le
dijo que me amaba.
Sé que Narcissa debe de haberme odiado: luego trató de ignorarme: intentó luchar
conmigo por su corazón. Pero con los años, supo que era inútil.
Lucius elige dónde coloca su corazón. Y después de todo, la amaba: la amó cuando
le dio hijos, la amó cuando cumplió con ser su esposa día tras día, año tras
año.
Lucius fue su devoto esposo, pero nunca dejó de ser mi ardiente amado. Y
Narcissa acabó en una paz silenciosa conmigo, sabiendo que al menos, la mujer de
Lucius, la única mujer que él amaría jamás, sería ella.
Aún me culpas por Belial, Narcissa, como yo lo hago cada noche?
Me culpas por Draco?
Es por él que estás aquí hoy, verdad?
Es por Draco.
- Severus, siento venir aquí de esta forma, pero tenía que verte. Pienso que
eres el único que puede ayudarme-
Mi garganta se aprieta. Perdí a uno de tus hijos, y aún así me confías el que te
queda? Oh, Narcissa.
Lucius te ama, y yo te amo también por haberlo hecho feliz. Me recibías en tu
casa en Navidad, me sonreías a pesar de todo... y los dos éramos felices viendo
a Lucius reír y amarnos a ambos. Lo amabas tanto como yo.
... y te lo arrebaté. Perdóname mi amargo triunfo. Perdóname, amor.
- Severus, sé que no debería estar aquí, me han dicho que no debo decir nada a
nadie, pero .
-¡Entonces deberías cerrar la boca! - gruñó Bellatrix. -¡En particular con la
presente compañía!
-¿Presente compañía?- repitió Snape sarcásticamente. -¿Y qué se puede entender
por eso, Bellatrix?
-¡Que yo no confío en tí Snape, como muy bien sabes!
No me digas.
No, Bellita, yo no comparto el lecho de Voldemort: no es por eso que me odias,
como odiabas a Lucius.
Pero me odias, por el amor de Djeri, que nunca te dio. Me odias, por el amor de
Oliver, al que odias y deseas.
Y a pesar de todo lo que te hizo Djeri, no esperes que te perdone el hecho que
tú y Blaise hayan enloquecido a Oliver, y sean responsables que tal ves en este
mismo momento esté aullando mientras la verga horrible de Voldemort le destroza
la garganta.
Te tengo lástima, y te odio a la vez, mujer loca y destrozada, miserable
adelanto de la bruja de los cuentos... una vez fuiste como Djeri, casi como
Djeri: veneno y rosas, poesía y misterio: gritos silenciados, una cuerda
implacable de violín. Ahora, no eres nada, sino óxido y corrupción.
Djeri nunca se corrompió. Nunca dejó de ser la luna, y prefiero verlo muerto que
en la grotesca parodia que eres tú ahora.
Qué son tus acusaciones para mí, sino amenazas con una espada roma, si yo bailo
entre las garras como navajas de Voldemort? Y sin embargo, tienes razón; Djeri
te enseñó bien.
Pero no tienes pruebas. Pobrecita. Me reiría si tuviera ganas. Pobreciiilla.
Piensas que he engañado al Señor Oscuro?
Oh, Bella. Cuando todo haya terminado, sé que te arrancarás el pelo a mechones
de rabia si aún estás viva. Como sé, que, gane o pierda, al final serás tú
probablemente mi última enemiga. Cuando mi última traicón esté hecha y
consumada, quién si no tú, buscará mi cabeza?
Sé que presientes que de alguna forma somos uno el verdugo del otro.
Crees que no estoy acostumbrado a que susurren detrás de mis espaldas? Camino
solo: siempre camino solo. No me importa lo que hablen o no: desde que fallé en
ganarme en la aprobación de mi madre ( qué freudiano!) me interesa muy poco la
de nadie más.
Dios, necesito ese vino élfico, si vamos a discutir esto. Preferiría algo más
fuerte, pero con el brandy que yo tomo Narcissa y Bellita darían con la cabeza
antes que los pies en el suelo.
Es hora de que Severus Snape, mejor actor que Sean Penn y Tim Robbins, haga su
performance again, para los aplausos de la galería.
No pienso decirte porqué me atrasé dos horas en volver al Señor Oscuro. No tengo
porqué darte explicaciones a ti, Bella, y me duele que me hagas hablar de esto
frente a Narcissa, que además de loca de angustia por lo que puedo ver le
recuerdas cada minuto que Lucius no está.
Cómo eres tan cruel con tu propia hermana?
- ... si Lucius no hubiera -
Narcissa saltó aún antes que Severus, pero la mirada de ambos fue hirviente: -No
te atrevas!... No te atrevas a culpar a mi marido!-
- No hay ninguna razón para inculpar - dijo Snape suavemente. -Lo que está
hecho, hecho está.- agregó sombríamente. Las traiciones están hechas...-
Entonces... ¿veniste a pedir ayuda, Narcissa?
Su rostro tembloroso. Oh, Dios, no puedo soportarlo: Belial y Lucius me miran a
través de esos ojos... Narcissa. Tras arrebatarte a tu hijo y a tu esposo,
tendré que arrebatarte también a tu hermana? Porqué tengo que ser tan cruel
contigo, la última persona que querría lastimar?
Severeus hizo un movimiento involuntario, como si fuera a atraerla a sus brazos.
Bellatrix siseó.
- Sí, Severus. Yo ... pienso que eres el único que puede ayudarme, no tengo a
nadie más que me ayude. Lucius está preso y...- Dos grandes lágrimas se
escaparon de sus ojos.
Los ojos de Snape se agrandaron y por una vez, sus ojos negros se humedecieron
al unísono de los de Narcissa, que lloraba tanto por lo que él amaba más en el
mundo. Se miraron, y en ese segundo de empatía, estuvieron en un momento de
arrojarse el uno en los brazos del otro.
-El Señor Oscuro me ha prohibido hablar de esto. Desea que nadie sepa del plan.
Es... muy secreto. Pero -
Los ojos de Snape se cerraron. Sé lo que vas a decir. No me lo digas delante de
ella! Ven cuando nadie te vea, cuando estemos, solos, y te daré mi vida si la
pides!
-Si te lo prohibió, no me lo debes decir. –
Bellatrix, te sientes triunfante ahora? Crees que puedes, con una palabra, hacer
desaparecer todo lo que hay entre tu hermana y yo, todo el amor, el dolor y la
maravilla de Lucius, todo lo que ella y yo amamos y que hemos perdido, Belial,
Draco? Crees que eres algo, cuando ella y yo hemos mezclado nuestras lágrimas
tantas veces?
No. Ella es más mi hermana de lo que nunca fue la tuya.
No puedo negarle mi apoyo. No después de todo lo que le he quitado.
Severus se puso de pie y revisó la calle opaca, sucia, de Spinner's End. Los
neones se reflejaban en el macadán pequeño y mezquino del callejón: silencio
absoluto, nada afuera, nada adentro. Las dos mujeres aguardaban como
mesmerizadas, en silencio.
Nada.
No puedo negarte un poco de consuelo, mi amor.
-Sucede que sé del plan.-
Snape la miró a los ojos mientras hablaba, viendo la paz expandirse por sus
facciones, y sintió por primera vez algo de calor en sus venas, por primera vez
desde esa lluvia de abril que le había arrebatado para siempre la calidez.
Narcissa, que lloraba como si la virgen de hielo estuviera descongelándose.
Mi mater dolorosa.
Sé del plan, y sentí el mismo horror que tú. Pero me he jurado que Draco...
vivirá.
No te arrebataré lo único que te queda, lo único que queda de Lucius. Porque es
mi hijo tanto como el tuyo, y no toleraré que de Lucius nos quede nada más que
recuerdos.
-¿Por qué, Severus¿Por qué mi hijo¡Es muy peligroso¡Esto es una venganza
por el error de Lucius, lo sé!-
Snape no dijo nada. Apartó su vista de la mirada llorosa de Narcissa como si
fuera indecente, pero no pudo evitar tener que oírla.
No puedo soportar tus lágrimas, Narcissa, por favor. Por favor, no me hagas
esto. No lo soporto. Me dan ganas de abrazarte, de besarte y de llorar yo
también, y de confesarte todo, todo lo que le he hecho a Lucius, a Belial, a
Draco y a ti... Todo es mi culpa.
No es una venganza por el error de Lucius. Yo ensalzé a Draco, estúpidamente,
para protegerlo de la caída de Lucius, y me equivoqué. Voldemort ahora lo
considera su sucesor.
- Severus... por favor... tú eres, tú has sido siempre, el maestro favorito de
Draco... eres el viejo amigo de Lucius... te lo suplico... eres el consejero
favorito en el que más confía el Señor Oscuro... ¿Hablarás con él, lo
convencerás -
Aún confías en mí.
Hace años, Lucius cayó con una fiebre producida por una poderosa maldición. Lo
intentaste todo: era la época en que él y yo aún no nos hablábamos, aunque tú
sabías de mí. Y fuiste tú, Narcissa, quien tuviste el valor, mientras Lucius se
te moría en los brazos, de llamarme a Hogwarths y decirme lo que sucedía. Fuiste
tú quien esperó de pie en mi oficina, hasta que te entregué el antídoto.
Fue por mí que pediste cuando Draco nació, entero amoratado por su condición,
para que le hiciera un exsanguinus.
Fue en mí en quien confiaste cuando empezaste a sangrar cerca de tus treinta
años y no te detuviste.
Confías en mí, y yo tengo las manos atadas.
Pero cuando me miras al rostro, aferrada a mi ropa, Dios, te pareces tanto a
ellos, aunque podría amarte por ti misma.
Estás llorando, otra vez, y Dios, no puedo soportarlo. Basta, por favor, basta,
o no podré soportarlo más, y confesaré todo y me vendré abajo como un castillo
de naipes. Me había anestesiado a todo este dolor y toda esta locura: porqué me
arrancas la costra de la herida que tanto me ha costado secar?
Snape la tomó de las muñecas y sacó sus manos. Mirando hacia abajo, a la cara
cubierta de lágrimas habló muy lento.
Ella se desplomó a sus pies, sollozando y gimiendo en el piso.
- Mi único hijo... mi único hijo-
El hijo que te queda. El hijo que nos queda, mi amor.
Está bien. Tendrás de mí lo que quieres. Todo, todo, con tal de no verte llorar
más. Eres como Maberley que viene a ver a Scrooge... no puedo negarme. No,
cuando se me quiebra la voz.
No te quedes allí en el piso: la cabeza me da vueltas. Es como ver a Belial allí
destrozado: ver a Lucius.
Se me ahoga la voz, y por un momento, pierdo el control cuando te alzo- pesas
tan poco- y te sostengo temblando, hasta poder sentarte y ponerte el vaso en la
mano.
-Narcissa, es suficiente. Bebe esto. Escúchame.Podría ser posible... que ayude a
Draco-
Todo podría ser posible, por ti, por Lucius, mi amor... qué soy yo?
Ella se levantó, con su cara blanca como el papel, y sus ojos enormes. -Severus
– oh, Severus - ¿Lo ayudarás¿Lo protegerás de que nadie lo lastime-
- Podría intentarlo.- dijo Snape, su voz baja, casi ronca.
Narcissa arrojó su vaso; éste se deslizó por la mesa, mientras ella se levantó
del sofá y se puso
de rodillas a los pies de Snape, tomó sus manos, y las besó.
No hagas eso. No es necesario. Soy tan padre de Draco como Lucius... más,
quizá... Narcissa, levántate...
-Si estarás allí para protegerlo... ¿Severus, me lo juras¿Harás la Promesa
Inquebrantable?
-¿La Promesa Inquebrantable?
La expresión de Snape se tornó pálida, vacía
No otra vez. Ya hice una, Narcissa: me estás destruyendo... pero tienes derecho
a hacerlo. No puedo fallar otra vez... no puedo fallarte otra vez.
No puedo quitar mis ojos de ti, no ahora.
Snape no miró a Bellatrix. Sus ojos negros estaban clavados en las lágrimas de
los ojos azules de la mujer que le agarraba sus manos.
- Ciertamente, Narcissa, debo hacer la Promesa Inquebrantable - dijo Snape
tranquilamente. -Quizás tu hermana consienta en ser Testigo.
Snape se bajó por lo que quedó de rodillas frente a Narcissa. Bajo la mirada
asombrada de Bellatrix, se tomaron de ambas manos.
Por ti, por Lucius, por Draco, y por Belial... me destruiré si es necesario.
Aquí, de rodillas ante ti, te pido perdón por todo lo que te he quitado.
Y ahora que veo ese amor que late en tus ojos, que veo tu gratitud, me siento,
quizá por primera vez en mi vida, absuelto.
Narcissa habló.
-Severus¿Vas a vigilar a mi hijo, Draco, mientras está cumpliendo los deseos
del Señor Oscuro?
-Lo haré - dijo Snape.
Y te cuidaré a ti, por Lucius.
Una fina lengua de llama brillante salió de la varita y ató alrededor de sus
manos una especie de cuerda roja caliente.
-¿Y vas a protegerlo del dolor, con tu mejor destreza?
-Lo haré,- dijo Snape.
Y te protegeré a ti del dolor, aunque me cueste la vida. Tras todas las heridas
que te he infligido, al menos te protegeré de esto, aunque sea con mi carne y mi
corazón, si me queda algo.
Una segunda lengua de llamas se disparó de la varita y entrecruzó con la
primera, haciendo una cuerda más brillante.
-Y, si necesariamente... si Draco fallase...- susurró Narcissa (la mano de Snape
se movió ligeramente dentro de la de ella, pero no se separó) -¿Llevarías a cabo
la acción que el Señor Oscuro le ordenó a Draco que realizara?
-Lo haré - dijo Snape.
La cara pasmada de Bellatrix brilló con color rojizo ante una tercera llama, que
salió disparada de la varita, y se unió con las otras, y se ligó compactamente
en las manos entrelazadas, como una cuerda, como una serpiente ardiente.
Hubo un silencio, y luego, lentamente, Narcissa, su rostro aún manchada de
lágrimas, bajó su rostro, y apoyó sus labios en sus manos unidas, mientras la
cuerda se desvanecía lentamente, como absorbida por la piel.
- Narcissa...- dijo Snape: le temblaba la voz.
Narcissa alzó su rostro, entre las hebras de cabello rubio blanco, y susurró una
palabra: podría haber sido gracias: tal vez, te amo; quizá nada.
Un momento después Narcissa estaba en los brazos de Snape, que la apretaba
contra su corazón en un momento de descontrol, hasta que la mujer quedó de
rodillas en sus brazos, los dos meciéndose levemente como víctimas de un
naufragio. Y eso eran: en medio de la Inglaterra que se hundía en la
desesperación, no habían botes salvavidas para ellos.
- Déjala!- gritó Bellatrix, su rostro púrpura de rabia.- SUÉLTALA O TE MATO,
CABRÓN-
Snape no se movió, ignorando a Bellatrix. La mujer se abalanzó y aferró un brazo
de su delgada hermana, poniéndola de pie, y apuntando a Snape con la varita en
la otra mano.
- Bellatrix! Si le haces algo a Severus te las verás conmigo!- soltó Narcissa,
cruzándose entre ambos.
- No confío en ti, Snape! Y tú no sabes lo que haces pidiéndole ayuda a este
bastardo-
- Bellatrix-
- ESTE HIJO DE PUTA SE ACOSTABA CON LUCIUS!- gritó Bellatrix.- no quería
decírtelo, pero tu marido... tu marido te engañaba con él-
- YA LO SABÍA!- gritó Narcissa, y su pálido rostro se llenó de color de pronto,
mirando a Bellatrix a la cara, mientras Snape se quedaba en silencio tras ella,
poniéndose de pie.- Y no es tu asunto, estúpida!- soltó, cruzándose de brazos,
dejando de ser por un momento la madre desconsolada para ser la mujer que se
hacía llamar Lady Malfoy.-Ahora déjanos.- agregó, recuperando su voz normal, aún
un poco quebrada.- Vete y déjanos-
- Prefieres quedarse con ése-
- Lo prefiero por sobre todos.- dijo Narcissa secamente.- Al menos sobre ti.-
agregó.
Bellatrix los miró iun momento, y la mano de Snape se apretó en su varita,
temiendop en cualquier momento que la loca homicida empezase a disparar. Pero
con un siseo y una maldición, bellatrix abrió la puerta de un tirón con su
varita y se fue, dejando la puerta azotándose con el viento. Pronto llovería.
Snape la cerró, lentamente. Luego se volvió, para ver a Narcissa de pie junto a
su mezquino fuego, abrazándose a sí misma, tan pálida y delgada como un
fantasma, los ojos cansados y enrojecidos mirando las llamas.
Severus fue a su lado, y sin tocarla, se quedó de pie junto a ella, también
mirando los pocos troncos que ya eran sólo envejecidas brasas.
- Te quedas?- susurró muy bajo.
- Me quedo.- dijo Narcissa suavemente.
Es tan parecida a Lucius de espaldas. El cabello del mismo color, espeso y
suave, aunque el de ella es más fino. Los huesos delicados.
... ha aprendido a sonreír como él.
Narcissa apoyó su peso en el fuerte hombro de Snape: su cabeza se apoyaba
fácilmente en el hueco de su cuello. Se giró, y levantó la vista, y Snape bajó
la cabeza como ante una orden, sintiendo un olor a colonia inglesa y a lavanda
que conocía bien.
Sus labios son finos, casi mezquinos, y su beso tímido: no hay nada de la
generosidad, del dominio de Lucius en su beso. Pero lo abro como abriría una
flor, con paciencia y delicadeza, hasta que nuestras bocas se dilatan y la tenue
turgencia de sus pequeños pechos se presiona blanda contra mi pecho.
Quiero que, como en las películas, se abra la puerta y entre el marido
presidiario que recién ha conseguido la libertad de alguna forma para encontrar
a su esposa en los brazos traidores de su mejor amigo.
Pobre solitaria, dulce, amarga, fría Narcissa. Tú nunca comprendiste cómo te
amaba, porque estás cegado al amor cuando no es un amor que se exprese igual al
tuyo. Esperas rosas cuando te dan alimento.
No es dulce, más dulce que nada?
Tú, que has amado a Lucius y has forjado a Belial y a Draco en tu vientre. Si
pudiera hundir mi miembro en tu vagina las suficientes veces, si eso los
reviviera, te llenaría el útero de tanto semen como fuera necesario. Estallaría
dentro tuyo una y otra vez hasta morir de agotamiento, mi miembro bien al fondo
de tu vagina, apuntando y frotándote hasta lograrlo.
Cuánto les costó concebir. Fueron mis pociones al fin, recuerdas?
Deslizo mis manos por su vientre, blando y casi hundido de liso, tibio y
delicado. La deslizo hasta su pelvis, en donde su monte de venus se acopla en mi
mano y ondula tembloroso en respuesta a mis caricias.
Has pasado todo el verano sin un hombre. Sin ese hombre. Te has aliviado tantas
veces como yo, mordiendo al almohadas, soñando con su olor?
Si pudiera hacerte el amor hasta que olvidaras, como pago por el amor que me
cediste con tanta amabilidad. Si pudiera invocar a Lucius entre nosotros, sólo
una vez.
Y de pronto hay fuego en tu beso
- Te deseo... Severus...- susurró Narcissa.- Quiero que me poseas como lo
poseías a él-
Snape emitió un sonido bajo, y la rodeó con sus brazos, apretada contra su
cuerpo, sintiendo la frágil cintura de esa mujer que apenas había cargado dos
hijos del delicado Lucius y cuya matriz no había soportado más. La mano grande y
sensible, venosa, de Severus casi cubría su cintura: y mientras respiraba hondo
en su cuello la subió por su espalda, apretándola contra sí mientras ella le
rodeaba el fuerte torso con sus brazos tan finos.
- Narcissa.- susurró él. Le besó el cuello, los hombros demasiado delgados, como
alas de pájaro, y se quedaron un momento con las frentes unidas, el cabello como
cuervo de Snape mezclándose con el liso casi plateado. Narcissa respiró hondo, y
deslizó sus manos por el pecho de Severus: aunque no podía sentir sus pezones
por la áspera ropa, deslizó las manos cuidadosamente por encima y luego lo tomó
por la cintura, atrayéndolo a ella, mientras alzaba el rostro, como si demandase
otro beso.
La garganta de Snape se contrajo.
Ese gesto... tan Lucius. Demandar un beso, mientras me tiras de las caderas
contra ti, diciéndome que no es lo único que quieres, y que lo quieres aquí y
ahora. Te amó suficientes veces, o te dejó insatisfecha muchas otras?
Nunca quiso hablarme de su vida conyugal contigo. Te amaba como a una hermana y
sólo te impregnó para tener a sus hijos, o era contigo tan tibio, tan
apasionado, tan ardiente como era conmigo? Disfrutaba amarte, o te dabas cuenta
que era sólo deber? O ternura? O amistad?
Cuánto lo has ansiado este verano?
Te lo debo, si me quieres.
- Si me quieres, soy tuyo...- susurró Snape con voz decidida, tomándole la cara
con ambas manos para uno de sus trademark besos profundos y dominantes. Narcissa
se derritió contra él, como lo hacía Lucius, como una vez lo había hecho Belial,
cuya boca era tan parecida a la de su madre. Tras el beso, ella se quedó quieta,
respirando hondo, como si nunca antes la hubieran besado así.
- Háblame de él.- dijo Snape, con voz firme. Narcissa asintió, aún mientras, con
pasos que eran envolventes, seguros, Severus la guiaba a su dormitorio.
El dormitorio de Spinner's End no tenía el aire cuidado que tan pacientemente
Lucius le había dado a través de los años al cuarto del Head de Slytherin House.
Era una pequeña celda monástica- la cama ni siquiera era de dos plazas, y las
oscuras cortinas la dejaba en aunténtica noche a la que sólo una pobre vela
temblorosa dibujaba las sombras. Severus no la apagó mientras, de pie frente a
Narcissa, que quitaba el viejo manto y el sweater con la camiseta, la luz
bailando en su pecho pálido y enflaquecido aún fuerte.
- Lucius era... todo blanco cuando estaba desnudo.- dijo Narcissa con voz
temblorosa, su mano en la clavícula marcada de Severus.
- Lucius tiene sangre veela. Yo soy celta.- dijo Snape, echando atrás
delicadamente el pelo de Narcissa. Ella tenía las mano temblorosas, pero las
apoyó decididamente en su pecho, acariciándole los fuertes pectorales, duros
tras años de años de revolver pociones espesas y porfiadas.
- Es tan... duro... y cálido.- susurró ella, yéndose a su francés original.
Snape oprimió las manos de ella, tan delgadas, en las suyas.
- Lucius era mucho más hermoso-
- Me hacía sentir segura.- dijo Narcissa suavemente.- Era tan... delicado.-
añadió, con una nota de terrible nostalgia en la voz.
- Sí.- Severus asintió.- Conmigo también estás segura-
La mujer pareció indecisa por un momento: luego se sentó en la cama, y con un
movimiento delicado se quitó el fino chaleco de cachemira que llevaba, revelando
debajo un vestido cerrado gris oscuro muy años cincuenta. Se llevó las manos a
la nuca, su collar de perlas brillando a la luz, y lo desabrochó.
- Porqué haces esto?- susurró Snape, muy cerca, tomándole la muñeca antes de que
se deslizara el vestido por los hombros.
- Es lo que quiero.- dijo Narcissa con voz segura.- No quiero estar sola-
- No tienes que recompensarme por cuidar de Draco.- dijo Snape, ahogadamente.
- No soy una recompensa.- dijo Narcissa, y una lágrima tembló en sus pestañas.-
Nunca lo he sido. Siempre he sido una obligación.-
Una obligación para Lucius y otra para mi? Eso es lo que crees?
Con una palabra inaudible, Snape le tomó la cara y oprimió sus labios con suyos,
antes de levantarla del lecho de pie contra él, bien pegada contra su cuerpo. Se
giró, y se tendió en el lecho bajo ella, con movimientos vagos e ansiosos a la
vez, hasta tenerla a horcajadas sobre su cuerpo, bien abrazada, el vestido
formal arremangado en las caderas. Severus se quedó quieto, y luego, aferrándole
los muslos, movió las caderas levemente para hacerla sentirlo.
- Se siente como una obligación?- preguntó secamente. Narcissa lo miró a los
ojos, antes de soltarse el pelo, de su moño ya medio deshecho.
- No lo es para mí.- dijo en voz baja.- Debí haber venido antes.- agregó.
Severus se enderezó, para tocarle los hombros ya desnudos.
- Ha sido muy difícil?- preguntó, suavemente.
- No puedo vivir sin él.- dijo Narcissa en un susurro, sus manos heladas en el
pecho de Snape.
- Tampoco yo.- dijo Snape roncamente.
Se besaron una vez más, sin cerrar los ojos, hasta que cuando los cerraron al
fin los dos soñaron con el beso de aquel que extrañaban tanto y que estaba lejos
para siempre.
Si supieras que yo lo traicioné, no me besarías así, no me confiarías a tu
hijo.
... y es por esas traiciones que te debo todo, Narcissa.
- Qué quieres de mí?- susurró Severus, de pronto sin aliento.
- Sé él, tú que lo amabas y lo conocías más que yo. Haz que me sienta viva de
nuevo, Severus.- respondió Narcissa, quitándose el vestido de un tirón .- No me
dejes sola. No nos dejes solos-
- Si tú quieres.- dijo Snape, tendiéndose de nuevo pero llevándola con él
mientras su mano bajaba y se desabrochaba los pantalones.- Si tú quieres-
CAPITULO DOS:
Snow You.
And she'll tease you, she'll unease you All the better just to please you She's precocious, and she knows just what it takes to make a pro blush She's got Greta Garbo's stand-off sighs She's got Bette Davis eyes
